Entrevista a Svetlana Makarovič

Por Julia Sarachu

La eslovena Svetlana Makarovič (1939) es quizá la voz más original y potente de la poesía eslava contemporánea. En 1974, con la publicación de su libro Mujer ajenjo sacudió la estructura conservadora de la escena cultural yugoeslava dominada exclusivamente por hombres. Pero solo después del éxito indiscutible de su obra poética y teatral para niños, que la llevó a la fama y a transformarse en un personaje público, fue imposible ignorarla y obtuvo el reconocimiento como poeta. Sin embargo, su relación con el campo intelectual continúa siendo problemática, pues para Makarovič la poesía es “un cuchillo filoso” que el poeta debe usar para herir las formas cosificadas del pensamiento y la hipocresía de la sociedad en la que vive. De este modo, la función del poeta es despertar a su pueblo del letargo de las instituciones y las estructuras de poder naturalizadas que lo adormecen, para devolverlo a la contemplación de la realidad desnuda. A través del poeta esloveno Brane Mozetič[1] pude llegar hasta ella, que muy ocasionalmente acepta entrevistas. Llegamos puntuales con Mozetič a la entrevista, de pronto la vi venir por la calle lateral de la avenida, caminaba con mucha dificultad con un bastón, y su apariencia débil y dulce contrastaba con su fama temeraria. Nos sentamos afuera, porque ella fuma mucho y no quiere dejar de fumar por las prohibiciones actuales en los bares. Durante nuestra conversación pude ver que Makarovič tiene dos caras, es muy teatral cuando habla: como en una tragedia clásica, de pronto interfiere su discurso un llamado ancestral, y como si fuera un médium cambia la voz y comienza a hablar poseída por el espíritu del pueblo, da la pauta de la estructura de sentir del esloveno medio, así genera una puesta en abismo, una crítica, y a veces es muy duro para los eslovenos verse reflejados desnudos, crudamente en su espejo. También de pronto interfiere su discurso la voz de sus enemigos, cambia la voz y los deja hablar a través de su boca. Es despiadada en su crítica, pero como en la actuación todas las voces salen de Svetlana, ella misma también queda incorporada en la crítica feroz. Casandra eslovena creó una voz poética con  identidad tan profunda que es capaz de contener su subjetividad, la de sus amigos, sus enemigos, y hunde sus raíces en el ADN del pueblo. Vamos a transcribir la entrevista completa realizada en 2012.

***

SARACHU: Aunque la temática de su poesía no es para nada esperanzadora, la lectura de la antología no produce angustia sino todo lo contrario, genera una sensación tranquilizadora de placer, es como si la mente del lector se regocijara al contemplar una idea que cierra, el sistema poético que usted crea.

MAKAROVIČ: No diría que mi poesía es pesimista, no es una descripción del mundo sino un reflejo del mundo. El mundo es horrible, desde que existe la humanidad existe el deseo de matar al semejante, matar a la otra gente, matar lo que está vivo, matar lo que es más débil, matar todo lo que es diferente. Por eso hay guerra, todo tiempo es tiempo de guerra porque la guerra nace con la humanidad desde el principio; quiero decir, mi postura frente a la guerra es mi postura frente al mundo. Esto lo tomo como una posición realista frente al mundo. No amo al mundo, no quiero a mi vida, porque si hubiera tenido la opción de nacer en este mundo o no, hubiera dicho “por favor, no”. Pero como Dios no existe no tengo con quien quejarme, entonces escribo poesía de la misma manera que un compositor escribe su música.

SARACHU: ¿Entonces para usted la poesía es una forma de catarsis?

MAKAROVIČ: No lo sé.

SARACHU: Aunque usted es profundamente anticatólica, al leer su poesía siento algo similar a lo que da la religión, una explicación del mundo que tranquiliza.

