La obra que no cesa y la ciudad-texto: Praga y la poética de Daniela Hodrová

María del Pilar Peña-Molina – Universidad de Granada

Para mí, el descenso a la ciudad, el descenso en el sentido de una katabasis iniciática, es un descenso a su pasado, pero al mismo tiempo es un descenso a mí misma, a mi propia identidad.[1]

Město vidím, Daniela Hodrová

La entrada que el Centro Literario Checo[2] dedica a Daniela Hodrová empieza con una sentencia de Klára Kolářová: “It would be a shame to be afraid of Daniela Hodrová”. Efectivamente, sería una pena tener miedo de Daniela Hodrová, una escritora que consigue sumergir al lector en un universo atemporal, inmóvil, pero agradable, una Praga mística, que se encuentra y va más allá de los límites de lo terrenal. Sería una pena tener miedo de ella, y, aun así, cuando un lector se acerca a ella por primera vez, es casi imposible no caer en este terror inicial. Se trata de una escritora muy rica, pero también muy compleja, y la monumentalidad de su obra literaria, con personajes que saltan de un plano temporal a otro, de una obra a otra, del mundo físico al abstracto, de la Praga actual a la Praga más histórica y medieval, puede suponer un reto. Pero, si el lector acepta el desafío, descubrirá una nueva realidad y otra forma de mirar Praga, ciudad que inspira todo su universo.

Como recoge Chitnis en su libro sobre la literatura tras el comunismo, Literature in Post-Communist Russia and Eastern Europe (2005), fueron muchos los autores checos, como Jiří Kratochvíl, Zuzana Brabcová, Michal Ajvaz o Daniela Hodrová, que se adhirieron al movimiento postmodernista, publicando por primera vez tras noviembre de 1989, momento en el que tuvo lugar la Revolución de Terciopelo que se sancionó con el fin de la ocupación soviética en territorio bohemio. Se trata de autores que podían ver sus obras publicadas por primera vez tras cuarenta años de ocupación, autores cuya literatura estaba finalmente liberada de la manipulación ideológica del régimen comunista (cfr. Chitnis, 2005, p. 80). Se trata de una definición del propio Jiří Kratochvíl, que no veía en el postmodernismo otra cosa que la literatura desprovista de toda función extraliteraria impuesta por los seres humanos, es decir, literatura pura e inocente. Una literatura que se preocupa por lo artístico, pero desde lo cotidiano, así es la de la escritora que nos ocupa.

Daniela Hodrová es una escritora checa nacida en 1946, y probablemente la escritora más conocida del postmodernismo checo (Sokol, 2012, p. 44). En ella encontramos dos facetas, la de escritora y la de teórica literaria, que conviven en su vida y en su obra. Hija de un actor del teatro de Vinohrady en Praga, después de una breve estancia como asistente en un teatro pequeño, comenzó a cursar estudios literarios en la Universidad Carolina de Praga. Tras trabajar brevemente en la editorial Odeon, comenzó su labor como investigadora en el Instituto de Literatura Checa de la Academia de Ciencias (Československá akademie věd, ČSAV). Daniela Hodrová comenzó su carrera como teórica literaria a principios de los años 70, poco antes de dar inicio a la escritura de la que sería su primera novela, Podobojí (cfr. Santiago Pérez, 2008, p. 79). Al mismo tiempo que desarrollaba su labor como investigadora, comenzó a escribir también ficción, pero ninguna de sus obras circuló en samizdat[3] – el underground checo de publicación clandestina durante la ocupación soviética – ni tampoco fue publicada en el extranjero, como sí ocurrió con otros autores contemporáneos. Su obra fue finalmente publicada en la década de los años noventa, tras la caída del régimen comunista.

