Julia Sarachu
1. De Eslovenia a Rusia y de Rusia a Argentina.
Mis estudios de la literatura eslovena me llevaron a Rusia, y Rusia reenvió mi pensamiento hacia Latinoamérica. Luego de terminar la tesis, en 2018, viajé a Eslovenia y entrevisté al profesor Rastko Močnik, porque había leído y traducido sus libros, y había incorporado sus puntos de vista acerca de la historia de la literatura eslovena en mi trabajo doctoral. Quería discutir con él mis conclusiones, poner a prueba mis hipótesis. La entrevista se puede leer en Revista Eslavia N° 5. Al final de la conversación, el profesor mencionó un artículo del teórico literario esloveno Ivan Prijatelj: según Močnik, en ese artículo Prijatelj introduce por primera vez en la historia de la teoría literaria eslovena el concepto de slovanski skitalec, del cual se deriva la teoría del síndrome cultural esloveno que yo había utilizado como eje central de mi interpretación de la historia de la literatura eslovena. Fui entonces inmediatamente a buscar el artículo de Prijatelj, publicado en revista Slovenka en el año 1900, encontré que el teórico esloveno había extraído el concepto de skitalec del “Discurso sobre Pushkin” de Dostoievski, que el escritor ruso leyó durante la inauguración del monumento a Pushkin en Moscú en 1880. En ese texto, Dostoievski plantea la idea de que en la obra de Pushkin aparece representada por primera vez en la historia de la literatura rusa la figura del skitalec, la cual expone los problemas vinculados a la constitución de la identidad de la clase letrada rusa; estos problemas se ven reflejados en la producción cultural que, a su vez, construye una conciencia nacional problemática. Dostoievski define al skitalec como una forma de conciencia alienada de la élite que, educada en la cultura extranjera de Europa occidental, luego experimenta un extrañamiento con respecto a la cultura propia, no comprende su situación existencial ni a su pueblo, e intenta aplicar esquemas de pensamiento que no coinciden con la especificidad rusa, obstruyendo el desarrollo nacional.
Cuando leí el texto de Dostoievski inmediatamente sentí que esto ya lo conocía, que ya lo había leído, pero no en la literatura eslovena sino en las materias de teoría literaria y pensamiento argentino, cuando era estudiante de la carrera de Letras, y lo asocié al concepto de mirada estrábica de David Viñas en Literatura argentina y realidad política (1964). Le comenté mis reflexiones al profesor López Arriazu, y él me recomendó que, para plantear un vínculo conceptual entre obras tan distantes en tiempo y espacio, tenía que buscar y encontrar elementos, referencias concretas en los textos de teoría literaria argentina, que permitieran establecer relaciones. Tenía razón.
Yo conservo las cajas con los apuntes de las materias que cursé en la facultad, fui directamente a la caja de Pensamiento argentino, una materia proveniente de Historia que forma parte de la carrera de Filosofía, yo la había cursado como optativa de la orientación en teoría literaria. Revisé el programa de punta a punta y me topé con Los profetas del odio (1957) de Jauretche, ahí encontré el concepto de cipayo y ese libro me llevó al texto La colonización pedagógica, también de 1957. Los conceptos de Jauretche eran muy similares a la teoría del skitalec de Dostoievski, pero no encontraba ninguna referencia a la obra del autor ruso, hasta que llegué al libro Política nacional y revisionismo histórico (1959), ahí sí encontré lo que buscaba: una cita de Dostoievski, que Jauretche toma del libro de Hernández Arregui Imperialismo y cultura (1957) para fundamentar el concepto de la colonización pedagógica. Fui al libro Imperialismo y cultura, de donde Jauretche extrae la cita, y, ¡voilà!, Hernández Arregui cita 17 veces a Dostoievski a lo largo del libro para fundamentar sus puntos de vista acerca de la alienación cultural. Escribí un artículo y lo presenté para participar en un congreso virtual de la Universidad de Rostov sobre relaciones culturales entre Rusia e Iberoamérica. Ellos leyeron la propuesta, les gustó mucho y me invitaron a ir a presentar allí, personalmente, los resultados de mi hallazgo. Para leer el texto de la ponencia que presenté en el congreso en Rostov haga click aquí.
Este viaje fue para mí mucho más que una excursión turística, me sumergí en la utopía rusa, y ahora pienso que uno de sus aspectos consiste justamente en el anhelo de encontrase a sí mismo, de alcanzar la comprensión cabal de los problemas propios, lograr la unidad del pensamiento y la acción, la teoría y el trabajo, la unidad de la intelectualidad y el pueblo, y producir una forma de vida acorde a la situación existencial para lograr la autodeterminación y superar la alienación, pero no solo en términos políticos, es decir, la dependencia respecto del imperialismo occidental, sino en un sentido más profundo: corrientes ideológicas fuertes dentro del pensamiento utópico ruso parecieran buscar la emancipación de la tiranía de la razón y el reencuentro del hombre consigo mismo en su dimensión concreta, y a pesar de que vivimos, probablemente, en el momento de mayor cosificación y sometimiento al régimen de negación y sumisión al imperio de la utilidad y la tecnología, yo siento que no está todo bien, y que, por lo menos la pregunta, vale la pena.
2. El pensamiento ruso contemporáneo.
Apenas me enteré que viajaría a Rusia, descargué el libro La cuarta teoría política (2009) de Alexander Dugin, porque es el filósofo contemporáneo más famoso de Rusia, y quería conocer el pensamiento ruso actual. Hace mucho tenía curiosidad de leer su obra, pero con tanto trabajo, nunca encontraba el momento. Quisiera presentar esquemáticamente algunas ideas básicas que extraje del texto.