MAKAROVIČ: Cuando termino una obra siento alivio, y me digo “ahora ya puedo morir en paz”. Por supuesto no me muero, sin embargo me gustaría. Pero no sé demasiado acerca de la poesía, no pienso demasiado en la poesía, no me interesa demasiado la poesía, no leo poesía.  A veces leo algún poema de Szymborska[2], pero no mucho, cuando no reconozco mi personalidad en lo que leo, no me interesa, soy egocéntrica. Nunca estudié literatura, nunca me interesó básicamente, yo soy una compositora, yo hago música verbal. A pesar de que esto me vincula de algún modo con la opinión que tienen algunos poetas modernistas que dicen hacer música con sus palabras. Šalamun[3] dijo una vez “esto no es música sino solamente una cacofonía”, pero yo nunca me meto con la poesía de otros poetas. Él está allá, yo estoy acá, Brane está ahí, yo estoy acá, vos estás ahí, yo acá. Digamos, hoy nos podemos encontrar, yo en general no me encuentro con poetas, yo me encuentro con gatos, con perros, con flores, árboles, nubes, con mi propia angustia, terror, dolor, felicidad. Esto es la atadura, lo que para mí es el arte, si es realmente arte.

SARACHU: ¿Entonces usted crea algo para usted misma en su poesía? ¿Su propio mundo?

MAKAROVIČ: Sí, fundamentalmente para mí. Y después también para potenciales lectores. Porque también existen lectores que se encuentran en mi poesía, y eso es muy valioso para mí. Y por supuesto no son muchos, no pueden ser muchos. A la mayoría de la gente le gusta la poesía de amor, impactantes, canto a la belleza, descripción de la relación hombre-mujer o con los hijos.

SARACHU: ¿La poesía es como una religión para usted? ¿Usted crea su propia religión con la poesía?

MAKAROVIČ: Sí, es liberación, te liberás, te relajás cuando está hecho; tardo largos meses antes de…, largos meses la escucho antes de escribirla; cuando está completada, cuando la sé de memoria recién me pongo a escribirla, antes no. A veces demora meses enteros, otras veces días, pero en general demora mucho tiempo. Hablo del pasado porque ahora no escribo más.

SARACHU: ¿No escribe más?

MAKAROVIČ: Lo que quise decir lo dije, ahora basta. Porque a veces observo en viejos poetas que no saben parar y empiezan a repetirse imitando esos viejos jugosos creativos tiempos cuando todavía eran jóvenes. Yo ahora vivo de otra manera, nunca miro hacia adelante, para mí el futuro no existe, un futuro banal por ejemplo dentro de 14 días me van a operar. Pero en términos generales yo concluí mi vida y también mi trabajo, así que si algo nuevo aparece es por casualidad. No por un fuerte impulso sino por azar.

SARACHU: “La aguja” es mi poema preferido, donde describe la atadura del mundo, la sociedad y sus convenciones, parece que hasta el pensamiento de la otra persona limita creando la asfixia.

MAKAROVIČ: También es mi poema preferido, y lo que llegué a odiar es el tomar a la gente, no el hecho de encontrarse, abrazarse, y separarse hasta la próxima, sino que se adhieren como una aglomeración y después no pueden separarse y entonces viven en familias infelices en razón del status del dinero, de los hijos y por un montón de cosas más y temen separarse. Se adhieren uno al otro.

SARACHU: Al final del poema aparece la estrella, puede ser el sueño o la poesía, que permite salir de esa situación de asfixia.

MAKAROVIČ: La estrella es el adiós, el adiós a los cercanos, a mis enemigos, a mí misma, a mi vida, a mi arte, la estrella es el adiós.

SARACHU: ¿Entonces el arte es evasión?

MAKAROVIČ: El arte es lo más noble que hizo el hombre en su existencia, lo que el hombre creó desde su comienzo, y creo que el arte significa desarrollo espiritual.

SARACHU: ¿Es una forma de escapar de la asfixia social? Porque usted todo el tiempo le habla a la sociedad, interpela a la sociedad en la que vive…

MAKAROVIČ: La poesía no es solamente palabrerío para convencer, más de una vez llega a tomar una función de agresión, ataque; yo ataco con un cuchillo afilado, con el afilado cuchillo de la belleza ataco al lector potencial. Cada poema es una forma de agresión. Esto es agresión (señala el anillo), esto es agresión (señala un encendedor de animal print).

SARACHU: ¿Pero es evasión o cumple una función social?

MAKAROVIČ: Quizás es una forma de agresión como “contradecime si te atrevés”. Por ejemplo en un poema digo así, y alguien que no es de mi palo, que no toca en mi misma tonalidad, cuando lee es retado, desafiado a contradecirme… si se atreve. Si también él tiene un cuchillo tan afilado como el mío.