Daniela Hodrová, dos facetas, una personalidad

La obra de Hodrová, al igual que la de Ajvaz, se preocupa mucho más por la estética, mostrando en ella diferentes formar de ver lo artístico en el día a día. Tanto en su ficción como en su obra crítica encontramos a una personalidad que explora y a la vez se sirve de motivos y temas de las tradiciones cristiana, judía, renacentista y barroca. Todos estos movimientos confluyen en una obra global, que no puede clasificarse en un género único, pues fusiona la recreación histórica de las novelas históricas tradicionales con lo autobiográfico y lo autoficcional, pasando también por la reflexión ensayística metaliteraria, sobre la literatura en general y sobre su escritura en particular, y sin dejar de lado la ficción propiamente dicha.

Esta fusión de géneros, así como las constantes referencias literarias a otros autores como Kafka, Erben o Alighieri, y también a la ciudad de Praga, casi un personaje más, hacen de su obra un acto que demanda toda la energía del lector para su compresión, exige pues un lector activo y agente, no solo paciente. Por ello, algunos críticos han llegado a calificarla como una escritora “masculina”, privando no solo a Daniela, sino también a la literatura escrita por mujeres de estos rasgos (cfr. Sokol, 2012, p. 51).

La estrecha relación existente entre su obra de ficción y su labor como investigadora ha sido señalada por numerosos críticos, como Zdeněk Heřman, Vladimír Macura o Martin Ryšavý (cfr. Chitnis, 2004, p. 92). La publicación tardía de sus obras dificulta la creación de una línea temporal de evolución de su pensamiento y su poética. En el año 1991, fue publicada la trilogía de la Ciudad Doliente[4] (Trýznivé město), en la que la voz narradora viaja por la ciudad de Praga en tiempo y en espacio, lidiando no solo con las referencias literarias e históricas, sino también con la muerte de sus seres queridos. Pero las distintas partes fueron escritas mucho antes: Podobojí (Bajo las dos especies), está fechada como escrita entre 1977 y 1978, y luego en 1984; Kukly (Crisálidas/Marionetas), figura como escrita entre 1981 y 1983; y Théta, la tercera y última parte, fue escrita entre 1987 y 1990. La última parte funciona no solo como novela, sino también como comentario a las dos primeras novelas de la trilogía. Cada una de las partes de la trilogía está protagonizada por un personaje femenino, cada uno de ellos alter-ego de la escritora: Alice Davidovičová, Sofie Syslová y Eliška Beránková.

Uno de los rasgos principales de la poética de Hodrová es la convivencia de todos los personajes de su universo literario, como si fuera una única obra. Sobre este aspecto volveremos más tarde, pero es necesaria su mención aquí para comprender el hilo de sus novelas posteriores. Existe una continuación de la trilogía, pues siguen los mismos personajes en la novela Komedie (Comedias, 2003), en la que centra su atención en el cementerio de Olšany, frente al que pasó los primeros años de su vida, y que sirve como punto de encuentro con distintas personas de su vida. Esta obra retoma el estilo fronterizo entre ficción y autobiografía sobre el que volveremos más adelante al comentar y analizar el estilo de la escritora.

En 2010, vio la luz la novela Vyvolávání (Invocación), un texto de difícil categorización, en el que el argumento narrativo está lejos de ser el foco de atención, que roza lo ensayístico y por momentos incluso lo memorístico. En la obra retoma a los personajes de Ciudad doliente, y estos se confunden con personajes de la cultura checa, como Bohumila Grögerová, Josef Hiršal o Miloš Kopecký. Los lugares de la acción son, de nuevo, lugares de Praga, como la plaza Jiřího z Poděbrady, el cementerio de Olšany o Vinohrady. En la obra, Daniela imagina el destino de los personajes literarios de sus obras anteriores, hablando de su “próxima” vida.