En primer lugar, Dugin establece como momento decisivo de la historia reciente el año 1991, eso me impresionó, porque es la fecha que yo establezco en la tesis como final de la dimensión histórica de la poesía eslovena. Según Dugin, 1991 es el año en que el liberalismo triunfa definitivamente sobre su último adversario en pie, el comunismo, y se transforma en único horizonte ideológico y político del orden mundial. Sin embargo, el filósofo advierte que, en el momento preciso en que el liberalismo se impone, justamente en ese momento emerge con fuerza un pensamiento alternativo, y surgen importantes focos de resistencia que intentan preservar la soberanía ante la imposición del modelo a escala global. A la corriente de pensamiento alternativo Dugin la llama ideología conservadora, mientras las principales formaciones político-culturales de resistencia que identifica en el mundo contemporáneo son China, Irán, Rusia, Corea del Norte, India, también menciona a la izquierda latinoamericana vinculada a la reivindicación étnica, como es el caso del movimiento político liderado por Evo Morales en Bolivia, Cuba y Venezuela. Ahora bien, ¿qué resisten estas formaciones políticas? ¿Qué sería el liberalismo?
Según Dugin, el liberalismo es la ideología política y cultural derivada de la Ilustración que mejor ha interpretado el espíritu de la modernidad, y, por eso, se ha impuesto por encima de otras alternativas provenientes del mismo paradigma, como por ejemplo el comunismo y el fascismo. Dugin afirma que tanto el comunismo como el fascismo surgen como reacción y alternativa al liberalismo, el cual se fundamenta en el concepto de individuo. Tanto el comunismo como el fascismo son ideologías basadas en la construcción de un sujeto colectivo: la raza en el caso del fascismo, y el concepto de clase en el caso del comunismo. En este sentido reaccionan contra la amenaza de disolución, implicada en la expansión del liberalismo, de un sentido comunitario fuertemente arraigado en las sociedades en que dichos movimientos sociales surgen. Dugin analiza las causas del fracaso del comunismo y el fascismo, y concluye que intentaron oponerse al liberalismo dentro del mismo paradigma, sin enfrentar los conceptos fundamentales de la Ilustración. Y combatiendo en su propio terreno, la teoría de la libertad individual, en oposición dialéctica con el concepto colectivo de masa, fue lo suficientemente abstracta como para resultar más eficiente para organizar la relación del hombre con el mundo de acuerdo a los principios de la modernidad, expandiéndose de manera global. Evidentemente cualquier construcción de sujeto colectivo, excepto el concepto de masa, se encuentra condicionada por determinaciones espacio-temporales, históricas y culturales, que limitan su campo de aplicación, topándose con resistencias. Dugin identifica como elemento positivo del comunismo el concepto de solidaridad, pero considera que el comunismo fracasó porque pretendió negar las tradiciones y los aspectos espirituales inalienables del ser humano. En el caso del fascismo, Dugin rescata la valoración que hace del concepto de autoridad y los elementos tradicionales, por el anclaje de la ideología fascista en la etnia, pero rechaza la derivación en el racismo, ya que ninguna etnia es superior a otra. Según Dugin las diversas civilizaciones deben ser consideradas en pie de igualdad, deben respetarse unas a otras en su diversidad y no pretender imponerse ninguna por sobre las demás, como ocurre, afirma Dugin, con el liberalismo, que las potencias dominantes de occidente (Estados Unidos y sus aliados europeos) pretenden universalizar aplastando otras formaciones político-culturales articuladas a partir de sistemas de valores diferentes. El filósofo considera que las ideas de la Ilustración conforman un sistema de creecias local, surgido en una zona específica de Europa occidental (Inglaterra, Prusia) y trasladado a América del Norte, que se ha expandido como paradigma universal mediante la acción imperialista económica, cultural y militar de Estados Unidos. Siendo un sistema de valores local, relacionado con la historia y el desarrollo específico de una civilización determinada, se ha intentado imponer a otras culturas con sistemas de valores diferentes y en diversos estados de desarrollo que, por eso mismo, no pueden alcanzar los estándares de las potencias dominantes y son incluidos en el esquema global del liberalismo en condición de sumisión y dependencia. En este punto, la teoría de Dugin coincide con la concepción de la colonización pedagógica y el imperialismo cultural en la teoría política latinoamericana del siglo XX y XXI.
