Dice el poeta Aleksandr Pushkin que, con la fundación de San Petersburgo en 1703, Pedro el Grande abrió una ventana a Europa. Tan cierto como eso es que también, y simultáneamente, hendió la psicología y la identidad de los rusos, hasta entonces ancladas en la vieja y mítica Moscú.
La construcción de la «Venecia del norte» fue tan determinante que marcó un antes y un después en la historia de Rusia, y la infinidad de obras dedicadas a este país, tanto de autores rusos como extranjeros, dan acabada cuenta de ello. No obstante, cabe distinguir dos experiencias de lectura: la de los análisis históricos, sociológicos y culturales de los imaginarios y representaciones, esto es, el acercamiento al tema a través de la mediación del especialista, y otra consistente en leer de primera mano cómo los propios intelectuales rusos reflexionaron sobre el carácter bicéfalo de la nueva Rusia surgida de las reformas de Pedro, vale decir, ser receptivo a sus voces.
La idea del presente dossier es ofrecer al público hispanohablante un puñado de textos insoslayables en los que se aborda en forma directa la cuestión. ¿Qué dijeron Pushkin, Gógol, Herzen, Bielinski, Zamiatin y otros miembros menos conocidos de la intelliguentsia acerca de esto? ¿En qué medida fueron ellos los que, si bien tomaron un material que les proporcionaba la misma realidad, establecieron el marco de la discusión: el lenguaje, los términos, las categorías, las imágenes y los símbolos con los que ella iría a desarrollarse? ¿Cuáles eran sus puntos en común y sus divergencias? ¿Qué otras problemáticas candentes en cada época se reconocen entre líneas? ¿Cómo evolucionó -si es que hubo tal evolución- dicho debate? Para dar respuesta a estas preguntas y apreciar la verdadera dimensión del significado crucial de la polaridad Moscú-Petersburgo en la idiosincrasia rusa, es preciso acceder a estas fuentes, muchas de ellas inéditas en castellano. No incluimos aquí, por cuestiones de espacio, la obra que acaso inauguró la polémica: Viaje de Petersburgo a Moscú (1790) de Aleksandr Radíshev, de la que, por suerte, existen ediciones en nuestra lengua. Acompaña los artículos una selección de poemas, en traducción nuestra, que tienen por objeto -¿o instituyen en la sensibilidad rusa?- Moscú y Petersburgo.
Alejandro Ariel González