Tras la publicación de Invocación, obra que le mereció a la escritora el Premio Nacional de Literatura, en 2014 publicó su siguiente novela, Točité věty (Oraciones en espiral), que retoma de nuevo a las protagonistas de la trilogía y aquellos introducidos en la Invocación, especialmente las figuras de la poeta Bohumila Grögerová y la artista Adriena Šimotová. Esta obra le valió de nuevo un prestigioso galardón, el Premio Magnesia Litera a libro del año en 2016. La escritora narra aquí la historia de sus personajes y sus seres queridos, no sólo los vivos, sino también aquellos que viven ya en el inframundo praguense y aquellos personajes o personalidades presos del olvido de la historia. Es también un diario vital, una especie de diario de escritura, en el que analiza su propia escritura, no solo de esta novela que la ocupa, sino también de todas sus obras anteriores.

Su obra más reciente es Tá blízkost (La proximidad), publicada en 2019, que sigue con la genealogía de protagonistas creada con Ciudad doliente. Pretende convencernos de nuevo con ella de que nada termina, ni la vida, ni el amor, ni la escritura, ni la historia que empezó a contar más de cuarenta años atrás. Se trata, de nuevo, de una obra con tintes autobiográficos, que avanza y retrocede en el tiempo, y con una alternancia de la voz narradora entre la primera y la tercera persona.

Antes de retomar los personajes de la ciudad doliente, Daniela Hodrová escribió dos novelas algo más independientes en cuanto a trama y personajes: Perunův den (El día de Perun, 1993) que narra simultáneamente la historia de cuatro jóvenes chicas cuyos nombres – Marková, Matoušová, Lukášová y Janů – hacen alusión directa a los cuatro evangelios cristianos; y Ztracené děti (Niños perdidos, 1997) que presenta una compleja red de relaciones familiares, en la que presta especial atención a las relaciones madre-hija, y abuela-nieta, y que está articulada a través de sueños y fragmentos de recuerdos.

De su producción teórica, cabe destacar su primera obra, Hledání románu (La búsqueda de la novela), que fue publicada en 1989, justo tras la ocupación. También merece la pena mencionar la colección de ensayos Poetika míst (La poética de los lugares, 1997), en los que analiza, junto a otros autores, diversos loci de la literatura, como el castillo, el bar, la escuela o la prisión, y su representación en la literatura checa. Publicado por la editorial Malvern en 2011, también merece la pena el ensayo Chvála schoulení (Elogio de acurrucarse), que analiza el horizonte del individuo como persona en el oeste contemporáneo. La ciudad de Praga tiene una posición fundamental en su universo literario, tal que le ha dedicado el ensayo Citlivé město (La ciudad sensible, 2006), en la que describe la ciudad bohemia como un laberinto. Y también la obra Město vidím… (Veo una ciudad…, 1992), una particular guía de viaje que es a la vez ensayo y diario de sus experiencias y su relación con la ciudad de Praga.

Aunque aquí hemos separado su obra en dos vertientes claras, la creativa y la teórica, lo cierto es que muchas de las obras, especialmente las más literarias en el sentido estricto de la palabra, las obras que podemos decir “de ficción”, son un complejo collage de géneros, en los que se funde lo ficticio con lo autobiográfico, lo novelesco con lo ensayístico, la reflexión teórica con el discurso interior. Todas estas fusiones y límites difusos dificultan su categorización y su lectura, debido al complejo entramado de referencias y reflexiones, tanto teóricas como psicológicas, que incluye en ellas.

La obra que no cesa

Daniela Hodrová es una escritora a la que no se han dedicado todas las páginas que deberían. A la hora de documentarme para mi tesis doctoral, centrada en el análisis comparado de su obra con la de otras escritoras contemporáneas y en la que trabajo actualmente, me ha resultado muy difícil encontrar artículos o capítulos de libros que realicen estudios sobre ella en español, y no únicamente en esta lengua. Son pocos los resultados que devuelven las búsquedas en bases de datos de referencia como Scopus o Web of Science, que remiten no más de una veintena de artículos centrados en el análisis de la obra de la escritora.