Por lo analizado anteriormente, Dugin rechaza la dicotomía caracterísitica de la Ilustración entre civilización y barbarie: apoyándose en los estudios de la antropología estructural (Lévi Strauss y otros), el filósofo sostiene que ya ha sido demostrado en el análisis de la estructura de pensamiento de las sociedades arcaicas, denominadas primitivas o tradicionales, premodernas, que estas también poseen una organización interna derivada de una lógica y una forma de pensamiento articulado, que no puede considerarse menos coherente y válido que el pensamiento científico, el cual también se apoya en creencias y principios que son aceptados dogmáticamente. Dugin afirma que según las investigaciones de la teoría antropológica estructural, la concepción del mundo materialista y objetivista de la ciencia y el hombre adulto promedio de las sociedades modernas, es equivalente al nivel de comprensión de la realidad de un niño en las sociedades arcaicas que aún no ha sido iniciado en los misterios religiosos y los fundamentos ancestrales de la comunidad. Desde el punto de vista de las comunidades arcaicas, la visión materialista y objetiva de la ciencia moderna resulta terriblemente primitiva y pobre. Por el contrario la ideología de la Ilustración rechaza el concepto de autoridad, y reduce toda riqueza especulativa a la experiencia puramente humana y el juicio de la razón en base a dicha experiencia, lo divino es negado y solo permanece la forma vacía de lo absoluto. Lo que queda es el conjunto de los seres finitos considerados alternativamente en su posición absoluta y en su posición relativa; estas dos modalidades pueden aplicarse a toda realidad finita y conducen a un concepto sintético fundamental que contiene la esencia de toda la filosofía teórica y práctica de la Ilustración: el concepto de utilidad. Las cosas se presentan en sí mismas y sirven para otras cosas. También el hombre es una realidad finita que participa de este concepto, eso significa que las cosas adquieren sentido para el hombre solo a partir de la utilidad que saca de ellas. También el vínculo social se justifica a su vez por la utilidad mutua: el hombre es usado y usa a otros. El liberalismo expresa la ideología de la Ilustración en la medida en que centra su teoría en el concepto de la libertad derivada del ejercicio de la razón (basada en la experiencia), cuyo asiento se encuentra en la conciencia individual. El sujeto racional tiene derecho a ejercer su libertad contra cualquier condicionamiento impuesto externamente por la tradición, la religión o la especificidad cultural del pueblo, justamente porque implica que la conciencia individual se autodetermina partiendo de su propia experiencia. Por otro lado, promueve una relación con el mundo basada en el consumo con el objetivo de obtener el máximo provecho, no reconoce otra forma de vinculación que el para sí, porque no existe un criterio objetivo, es decir, exterior al sujeto, que lo determine. Esta concepción justificaría el lucro sin límite, la destrucción del ecosistema y la explotación del hombre por el hombre. Dugin señala que en este esquema de pensamiento se valora positivamente la acumulación de riqueza y se denigra la pobreza, hasta llegar al punto de establecer un juicio moral a partir del desarrollo económico y tecnológico de los individuos y las sociedades: el filósofo menciona ciertas teorías liberales extremas de origen norteamericano que consideran santo y sagrado el hecho de ser rico y vivir en un ámbito de alto nivel tecnológico y científico, mientras a los pobres se los considera moralmente bajos, seres inferiores, y a la pobreza, diabólica. Desde el punto de vista de Dugin, en este sentido, el liberalismo contiene un componente fuertemente racista y discriminatorio. La negación de lo divino, las tradiciones y el racismo son justamente aquellos aspectos que se rechazan del comunismo y el fascismo, pero Dugin demuestra que estos elementos también forman parte del liberalismo, en la medida que derivan del paradigma de la Ilustración. Por eso, justamente, el filósofo considera que el liberalismo también es una ideología fracasada que tiene el tiempo contado, en realidad es la Ilustración un sistema de pensamiento fracasado porque aquellos aspectos del ser humano negados retornan, provocando la autodestrucción del hombre y el ecosistema.
Esta crítica de la modernidad y el racionalismo de la Ilustración no es nueva en la historia de la literatura rusa, ya aparece en la obra Apuntes de invierno sobre impresiones de verano (1863), donde Dostoievski reflexiona a partir de la experiencia de un viaje a Europa occidental, principalmente Inglaterra y Francia, y cuestiona fuertemente el afán de lucro desmedido que provoca la degradación moral del pueblo, la prostitución infantil, el consumismo vacío de los trabajadores, y la transformación del matrimonio en un mero acuerdo económico. Dugin, al igual que Dostoievski, afirma que el núcleo conceptual del paradigma de la modernidad es el individuo, el yo; por lo tanto, sería necesario atacar el yo para frenar su expansión, y propone el retorno a un estado premoderno. Este es otro aspecto en la conformación del pensamiento utópico ruso contemporáneo.
Debatí con los compañeros del congreso en Rostov (latinoamericanos y rusos hispanistas) acerca de la teoría de Dugin, y recolecté dos objeciones principales a su teoría. La primera la expresó una compañera latinoamericana, dijo que en el siglo XIX todavía podían plantearse cuestionamientos a la modernidad, pero hoy en día, cuando la modernidad o posmodernidad es un hecho indiscutible expandido a nivel global, seguir cuestionando la modernidad no tiene sentido, es anacrónico e inconducente. Con respecto a esta crítica, Dugin afirma en su libro que la irreversibilidad del tiempo es un concepto ideológico introducido por la Ilustración, asociado a la idea de civilización y progreso: se supone que la historia universal tiene un único fin, el cual consiste en la expansión progresiva y global de la civilización, entendida como el imperio de la razón, la ciencia y la tecnología, tendiente a eliminar hasta el último componente de irracionalidad en el mundo. Este movimiento implica la autodestrucción del hombre en su dimensión espiritual y comunitaria, y la reducción de la naturaleza y el cuerpo a medio de satisfacción y objeto de consumo, hasta el agotamiento total de los recursos. Por lo tanto, no solo sería deseable sino necesario plantear la posibilidad de un retorno a la condición premoderna. Contra esta idea de civilización, Dugin propone la alternativa de un mundo multipolar en el que coexistan diversas civilizaciones con diferentes lógicas internas y en distintos estados de desarrollo.
