«Balcanalias», Samira Kentrić

Introducción y traducción: Florencia Ferre

Balcanalias[1] es una novela gráfica autobiográfica. La narradora crece en una familia bosnia inmigrante en Eslovenia, cuando el socialismo se desintegraba en lo que fue el paradigma global de la transición, de las privatizaciones y de la jerarquización de todos y de todo.

La declaración de independencia de Eslovenia da el puntapié para la disolución de Yugoeslavia y la inminente guerra de los Balcanes, y los migrantes internos de la patria grande, Yugoeslavia, se encuentran en un país distinto, con reglas de juego diferentes. Samira Kentrić recorre con lucidez incisiva, en un juego inextricable entre la imagen y la palabra, ese complejo proceso de cambios políticos y sociales en el plano público y en la vida privada de esta niña y luego mujer inmigrante que nunca termina de pertenecer a ninguna parte. Su hogar, entonces, puede estar en cualquier parte, esa es una característica compartida con toda la generación que retrata en su libro. Dos mundos distantes y próximos, intrínsecamente unidos, que rivalizan, se enfrentan, se miran de soslayo, y que también se enriquecen mutuamente.

El libro –organizado bajo los apartados Prólogo: Lejos de Bosnia, El tiempo anterior a mí, Aquí estoy, Dos patrias, Bosnia furiosa, Ya no estoy aquí, Balcanalias, Epílogo: Lejos de Bosnia–, es un retrato flagrante de los prejuicios del mundo occidental, de la exclusión, del enfrentamiento de los bosnios “que se quedaron” y “que se fueron” de Bosnia, de la autoafirmación de los unos y la occidentalización de los otros, de las promesas incumplidas de la democratización y la independización. Pero además es una toma de posición intransigente respecto del modelo patriarcal que aún sigue dominando no solo el mundo musulmán y bosnio, sino también y sin atenuantes, el mundo occidental dentro y fuera de Eslovenia.

Samira Kentrić (Liubliana, 1976) es artista visual. Como ilustradora y diseñadora formó parte del diseño de distintos suplementos de los periódicos Dnevnik, Delo y Finance. Además es la diseñadora de varias tapas de libros de la editorial Beletrina. En el año 2010, una de sus ilustraciones fue incluida en el prestigioso American Illustration Catalog. Además de Balkanalije, ha publicado el libro Pismo Adni [Carta a Adna].

***

Fragmento de Balcanalias: crecer en tiempos de transición

1

El relato que tienen ante sí comienza como retrato social de una niña que creció en una familia trabajadora, inmigrante en la República Federativa Socialista de Yugoslavia. Esta niña llegó a ser en la adultez lo que aproximadamente soy yo, así que me atrevo a afirmar que se trata de una historia bastante real. Tal vez por la ausencia de fantasía no es particularmente excepcional. Pero que esto no los desaliente.

La niña crece en un entorno bastante inusual. Tiene un padre que antes fue pastor, y una madre que supo tejer tapices. Ambos cambiaron su entorno de pueblo musulmán por uno citadino y católico, y así se volvieron migrantes internos en una tierra que más que ninguna honraba al proletariado. Y al proletario.

Luego está también la hermana, demasiado inteligente como para que alguien la discipline y demasiado impaciente como para disciplinar a otros.

Su pertinacia, impecable modelo de rebeldía; su compañía, excelente oportunidad para todo tipo de impertinencias.

La niña crece así, supera el marco familiar, y es cada vez más sensible a lo que le comunica el entorno.

Pero esto va cambiando. El ideal de sociedad horizontal, con igualdad de derechos, y la imagen mítica del proletario ceden de pronto ante la convicción de que con conocimiento e ingenio se consigue más que los otros y que es justo dejar atrás a esos otros. Relegados, torturados, asesinados, todo eso son los otros, a quienes tenía sentido dejás atrás. ¿Pero era cierto? La niña dudaba –de ahí su gran deseo por comprender–, y por eso su obsesión por el saber, las paradojas, los símbolos y la propia interiorización de la ideología que le inculcaron en un principio y por la cual desde entonces conservó un alma rebelde y solidaria que parecía adormecida.