Elena Sokol, traductora de la obra de la escritora checa al inglés y también una de las principales investigadoras que han estudiado su obra, dedica varios artículos y capítulos de libro a la misma. Una de las cosas que señala es que todas sus novelas son, en alguna manera, continuación de las anteriores. Su ficción está compuesta por textos que son “una compleja red de personajes e interrelaciones espaciales y temporales, entretejidos con alusiones literarias, mitológicas e históricas” (Sokol, 2012, p. 45), lo que hace de ella, como se ha señalado al principio de este artículo, una escritora que exige mucho al lector, pero que al mismo tiempo es capaz de cautivarlo.

En una entrevista que concedió a Daniela Dražanová en el año 1996, la escritora dijo que ella escribía en busca de su identidad, de su verdadero ser, y estima este proceso infinito. Un reflejo de ello es la continuación de sus novelas, pues ella considera toda su obra como una única y monumental novela que terminará el mismo día que también lo haga su vida. En Točité věty, de cuya lectura vamos a partir para elaborar esta poética, encontramos el siguiente fragmento:

De repente me sentí confusa, porque el pasaje, alterado más adelante en el libro, me resultaba tan familiar como si lo hubiera escrito ayer o hace un mes, sólo que los personajes venían de algún lugar del pasado, pero no habían sido olvidados, y todas las novelas, las que yacían allí y las que permanecían en el hueco de la pared, volvían a aparecer, formando una sola, las páginas del manuscrito podían ser barajadas y escaneadas como cartas en innumerables variaciones, y de los encuentros fortuitos, o más bien nada fortuitos, de frases y personajes de diferentes novelas, se podían tejer más y más alfombras de Vynohrad.[5] (Hodrová, 2015, p. 69-70, nuestra traducción)

En este fragmento, vemos cómo al caer una caja que llevaba dentro los distintos manuscritos que había escrito a lo largo de su vida, se mezclaron las páginas de una y otra novela, como se mezclan en la vida real, porque son una sola. En la misma obra, encontramos diversas y numerosas alusiones a su escritura, analizando y narrando el proceso mismo de la creación: “Escribí la historia de Podobojí en los momentos en que mi padre se iba a tomar dos cervezas por la tarde, sobre las cuatro, al cercano pub U Březinů; una hora y media era el tiempo que solía tardar en escribir un capítulo corto”[6] (Hodrová, 2015, p. 81, nuestra traducción). Este fragmento demuestra, además, una característica propia de la autora checa, pero también de la escritura femenina en general, marcada por la brevedad, como recoge en su artículo Elena Sokol, ya que las mujeres escritoras a menudo deben encontrar hueco para la escritura entre todas las tareas que realizan a lo largo del día. Además, en el mismo capítulo, y referenciando a Joanne Frye, Sokol (cfr. 2012, p. 48-49) describe una poética de la escritura femenina que se caracteriza por el uso de la primera persona narrativa y estructura similar al collage, fragmentaria, que refleja así mismo estos horarios que señalábamos, que ofrecen tiempos más cortos que dedicar a la escritura.

Otra característica de su obra es la superposición de distintos planos temporales: conviven en la narración pasado y presente, la Praga actual y la Praga histórica, personajes vivos y personajes fallecidos, personajes reales y personajes imaginados. Desde el comienzo mismo de su obra, como señala Dana Pfeiferová (2020), los planos temporales y los mundos reales se entrelazan con los metafísicos, y se difuminan casi hasta desaparecer los límites entre la ficción y la teoría literaria. Esto mismo lo encontramos en este fragmento: “En mi novela no sólo se entrecruzan los tiempos, sino que a veces una frase, como una célula de Purkinje con un cuerpo infinitamente ramificado, se ramifica en la nada, no conduce a otras frases, es ciega”[7] (Hodrová, 2015, p. 143, nuestra traducción). Es un universo literario construido pues a base de la superposición de planos temporales, espaciales e incluso creativos. Todos los personajes que han aparecido alguna vez en su obra están a la espera, siempre atentos, esperando a ser llamados a escena de nuevo:

[…] Todos esos personajes que convoco de la inexistencia, que creo que permanecen encadenados en el manuscrito, esperando mansamente allí a que el inspector, es decir, yo misma, los llame de nuevo a escena, pero mientras tanto se mueven a mi alrededor, convergen y libran feroces batallas entre sí como ácaros sobre la alfombra y la piel.[8] (Hodrová, 2015, pp. 208-209, nuestra traducción)

Sobre la escritura de la última parte de la trilogía, en Město vidím (1990, 2009), Daniela Hodrová escribe lo siguiente:

En el otoño de 1989, seguía escribiendo Théta, la tercera y última parte de la trilogía. […] En esos días de noviembre, algo fundamental sucedió para la vida de la ciudad, y también para la mía. Terminé de escribir Théta en el mismo momento que estalló la batalla, porque en ese momento la ciudad cesó, al menos brevemente, de ser una ciudad doliente. Me resultaba imposible seguir con la novela; se habría convertido en un texto distinto, extranjero, de otro autor. [9] (Hodrová, 2009, pp. 25-26, nuestra traducción)

En este fragmento vemos cómo las obras de arte, y en este caso las novelas, son hijas directas del contexto, cómo un cambio en el contexto socioeconómico e histórico puede alterar el curso de una narración. En cierta manera, la obra de Daniela Hodrová da testimonio de los cambios experimentados por la sociedad checa, pues en la trilogía de la Ciudad doliente comienza un viaje por la historia checa desde la Edad Media, un viaje que continúa en todas sus obras, y en el que atiende a y refleja los cambios políticos experimentados por su país. No es extraño encontrar personalidades de la esfera cultural checa, como es el caso de Bohumila Grögerová, Karel Hynek Mácha, Josef Hiršal, Adriena Šimotová, Milena Jesenská o Vera Chytilová.

No mucho después de aquel suceso, empecé a escribir las Oraciones [Točite věty], y a medida que las frases se alineaban una tras otra, o más bien se superponían, anidaban en una red de analogías, cada vez más amplia y espesa, pues esta red no se extiende simplemente hacia delante y se hincha hacia los lados, pero también se despliega en profundidad, abarcando Vyvolováni y Komedie, y llegando aún más hondo, hasta Théta, Kukly y Podobojí, que estaba al principio, todas las novelas, aunque las escribí a lo largo de más de treinta años, están sucediendo simultáneamente y ahora mismo para mí, están co-presentes en las Oraciones, del mismo modo que las Oraciones, aún no escritas, ya estaban presentes en ellas, prefiguradas e insinuadas en ciertas estructuras, frases, ritmos, tensiones, envueltas en motivos a la espera de ser desarrollados, en contextos adormecidos a la espera de ser despertados, las frases empezaron a precipitarse como cascadas en el cuadro de diciembre de Huptych, arrastrando viejas historias y significados, entrelazándolos con los posteriores, pero también con los más recientes, aquí y allá, aquí y allá, las puertas de las historias abriéndose alternativamente, todas ellas aún presentes.[10] (Hodrová, 2015, p. 234, nuestra traducción)

 En este fragmento, la propia Daniela nos explica todas las relaciones de su obra, cómo todas ellas son una sola. Así como las Oraciones ya estaban en la Ciudad, la Ciudad está en las Oraciones. Esa obra única, que no cesa, que llegará hasta los últimos días de su vida, está creando una finísima red, una tela de araña en la que confluyen todos los personajes y todas las historias que alguna vez han aparecido en su universo literario.