El segundo argumento en contra de la teoría de Dugin que encontré provino de un académico ruso, dijo que si el filósofo plantea el retorno a la condición premoderna, que lo haga, que produzca ese retorno: es el argumento fáctico, difícil de refutar. Entonces recordé un libro que leí hace mucho, me impactó y a veces, cuando me toca un grupo entusiasta, suelo enseñarlo en la escuela secundaria: El eterno Adán de Julio Verne, escrito pocos años antes de su muerte y publicado en 1910. Se trata de un científico de un pueblo del futuro que considera a su cultura en el pináculo de la civilización. En una excavación donde se construiría un edificio, el científico encuentra una caja con un diario escrito en una lengua que desconoce. Se lleva el manuscrito a su estudio y lo analiza hasta descifrar el mensaje, el cual consiste en un diario, escrito por un científico de una civilización extinta. El narrador del diario cuenta que, durante una cena con colegas en México, se produce un terremoto y se hunden todas las tierras conocidas del globo, excepto una pequeña isla en la que se refugian hasta que un barco los rescata. Viajan junto a la tripulación del barco por el planeta hasta encontrar una porción de tierra, que es un nuevo continente emergido en medio de lo que antes fuera el Océano Atlántico. Los tripulantes desembarcan y comienzan a sembrar trigo y otras semillas que tenían en el barco, también los jóvenes comienzan a reproducirse, construyen casas primitivas y pescan y cazan para alimentarse. Pero es tanto el tiempo que les demanda la lucha por la subsistencia, que el científico observa cómo, en pocas generaciones, los hombres y mujeres pierden hasta el último rastro de civilización, tal como era entendida en el momento en que ocurrió el terremoto. Luego la narración se corta, probablemente por el fallecimiento del escritor, y ahí termina el relato: el científico del futuro destruye el manuscrito y se va a dar su conferencia en la universidad. Por qué cuento esta historia, es que al recordarla pensé que, si por causa de una catástrofe natural o una guerra, las condiciones de vida cambiaran y el ser humano se viera en la necesidad de volver a trabajar para producir su sustento con sus propias manos, sería muy rápido el retorno a la condición premoderna. Porque esta civilización que consideramos incuestionable quizás no está tan arraigada como parece y se borra de un plumazo más fácil de lo que se cree. Tengo una pequeña huerta, de solo tres metros por dos, entre mi pareja, mi hijo y yo hacemos un esfuerzo enorme por sostenerla, lleva muchísimo tiempo, y eso que compramos casi toda la comida en el supermercado, excepto la lechuga, la radicheta, las hierbas aromáticas y los tomates en verano. Si tuviéramos que producir el 100% de nuestro alimento, yo no estaría escribiendo esto.
3. El viaje.
El viaje fue larguísimo, duró 46 horas en total, desde que salimos de Ezeiza hasta el hotel en Rostov: Buenos Aires-Panamá, Panamá-Estambul, Estambul-Sochi en Rusia, y de Sochi a Rostov diez horas de viaje en una combi, porque el aeropuerto de Rostov está cerrado por la guerra. Al bajar del avión en Estambul, nos apartaron a todos los latinoamericanos que veníamos en el vuelo desde Panamá y nos hicieron abrir las valijas y bolsos, nos revisaron completamente, parecía como si buscaran drogas. La experiencia en el aeropuerto de Estambul fue fuerte: es el punto de trasbordo de todos los vuelos hacia diferentes capitales del mundo árabe, las mujeres musulmanas en general van con el pelo tapado, aunque algunas jóvenes no lo llevan, sus madres sí y ellas no, el atuendo es muy elegante. La cuestión es que, al andar sin velo y con pantalones, la mirada de la gente me intimidaba. Esa es una sensación que yo tenía, completamente subjetiva, pensé que tal vez fuera sugestión, pero luego lo conversé con mi compañera de viaje argentina, Noelia Pérez Rivaben, y ella sentía lo mismo. Finalmente opté por caminar con la mirada baja y a la vuelta, cuando le di el pasaporte al policía de migraciones, se lo di mirando a un punto fijo hacia abajo para evitar sus ojos. Es la primera vez en la vida que me pasó eso de tener que bajar la mirada frente a un hombre como con vergüenza, no sé de qué. Quiero decir que respeto profundamente la cultura musulmana, valoro su pensamiento y la fuerza con que preservan su identidad, pero bueno, yo soy cristiana, estoy acostumbrada diferente y pienso de otra manera. Me gustó el baklava. De ahí tomamos el vuelo a Sochi, al entrar en el avión, un avión pequeño, había música funcional de Tchaikovsky, justo el vals N° 9, que es el que está practicando mi hijo en el conservatorio: ya me sentí en casa.
En el camino de Sochi a Rostov era de noche, y la combi se zarandeaba de acá para allá golpeando nuestras cabezas contra los costados de los asientos y la ventanilla, porque era un camino de montaña en zigzag que ascendía entre los bosques. Después de 36 hs de vuelo y esperas en aeropuertos, yo viajaba en un estado de semiconsciencia y no tenía fuerzas suficientes para incorporarme, pero tampoco soportaba la posición de reposo por los golpes del cuerpo contra el vehículo. Pensé que me moría. En un momento la combi dejó de zarandearse y entramos en el terreno llano de la estepa, se hizo de día y paramos en una estación de servicio a tomar té o café. Ahí nos repusimos y comenzamos a conversar entre nosotros, el grupo estaba formado por tres brasileros, una profesora rusa de Siberia y una alumna que nos fue a buscar enviada de la universidad, la compañera argentina que había estudiado en Rostov y es profesora de ruso en Mar del Plata, y yo. La conversación se puso interesante y el chofer nos tuvo que llamar porque debíamos continuar el viaje. Ahí ya me sentía emocionada por estar en Rusia y ya no me importaba nada estar cansada. Pensamos que nos alojarían en un campus universitario, ¡pero qué sorpresa cuando llegamos al hotel, era hermoso y muy cómodo, en la calle principal del centro de la ciudad, a pocas cuadras de la universidad, era de lujo, hermoso! Nos cambiamos y fuimos a la universidad donde nos recibió la directora del departamento de filología hispánica y traducción Natalia Karpóvskaya. Nos recibieron en español, nos mostraron la universidad, con la útlima tecnología para el estudio de la traducción simultánea, y fuimos a almorzar. Fueron muy cálidos y atentos, afectuosos, y nos trataron maravillosamente bien.
