Simon Jenko y su Mikromega  

Pablo Arraigada

Llevar a cabo la presente traducción tuvo un eje doble: por un lado, el actual proyecto de investigación que se desarrolla en la cátedra de Literaturas Eslavas de la Facultad de Filosofía y Letras (U.B.A.), ligado a utopías del mundo eslavo; y por otro, la posibilidad de volcar al español —con mucha ayuda, como me suele ocurrir, y mi eterno agradecimiento a todxs por esto— un texto que está cumpliendo actualmente ciento setenta años desde su primera aparición. Por esas paradojas del destino, la edición original eslovena fue publicada allá por 1851 en la revista Slavija, y su primera versión al español llega a lxs lectorxs desde Eslavia.

Simon_JenkoPara dar un mayor sentido al texto, hay que pensar quién fue su autor y en qué contexto ha surgido. Simon Jenko nació en la ciudad de Podreča, en el municipio de Kranj, el 27 de octubre de 1835. Y a pesar de haber viajado para sus estudios (Ljubljana, Novo Mesto, y también por el extranjero, en Vienna y Celovec), fue en Kranj donde falleció el 18 de octubre de 1869. Muchos de sus relatos y poemas muestras y narran esta zona. Jenko construye en ese espacio una buena parte de su obra literaria. Incluso, a los 60 años de su muerte, se erigió un monumento en su ciudad natal donde estaba su casa. Pero el texto que traduje, Mikromega, es una de las excepciones a su estilo de relatos realistas.

Para entrar mejor al relato, hay que hacer un repaso rápido de lo que era el siglo XIX en el territorio de lxs eslovenxs. La corona del Imperio de los Habsburgo cambia de mano, hecho que se liga a una idea de reforma política, derivada de la Revolución Francesa. Esto tiene su correspondencia con aquellas regiones que estaban subordinadas a la corona al Imperio, por lo que se ve un ideal de emancipación en tantos pueblos, como el caso esloveno. Esto también tiene relación con un momento de mayor autonomía en la zona, con las guerras napoleónicas y la conformación de las Provincias Ilíricas. Es central este antecedente para todo lo que va a venir después, es un primer momento de mayor libertad, de una identidad propia, más allá del breve período que duró. Tras la caída de Napoleón Bonaparte se va a sufrir en la zona un extenso período –que comienza hacia 1815 y llega hasta el año 1848– de control, pérdida de autonomía y derechos. La falta de libertad en el territorio, la imposición del idioma alemán y la prohibición de la lengua eslovena, el control sobre actividades comerciales, sobre periódicos y tantos otros ámbitos de la vida diaria iban a llevar a las ideas y movimientos que tuvieron lugar con la Primavera de las Naciones.

Pensar en el absolutismo que se respiraba en la zona no por eso puso fin a la idea de la nación entre el pueblo esloveno.  En esos tiempos, se promovió la educación para todxs, con la creación de nuevas escuelas y una mayor apertura en cuanto a quienes tenían acceso a la misma. También se dio una modernización urbanística de la nación, siendo el ejemplo Ljubljana, que es pavimentada, se construye la red sanitaria cloacal, hay nuevas iluminarias y luces, y se arreglan parques, caminos y calles –pensando en ceremonias y reuniones de la gente–. También fue un actor importante en esos años la Iglesia y el clero. Fue desde las iglesias donde se impulsó la idea del uso de la lengua eslovena, la lengua vernácula, como una manera para atraer más fieles. También, los sacerdotes eran en muchos casos los profesores de muchos de los jóvenes que marcarían el mundo cultural de esa época. Había una educación de base iluminista, que permitía conocer textos de Voltaire, Rousseau y autores cercanos a ese período. La cultura se vuelve un pilar, parafraseando a Otto Luthar, del desarrollo nacional.

En resumen: durante esta primera mitad del siglo XIX hubo un desarrollo cultural muy grande en todo el territorio esloveno, a pesar de que existía una monarquía absoluta que controlaba todo el territorio, que había un aparato policial represivo y presente en todas las instancias y, también, un gran grado de censura. Esto se puede ver aún más cuando se tienen en cuenta los nombres propios del ámbito cultural de la época: Ljudevit Gaj, France Prešeren y Matija Čop. El primero es reconocido por desarrollar el alfabeto esloveno, y los otros dos por pensar la idea de una lengua literaria eslovena que tenga como resultado afianzar un proyecto nacional. Prešeren es el gran poeta esloveno, y sus versos e ideas van a ser inspiración para la generación de jóvenes que aparecen en la segunda mitad del siglo XIX: Josip Stritar, Fran Levstik, Josip Jurčič, Simon Gregorčič y Simon Jenko, por nombrar algunos.