SARACHU: ¿Cuál es la función de la mitología en su poesía, ya que dice que su poesía es realista?

SvetlanaMAKAROVIČ: En principio esto no es un orgullo nacionalista, un orgullo del arte popular esloveno, sino un encantamiento, en cuanto a que la gente inventó ciertos personajes, monstruos, hadas que han creado y creído en ellos: si una casa se incendia, seguramente lo hizo Škropnik. Škropnik es un monstruo, una mano ardiente que vuela por los aires en determinados días, por ejemplo cuando no es día de algún santo. En día de santo no puede, sí cuando es día pagano. Ahora cuando miro hacia atrás, cuando estos personajes entraron en mi literatura, me parece importante conocer que la cultura europea de ninguna manera tiene raíces cristianas, sino paganas, y el cristianismo después de matar con fuego y espada el paganismo, simultáneamente se robó, sustrajo, estos nobles motivos paganos. Por ejemplo, Krešnik es un dios pagano que se veneraba en la mitad del año, el primer día de verano, el día de la fuerza de la procreación, el amor, el crecimiento de las plantas, el fuego. Después, este día los cristianizadores lo cambiaron a día de San Juan. Bueno, yo a San Juan no lo voy a reconocer, yo llevo en mi corazón al Krešnik pagano, el bello Jorge, por ejemplo, que es el que enciende, alimenta, las fogatas, lo que el cristianismo después proclamó como pecaminoso. El cristianismo entonces determinó que la erótica, el sexo, debía encuadrarse en una linda ley, pertenecer a una institución bendecida. El Krešnik pagano, por otro lado, para mí representa el coger universal. Y expresamente utilizo esa palabra, “coger”, en el sentido de coger a la naturaleza, las plantas, los animales, los pájaros y a la otra gente; utilizo la palabra con toda intención. Jebanje (“coger”) es una palabra eslovena, es una palabra eslava, y la quiero utilizar con todo el sentido y no peyorativo, porque coger es la esencia, el fundamento, el inicio de toda vida.

SARACHU: ¿Entonces el uso de la mitología es una forma de poner las cosas nuevamente en su lugar?

MAKAROVIČ: Sí, yo vivencio esto desde el sentimiento en el corazón. Este encantamiento, adoración, admiración. No es para llamar la atención sobre el folklore esloveno. Esto entró en la música mía como un acorde eventual que llegó por azar. De golpe algo te suena que es distinto y decís esto está bueno, esto retumba en el corazón. En realidad, Julia, yo no sé mucho de estas cosas.

SARACHU: ¿Una forma de sacar el sentimiento original, la pasión?

MAKAROVIČ: No sabés de dónde viene. A veces pienso Dios sabe de cuántas generaciones atrás estamos heredando el significado, los arquetipos. Quizás alguien hasta pierda la cabeza por esto, cuando vuelven estas criaturas. Cuando veo una figura humana que la llamo Krvavec,[4] quién sabe si muchas generaciones atrás alguna abuela mía fue violada, desgarrada hasta la sangre por Krvavec. Y eso me llegó quién sabe a través de cuántos filtros del inconsciente. No sé, a veces pienso que es posible que esta comunicación exista.

SARACHU: ¿Qué recuerdos tiene de la posguerra en Yugoslavia?

MAKAROVIČ: Después del 45 en la posguerra, cuando era una pequeña niña de seis años, mi primer amor fue Stalin. Porque había fotos de él por todos lados y era muy lindo, cejas negras, ojos negros, bigote negro, parecía un gran hombre importante, y fue para mí una criatura de cuento. Y me decidí en ese momento a casarme con él cuando crezca. Después vino el año 48 y desaparecieron sus retratos, y no me dejaban preguntar demasiado, ¿dónde está Stalin, donde está mi marido? Y no se habla más de eso porque nos peleamos con Stalin. Si en ese momento yo hubiera tenido 18 años, hubiera terminado en el goli otok.[5] El viejo régimen era muy duro, pero pronto nos aburrimos de las viejas historias y canciones de los partisanos. Y si ahora miro para atrás nuevamente, rememoro las canciones partisanas, me son queridas, las canto, las crío, las cuido, me ocupo de ellas e insto a la gente a que las cante porque ahora vivimos en tiempos del clerofascismo que glorifica a los domobranci,[6] colaboracionistas con la máscara de que son los vencedores morales de la Segunda Guerra y que fueron muertos porque defendían su fe, lo que es una fea mentira; pero no digo que todos los domobranci hayan sido malos, más de uno entró ahí por ingenuidad, pero las directivas vinieron del vaticano y la Iglesia católica intentaba persuadir a la gente de que ingresara en el movimiento domobranci, y ahora piensan que son inocentes. El anterior arzobispo yugoeslavo, Grbič, es el primero que dijo que la Iglesia católica romana era la responsable de las ejecuciones de posguerra de los domobranci. Y yo creo que es así.