Hija del socialismo, cuando en este raro pequeño rincón del mundo al que también nosotros llamamos simplemente los Balcanes, el socialismo ya estaba en su ocaso.

Ha pasado más de una década desde cuando el artista Huseyin Bahri Alptekin me llamó la atención sobre el significado de la palabra Balcán. Fueron justamente los turcos quienes nombraron este territorio al que veían espacialmente como una cadena de montañas boscosas. Pero más aún me impresionó el hecho de que el término estuviera compuesto por dos palabras turcas, bal y kan, que significan miel y sangre.

19

Fue el título de una de las instalaciones que hicimos con mi amiga, la artista Tina Kolenik, Blood is Sweeter than honey, lo que trajo al recuerdo de Huseyin aquella idea. Él tuvo la sensación de que habíamos dado en el clavo, de que, aunque por azar, habíamos llegado a la esencia del lugar en el que vivíamos: este lugar valora la sangre más que la miel. ¿Tenía razón Huseyin? Y si así fuera, ¿es posible encontrar un modo de nombrar este fenómeno?

Fue un encuentro fugaz de artistas que ya por naturaleza se regodean en la multiplicidad de significados. Tan sólo un ingenioso juego de palabras, una ocurrencia al vuelo, que no merece que se le otorgue mayor valor.

Pero yo crecí con ese turquismo. Así que también bal y kan se inscribieron en ese instante donde ya habitaban desde hacía mucho insan (ser humano), horoz (gallo) y tava (sartén).

El tiempo pasó, pero la miel y la sangre no encontraron el olvido, querían afirmarse y poner en palabras su relación. Por eso Balcanalias. El eterno ritual de seducción entre Bal y Kan.

Gracias, Huseyin.

Prólogo
Lejos de Bosnia

Papá llega a casa a las 16:12. Después: almuerzo, siesta.
Mira al techo, mueve un poquito los brazos. A veces se pone de pie
va al sótano por una manzana, la corta en finos gajos y se la lleva despacio a la boca.
Habla poco, para imponer disciplina.
Las dos estamos acostumbradas; damos la impresión de colaborar. Si no alzamos la voz, él tampoco lo hará. Por eso cada una lee en su rincón de una pila de libros.

Mamá viene por la noche cuando la casa ya está fría y oscura.
No hay lugar para los sentimientos. Ella también se acuesta.
Pero papá no duerme. Cuenta ovejas.

Intenta recordar los nombres de las ovejas.

De: El tiempo anterior a mí

ADN

Mi madre vio a mi padre por primera vez en una fotografía.
“Mi hermano. Soltero,” asintió mi tía.

La tía es cosa seria. Apoya las manos
en el cuerpo de las personas y las sana.
A veces arregla una fractura, otras prepara a una mujer para concebir,
con las manos transmuta los obstáculos. Bioenergía, dice.
En el pueblo esto le da un estatus particular.

La tía le entregó a su hermano a mi mamá.

Mi madre hacía dos años que ya no tenía a la suya. Luego de nueve partos y cinco hijos muertos le estalló el corazón. Más tarde aquella noche se corporizó junto a la cama de mi mamá y le encargó lo que debía hacer como hermana mayor.
Cómprenle zapatos de invierno a tu hermano, la heladera puede esperar.
Y así fue.

Solo cuando hubo arreglado todo, mi madre miró el retrato de mi padre.

Mi padre también conocía muy bien el sentido de la responsabilidad
ya en sus años de adolescencia mandaba dinero a casa.
¿Pero era en realidad su casa?

