Julia Sarachu
En 2017 me doctoré en la Universidad de Buenos Aires con una tesis en la cual realizo una interpretación de la historia de la poesía eslovena en relación con los procesos políticos, sociales y culturales que incidieron en la constitución de Eslovenia como Estado nacional. Tomando como referencia el trabajo de los sociólogos literarios eslovenos Dimitrij Rupel y Rastko Močnik, he planteado la dialéctica entre los acontecimientos sociales y la producción literaria en la historia de la literatura eslovena a partir del eje central de lo que se ha denominado en la teoría literaria eslovena el síndrome cultural esloveno. Los sociólogos literarios eslovenos denominan síndrome cultural a la función política que ha desempeñado la literatura eslovena durante el siglo XIX, bajo dominación del Imperio austíaco y en condiciones de censura. Según los teóricos eslovenos, el hecho de que la literatura hubiera cargado con el peso de la emancipación nacional es la causa de la constitución tardía del Estado esloveno después de la Segunda Guerra Mundial. Los escritores sublimaban en la producción literaria su anhelo de emancipación, y, por esta causa, la transformación no se realizaba en el plano concreto. Por otro lado, la literatura tampoco se establecía como una práctica estética autónoma, siendo la causa principal de esta configuración específica de los productos culturales eslovenos entre mediados del siglo XIX y comienzos del siglo XX la fragmentación en el seno de la sociedad eslovena entre la clase intelectual y el pueblo. El primer escritor que planteó el problema de la historia de la literatura eslovena en estos términos fue el teórico literario y rusista Ivan Prijatelj (1875-1937).
En 2018, luego de la defensa de la tesis, viajé a Eslovenia y entrevisté al dr. Rastko Močnik, cuyos textos había analizado en mi trabajo, con la intención de discutir acerca de las conclusiones a las cuales había arribado en mi trabajo doctoral: necesitaba poner a prueba mis hipótesis a través del diálogo con uno de los referentes principales cuyo trabajo había orientado mi investigación. En dicha entrevista, publicada en Revista Eslavia N°5, el Dr. Močnik, a quien nunca terminaré de agradecer, mencionó un artículo de Prijatelj que considera fundacional de la teoría literaria eslovena porque, partiendo del análisis del concepto de skitaletz que plantea Dostoievski en “Discurso sobre Pushkin” (1880), aborda la cuestión de la alienación de los intelectuales, no solo eslovenos sino eslavos en general, que, educados en una cultura extranjera, manifiestan una desubicación con respecto a su situación existencial, obstaculizando el desarrollo nacional. En el artículo “Tip slovanskega skitalca v ruski poeziji”, publicado en el año 1900 en la revista Slovenka, Prijatelj analiza el desarrollo del tópico en algunas obras fundamentales de la historia de la literatura rusa; sin embargo, luego amplía el campo de aplicación del concepto a todo el ámbito cultural eslavo y propone la cuestión del skitati se, el deambular, la errancia o vagabundeo, como problema central de las literaturas eslavas a partir del cual define la identidad eslava, es decir, presenta las reflexiones en torno a la figura del slovanski skitalec como características específicas que permitirían postular una identidad común paneslava, partiendo de la consideración de que el término proviene de una raíz lingüística común y existe en todas las lenguas eslavas contemporáneas. El concepto de slovanski skitalec le permite a Prijatelj plantear una posición colectiva de los pueblos eslavos respecto del pasado y su relación con Europa occidental, pero al mismo tiempo los interpela con respecto al futuro, señala el objetivo hacia el cual se encaminan las transformaciones políticas y sociales en el mundo eslavo desde la perspectiva de una toma de conciencia en el exacto punto de inflexión del cambio de siglo. Cuando leí el artículo de Prijatelj me emocioné, porque demuestra que, más allá de los conflictos posteriores, hubo un momento en que, a la luz de la obra de Dostoievski, la conciencia eslava alcanzó la comprensión de su destino y logró la autodeterminación liberando a Europa del nazismo.
