Tanja Simeunović[1]
Temblor
¿Sabes qué pasa
cuando la gente fuerte se quiebra?
La tierra se sacude.
¿Sentiste el temblor esta mañana?
¿Vieron el cielo
desabotonando sus nubes de vapor
y descartando botones hacia nosotros?
Sabes que
cuando la gente fuerte se quiebra,
sus restos
lastiman la tierra donde caen.
Y difícil es nuevamente componerlos.
Casi imposible.
Aquí,
desde esta mañana zurzo.
Recojo y zurzo,
pero la resquebrajada tierra traga
y corrientes del desabotonado cielo
cargan con todo hacia lo más profundo.
Una pieza falta.
Sabes que este faltante,
…sabe… es un problema.
Ya que puede una persona
de nuevo ser ÉL
pero no ser TODO.
Estas son, tal vez, las consecuencias
de este temblor.
Este es, tal vez, el precio
que debe una persona pagar
por haber sido fuerte
cuando, quizás, hubiese sido lo correcto
ser débil.
Cuando uno empieza a descender en ti
Cuando uno empieza
a descender en ti
va a aparecer todo
en lo que piensas,
lo que olvidas.
y se pondrá de pie ante tu silencio,
exigiré una explicación
de por qué no estuviste aquí en tanto tiempo.
Estará todo ahí:
las cosas que te avergüenzan,
de las que te arrepentís,
las que duelen,
en lo que quizás deseas,
en lo que pasa de manera diferente
o en lo que nunca sucedió.
En el camino, tarde o temprano,
te enfrentarás al niño en ti
y tal vez lo que más te dolerá sea el conocimiento
de lo que él y tú rechazaron,
de todo lo que buscaste en otros.
Y tal vez retrocederás
y desearás volver atrás
ya que las escaleras están resbaladizas,
la visibilidad es mala
y tras cada esquina
en la incertidumbre, acecha.
Pero cuando uno empieza
a descender en ti
debes saber que no hay retorno,
este camino es de una sola dirección,
y peligroso como es
fuerte y doloroso ha sido
continúas andando
ya que la única manera
de salir de la oscuridad
es ir a través de ella.
No le digas de mi a nadie
Silencio, no le digas de mi a nadie,
sálvame de esas noches
cuando piensas que no hay nada en el mundo,
que no hay alma
que a tu alma entienda
y me recuerde luego.
Déjalo pensar en mí,
tibio en tu pecho estaré.
tal vez esto es un planeta
y para otro un infierno,
pero tal vez el infierno no existe
excepto en nosotros mismos
y estamos condenados
cada quien a, en su pecho, reposar,
ya que soy yo
ya que soy tú
ya que estamos tan cerca
y todavía más lejos
que a través de la memoria nos miramos.
Silencio, no le digas de mi a nadie
ya que no lo entenderán,
hay historias parecidas,
alguien ya nos llevará
cámbiate a vos mismo,
y nos mentirán
que no somos nada especial
de lo que ya nos han contado.
¿Y cómo contar esto,
que sólo pretendes eso
que lo cubre el silencio,
que lo deja entre líneas?
Entonces silencio, no le digas de mi a nadie,
sálvame de esos horribles días
porque los mejores seguramente no llegarán,
te necesitaré, me necesitarás,
cuando todo este mundo
se rompa en pedazos,
incluso cuando la última estrella se extinga
y nuestra oscuridad
asuste,
en la oscuridad huyen
porque estoy en tu cielo
en vez del sol que brilla,
porque en mis noches
serás mi luna.
A ella
Estás infeliz,
vacío
y desesperado
porque de forma persistente revives
algo que hace un largo tiempo
no tiene vida.
Mira a la Madre Naturaleza,
observa los árboles
a través de las estaciones del año.
¿Piensas
que si fuese otoño
los árboles se negarían
sus hojas muertas a perder?
¿Y a qué tales árboles
se parecerían?
Monstruoso
Probablemente
causaría el ridículo
a los ojos de los que pasen.
No habría primavera
ya que mientras los viejos se van
para los nuevos no hay lugar.
¿Por qué tan persistente te mantienes
por los huesos del pasado?
Te enterrarías vos mismo
y yacerías junto a él.
A nadie le haces ningún bien,
al menos para vos mismo.
La vida es un regalo
y cuando a ti todo te dan
te hace ser digno,
esta bendición
celebra,
todo es bello
alrededor de nosotros.
Despedir a todos
los que ya no me sirvan
es arte,
y la Madre Naturaleza
es la mejor
maestra.
Obsérvala
y aprende de ella
porque tú eres, de todas maneras,
su hijo.
Te dejo ir
Te dejo ir
Como los árboles
que en otoño
sus hojas pierden.
Como la serpiente
que su piel cambia.
O la mariposa
que deja el capullo.
Porque aprendí un truco.
Todo tiene su curso
y no tiene validez
ir contra la naturaleza.
Te dejo ir
porque ya es tiempo.
Porque yo puedo
si pueden los árboles.
Notas
[1] (1987, Bosnia-Herzegovina). Nacida en Doboj, República Srpska, estudió Lengua y Literatura Inglesa en la Facultad de Filología de la Universidad de Banja Luka recibiéndose en 2009, y completó su maestría en Literatura Inglesa y Norteamericana el año pasado. Ha sido docente de inglés a nivel secundario durante los últimos diez años, además de haber publicado dos poemarios: Círculo (Krug, 2006) y No le digás de mi a nadie (Ne pričaj me nikom, 2018). En el año 2019, participó en el Festival de Poesía de Otoño de Smederevo (Serbia). Otra de sus pasiones es el Yoga Kundalini, disciplina que practica y de la que va a recibirse como maestra nivel uno este año. Actualmente, vive en Banja Luka con su esposo.