4. En la universidad.
Lo primero que se ve en la universidad es que se respeta mucho la autoridad y la jerarquía. El vicerector de la facultad, que se presentó en la conferencia inaugural, es un hombre joven, especialista en psicología y pedagogía, pero la rectora (a quien no conocí), y quienes dirigen el departamento y tienen el control de los asuntos cotidianos, son en general profesoras mujeres mayores, con una personalidad muy fuerte, que mantienen la disciplina estricta, pero con un componente maternal de acompañamiento a los alumnos. La mayoría de las alumnas del traductorado son mujeres, un ejército se jovencitas, muy correctas y bien dispuestas a ayudar, que han participado en el evento no solo como oyentes de las conferencias principales o en los talleres, sino trabajando activamente en la organización y al servicio de los profesores extranjeros invitados: una alumna nos fue a buscar y otra nos llevó al aeropuerto, grupos de alumnas nos guiaron en los paseos por la ciudad, otras realizaron traducción simultánea de los tres días de conferencias, nos iban a buscar por la mañana al hotel y estaban en todo momento para ayudarnos y responder nuestras consultas. La directora del departamento, Natalia Karpóvskaya, dijo que consideran importante que los invitados puedan hablar en su propio idioma porque se sienten más cómodos, y porque de ese modo pueden expresar mejor sus ideas. Esto me pareció que habla muy bien de ellos, no solo porque son buenos anfitriones y se preocupan de que todos los invitados se sientan bien, y más allá de que personalmente estoy agradecida porque me ayudaron mucho facilitando mi comunicación, en su política de dar la posibilidad de hablar al conferenciante en su lengua nativa, demuestran que dan prioridad al contenido por encima de la cuestión formal del lenguaje; porque en definitiva el objetivo principal de la comunicación, sobre todo en el caso de un congreso académico, es trasmitir ideas. Además, de este modo, los alumnos tenían la oportunidad de practicar el trabajo de traducción en diferentes situaciones concretas. En un paseo por la ciudad, un invitado de Cuba se separó del grupo porque entró en un negocio a ver zapatos sin avisar, ¡pobres jovencitas, tenían pánico por haberlo perdido en el camino y regresar sin poder responder dónde se encontraba y qué le había pasado! Por suerte nos dividimos para buscarlo y apareció, finalmente, sano y salvo, para tranquilidad de las chicas.
Tuve oportunidad de hablar con las alumnas y les pregunté por los estudios secundarios, ellas se quejaron porque les hacen leer Dostoievski y consideran que en la adolescencia son demasiado chicos para entender tanto la complejidad formal como la profundidad conceptual del escritor. Pero lo leen. De hecho leen todo el canon nacional durante la educación primaria y secundaria, y la poesía, en el caso de Pushkin por ejemplo, que es el poeta nacional, la estudian de memoria. Anna Volkhovskaya, cuando fue invitada por el profesor López Arriazu para dar una charla sobre qué significa Pushkin para los rusos, en el curso de Literaturas Eslavas en 2022, comentó que, a diferencia de Argentina, en el plan de estudios de la materia de lengua y literatura rusa, en las escuelas secundarias de Rusia, está perfectamente especificado qué obras se deben leer cada año y qué temas deben estudiarse en cada momento del proceso educativo. Como docente de escuelas secundarias, he reflexionado con respecto a este tema y considero que, dada la importancia que tiene la literatura y el conocimiento de la lengua en el proceso de conformación de la identidad nacional, no puede ser, como ocurre en Argentina, que cada profesor enseñe lo que quiere, cuando puede y como puede; se trata de una cuestión de Estado y es fundamental que los alumnos, al salir del secundario, conozcan, todos por igual, las obras fundamentales del canon nacional y los elementos básicos de la gramática de la lengua. ¡Qué importa si no entienden a Dostoievski y a Pushkin! ¡Ya los conocen, luego podrán entenderlos! Mis respetos por el sistema educativo ruso. Además, en Argentina, los profesores tienen que trabajar muchas horas para cobrar un sueldo digno, entonces no tienen tiempo de planificar e implementar novedosas y creativas actividades y programas especiales para cada curso específico, se le facilitaría mucho el trabajo al profesor si se diseñara un programa universal acotado, y se facilitara el material de lectura y un libro de actividades para implementar en el aula. No se puede dejar librado al azar que a los alumnos les pueda tocar un profesor bueno o un profesor malo, de ese modo se reduce el margen de error.
Con respecto al primario, la compañera profesora de Siberia Natalia Burmakina, que tiene hijos en edad escolar, me contó que los cursos obligatorios en la escuela primaria se imparten por la mañana; luego, por un precio muy bajo, los padres pueden optar por la posibilidad de que los niños coman en la escuela, con un menú saludable y balanceado. Por la tarde hay cursos optativos y complementarios, y los niños tienen un espacio para hacer las tareas que les fueron asignadas en los cursos obligatorios. De este modo, los padres cuentan con la posibilidad de que los niños permanezcan en la escuela hasta las 20 hs, depende de sus necesidades laborales. Esta profesora me decía que ella y su marido, en general, retiran a los niños cuando terminan los cursos de la mañana y los llevan a comer a la casa; pero, si ocasionalmente por cuestiones laborales necesitan que los niños permanezcan en la escuela, tienen la posibilidad de hacerlo. Hasta que la escuela no ofrezca esta posibilidad, yo creo que no habrá igualdad social en Argentina. Por supuesto que los niños deben comer y estar con su familia el mayor tiempo posible, pero para quienes no pueden alimentarlos, necesitan trabajar por la tarde o no tienen recursos suficientes para costear cursos extraescolares de artes, idiomas o deportes, eso debe proveerlo el Estado. Es un derecho básico y una necesidad prioritaria.
