La utopía y la realidad. Sobre «Ladomir», de Jlébnikov

Luis Alberto Harriet

Introducción

Utopía, la obra de Tomás Moro (1478 -1535) dio origen al nuevo género literario que tiene como característica principal referirse a un sitio imposible de ubicar y esta particularidad es la que representa el neologismo creado por el autor: ou-topos, no lugar. Por otra parte, tampoco se menciona el proceso que originaría esa comunidad armónica. En esta vaguedad espacial vive una sociedad feliz, aislada del resto de la humanidad y cuyas tareas están organizadas y distribuidas de forma equitativa. A través de este modelo, la utopía representa un paradigma ideal que cuestiona el ejercicio del poder y el orden social de su época. De esta manera, al proponer una nueva lógica en la vida de los seres humanos, entra en conflicto con el presente. Sin embargo, es ese mismo y cuestionado presente el que da origen a las utopías:

Toda época permite el nacimiento de ideas y valores en los cuales están contenidos, de forma condensada, las tendencias no realizadas y no cumplidas que representan las necesidades de esa época […] el orden existente hace nacer utopías que lo rompen (Mannheim, 1956).

En contraposición a esta sociedad ideal se encuentran aquellos que consideran a la utopía como la expresión de una obsesión por la planificación de la vida humana a través de la organización y de la obligación (Facuse, 2010). En esta visión no hay márgenes para la improvisación o la espontaneidad, el nuevo orden presenta estructuras rígidas. En la literatura, como un ejemplo de esta visión, puede mencionarse la novela Nosotros de Evgueni Zamiatin (1884-1937). En esta obra y a diferencia del modelo social propuesto por Moro, sus habitantes se encuentran oprimidos y regidos por el Estado único. También, como otra particularidad que la distingue de Utopía, la novela de Zamiatin se desarrolla en el futuro, aunque y al igual que en la obra de su predecesor, tampoco se especifica cómo se llegó a esa situación.

Se recordará que Nosotros fue publicada en 1923 y alrededor de ese año también fue editado el poema Ladomir de Velimir Jlébnikov (1885-1922). Esta última obra fue considerada como utópica por varios autores, entre ellos Luda Schnitzer, quien señalaba que este poema puede incluirse entre los escritos utópicos de Jlébnikov que describen el mundo del futuro (Schnitzer, 1984: 156).

Sin embargo, de acuerdo con las principales características del género entre las que figuran una inespecífica ubicación espacial y temporal y la falta de mención al proceso que originó esa nueva sociedad en la que sus habitantes viven en armonía y libertad, puede ponerse en cuestión si este texto de Jlébnikov es utópico o no. Es necesario recordar la variante distópica de este género que refiere a una sociedad oprimida y ubicada en el futuro.

Por este motivo, vamos a contraponer Ladomir con otra obra del mismo autor, Un peñasco desde el futuro, que también suele considerarse una obra utópica, para así revisar las diferentes particularidades del género aplicadas en cada uno de estos textos.

Es necesario recordar que en las primeras décadas del siglo XX, Rusia estaba envuelta en una guerra civil; además de haber participado en la Gran Guerra, había atravesado dos revoluciones en 1905 y 1917 que derivaron en la caída del zar, el ascenso de los bolcheviques y la instauración del socialismo y la Unión soviética. Este período convulsionado abonó la producción y profusión de obras literarias utópicas.

Un peñasco en el futuro utópico

Un peñasco desde el futuro (en adelante UPDF) fue escrito entre 1921 y 1922. La obra es una breve narración que hace hincapié en el reencuentro del ser humano con la naturaleza, la idea de la felicidad está en relación directa con la comprensión de la naturaleza y con el hecho de reconocerse como parte integrante de ella:

la ecuación de la felicidad humana fue encontrada y resuelta recién cuando se entendió que trepa como una débil ramita de lúpulo por el tronco del mundo (Jlébnikov, 2019: 214).

En esta nueva escala de valores “sacarse la camisa y bañarse en un arroyo en primavera ofrece más felicidad que transformarse en la persona más importante de la Tierra”  (Jlébnikov, 2019: 214). La dicha se encuentra en “la débil luna alrededor de la Tierra” o en “los ojos de las vacas”.