Sin embargo, el objetivo de este artículo es señalar las relaciones entre aspectos de la historia de la literatura rusa y la historia de la literatura argentina. Motivada por el artículo de Prijatelj, leí “Discurso sobre Pushkin” (1880) de Dostoievski, entonces tuve la certeza de que existía alguna relación entre el concepto de skitaletz planteado por Dostoievski y la utilización en la teoría política argentina del concepto de colonización pedagógica, planteado por primera vez en la obra de uno de los principales ideólogos del peronismo, el escritor Arturo Jauretche, para referirse a la alienación de la clase intelectual argentina que, sometida a educación extranjera, actúa, incluso inconscientemente, en contra de los intereses de su propio pueblo y en favor de las potencias dominantes, Estados Unidos y Europa occidental. ¡Cuál no sería mi sorpresa al comprobar que en el núcleo de la teoría política de Jauretche aparece una cita de Dostoievski para fundamentar el concepto de la colonización pedagógica!:
Porque esa es la sustancia de nuestra «cultura» en cuya cuidadosa elaboración ha intervenido la política de la historiaque se propuso dar ese tipo de formación intelectual. Es aquella de la que dice Dostoievsky en la cita que extraigo de Hernández Arregui, en Imperialismo y Cultura, «Desprendiéndose de la sociedad y abandonándola no van hacia el pueblo, sino a cualquier parte, al extranjero, al europeísmo, al reino absoluto del hombre del reino universal que no ha existido jamás y de esta manera rompe con el pueblo que lo desprecia».
Compárese, de paso, esto que dice Dostoievsky con referencia al supuesto cosmopolitismo del mundo, que es la base de la teoría liberal en la economía internacional. Ese «reino universal» no ha existido jamás y lo que existe son agolpamientos nacionales en distinto estado de desarrollo, y el liberalismo pretende negarlo en beneficio de los más adelantados.
Pero volvamos a Dostoievsky, en las citas del mismo origen: «Por fértil que sea una idea importada del extranjero, no podrá adquirir arraigo entre nosotros, aclimatarse y sernos útil realmente, como si nuestra vida nacional sin ninguna inspiración ni empuje exterior hiciera surgir de sí misma esta idea natural y prácticamente a consecuencia de una necesidad reconocida por todos. Ninguna nación en el mundo, ninguna sociedad se ha formado bajo un programa de encargos importados al exterior». (Jauretche, 1970, p. 57)
La cita que prueba la influencia del pensamiento de Dostoievski en la teoría política argentina es de la obra Política nacional y revisionismo histórico publicada en 1959, pero el concepto de colonización pedagógica ya aparece en la teoría de Jauretche en obras anteriores como Los profetas del odio (1957) y La colonización pedagógica (1957). Por otro lado, en la obra de la cual Jauretche extrae la cita de Dostoievski, Imperialismo y cultura (1957) de Hernández Arregui, considerado uno de los intelectuales más importantes del peronismo revolucionario, el autor cita a Dostoievski diecisiete veces a lo largo del texto para fundamentar sus propias consideraciones acerca de los efectos perniciosos para el desarrollo nacional de la alienación de los intelectuales de los países periféricos, condicionados por esquemas de pensamiento elaborados en los países dominantes. Este concepto también aparece aplicado al análisis de la historia de la literatura argentina en la obra Literatura argentina y realidad política (1964) de David Viñas, que centra su interpretación en la incidencia que han tenido en el pensamiento argentino, y por lo tanto en el destino político y económico del país, los diferentes momentos de la mirada a Europa de los escritores e intelectuales, expresada en diarios de viajes, ensayos y obras literarias de ficción desde 1837 hasta mediados del siglo XX. Con el objetivo de establecer relaciones entre el concepto de skitaletz en la historia de la literatura rusa y el concepto de la colonización pedagógica planteado por Arturo Jauretche en la teoría política argentina, resulta necesario, en primera instancia, analizar la definición del concepto que desarrolla Dostoievski en “Discurso sobre Pushkin”.