Otra cuestión que me llamó la atención es la importancia que le dan los rusos al trabajo sobre la tierra. Todas las profesoras de la universidad con quienes hablé me comentaron que tienen una casa con terreno en las afueras de la ciudad a la que denominan dacha. Allí cultivan el jardín y tienen huerto, dicen que es una tradición muy fuerte arraigada entre los rusos la de tener un pequeño pedazo de tierra y trabajarlo con sus propias manos. Lo consideran casi una cuestión moral, como dice Dostoievski en Discurso sobre Pushkin: “Humíllate, hombre orgulloso, y antes que nada quiebra tu orgullo. Humíllate, hombre ocioso, y ante todo trabaja en el suelo natal”. (Dostoievski, 1978, p. 4-5). En esto los eslovenos son iguales. Está en la idiosincracia de los eslavos. Mi abuelo, el esloveno, murió a los cien años trabajando su huerto; probablemente fuera, en 2015, el último huerto que quedaba encerrado entre los edificios de la ciudad de La Plata, todos los pájaros de la ciudad iban a comer allí, y mi abuelo luchaba para que no se lo desmantelaran.
5. La leyenda negra.
Una de las conferencias más intersantes fue la de la profesora de filosofía Taisiya Paniótova sobre la leyenda negra española. Yo no sabía lo que era la leyenda negra, me avergüenza confesarlo, pero lo reconozco. Voy a explicar muy esquemáticamente lo que comprendí, para leer la ponencia original de Paniótova haga click aquí. La leyenda negra española es la teoría de que hubo una campaña de desprestigio de la conquista española por parte de Inglaterra, reflejada en su literatura, que ha estigmatizado a los españoles como bárbaros, mientras se comportaban como cualquier otro imperio europeo en expansión, con el objetivo de desmembrar el Imperio español para dominar el orden mundial. Paniótova cita el debate de Valladolid, una polémica que se llevó a cabo en 1550 acerca de la legalidad de la conquista, si eran humanos los métodos de conquista y si era justa la guerra contra los indígenas o no. En el debate expuso su posición Bartolomé de las Casas, quien sostenía que los indígenas eran seres humanos que comprendían la palabra de Dios y tenían sus propias formaciones culturales, por lo tanto debían ser tratados como seres humanos y debían ser respetados sus derechos. Por otro lado, Juan Ginés de Sepúlveda sostenía la idea de que eran seres inferiores y, por lo tanto, era natural que fueran sometidos por los hombres civilizados. Esta polémica probaría que ya en ese momento había surgido dentro del pensamiento español una reflexión crítica con respecto a la conquista, sentando, de este modo, las bases para una transformación de la política imperial. La teoría sostiene que el pensamiento inglés se basó en la posición de Bartolomé de las Casas para construir la leyenda negra, cuyo origen puede rastrearse, por ejemplo, en la obra La tempestad de Shakespeare, donde el autor se burla de la conquista a través del enfrentamiento de los personajes de Ariel y Calibán. Según la leyenda negra, el pensamiento y la política de Inglaterra desde el siglo XVI han buscado enfrentar a los indígenas y criollos contra los españoles con el objetivo de dividir para dominar; en esta línea de pensamiento se considera la inteligencia británica al servicio de la emancipación de los pueblos latinoamericanos, por ejemplo mediante la masonería, y las posteriores estrategias de dominación económica. Y hasta hoy en día se sostiene la teoría de que Inglaterra financia la acción de ciertos grupos que, en representación de los pueblos originarios, plantean la idea de una lucha por la emancipación respecto de los Estados latinoamericanos.
Según este punto de vista, se considera un error por parte de las teorías latinoamericanistas la lucha por la reivindicación de los derechos de los indígenas en contraposición con lo español. Si se considera el mestizaje como concepto central de la identidad latinoamericana, la afirmación de una identidad mestiza implica que no puede ser negado lo español, así como tampoco lo indígena, porque en ambos casos se trataría de una autonegación. En el prólogo a la edición española de la obra de Dugin, el filósofo dice que dirige su obra a la España negra como totalidad, recién después de escuchar la ponencia de Paniótova, y conversar con ella, comprendí esas palabras. El pensamiento ruso propone que la hispanidad comience a considerarse como unidad en el contexto de una totalidad multipolar: la civilización formada por Latinoamérica y España en tanto identidad que incluye las especificidades dentro de la unidad identitaria. En ese contexto, el idioma cobra suma importancia porque es el elemento central común a partir del cual se construye la identidad de la civilización hispánica, y como tal debe ser reproducido y preservado en su forma original de acuerdo a las leyes de la academia española, aunque en el uso coloquial y literario se cultiven otras formaciones específicas.
También tuve oportunidad de conversar con la profesora de filosofía de la universidad de Moscú, Lyubov Yakovleva, quien también se ha especializado en filosofía española, acerca del concepto de autoridad en la teoría de la Contrarreforma. Yo había leído, en el seminario de doctorado sobre teoría política del profesor Elías Palti, al filósofo español del siglo XVII Francisco Suárez, un contrareformista cuyo texto más conocido es una carta dirigida al rey de Inglaterra, en la que le advierte acerca de las consecuencias de la Reforma. Suárez sostiene que si se cuestiona la autoridad del Papa, luego se cuestionará la autoridad de los reyes, porque es el Papa quien les trasfiere el poder de autodeterminación que Dios ha otorgado a los pueblos. Luego toda la organización terrenal se derrumbará en cadena por la pérdida del sentido de autoridad, como una hilera de piezas de dominó o una casita de naipes. Conversando con la profesora Lyubov Yakovleva, ella dijo que también puede interpretarse en el sentido de la valoración del principio de autoridad la posición del Inquisidor en Los hermanos Karamázov (1880) de Dostoievski. Yo le comenté la sorpresa que tuve al leer el texto de Dostoievski, porque, aunque Iván aparece en la obra como personaje diabólico, como encarnación del mal frente a su hermano Aliosha que representa el bien, sin embargo, es sorprendente la manera en que Dostoievski hace argumentar a Iván, con tanta eficacia que pareciera expresar la posición del autor, aunque en el contexto de la obra el personaje represente aquello que moralmente la obra condena. La profesora me dijo que, en este sentido, Dostoievski rescata el concepto de autoridad que defiende el Inquisidor, por eso lo hace argumentar tan brillantemente y parece que la ideología del autor, en ese pasaje de la obra, está defendiendo esa postura.