La ciudad-texto: Praga y su configuración literaria

La ciudad, que es Praga, su adorada Praga natal, aparece como el lugar absoluto del desarrollo de la narración a lo largo de toda su obra eminentemente ficcional. Y esa tela de araña que señalábamos al final del apartado destinado a su poética se extiende a lo largo de toda Praga, no solo de aquella más superficial y tangente que podemos recorrer, sino también la Praga subterránea, la del “inframundo” como ella misma lo llamó en Točité věty, el mundo subterráneo de la ciudad en el que conviven vivos y muertos, la Praga actual y todas las Pragas que alguna vez fueron.

Daniela Hodrová concibe el proceso de escritura como un proceso de confección en el que tejemos y destejemos redes de textos, a través de las cuales tratamos de estructurar el mundo en espacios que carecen de límites o en apariencia no los tienen (cfr. Hodrová, 2004, p. 540). Este proceso es similar a las redes que construye la ciudad, la ciudad-texto nunca se acaba, es un campo en movimiento, que establece una relación simbiótica con todas las ciudades subterráneas, que la historia y el tiempo han ido enterrando en la profundidad de la ciudad: la Praga medieval, la Praga gótica, la Praga comunista… Todas ellas están presentes en la ciudad-texto, y crean una red que abarca no solo lo físico, sino que también se extiende a la literatura:

En aquella época, la casa todavía era para mí aquello en lo que después se convertiría toda la ciudad – Infierno, Purgatorio y Paraíso, o quizás solo una especie de inframundo, ya que las fronteras entre los distintos espacios no estaban nada claras. ¿Y no es este uno de los elementos esenciales de esta ciudad como un todo: la fusión de los lugares de misericordia con los lugares de perdición?[11] (Hodrová, 2009, p. 12, nuestra traducción)

A lo largo de la ciudad, la historia y la memoria de ésta se mezclan y se entrecruzan con la historia personal y la memoria de la escritora, en este caso. Cuando los personajes recorren la ciudad, pasan por lugares que abren sus mentes al recuerdo, a experiencias pasadas. Estos viajes son posibles especialmente en recorridos o trayectos que se repiten con regularidad, como indica Hodrová en su artículo (2004, pp. 542-543), en un momento determinado, las dos redes narrativas pueden cruzarse, y se percibe así otra circunstancia, otra experiencia, otra conciencia adquiere protagonismo y toma la voz. Este es uno de los rasgos característicos del estilo de la escritora, esa polifonía de voces, de planos y de historias que comentábamos antes:

Podemos llamarlo la “memoria viva de los lugares” – cada lugar es un escenario en el que se han desarrollado escenas y aún se siguen realizando. A veces, estas imágenes que ocurren en un mismo lugar se mezclan, produciéndose simultáneamente o fuera de orden. Con toda probabilidad, así será también aquí. Y en mi novela también entra en juego otro principio: la forma en que los lugares imaginan cosas, hechos. A partir de su memoria, los lugares inventan sus propias historias, rodeándose de acontecimientos que nunca han ocurrido allí, pero que podrían haber ocurrido. Y lo mismo ocurre con las cosas (este texto estará lleno de todo tipo de reliquias): las cosas no sólo tienen sus historias reales, sino que también inventan otras historias para divertirse. Basta con ceder a su afán de crear tramas.[12] (Hodrová, 2009, p. 20, nuestra traducción)

En el universo literario de Daniela, no sólo los personajes tienen vida propia y agencia en los hechos, también los lugares y los objetos son capaces de crear historias, y de modificar las ya existentes, a través de esas redes entrelazadas que unen todos los tiempos pasados y presentes en una única realidad.

No hay final mientras se vive

“¿Qué significa el final? ¿El fin de todo? ¿Cómo podría haber un final mientras se está vivo, mientras vivamos?”[13] (Hodrová, 2015, p. 223, nuestra traducción). Con esta frase de Točité věty, que sintetiza a la perfección la línea de pensamiento de Daniela Hodrová y su concepción de la novela, podemos concluir esta breve aproximación a la poética de una escritora sobre la que no se han escrito todas las páginas que se deberían. Para ella, no es posible escribir un final mientras que aún vivamos, el final solo es posible si es el fin de todo, el final de toda una vida, de toda una obra.