En “Discurso sobre Pushkin”, Dostoievski establece tres momentos en la obra de Pushkin. Afirma que en el primer período ya aparece por primera vez en el poema “Los gitanos” (1827) la figura del skitaletz como una intuición inconsciente (Dostoievski, 1978, p. 10). Según Dostoievski, representa la fragmentación social del pueblo ruso: expone el problema de la alienación de la juventud educada en la cultura extranjera. Esta cuestión había sido analizada por Herzen en El desarrollo de las ideas revolucionarias en Rusia (1850), en el capítulo tercero, donde describe las consecuencias de las reformas de Pedro I. Herzen afirma que la revolución que produce Pedro I divide a Rusia en dos partes: por un lado el pueblo campesino absorbido en la comuna, la cultura tradicional y dirigido por la Iglesia ortodoxa; por otro lado, la Rusia formada por la nobleza, los empleados civiles y el ejército, que habían adquirido costumbres occidentales e imitaban las formas de pensamiento y el modo de vida de europeo. Sin embargo, el principal elemento que destaca Dostoievski como causa fundamental de la alienación de la clase alta rusa es que no trabaja, por lo tanto no interactúa con la tierra y el pueblo, y por eso se encuentra desubicada con respecto al propio contexto existencial. Esta juventud ociosa, que en “Los gitanos” aparece representada en el personaje de Aleko, manifiesta cierta angustia relacionada con la nostalgia de la naturaleza al estilo de Rousseau, porque vive en un ambiente extremadamente hipócrita y formal que imita irreflexivamente las costumbres de Europa occidental. Esa inquietud abstracta impulsa al personaje a una fuga, una búsqueda fuera de sí mismo. Dostoievski agrega que también la adhesión al socialismo de los intelectuales de ese momento responde a ese mismo impulso de buscar afuera, en esquemas de pensamiento importados, una verdad que deberían buscar dentro de ellos mismos:
No se halla fuera de ti la verdad, sino en ti mismo, domínate, hazte dueño de ti mismo, y se te revelará la verdad. No en las cosas está la verdad, no fuera de ti, y no en alguna parte más allá de los mares, sino ante todo en tu propio trabajo, en ti mismo. Si te vences, si te reprimes, te harás libre como nunca siquiera lo haz imaginado, y comenzarás una obra grande, harás libre a otros, y se te revelará la felicidad, porque cobrará plenitud tu vida, y comprenderás por fin al pueblo tuyo y su santa verdad (Dostoievski, 1978, p. 4).
El trabajo en el propio suelo es el concepto sintético fundamental que propone Dostoievski como forma de superar la alienación con el objetivo de lograr el autoconocimiento necesario para el desarrollo individual y nacional. En este sentido me pregunto, a partir de la cita anterior, si acaso es posible relacionar el pensamiento del autor con la tendencia del populismo ruso. Luego también Dostoievski dice que “hará libre a otros”: de este modo asigna al pueblo ruso una función histórica, piensa la autodeterminación de los rusos como instancia decisiva en la colaboración fraternal para la liberación de otros pueblos.
Es interesante destacar en este punto, que Jauretche, en su teoría de la colonización pedagógica, propone una interpretación del peronismo como superación de la oposición liberalismo/comunismo. Jauretche plantea que los intelectuales de izquierda en Argentina también han sido cooptados por la colonización pedagógica, sostiene que la ideología comunista, al igual que el liberalismo, es un pensamiento importado no aplicable a las condiciones específicas de Argentina, mientras postula al peronismo como alternativa nacional de tercera posición que ha logrado movilizar al pueblo produciendo una transformación política, social, cultural y económica concreta. Jauretche presenta como prueba de la alienación de los intelectuales de izquierda el hecho de que, en los momentos decisivos, la izquierda argentina, en alianza con los liberales, siempre se opuso al sentimiento de las masas y al surgimiento de los movimientos políticos populares, estigmatizando la expresión del pueblo como manifestación de la barbarie:
Estas multitudes nuevas son otra vez los bárbaros; es la vuelta al gaucho, el compadrito, el malevaje, y toda la cultura de izquierda a derecha se coaliga en una comunidad de valores intelectuales que se oponen al simple surgimiento de esas masas. (Jauretche, 1957, p.6)
Sigamos entonces con el análisis de algunos conceptos centrales de “Discurso sobre Pushkin”. Dostoievski detecta un segundo momento en la obra de Pushkin con la escritura de Evgueni Onieguin (1825-1832); en este poema el significado del concepto de skitaletz alcanza una nueva dimensión, que tiene que ver con el narcisismo del personaje: la alienación en Onieguin no solo está dada por el hecho de que, impulsado por el tedio, el personaje no encuentra su lugar en ningún lugar, y se traslada de la ciudad al campo, del campo se va a viajar por el mundo y luego regresa a Petersburgo. Dostoievski focaliza en el encuentro final con Tatiana y señala que, cuando Onieguin al final del poema parece reconocer el verdadero valor de aquella mujer y le declara su amor, en realidad no la ve a ella, solo se enamora de la fantasía que de sí mismo proyecta en ella. Con esta observación Dostoievski revela un aspecto importante de la alienación que ya había introducido en el análisis de Aleko, sin desarrollarlo: no hay verdadero intercambio con el medio, sino negación de la realidad sobre la que se proyecta un idealismo, que es la imagen especular de sí mismo. Según Dostoievski, la causa principal de dicha neurosis, como ya hemos dicho, es el hecho de que la clase alta europeizada no trabaja, es decir, no se relaciona materialmente con el contexto, sino a través del filtro de una educación abstracta basada en la lectura de literatura extranjera. A esta desconexión con la realidad que se manifiesta en el personaje de Onieguin, Dostoievski opone la figura de Tatiana y afirma que, a pesar de que la mujer se ha incorporado a los círculos sociales de la élite de Petersburgo, sin embargo mantiene su claridad mental y la capacidad intacta de ver las cosas como son, la realidad tras la pose y la máscara, por eso rechaza a Onieguin, porque se da cuenta de que realmente no la ama y solo se encuentra poseído por el ánimo romántico y un capricho narcisista. Este realismo en Tatiana, que la lleva a tomar la decisión en el sentido del orden moral, tiene que ver, según Dostoievski, con el hecho de que la mujer se ha educado en un ambiente rural, en un medio auténticamente ruso y, por lo tanto tiene “los pies en la tierra”, “tiene calle”, diríamos en el lenguaje popular de Argentina. Por eso, a pesar de la ingenuidad de la joven cuando conoce, siendo adolescente, a aquel hombre misterioso proveniente de la ciudad y se ilusiona con su imagen sofisticada, luego, después de atravesar la desilusión y la crisis familiar que desata el crimen y la fuga de Onieguin, al reencontrarlo ya casada, la mujer es capaz de tomar conciencia de su situación personal, lo ve tal cual es, y decide en consecuencia. Por el contrario Onieguin, quien al principio aparece como un personaje de mundo que conoce el revés de todas las situaciones, en realidad vemos al final que no observa los hechos en profundidad, sino que los juzga superficialmente, y por eso se encuentra condenado a repetir compulsivamente un mismo patrón de conducta. No hay verdadera toma de conciencia en Onieguin, su comprensión no atraviesa el fantasma e interactúa permanente y únicamente consigo mismo.
Esta oposición entre la sabiduría que da el contacto con la realidad y la falsa inteligencia del intelectual alienado también aparece, en relación con el concepto de colonización pedagógica, en la teoría de Jauretche. Según el autor, el esquema de pensamiento extranjero se instala en la mentalidad de los intelectuales y la clase política argentina en el siglo XIX a partir de la introducción de la dicotomía civilización y barbarie: las ideas de la Ilustración, que coincidían con las culturas de los centros políticos y económicos de Europa occidental, fueron tomadas como valores universales que debían sustituir la cultura local preexistente, que tenía su origen en el pasado indígena y español al cual se comienza a definir en términos de barbarie. Mediante la subestimación y estigmatización de la cultura