Por último, cabe mencionar que el pensamiento ruso analiza el caso de la leyenda negra, porque sostiene que en el mundo contemporáneo sucede algo similar con Rusia, porque desde que Rusia derrotó a Napoleón en 1814, las potencias dominantes de Europa occidental le han tenido miedo y desde entonces han intentado desacreditar y estigmatizar a los rusos para desmembrar al Imperio ruso primero, luego a la Unión Soviética y hoy a la Federación Rusa, con el objetivo de eliminar los obstáculos para ejercer una dominación global ilimitada.
6. Las cubanas.
Conocí a una señora cubana, amiga de la profesora Paniótova, que fue la primera profesora de español en la Universidad de Rostov, se casó con un ruso y se fue a vivir allá en la década del 70. Nos hicimos amigas y me ofreció ayudarme con el idioma, porque le dije que quería estudiarlo, ¡un lujo! Se llama Emilia Rodríguez Almeida, es una mujer amable, culta y sobria: la severidad del clima ruso ha templado su naturaleza caribeña, sin embargo, preserva en su corazón la postal del mar azul, la arena blanca y las palmeras que utiliza como ícono con el que se identifica externamente en whatsapp. Le regalé mi libro Cuatro ojos ven más que dos (2005), lo leyó y me dijo que esa descripción de la pampa, que aparece en la segunda parte del libro, como un cuerpo de energía biológica primitiva y avasallante que emerge imponente de la niebla en invierno, y contra el que uno debe enfrentarse y guardar silencio, es absolutamente aplicable a la estepa rusa, la sensación es la misma.
En la tarde del segundo día de conferencias en la universidad, llegó una profesora afrocubana, Bárbara Karell Furé, funcionaria del Ministerio de Educación de Cuba. Estaba muy cansada porque los cubanos, mexicanos y colombianos necesitan tramitar una visa para ingresar al aeropuerto de Estambul, entonces tuvieron que entrar por otro lado a Rusia, hacia Moscú, y desde allí muchas horas de viaje en tren hasta Rostov. Me sorprendió muchísimo porque hablaba perfectamente ruso y la directora del departamento la trataba con todos los honores, así que esperé la oportunidad para hablar con ella y preguntarle su historia.
Una noche en el hotel, nos juntamos los latinoamericanos en el lobby a conversar, y a tomar un ron riquísimo que había traído el compañero cubano. Ahí tuve la oportunidad de hablarle, y su historia me conmovió. Me contó que cuando tenía quince años (en 1971) se destacaba en la escuela, entonces vinieron del Ministerio de Educación a plantearle a su madre que la habían seleccionado para una beca de estudios en Moscú. Su madre dijo: “¿dónde carajo es eso?”. Pertenecía a una familia humilde y ninguno hasta el momento había cursado estudios superiores. Su madre le preguntó si ella quería ir, le dijo que no estaba obligada a hacerlo y que se sintiera en total libertad de rechazar la propuesta. Pero la joven sí quería, tenía mucha curiosidad por viajar. Primero estudió dos años de ruso en Cuba, y a los 17 años viajó a Moscú. Dice que al llegar a la universidad entró al curso, se sentó en la primera fila con un cuaderno y un lápiz, pero cuando comenzó a hablar el profesor no entendía nada. Por ahí captó alguna palabra que entendió, y la anotó en el cuaderno. Después cazó otra, y así fue anotando lo poco que entendía. Al terminar la clase fue directo a la embajada, a pedir que la mandaran de vuelta para no quedarse a hacer papelones. Pero en la embajada le dijeron que se diera un tiempo, que de a poco se iba a ir acostumbrado, decidió quedarse y así fue. Dijo que tardó 6 meses en poder entender todo lo que los profesores decían, pero el problema era el estilo académico de escritura. Según me contó, el idioma ruso coloquial es muy diferente del estilo académico, que tiene reglas bien específicas. Entonces, luego entendía y producía correctamente el contenido, pero formalmente le costaba mucho lograr un estilo correcto de escritura. Finalmente fue la mejor alumna de su curso y se doctoró en filología rusa. Vivió diez años en Rusia y después regresó a Cuba. Ella dijo que muchos funcionarios actuales del gobierno de Cuba han sido becados y estudiaron como ella en Rusia. Y yo pensaba, cuántas mentes brillantes estamos desperdiciando por la incapacidad del sistema educativo para detectarlas y captarlas.
7. La guerra.
Hubo algunos comentarios sobre la guerra, en primer lugar, nos agradecieron que estuviéramos junto a ellos en un momento tan difícil. Obviamente están mal por todo lo que está pasando, y la guerra entre hermanos. En la universidad había varias profesoras de familia ucraniana. Pero también piensan que la OTAN rompió el acuerdo de que Ucrania permanecería como territorio neutral, y en realidad consideran que se trata de una avanzada de Estados Unidos (a través de la OTAN) con el objetivo a largo plazo de desmembrar Rusia. Desde ese punto de vista consideran que la acción militar es defensiva.