Ni siquiera se acordaba de su padre; lo había acribillado una banda local cuando estaba en pijama.
Después de eso su madre ya no resistió en la casa de los parientes del esposo.
Y abandonó con la casa a sus tres hijos.
Después tuvo en otra parte un nuevo esposo y un nuevo hijo.
Cuando iba a visitar a sus hijos mayores, ellos no corrían a abrazarla.

Pero también así la infancia va pasando y mi madre encontró en mi madre una nueva oportunidad de vida familiar.

2

Mi madre fue tras mi padre.

Así se unieron en el rumbo de los miles
que volvían a Bosnia solo para las fiestas colectivas más grandes.

De: Dos patrias

¿Tito después de Tito?

Ya bien le dijo Nehru a Tito:
A Yugoeslavia sólo puede mantenerla unida una economía exitosa,
que significa interdependencia.
¡Pero qué es eso, nosotros teníamos fraternidad y unidad!
¡Al héroe Tito, un célebre pasado partisano,
trabajo y vivienda para todos!
Tito es yugoeslavo y todos nosotros somos Tito.

Pero Tito hace ya mucho que está muerto…
el compás estalló y todas las direcciones son borrosas por igual.

¿Quién irá ahora por los bosques a luchar por todos nosotros?

5

“Esta noche los sueños están permitidos, mañana es un nuevo día.”

La República de Eslovenia anunció su independencia.

Todos estamos frente al televisor, las palabras triviales
adquieren hora tras hora un sentido fatal.

Mañana habrá guerra, es ineludible.

Pero no es lo único que me aflige.
Mi patria pequeña es ahora
lo que antes era mi patria más amplia.
De mi patria acaba de quedar solo el 8%.

Es poco. Y me aflige poco.

Pero no hay tiempo para analizar nuevas entidades.
Sigue Croacia, después Bosnia.
Masacre y agonía.

Eslovenia ya ha dejado todo tras de sí
y ya llega a la OTAN, ya llega a la UE.
Nueva confederación, nuevas reglas de juego.

También queda solo el 8% de solidaridad.

6

Después llegaron los refugiados
y se nos mudó a la casa
Bosnia en su forma más pura.

Madres sociables e hijos traviesos
disolvieron el orden que dormitaba desde hacía mucho
en todos los rincones de nuestra casa.

Inesperadamente
nuestros padres se dieron cuenta
de que ya no eran lo que
todos estos años habían dicho que eran.

7

Dos proletarios emigrantes
que harían todo lo necesario
para volver a casa algún día.

No, se habían vuelto individuos,
muy ligados a la sociedad que los rodeaba,
con compañeros de trabajo que también eran de otras partes,
que tenían las mismas ambiciones.
Que tenían las mismas preocupaciones como padres
sobre crecer en un mundo
en el que ni ellos mismos
se sentían de acá…

Y como si esto fuera poco
entre sus amigos había también serbios.

Y entonces llegan los refugiados, que entienden
que los serbios son una amenaza de muerte,
todos, todos los serbios; y su único
objetivo es volver a estar con los suyos y en su lugar.

Absolutamente ningún deseo de integrarse a nuestro mundo.
Solo son familias comunes y corrientes, destrozadas, dispersas por la guerra,
traumatizadas.

Pero la experiencia no las hace más nobles que otras. Son familias comunes y corrientes.

Yo no, los bosnios

Los pequeños bosnios. Desorganizados, silenciosos, trabajadores arrendatarios.
Para los eslovenos sin una identidad clara. Iguales a los croatas, los serbios, los albaneses…
Bosnios, proletarios nomás.
Pero los Balcanes están ahora en guerra justamente porque no todos son bosnios.
Por eso acá la novedad es que nos preguntan un poco más
sobre las diferencias que tenemos.

Así que en Bosnia, los años de la guerra pasan
especificando la identidad local de nuestros antepasados.

En mi opinión una pérdida de tiempo estéril e insensata.