SARACHU: ¿Qué piensa de la figura de Tito?

MAKAROVIČ: Tito nunca me gustó demasiado, los retratos de Stalin eran más lindos. En primer lugar, a Tito le gustaba la música folklórica bailable, y eso me causa rechazo. Pero bueno, es cierto que fue un gran estadista y esto de que ahora se lo muestre solo como un asesino de posguerra… Yo siempre creo que atrás de todo gran estadista hay una huella de sangre, es el precio que hay que pagar para llegar a ser un estadista grande y exitoso. Manos ensangrentadas tuvieron Churchill, Napoleón, Alejandro Magno, y así sigue la lista hasta Bush, desde ya… y también Castro. Esto es así, yo como poeta me mantuve a un lado, nunca quise ingresar en el Partido Comunista, las consecuencias no fueron agradables, porque si querías hacer carrera debías ingresar al Partido. Pero a mí me molestaba toda esa propaganda comunista. Invitándome al partido me prometieron una carrera, y precisamente por eso me volví muy testaruda, cuando me amenazaban que no me iría bien. Esto sucedía en los años 70, esa también fue una época de mano dura. Yo nunca tuve nada en contra de la Iglesia católica, sin embargo creo que en esa época la Iglesia fue puesta en el lugar que le corresponde, la Iglesia no debe mezclarse con la política. Podían realizar sus ceremonias religiosas, pero no podían colocar en lugares públicos cruces, bendecir públicamente escuelas, túneles, puentes. Pero podían ejercer su misión brindando consuelo referido a la vida después de la muerte, y que si van a ser buenos van a ir al cielo. Nada tenía contra ellos. Hasta simpatizábamos con ellos. Inclusive en una misa de gallo toqué canciones de navidad, hice un recital en Križanke,[7] donde canté canciones de peregrinos, canciones a la Virgen. La dulzura de estas canciones me superaba, y sin embargo hace poco hice unas declaraciones porque entiendo que es mi obligación ciudadana, que en estos últimos tiempos odio a la Iglesia católica romana porque se volvió brutalmente capitalista, que vive una vida lujosa, es absolutamente amoral y defiende los más asquerosos crímenes, como el abuso de menores y similares. Y también odio personalmente a Ratzinger, porque nunca hubo en la historia un papa que no fuera un bribón, y el peor sin duda es Ratzinger, bastante granuja también fue ese Wojtyla, fue un payaso.

SARACHU: ¿Qué piensa de la Unión Europea?

MAKAROVIČ: Me parece idiota, yo creo que hubiera sido mejor si Eslovenia se hubiese quedado aislada de este capitalismo salvaje. Quizá que fuera miembro de la asociación de comercio europeo… pero la inclusión en la Unión me parece tonta. Porque Eslovenia no es tan soberana como por ejemplo fue Islandia, que mandó a los banqueros al carajo. Y cuando veo a Merkel me parece que hasta tiene un comportamiento un poco nazi, a mí me resulta muy antipática. El espacio europeo es más bien un espacio cultural y no una corporación de banqueros y financistas salvajes.

SARACHU: ¿Qué piensa de la poesía contemporánea en Eslovenia?

MAKAROVIČ: Nada. (Risas).