Una obra total, única y monumental a la que la escritora ha consagrado toda su carrera, profesional y creativa. Es imposible concebir su creación literaria sin la teórica. Una escritora que nos da las llaves de su reino literario y nos ofrece a lo largo de su obra ensayística las claves para interpretarla y entenderla. Entrar al universo de Daniela es hacerlo a uno muy rico, complejo, y que no dejará de sorprender al lector. Su obra no solo ayuda a entender la posición del ser humano en este mundo moderno, sino también a descubrir las distintas capas de la realidad, todas y cada una de aquellas capas que subyacen al plano tangible que vemos y leemos.

Bibliografía

Alighieri, D. (2021). Divina Comedia. Infierno (J. Gimeno, Trad.; Edición bilingüe). Barcelona: Penguin Random House.

Chitnis, R. A. (2005). Literature in post-communist Russia and Eastern Europe the Russian, Czech and Slovak fiction of the changes, 1988-1998. RoutledgeCurzon.

Daniela Hodrová, 1946-. (2004). Text města jako síť a pole. Česká literatura, 4(52), pp. 540-544.

Glanc, T. (Ed.). (2018). Samizdat past & present. Praga: Institute of Czech Literature.

Hodrová, D. (2009). Město vidím. Praga: Edice Současné České Poezie.

_______, (2015). Točitě věty. Praga: Malvern.

Machovec, M. (2019). Writing underground: Reflections on Samizdat literature in totalitarian Czechoslovakia. Praga: Charles University.

Pfeiferová, D. (2020, junio 16). Text jako očistný rituál i svébytný hold pražskému strukturalismu – iLiteratura.cz. iLiteratura. https://www.iliteratura.cz/clanek/43097-hodrova-daniela-ta-blizkost [Accedido: 10/05/2023]

Santiago Pérez, H. F. (2008). Visiones postmodernas en la obra literaria de Daniela Hodrová. Granada: Universidad de Granada.

Sokol, E. (2012). Diverse Voices: Czech Women’s Writing in the Post-Communist Era. Argument: Biannual Philosophical Journal, 2(1), pp. 37-58.

Notas

[1] Nuestra traducción: “Sestup do města, sestup takřka ve smyslu iniciační katabáze, je pro mne sestupem do jeho minulosti, ale zároveň sestupem k sobě, k vlastní identitě”.

[2] La entrada completa puede consultarse aquí: https://www.czechlit.cz/en/author/daniela-hodrova-en-2/ [Accedido: 05/05/2023]

[3] La literatura checa durante la ocupación soviética estaba diseminada en tres ramas: la literatura oficial, con intereses afines al régimen; la literatura del exilio, publicada por autores checos en el extranjero; y la literatura clandestina o samizdat, Remito a los estudios de Machovec (2019) y el volumen editado por Glanc (2018) para profundizar en el desarrollo de las publicaciones clandestinas en la Checoslovaquia ocupada.

[4] La trilogía recibe este título en referencia a la Divina Comedia de Dante Alighieri, que tiene esta inscripción en la puerta de acceso al infierno: “Per me si va ne la cittá dolente / per me si va ne l’etterno dolore / per me si va tra la perduta gente” (Alighieri, 2021, p. 66). La obra del florentino ha tenido gran influencia en la trilogía y también en la obra posterior de la escritora. En Točité věty, novela de 2015, encontramos numerosas alusiones a la misma, e incluso se narra la lectura de numerosos pasajes de la comedia.

[5] “Byla jsem najednou zmatená, protože ta pasáž, později v knize pozměněná, mi připadala tak blízká, jako bych ji napsala před měsícem nebo včera, jen postavy pocházely odněkud z minula, zapomenuté však nebyly, a znovu se ukazovalo, že všechny romány, ty, které tu ležely, i ty, které zůstaly v dutině zdi, tvoří jeden, listy rukopisů by se mohly v nesčetných variacích promíchávat a snímat jako karty a z náhodných, ach, vůbec ne náhodných setkání vět a postav z různých románů by se mohly tkát další a další vinohradské koberce“.