Pero la guerra es la guerra.
Si dura demasiado, se olvida
cuando aún está sucediendo.
Por eso decae el interés, los prejuicios no.
Una compañera de escuela ningunea a los bosnios una y otra vez
y no olvida agregar
que no se refiere a los que son como yo,
que soy igual a ella
y la ayudo con las tareas,
no, se refiere a los bosnios nomás.
Que son sucios y ocupan los lugares
en los medios de transporte públicos.
Así que yo no, los bosnios.
Todos los que están al sur del Kolpa.

Yo no.
Los bosnios.

10

Desnacionalización

Antes mamá limpiaba en el banco público como asalariada pública, empleada por interes público. Todo era público. Pero ahora dice que todo se volvió privado. El banco la privatizó a ella también, y pasó a ser la empleada de limpieza privada, empleada por el interés privado, y limpia el mismo banco pero ella ya no es del banco.

NLB. Nova Ljubljanska banka.

Después de la noche a la mañana tendieron cercos en el asentamiento. Mirar más allá de la cerca se volvió indecente, claro signo de incomprensión de la privacidad, falta de respeto por lo privado.
El que necesite un paisaje abierto, si puede pagárselo, se va a buscar el horizonte al mar el fin de semana.
Incluso a los que más se apropiaron hubo que delimitarles su propiedad y dejar afuera todo lo demás.
Antes todo era de todos.
Cuánto habremos perdido que empezaron a dárnoslo de vuelta.

De: Ya no estoy aquí

Siempre se encuentran bastantes hombres barbudos
que se sienten llamados a explicar y
liderar este mundo.

¿Qué imagen es esta?

La barba del hombre sabio.

14

Y Bosnia es la periferia de Europa
aquí aún no llegan los métodos refinados de la UE.

El terreno se defiende y conquista en lo abierto.

Por eso aquella con la cabeza cubierta me dice directamente
que mi falda es inadecuada
y que así vestida tengo que salir del cementerio.
Por eso yo le digo a ella directamente
que no tengo idea de qué me está hablando.

Estamos paradas una frente a otra
ante las tumbas de nuestros antepasados.
¿Quién tiene razón?
El que lo determine
¿Cerrará un ojo al tomar la decisión?

Entre nosotras hay un muro que nos protege.
¿A cuál de las dos, de qué?
El muro no protege, el muro engaña.
Nosotras dos somos la imagen que engaña.
Su pañuelo, mi falda.

Engaño.

Me alimentó un pecho musulmán,
me criaron las ideas socialistas.
Esto también es Europa.
Si no, ¿qué es Europa? Un engaño.

Su pañuelo, mi falda. Engaño.
Solo nuestros dos cuerpos son verdad.
Son lo único que envejece entre las tumbas:

Nos paseamos entre lápidas de los chicos asesinados
ante quienes nos ruborizábamos en nuestros días.

Ahora nos parecen tan jóvenes.
Nuestro dolor va cambiando lentamente
de dolor de muchacha a dolor de madre
(porque solo el cuerpo vivo envejece).

***

En el pueblo gravita el silencio y
más allá, pero muy cerca, aúllan los lobos.

Su pañuelo, mi falda. Engaño.
Solo el cuerpo, si tiene suerte, envejece.

18

Esta carta es para ti, Meliha.

Festival de cine de Sarajevo, 2000 y pico.
¡Hablábamos de esto, soñábamos con esto! ¿Te acuerdas, Meliha?

¡Las mezquitas blancas, la famosa Baščaršija, los tranvías! Tan lejanos para nosotros, entonces niñas de campo. Escuchábamos inmóviles hablar de la gran ciudad, arremolinadas junto a la tarta caliente de verdura, zeljanica, en la entrada de cemento de tu casa, que jamás se acabó de construir. ¿Recuerdas?