Mujer ajenjoMAKAROVIČ: Nunca tuve demasiado contacto con otros autores. Con algunos me hago amiga, si son suficientemente locos como Mozetič; y llevo en mi corazón a Boris Novak porque es un caballero, y también dice cada tanto una cosa filosa. Alguna vez estuve muy vinculada a Gregor Strniša,[8] pero me lo sacó otra mujer delante de las narices. Y entonces fue feliz porque tuvo una empleada que, como él, ya era una leyenda, se le pegó y lo mantuvo alejado, apartado hasta su muerte, era muy celosa. Él quería casarse y tener hijos, y conmigo eso no hubiera pasado. Después siguió escribiendo, pero cada vez menos, con menos pasión, indignación, magia; empezó a aportar dinero en la casa y cada vez escribía peor. Tuvieron una hija, luego se divorció y la mujer le prohibió tener contacto con su hija, y él se opuso, pero ella tenía un hermano que era oficial de la policía del régimen y entonces fueron y lo golpearon hasta dejarlo inconsciente. Después de eso pronto murió porque le rompieron las costillas y otras heridas internas.

SARACHU: ¿Hay alguna diferencia entre el mundo de la poesía durante el socialismo y ahora?

MAKAROVIČ: Creo que no.

MOZETIČ: ¿No eran más solidarios?

MAKAROVIČ: Existían los poetas del régimen,[9] Bor, Pavček, Zupančič, Minatti también, Zlobec, eran muy venerados. Pero inclusive dentro de este modernismo no les iba tan mal porque siempre supieron encontrar un nicho en el mercado, por ejemplo Grafenauer y otros siempre supieron juntarse en grupos, en clanes y uno al otro se elogiaban, se apoyaban, pero el que se movía solo, bueno, quedaba solo. Pero esto también me parece bien. Yo nunca me hubiera sentido bien en un grupo. Quizás cuando era joven, si alguien me hubiera mimado y me hubiera dicho “Svetlana escribís muy bien”, me habría convertido en miembro de un clan.

MOZETIČ: Es igual que ahora.

MAKAROVIČ: Por supuesto. ¿Qué puedo hacer yo con un Debeljak?,[10] por favor…

SARACHU: ¿Qué piensa de Šalamun?

MAKAROVIČ: Por principio no hablo de otros poetas. Pero mi absoluta personal opinión es que es simplemente un bluf.  Por ejemplo, como Paulo Coelho. Pero esa es mi opinión, yo en realidad soy amable con todos. Lo dejo en paz, él está allá, yo estoy acá. Y con él no tengo absolutamente nada.

SARACHU: ¿Tuvo alguna relación con él en el pasado? ¿Lo conoce?

MAKAROVIČ: No lo conozco. En ese momento había un poeta serbio buenísimo, Marko Ristič, después vi cómo algunos trataban de imitarlo. A él volvería a leerlo. Por su parte, Šalamun se entiende muy bien con los domobrancis.

SARACHU: ¿Pero no dicen que es gay?

MAKAROVIČ: ¿Quién?

SARACHU: Šalamun. ¿No son los domobranci ultracatólicos?

MAKAROVIČ: Claro que es gay.

MOZETIČ: Ellos no lo saben, él no lo muestra, lo tiene en el closet.

MAKAROVIČ: Solo lo demuestra cuando le conviene. Ahí donde no le conviene… ningún domobranci va a decir nunca que él es gay. Mozetič fue el primer gay que reconoció públicamente que era gay. Brane la peleó porque fue en una época en que ser gay era peligro de que te den una paliza, que te violen. Los mataban en ese momento. Brane atravesó la pared con la cabeza. De Šalamun lo único que se puede esperar que diga es que no tiene nada en contra de los gays. Bueno, es una forma de hacer la carrera, es de alguna manera normal. Tiene un talento genial, es capaz de vender su propia mierda antes de que le salga del culo. En todo el mundo fue traducido (cambia la voz), y después llega Šteger,[11] y Debeljak llega y se entienden muy bien,  preguntan: “¿Y Svetlana? ¿Dónde está? No, no, no está”. Hay poetas que escriben a lo Šalamun. En Brasil en un recital estaba traduciendo a Blažka Muller[12] y alguien del público le preguntó quién es el mejor poeta esloveno después de Prešeren,[13] y ella no esperó que alguien de nosotros contestase y dijo “aquí está sentado”, y lo señaló a Šalamun. Eso es peligroso. Es peligroso Šalamun.

SARACHU: ¿Entonces por qué es tan reconocido? ¿Hizo carrera política?

MAKAROVIČ: Es como fue el poeta Koseski[14] en la época de Prešeren. Koseski fue laureado, venerado. Ahora se sabe que era un cretino y con el tiempo se comprendió y valoró la dimensión de la obra de Prešeren, que en su momento fue ignorado porque se idolatraba a Koseski. (…) ¿En qué está el valor de la poesía? No da ningún beneficio, utilidad, ganancia, no sirve para nada. Salvo que la utilices para hacer negocio, si es que se puede.