Este ideal nacionalista va a ser muy importante para la Revolución de 1848. Sin deseo de ser extenso con aspectos históricos, hay que tener en cuenta que, al enterarse del proyecto para una nueva constitución, sumado a la caída del canciller von Metternich, tienen lugar manifestaciones y disturbios en el territorio esloveno, en medio de un clima que espera por las nuevas leyes. El sentimiento de descontento general hacia el Imperio reinaba entre trabajadores y campesinos, mientras que unos contados intelectuales esperaban por la nueva legislación y pedían a los demás calma. Tras varias y extensas deliberaciones, la idea general era la unificación de todxs lxs eslovenxs bajo una misma provincia. Entonces surge el proyecto de Eslovenia Unida, la preparación del programa para el mismo y los procesos que llevan a presentar esto como parte de la nueva constitución. Así se llegaba a las instancias de votación por la nueva constitución del Imperio, donde las posturas de lxs eslovenxs estaban divididas en dos bandos: los conservadores, que aún mantenían la confianza en la nueva Constitución, con la presencia de una unidad política ilírica, conformada por territorio esloveno; y los liberales, desencantados por el resultado de la elección, que no estaban de acuerdo con las nuevas medidas administrativas ya que se perdía el carácter de gobernación y no se respetaron los distritos que habían planteado conformar para las fronteras étnicas.

Haber adoptado la nueva constitución resultó negativo, porque se volvió a un período de absolutismo, en el que arreciaban los mecanismos de control imperiales y se perdieron los derechos obtenidos en el período revolucionario. Esto trajo aparejado una baja en el compromiso político, pérdidas de derechos como ciudadanxs y el final de la libertad de prensa en el territorio. Pero lo que no se perdió fue el ímpetu por una identidad cultural. En medio del contexto que se vivía, el movimiento nacionalista se dividió en tres grupos. El primero se formó alrededor de la figura de Janez Bleiweis –líder de los Staroslovenci, un grupo conservador nacionalista ligado al Imperio Austríaco, pero también con cierto perfil eslavista– y el periódico Novice, único medio que siguió publicándose frente a la censura y el control impuesto por la corona. Bleiweis, siempre fiel tanto al movimiento nacionalista esloveno como al trono austríaco y sus autoridades, promovía una mayor educación práctica del pueblo. El segundo grupo, por otro lado, era el conformado por el clero por escritores de línea católica y por editores de medios católicos como el Zgodnja Danica (La estrella de la mañana). Entre los miembros había una profunda reflexión sobre el idioma esloveno y su grado de sensibilidad, pero también existía una férrea oposición a lo revolucionario, al liberalismo y al sistema capitalista más industrial. Fue muy importante como grupo por su labor educativa hacia la gente. Para finalizar, hubo un tercer grupo en el que se encontraba Simon Jenko, la línea más liberal. Este grupo está formado por jóvenes que han estudiado y se encuentran muy influenciados por las ideas de la Revolución de 1848, el paneslavismo y la autonomía eslovena. Grandes admiradores del proyecto y de la obra de Prešeren (Josip Stritar, otra de las figuras de este sector, fue quien estuvo a cargo de la reedición de los poemas del gran autor esloveno hacia los ’60). Estos jóvenes estudiaron en ámbitos clericales, donde era gente de la Iglesia quien impartía la educación. Como ya se mencionó antes, fueron formados y conocían las obras de la Ilustración francesa. Sus obras tenían una gran carga ideológica, nacionalista y política, fueron textos fundamentales para este momento y los leían tanto intelectuales como el pueblo en general. El Martin Krpan de Levstik (1858) es un gran relato para ver la crítica y la situación en que vive el pueblo esloveno frente al absolutismo del Imperio de Habsburgo. También aparecen desde este grupo los primeros antecedentes ligados a literatura utópica y ciencia ficción de la nación, como el relato ”Mikromega” (1851), o la novela Deveta dežela (La novena tierra, 1878), escrita por Josip Stritar. Así como Jenko miraba hacia Voltaire, mucha de la obra de Stritar sigue de cerca el pensamiento de Rousseau y critica la desigualdad social en base a la propiedad privada y la vida urbana, con mayores ventajas que la vida de los habitantes rurales.

Unas pocas palabras finales sobre “Mikromega”: este texto muestra la gran capacidad como escritor de Jenko, quien logra publicarlo a pesar de la censura y las pocas posibilidades para hacerlo que se tenían en ese momento. Retoma un texto de Voltaire, que parodiaba aspectos de su época en Francia, y lo piensa en base al clima social y político de Eslovenia en esos momentos. Apela por una brevedad y una forma más directa, con menos ribetes y adornos, porque la idea era que pudiera ser leído por todxs. Lo despoja de muchas características del “Micromegas” original, por lo que se debe leer el relato de Simon Jenko sin necesidad de su antecesor. Quienes ahora lean este relato pueden haber leído o no a Voltaire, no cambia nada ese aspecto. Pero sí van a poder encontrarse con críticas veladas hacia el poder de los reyes, hacia las medidas de estos, hacia lo exacerbado y otras tantas cuestiones que dotan de importancia al cuento. No sólo por ser un precursor de la utopía entre el pueblo esloveno, sino porque simboliza una idea de lo nacional y critica muchas de las actitudes y decisiones que tenían lugar hacia mitad del siglo XIX en la zona. Como cierre, solo me queda agradecer a quienes se tomaron el tiempo para leer y releer esta traducción: el lenguaje que se usa es antiguo en varios fragmentos, con palabras que vienen desde el serbo-croata e incluso el checo. Todas esas lecturas atentas permiten que ahora ustedes puedan leer por primera vez en español este relato y conocer un poco más a Simon Jenko.

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