propia se realizó un proceso de alfabetización con abstracción de la realidad empírica; esto provocó una disociación en la mentalidad de la clase intelectual y dirigente que la llevó a entrar en contradicción consigo misma y con su propio pasado, y la precipitó en un narcisismo cultural que la enfrentó y la alejó del sentimiento popular, provocando fragmentación nacional. De este modo, se bloqueó el desarrollo social por la aplicación de modelos económicos que promovían la dependencia y la restauración del orden colonial mediante la incorporación de Argentina a la globalización y la división internacional del trabajo. Jauretche propone un cambio de enfoque, que caracteriza a partir de un episodio del poema nacional del gaucho Martín Fierro: el gaucho, perseguido por la justicia, se va a vivir al desierto. Estando solo en medio del campo con su caballo, escucha el grito del chajá; entonces se tira al suelo y pone oreja en tierra, para percibir la vibración del casco de los caballos que le va a dar la pauta de la cantidad de jinetes que lo persiguen para poder defenderse. Jauretche utiliza este episodio como ejemplo del modo en que debemos interpretar la información que proviene de los países dominantes: con la oreja en la tierra, es decir, desde el punto de vista de nuestro contexto, nuestra cultura y nuestros intereses específicos. Jauretche opone la sabiduría popular a la ignorancia absoluta de los principios básicos del sentido común por parte de los intelectuales. El autor presenta, al final del texto, una serie de citas que fundamentan su posición:
Por eso estas cosas que digo así un poco al pasar y para invitar a que cada uno sea el constructor de su pensamiento, buscando sobre la empírea y sobre constataciones el valor real de lo que se le da por “cierto”, suelo hacerme acompañar por cuatro citas: la primera es de Chesterton; dice: “Y los pobres ignorantes aprendieron más pronto que los sabios porque tenían menos que desaprender”. La segunda es de Martín Fierro; dice: “Mejor que saber muchas cosas es el saber cosas buenas”. La tercera es de otro gaucho, el cura Castellani; dice: “¡Qué gente que sabe cosas, pero cosas que no son!”. Y la última de Aldo Huxley, dice: “Libros, libros, libros; en estos últimos cinco años he leído veinte toneladas de libros, y ahora con esa carga tengo que caminar en la vida y entre los hombres, y de ellos no conozco nada”. (Jauretche, 1957, p. 24)
Por eso Jauretche insiste en el concepto de humildad: los intelectuales argentinos con mentalidad extranjera han subestimado la cultura local y se han puesto por encima del pueblo. Afirma en Los profetas del odio (1957):
Todo el problema consiste en empezar a ver las cosas desde el ángulo de nuestra realidad, la individual y la colectiva. Los que tienen más afición por las alpargatas que por los libros lo han hecho siempre así. Tal vez por eso son más inteligentes que nuestros intelectuales, que solo expresarán la inteligencia cuando sean expresión de la propia realidad. Cuando con humildad de cabecitas negras, comprendan que ellos también son en el mundo cabecitas negras, y que el esfuerzo intelectual consiste en dar una cada vez más alta expresión del cabecita negra. (Jauretche, 1957, p. 35)
¿No es acaso este mismo concepto el que expresa Dostoievski en Discurso sobre Pushkin cuando interpela al hombre orgulloso y lo insta a humillarse y buscar dentro de sí mismo la verdad, en su interpretación del poema “Los gitanos”?:
¡No, ese poema genial no es una imitación! Ya apunta aquí una solución rusa a la cuestión, la “cuestión maldita”: “Humíllate, hombre orgulloso, y antes que nada quiebra tu orgullo. Humíllate, hombre ocioso, y ante todo trabaja en el suelo natal”. (Dostoievski, 1978, p. 4-5)
En relación con la cita anterior me pregunto: ¿acaso no podría pensarse, siguiendo la lógica de la argumentación de Dostoievski en este punto, un cuestionamiento de la propiedad privada y el derecho a la herencia? Porque el autor plantea la necesidad de que la juventud ociosa se humille y trabaje para que tome conciencia de su posición y sea capaz de autodeterminarse en plenitud, producir una obra grande, ser libre y liberar a otros.