SARACHU: Bueno, creo que el paso del tiempo es muy importante en la poesía, pone las cosas en su lugar. La poesía solo adquiere su verdadera dimensión con el paso del tiempo.

MAKAROVIČ: La poesía siempre es actual, nunca pasa de moda, te permite decir cosas que vos no sabrías cómo. Alguien te quiere decir algo y la poesía te da la forma.

***

Cuando nos levantamos para irnos del bar, Mozetič ofreció que la acompañáramos hasta su casa para ayudarla a subir las escaleras, y ella aceptó. Se apoyó en mi brazo para caminar y entonces me preguntó para qué había venido a Eslovenia. Le dije que Mozetič me había invitado a un taller de traducción con otros poetas extranjeros. “¿Dónde estuvieron?”, preguntó interesada. Le contesté que en Dane, un pequeño pueblo en la frontera con Italia. “¿Y te gustó?”, “Sí”, le contesté, “me gustó mucho”. “¡Qué suerte!”, dijo, “ellos deben haber pensado”, cambió la voz abruptamente y siguió, “‘¿qué hace aquí esta negra?’”. Llegamos hasta su casa, un edificio en la zona más antigua de Ljubljana. Debía subir una escalera larguísima. Mozetič se ofreció a ayudarla y me pidió que esperara abajo. Antes de soltarme me apretó fuerte el brazo, me miró a los ojos y dijo casi en secreto: “tu poesía es tu tesoro, cuidalo mucho”. Desaparecieron entre los muros oscuros de piedra, yo seguí con los ojos la ascensión, luego las lenguas de moho hacia un hueco de luz al fondo del edificio, a través de un túnel húmedo y oscuro. Llegué a un patio clausurado entre altísimas paredes medievales con un árbol solitario y piso de piedras blanqueadas por el último rayo de la tarde, y envuelta en el rebote de la luz desde allí el interior del edificio era un abismo aún más negro que de pronto me nombró: “¿Estás ahí, Julia?”.

Notas

[1] Poeta, editor y traductor esloveno contemporáneo. Publicó Metulji/Mariposas (Buenos Aires, Ediciones Gog y Magog 2006) y Banalidades (Buenos Aires, Ediciones Gog y Magog 2011).

[2] La poeta polaca Wislawa Szymborska (1923-2012).

[3] Poeta esloveno (1941-2014).

[4] Personaje de la mitología eslava. Se trata de una entidad o espíritu del bosque con figura humana que sorprende a las mujeres y las viola.

[5] Es el gulag yugoeslavo: isla desierta donde llevaban a los presos políticos, los hacía trabajar, los castigaban y pocos sobrevivían.

[6] Durante la Segunda Guerra Mundial en la zona de los Balcanes se produjo un enfrentamiento armado entre los partisanos (guerrilleros comunistas) y los domobrancis (de orientación política de derecha, católicos, colaboracionistas). Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se impusieron los partisanos e instauraron un gobierno socialista cuyo líder político fue Tito. Algunos domobrancis escaparon hacia diferentes destinos del mundo y otros fueron fusilados.

[7] Un lugar de Eslovenia.

[8] Uno de los poetas más importantes del siglo XX en Yugoeslavia. Fue pareja de Makarovič durante muchos años.

[9] Se refiere al socialismo yugoslavo. Los poetas que menciona son los más importantes de esa época, afiliados al Partido Comunista que gobernaba.

[10] Poeta y académico esloveno contemporáneo cercano a Šalamun (1961). Se suicidó en 2016, después de la entrevista.

[11] Poeta y editor esloveno joven, cercano a Šalamun.

[12] Periodista y presentadora de TV eslovena.

[13] Es el poeta más importante del siglo XIX esloveno. En 1991, cuando Eslovenia se constituye como república independiente, establecen un fragmento de su poema “Zdravljica” como himno nacional del país.

[14] Poeta contemporáneo a Prešeren que en su momento fue considerado el poeta más destacado, pero su obra no dialoga con el mundo cultural y el pensamiento actual y ya no despierta el interés de críticos y lectores e investigadores.

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