Ahora estoy aquí en la ciudad, Meliha. Qué pena que no sé dónde estás tú, hace mucho tiempo que no nos abrazamos, demasiado tiempo. ¿Sigues en aquella fábrica regularmente o ahora eres tú quien prepara esa misma tarta a los niños? ¿Tienes trabajo? Pero escúchame un momento; lo que tengo que decirte es importante. Encontré un poco de aquello que nos contaban: más cosmopolitismo, más exotismo, más libertad. En fin, la ciudad. Y por las calles pasean chicas muy bellas, que aún no han madurado como para tener algún sentido de la mesura en el maquillaje. ¿Te acuerdas de eso? También nosotras nos pintarrajeábamos, el exceso va bien con la juventud. Pero no hay comparación, sabes, de ninguna manera. Esta chica de Sarajevo tiene el cabello cubierto, como corresponde. Se dibuja unos osados ojos de gata, insinúa su estrecha cintura, pero se envuelve en un pañuelo. Así se pasea por la calle; sus movimientos son altivos y elegantes, contenidos, aristocráticos. Se gusta a sí misma, es atractiva para los transeúntes, fotogénica para los turistas.

Para mí no, Meliha, de ninguna manera. Te tengo ante mis ojos con la cabeza rapada y descalza; me llevaste de la mano entre otros chicos y así me arrebataste los privilegios de la niña que solo observa la vida de costado, de vacaciones y como recién llegada. Me empujaste a un mundo de movimientos rápidos y lenguaje atrevido. A tu mundo. Tú, salvaje y resplandeciente. A ti ninguna guerra te enfrió a la temperatura necesaria para reconocer la dignidad de la fe de Sarajevo. Ve con ellos, Meliha, no hace falta que vayas a ningún lado.
Eres lo que soñamos aquel verano por la calle.

Eres el corazón de Bosnia.

Epílogo
Lejos de Bosnia

Mañana habrá yanaza, habrá funeral. Murió la tía que era cosa seria.
Bioenergía, le gustaba decir. Cuando volvió del exilio, a veces iban a verla los serbios. Entonces estaba ocupada.
Quizá acababa de cocinar para su esposo, que había sobrevivido a un campo de concentración chetnik y ya estaba ayudando con los pobladores a los forenses en las excavaciones.
Quizá estaba abrevando al ganado con su hijo.
O acababa de despedirlo con un beso, cuando partía en su peregrinación anual a Srebrenica.

Fin del verano, cálida luz de la tarde. No más tía.
Estamos en el auto.
Bajo el azul del cielo florece un tulipán de piedra. Jasenovac, Croacia. Monumento a las víctimas del estado ustacha, del Estado Independiente de Croacia.
Inmediatamente después la República Serbia en el fragor preelectoral. Srbska kuća do kuće. El nuevo lema del partido gobernante es el viejo lema de los crímenes de guerra serbios.
Inmediatamente después la Federación de Bosnia y Hercegovina. Cantón de Una-Sana, mezquita más mezquita.
Y no mucho más.
“¿Dónde están las escuelas, las fábricas? La gente no vive de la religión.” Sí, papá. Pero las mezquitas tienen benefactores extranjeros. Las escuelas no.
En lugar de trabajo, ayuda humanitaria. ¿Conflicto de intereses? De ninguna manera. El extranjero defiende y abona su interés, y aquí ningún capital representa el interés del conocimiento y la emancipación.

Capital extranjero, amo extranjero.

20

El lobo de sus vecinos será cordero en el extranjero.

Notas

[1] Samira Kentrić. Balkanalias. Crecer en tiempos de transición. Ljubljana, Beletrina, 2015, 148 páginas, formato: 29,5 x 21 cm. El libro ganó el premio Motovun Group of International Publishers (MGIP) en el año 2015. Los fragmentos e imágenes aquí reproducidos son gentileza de la editorial Beletrina (www.beletrina.com). Pueden verse páginas del contenido online en https://beletrina.si/knjiga/balkanalije-odrascanje-v-casu-tranzicij. Pueden verse otras obras de Samira Kentrič en www.samirakentric.com.

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