Por último, Dostoievski menciona un tercer momento en la obra de Pushkin, que se relaciona con lo que denomina su “capacidad de resonancia para lo universal” (Dostoievski, 1978, p. 8). Afirma que Pushkin en su escritura logra identificarse plenamente con el espíritu nacional de otros pueblos, esto revela un tercer aspecto de la alienación, un aspecto positivo, que, según Dostoievski, representa la esencia nacional rusa, explicando el significado de la reforma de Pedro y la misión histórica del pueblo que es realizar la reconciliación, es decir, la superación de las diferencias, tanto en el sentido de los nacionalismos como en relación a la fragmentación de clase en el interior de las sociedades, las diferencias ideológicas, por ejemplo la oposición entre occidentalistas y eslavófilos, y por último la superación de la oposición entre Oriente y Occidente, que plantea por primera vez Chaadaév en Apología de un loco (1837) como la misión histórica del pueblo ruso. Este concepto de la reconciliación se relaciona principalmente con la aceptación de la dimensión material del hombre, que reconcilia su vida profana con el sentido religioso a partir de la fe: el hombre sacraliza su vida profana, ya no opone el mundo humano a la dimensión religiosa, por lo tanto organiza el mundo entorno al ideal ético que funda el Estado. En Discurso sobre Pushkin, Dostoievski plantea la cuestión ética en primer lugar a partir de la oposición Tatiana-Onieguin, pero luego centra el concepto de reconciliación en la cuestión de la “fraternal unión de toda la humanidad” (Dostoievski, 1978, p. 10), como el aporte específico del pueblo ruso a la historia. Según el esloveno Prijatelj, en su artículo sobre la figura del skitalec en el mundo eslavo, el arte de Dostoievski nació del ensimismamiento ruso, y hasta tal punto expresa de manera auténtica la esencia del alma rusa que su obra se ha incorporado a la historia de la literatura universal, porque ha revelado un nuevo aspecto del mundo del espíritu, una forma específica de sentir y ser en el mundo, inspirando a escritores de diferentes culturas. Prijatlej sostiene, en 1900, que los escritores franceses y alemanes han intentado imitarlo, pero los resultados han sido negativos, precisamente por el carácter tan auténticamente ruso de su obra. Creo que, en el caso de los escritores argentinos, la influencia de su obra produjo resultados interesantes, quizás porque nuestros pueblos han atravesado experiencias que tienen muchos elementos en común: las grandes extensiones territoriales, la incorporación tardía y problemática al orden económico e ideológico determinado por las potencias industriales de Europa occidental y, en el caso de Argentina, una constitución social profundamente marcada por el arribo masivo de inmigrantes de todas partes del mundo, que ha desarrollado la capacidad de integrar las diferencias nacionales produciendo una identidad específica y una cultura propia muy rica. Como Rusia, Argentina se ha construido a partir de un crisol étnico muy diverso.
Sin embargo, en Dostoievski, la cuestión de la alienación se internaliza al punto que la dualidad termina en una lucha interna de la conciencia consigo misma, como por ejemplo en Memorias del subsuelo (1864), donde el dilema moral sume al personaje principal de la novela en una angustia que lo paraliza, y, de este modo, representa el problema de la libertad, no solo desde el punto de vista del efecto objetivo que proyecta la acción del sujeto en el mundo, sino desde la perspectiva de la transformación interna que producen las acciones en su propia conciencia. La libertad pone a la conciencia individual en el espacio liminar entre dos mundos que se reflejan uno en otro fatalmente: la oposición entre conciencia interior y mundo exterior resulta, por lo tanto, profundamente engañosa, no hay nada que pueda ocultarse ni ventaja que pueda obtenerse de la mentira, la estafa y el engaño, porque todo lo que se proyecta hacia afuera, a través de la acción, se autorrefleja internamente. De este modo, Dostoievski analiza en su obra la cuestión de cómo la existencia determina la conciencia, sentando las bases del existencialismo francés del siglo XX. Pero ese es otro tema de investigación, que excede el presente artículo.
Bibliografía
Chaadaév, P. et. al. (1997). “Primera carta filosófica a una dama” y “Apología de un loco”. En Rusia y occidente. Madrid: Editorial Tecnos, pp. 13-58.
Dostoievski, F. (1978). “Discurso sobre Pushkin”. En Novelas y cuentos. Buenos Aires: Editorial Océano, pp. 153-169.
Dostoievski, F. (2006). Memorias del subsuelo. Traducción Alejandro Ariel González. Buenos Aires: Colihue.
Hernández Arregui, J.J. (2005). Imperialismo y cultura. Ediciones Continente.
Herzen, A. (s.f.). El desarrollo de las ideas revolucionarias en Rusia. Biblioteca Virtual Antorcha.
Jauretche, A. (1957). Los profetas del odio y La yapa (La colonización pedagógica). Buenos Aires: A. Peña Lillo Editor.
Prijatelj, I. (1900). “Tip slovanskega skitalca v ruski poeziji”. Slovenka, pp. 228-232.
Pushkin, A. (2020). “Los gitanos”. Traducción Fulvio Franchi). Ficha de cátedra Literaturas Eslavas, Opfyl, UBA.
Pushkin, A. (2013). Evgueni Onieguin. Buenos Aires: Colihue.
Rupel, Dimitrij (1976). Svobodne besede. Koper: Založba Lipa.
Viñas, David (s.f.). La mirada a Europa: del viaje colonial al viaje estético. Biblioteca Virtual Universal.