[6]Podobojí jsem psala v době, kdy otec odpoledne, kolem čtvrté odcházel na dvě piva do blízké hospody u Březinů, půldruhé hodiny byla doba, po kterou jsem obvykle napsala jednu krátkou kapitolu”.

[7] “v mém románu časy prostupují, ale někdy se věta, podobna Purkyňově buňce s nekonečně se větvícím tělem, větví do prázdna, nevede k jiným větám, je slepá”.

[8] „všech těch postav, jež vyvolávám z nebytí a o nichž se domnívám, že zůstávají upoutány v rukopise a pokorně tam čekají, až je inspicient, já, znovu povolá na jeviště, ale ony se zatím pohybují všude kolem mne, sbližují se i svádějí mezi sebou nelítostné zápasy jako roztoči na koberci a na kůž”.

[9] “Na podzim roku 1989 jsem psala dál román Théta, třetí díl Trýznivého města […] V těch listopadových dnech se stalo něco podstatného se životem tohoto města, s mým životem. Dopsala jsem román Théta v okamžiku, kdy bitva vypukla, neboť tehdy město přestalo být, alespoň nakrátko, trýznivým městem. Zjistila jsem, že je nemožné, abych v románu pokračovala, změnil by se v jiný, cizí text”.

[10] “Nedlouho po oné události jsem začala psát Věty, a jak se věty řadily jedna za druhou, spíš vrstvily jedna na druhou, vnořovaly se do sítě analogií, neustále se rozrůstající a zahušťující, neboť tato síť se nešíří pouze dopředu a nenadouvá do stran, ale rozvinuje se i do hloubky, zahrnuje do sebe Vyvolávání a Komedii a sahá ještě hlouběji, k Thétě, Kuklám a Podobojí, které bylo na samém počátku, všechny romány, ačkoli jsem je psala v rozmezí více než třiceti let, se pro mne dějí současně a právě teď, jsou ve Větách spolupřítomny, stejně jako byly Věty, dosud nenapsané, už přítomny v nich, předpovídány a napovídány v některých strukturách, větách, rytmech, pnutí, zavinuty v motivech čekajících na své rozvinutí, v dřímajících souvislostech čekajících na své probuzení, věty se začaly řítit jako vodopády na Huptychově obrazu prosince a vyplavovat staré příběhy a významy, proplétat je s těmi pozdějšími, ale i s těmi nejnovějšími, tam a sem, sem a tam se střídavě otvírají dveře příběhů, stále jsou spolupřítomny všechny”.

[11] “Tehdy ještě pro mne byl dům tím, čím se posléze stalo celé město – peklem, očistcem a rájem, či spíš jen podsvětím, hranice jednotlivých prostorů byly totiž nezřetelné. A není to jeden z rysů charakterizujících toto město jako celek – to splývání míst milosti s místy zatracený?”

[12] “Může se tomu říkat třeba „živá paměť míst“ – každé místo je divadlem obrazům, které se na něm odehrály a stále odehrávají. Někdy se obrazy v paměti místa pomíchají, vyvstávají jakoby současné nebo napřeskáčku. Najspíš se to bude dít i v tomto textu. A kromě toho v měm románu funguje ještě jiný princip – fantazie míst. Místa na základě své paměti sama fabulují, obklopují se příběhy, které se na nich nikdy nestaly, ale mohly stát. A stejně je tomu i s věcmi – věci mají nejen své skutečné příběhy, nýbrž další příběhy si vymýšlejí. Stačí se poddat jejich vůli fabulovat”.

[13] “Co znamená konec? Konec všeho? Jak by mohl být konec, dokud žije, dokud žijeme?”