Sin embargo, este reencuentro con la naturaleza no implica un nuevo primitivismo en el cual se enfrente a la ciudad como símbolo del egoísmo y de la pérdida de sensibilidad social. Por el contrario, para llegar a esta utopía fue necesaria la presencia de varios elementos que están relacionados con la civilización y la ciencia, por ejemplo, los números, sin ellos no sería posible esa dicha, aunque tienen una valoración diferente:

Su alegría fue la prensa tipográfica, donde para hacer la cuenta faltaban muchos números […] el hermoso problema no podía escribirse sin esos números. Los llevaban consigo a la tumba los animales que se iban, los números personales de su especie […] Las partes enteras de la cuenta de la felicidad desaparecían. (Jlébnikov, 2019: 215)

En la nueva sociedad no se vuelve a la selva, el bosque u otro ambiente de la naturaleza, sino que el ámbito es la propia ciudad, pero en donde los edificios nadan y tienen forma de una letra y se encuentran construcciones de vidrio como el propio peñasco que le da título a la narración. Por lo señalado, observamos que, si bien se mencionan diferentes elementos de la civilización, todos ellos tienen características particulares y una valorización diferente que los distinguen de otros tiempos y de otras sociedades.

En el texto de Jlébnikov, para el nuevo modelo social y al igual que en otras obras del género como Nosotros, el pasado es la infelicidad. En UPDF, en ese tiempo el ser humano al desterrar “la sabia comuna de animales y plantas” se quedó solo “en la oscuridad de su inexistencia”. También perdió su inocencia, no tenía con quien jugar, y en su corazón se construyeron “ciudades de piedra”. Finalmente, y sin aclarar demasiado, esa situación fue superada cuando “mentes sagradas despertaron la sagrada arcilla gris”.

Por otra parte, si bien en el texto no se hace mención a la época en la que transcurre la situación, desde el título se anuncia su ubicación temporal, el futuro. Se recordará que la mayoría de los textos del género ubicados en ese tiempo son distópicos, como Nosotros o 1984 de George Orwell (1903-1950). En estas novelas, sus habitantes están sometidos por una autoridad, hay un férreo control sobre la vida de los ciudadanos, la libertad es la obediencia. En cambio, en el texto de Jlébnikov, encontramos una libertad absoluta, una distensión que se deriva de la ausencia total de gobernantes y gobernados. En UPDF no hay referencias a algún sistema de gobierno o, si se ejerce la autoridad desde algún lugar de poder, en todo caso no hay comentarios sobre el ejército o alguna institución armada que controle y vigile a la población como ocurre en 1984.

Entre otra de sus particularidades y a diferencia de los textos de Moro, Zamiatin y Orwell en donde todos los habitantes tenían una tarea para cumplir, en UPDF nadie produce nada ni tiene tarea alguna, el tiempo del ocio dirige sus días. La gente camina por el aire, contempla y se desliza por los esquíes del tiempo o conversan mientras fuman sus almuerzos, los dioses se reúnen en las entradas de los edificios. No se mencionan fábricas, establecimientos o cualquier otro lugar de trabajo.

Por otra parte, y en relación con otra de las características del género como es la ubicación espacial, si bien no hay referencia específica sobre dónde se encontraría esta sociedad se pueden leer ciertas alusiones en el texto, como la de Alexei Arakchéiev (1769- 1834): “No se debe ser un Arakchéiev con respecto a los ciudadanos de su propio cuerpo”. (En nota del traductor se aclara que el mencionado fue un censor en la época del zar Alejandro I.) Otra referencia es el ya comentado edificio que tiene la forma de una letra del alfabeto cirílico, la letra Г, como también señala el traductor en nota al pie.

En resumen, UPDF, se refiere a una sociedad ideal ubicada temporalmente en el futuro, sus habitantes viven en plena libertad. En esta obra no se encuentran claras referencias sobre cómo se logró esa situación ideal, y, por último, hay escasas menciones indirectas sobre su ubicación espacial. Estas particularidades nos permitirían considerar este texto como utópico.

Ladomir la utópica realidad

Jlébnikov

Una situación diferente encontramos al analizar Ladomir (Jlébnikov, 2019: 66-92, publicado por primera vez en Jarkov, en 1923), una de las pocas obras del siglo XX que aborda la utopía desde la poesía.

Este poema tiene tres partes y ya en la primera de ellas se menciona varias veces al zar, incluso por su apellido, lo que permite una ubicación espacial y temporal concreta. Estas referencias abarcan el periodo que va desde que el monarca está en el poder: “te arrastrabas como un mendigo/frente al rey y besabas sus labios (vv37-38, I Parte) hasta su caída: “Donde fusila el cielo un enjambre de estrellas/como el pecho del último Romanov” (vv100-101, I Parte) o “y apresado en un zoológico a los reyes” (v123, I Parte).