Una mañana, mientras estábamos en la conferencia, una profesora rusa miró el teléfono y dijo: “nos volaron el puente”. Aparentemente un suicida ucraniano en un camión se inmoló sobre el puente que une Rusia con Crimea para destruirlo, y que se le dificulte a Rusia la provisión de insumos y el acceso a la península. Todos estaban muy conmocionados y tristes por el suceso. Después en el hotel leí Página 12, y decía que si bien el gobierno ucraniano no se había adjudicado el atentado, algunos representantes del poder político habían hecho comentarios irónicos y dijeron que recuperarían Crimea.
Otra mañana bajé a desayunar en el hotel y encontré un grupo de chinos con uniforme militar en una mesa. Cuando bajaron mis compañeros les comenté, qué extraño, serían del ejército chino que vinieron a apoyar a las tropas rusas. Sorprendentemente me dijeron que no, que eran rusos, hablaban perfectamente ruso y en el uniforme, en la manga izquierda, tenían el símbolo de la bandera rusa, que yo no lo había visto. Eran rusos mongoles, militares del Cáucaso que iban a unirse al ejército ruso en la zona de conflicto. Cuento esta anécdota porque, aunque yo ya lo sabía por haberlo leído, en realidad, recién en ese momento tomé conciencia de hasta qué punto Rusia es un Estado multiétnico; me contó la compañera de Siberia que hay, incluso, comunidades que viven en estado tribal en Rusia. Ya Taisiya Paniótova me había dicho que los eslavos representan tan solo el 10% de la población rusa. No debe ser fácil llevar adelante la unidad y dirección de un Estado con un territorio tan vasto y que contiene una población tan diversa.
8. Paseo en la ciudad con amigos.
Rostov es bellísima, a orillas del río Don, cuna de los cosacos. La zona antigua hacia el río es más romántica y bohemia, y desemboca en el complejo arquitectónico de la catedral, rodeado de una feria muy pintoresca donde las señoras venden comidas exquisitas, frutas y verduras, se venden dulces, antigüedades, ropa y cualquier cosa que quieras encontrar la conseguís allí. La avenida principal de la ciudad es señorial: los majestuosos edificios neoclásicos de la etapa burguesa aparecen intercalados con otros geométricos de la etapa soviética, formando un conjunto con mucha personalidad. Hay pasajes subterráneos para cruzar las avenidas, donde se pueden ver muy bien conservados los murales de azulejos con motivos infantiles y juveniles de la época del comunismo, son hermosos, representan escenas educativas y de trabajo industrial y campesino, también celebraciones nacionales. La ciudad es muy limpia y ordenada.
Con los compañeros fuimos a comer al Mc Donald’s ruso, que reabrió, luego del cierre de la cadena norteamericana, bajo el nombre de Vkusno i Tochka, que quiere decir Sabroso y Punto, muy gracioso el nombre. Guiados por Noelia, que conoce bien la ciudad porque estudió allí, salimos a caminar de noche, y en la plaza Gorki encontramos un karaoke al aire libre. Había grupos de jóvenes cantando (y tomando alcohol a escondidas, porque en Rusia está prohibido beber en la vía pública). (También nosotros tomábamos vino a escondidas). Éramos tres brasileros, dos argentinas, una mexicana y la profesora de Siberia, todos entre 32 y 48 años. Le pedimos al dj “No culpes a la noche” de Luis Miguel y lo cantamos a los gritos medio alcoholizados, un papelón. Encima alguien lo filmó, ojalá que no trascienda. Pasamos por la Plaza de la Victoria y fuimos hacia el río, hermoso de noche, todo iluminado, con los bares y restoranes en la orilla. Después fuimos por el boulevard Pushkinskaya, y yo me arrodillé vergonzosamente frente a la estatua de Pushkin. Lo disfrutamos mucho.
El día antes de partir, caminé sola y fui a la feria junto a la catedral, compré incienso y un batón de ama de casa rusa para usar como vestido. Me compré una remera del 9 de Mayo, Día de la Victoria contra los nazis. Compré estampitas en la catedral y entré. Se celebraba la misa, las mujeres, con un pañuelo cubriendo el pelo, y los hombres, todos permanecían de pie mientras los sacerdotes esparcían el incienso, que lo envolvía todo. Un coro de voces masculinas espectaculares entonaba cantos sagrados; por la perfección del canto, pensé que era un audio. Todo dorado e iluminado por millones de pequeñas velas que dejan los fieles en candelabros múltiples al entrar a la iglesia. La atmósfera era realmente alucinante, salí como en otro mundo, me costó volver a acostumbrarme a la calle, el quiebre entre el interior y el exterior era muy marcado. Eso también lo vi en la biblioteca municipal: se trata de un edificio soviético que es como un bloque de concreto marrón sin ventanas, pero por dentro, en el centro de la biblioteca, hay un jardín con plantas de interior y fuentes de agua en movimiento que producen un sonido musical. Nos dijo la alumna que nos llevó, que lo hicieron así para trasmitir la idea de que la riqueza está en el interior. Es una de las bibliotecas más importantes de Rusia, inmensa, alberga muchísimos y muy importantes volúmenes. Interior y exterior, forma y contenido, superficie y profundidad: el espíritu ruso explora esta dicotomía.
Antes de partir, Taisiya y Ljubov me invitaron a comer el maravilloso pan con queso y huevo que se llama jachapuri, y los deliciosos jinkali, que son como ravioles gigantes, ambos platos georgianos, junto al río Don, que no era muy apacible, porque había llovido y había un viento de mil demonios. Pero el almuerzo con las amigas filósofas fue espectacular. ¡Gracias!