Además, en la primera parte, a diferencia de lo que observamos en otros textos utópicos, hay una revalorización del pasado. En este poema se nombra a diferentes personalidades históricas rusas: “es el motín de Razin que llegó” (v49, I Parte). El verso se refiere a Stenka Razin (1630-1671) líder cosaco que enfrentó a la monarquía. Otra de las menciones, esta vez, más actual, es a Nicolai Lobachevski (1793-1856), matemático que cuestionó el postulado de Euclides: “y al espacio de Lobachevski. /Que de Lobachevski las curvas/adornen las ciudades” (vv 52,53, I Parte)

En relación con la ubicación espacial, también se nombra a la Avenida Nevski de San Petersburgo: “vuele desde los estandartes de la nocturna Nevski” (v44, I Parte). En la tercera Parte se menciona al río Neva: “En baldes llevaremos el Neva para apagar” (v183, III Parte) y hasta seres mitológicos eslavos como la rusalka: “halló en ella, perspicaz, una rusalka” (v173, III Parte). Finalmente, también se menciona en nota del traductor a quien fue presidente del Soviet Supremo en 1905, Gueorgui Stepanovich Jrustaliov-Nosar (1877-1919): “la pólvora encendida de los días de Nosar” (v89, III Parte).

Para concluir con estas citas, tendríamos que mencionar el verso en donde el propio autor comenta el movimiento literario al que perteneció a comienzos del siglo XX: “Conservamos trece años los futurianos” (v86, III Parte). Se recordará que el manifiesto del Futurismo ruso “Bofetada al gusto público” fue publicado en 1912 y tenía la firma de Jlébnikov entre otros integrantes del movimiento.

Por lo señalado a través de estas citas y en contraposición con los textos utópicos, podríamos encontrar en Ladomir claras referencias sobre su ubicación espacial y temporal.

Además de estas menciones, tendríamos que considerar que en las obras utópicas el futuro no presentaría mayores inconvenientes, todo está previsto y sin grandes sorpresas para los días venideros como ocurre en 1984 en donde y pese a la fallida sublevación, nada escapa a la organización y la planificación. En cambio, en Ladomir ocurre lo contrario, se provoca al futuro: “que arroje al destino el guante del desafío” (v12, I Parte) la voz lírica anuncia que los castillos “transformarás algún día en ceniza” (v4, I Parte). Esa voz reclama y exhorta un cambio social: “para prender la hoguera del comienzo/de los cambios de la existencia terrenal” (vv168-169, III Parte). Se alude así a la inminencia de un cambio, se anuncia un nuevo tiempo en donde aquello que vendrá todavía es incierto, apenas son esbozos de lo que habría de ocurrir (vv240-241, III Parte). El futuro, lejos de presentarse seguro y estable como en Nosotros, es tan incierto y ligero como un bosquejo.

En relación directa con esto último, desde la obra de Tomás Moro en la mayoría de los textos, tanto utópicos como distópicos, las sociedades representan un paradigma, aunque con sus variantes, alternativas y hasta oposiciones entre sí. Tanto en Nosotros como en 1984 en donde están regulados los diferentes horarios para cada tarea y hasta el mismo UPDF que se encontraría en las antípodas de esa imposición, las diferentes sociedades representan un modelo y se encuentran organizadas en base a ese ideal. En cambio, en Ladomir ese nuevo modelo social todavía está por realizarse y si bien es inminente un nuevo tiempo se vive una transición.

Argumentamos entonces que, por no presentar una sociedad establecida y organizada como encontramos en otras obras de este género, Ladomir, más que reflejar una sociedad utópica o distópica, representa un cambio social. A la luz de las citas señaladas, todo parece indicar que se trata de los sucesos en Rusia en 1917. Sobre esto último, Iuri Tinianov señala que el poema de Jlébnikov es una de las obras más significativas que se han creado sobre la Revolución. (Tinianov, 1984:61)

Conclusión

Jlébnikov tuvo una participación activa en la revolución, no solo a través de su obra artística sino también como intelectual; su mirada estaba puesta en el futuro, en el que depositaba, también través de Ladomir, la concreción de sus ideales para nada inconcebibles (Bowra, 1969: 79). El porvenir preocupa al poeta y en este poema traza la imagen de un mundo libre del hambre y de las guerras, en paz y felicidad (Schnitzer, 1984: 91).

En esos años se planteaba crear una nueva sociedad y los artistas querían participar de esa realización. Esta participación no solo consistía en sus obras artísticas, sino que también se expresaba en ideas y proyectos que excedían la actividad partidaria o la asunción de algún cargo político. Estas propuestas fueron variadas, su temática abarcaba desde su preocupación sobre la situación social hasta idear una nueva manera de vestir o diagramar muebles más acordes con esos cambios. Un ejemplo es la creación del Letatlin, un nuevo medio de locomoción con forma de pájaro, que utilizaría diariamente la población para trasladarse por vía aérea. Este proyecto, ideado por el artista plástico Tatlin, mereció la condecoración de su autor por parte de las de autoridades, aunque jamás pasó las dimensiones de una maqueta. También recordemos que el propio Jlébnikov había creado junto con Alexei Kruchóni, el nuevo idioma para las sociedades del futuro, el zaum, y propuso, entre otras medidas, la utilización del espacio aéreo para las transmisiones radiales con fines educativos (Khlebnikov, 1984: 277).

En las variopintas obras citadas se puede observar una estrecha relación entre la realidad y el modelo utópico. En la obra de Tomás Moro encontramos una oposición entre la situación de ese momento y el planteo de una sociedad ideal, se propone un nuevo modelo. En cambio, en Nosotros y 1984 se evidencia una preocupación sobre la profundización y desviación de un paradigma cuyo presente es cuestionado y se lo presenta en un futuro distópico. Sin embargo, en Ladomir la cuestión es diferente; en aquellos años y una vez derrocado el zar, la nueva situación no se encontraba en las antípodas de la utopía; por el contrario, la realidad encendía los sueños y recordemos que la literatura “es el resplandor mismo de lo real” (Barthes, 2008: 99).

Ladomir se entrelaza con la realidad y juntos comparten un futuro posible, la utopía que encontramos en el poema es el reflejo de esos años en los que todo está por realizarse. Al referirse a Walt Whitman (1819-1892), Octavio Paz (1914-1998) señala una relación que podríamos aplicar a Jlébnikov:

La realidad que canta Whitman es utópica. Y con esto no quiero decir que sea irreal o que solo exista como idea, sino que su esencia, aquella que la mueve, justifica y da sentido a su marcha, gravedad a sus movimientos, es el futuro. Sueño dentro de un sueño, la poesía de Whitman es realista solo por esto: su sueño es el sueño de la realidad misma. (Paz, 1979: 300).

Para concluir, podríamos preguntarnos si la utopía reside en Ladomir o si esos versos anticipan la realización de un futuro inminente; más una exhortación que un deseo, como lo señala el final del poema: “no dibujes con tiza sino con amor/aquellos bosquejos de lo que será” (vv 240 y 241).

Bibliografía

Barthes, Roland (2008) El placer del texto y lección inaugural. Trad. Oscar Terán. Buenos Aires. Siglo XXI.

Bowra, Cecil M. (1969) Poesía y Política. Trad. Luis Echávarri. Buenos Aires. Losada.

Facuse, Marisol (2010) “La utopía y sus figuras en el imaginario social”  Sociológica 25: 72. México. Enero/abril, pp. 201-213.

Jlébnikov, Velimir (2019) El rey del tiempo. Obra reunida. Trad. Fulvio Franchi. Buenos Aires. Añozluz Editora.

Khlebnikov, Velimir (1984) Antología poética y Estudios críticos. Trad. Javier Lentini. Barcelona. Laia.

Mannheim, Karl (1956) “Ideologie et utopie”, citado por Marisol Facuse, “La utopía y sus figuras en el imaginario social” en Sociológica 25: 72. México. Enero/abril, pp. 201-213.

Paz, Octavio (1979) El arco y la lira. México. Fondo de Cultura Económica.

Schnitzer, Luda (1984) “La estacadel futuro” en Velimir Jlébnikov. Antología poética y Estudios críticos. Trad. Javier Lentini. Barcelona. Laia.

Tinianov, Iuri (1984) “Acerca de Khlebnikov” traducido del francés por Javier Lentini, en Velimir Khlebnikov Antología poética y Estudios críticos. Trad. Javier Lentini. Barcelona. Laia.

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