Entre el desierto y la utopía: una semblanza de Lev Lunts

Julián Alejandro Lescano (UBA—UNLa)

El destino de Lev Natánovich Lunts, tanto en vida como después de su muerte, tiene algo de ese regusto trágico que mancomuna a tantos grandes escritores rusos. En el momento en que cae víctima de una embolia cerebral en la ciudad de Hamburgo, apenas cumplidos los 23 años, lleva escrita una obra copiosa para los escasos cuatro años que abarca su carrera de escritor: cuatro obras teatrales que nos han llegado íntegras (Fuera de la ley, Bertran de Born y ¡Vienen los monos!, todas publicadas en 1923, y La ciudad de la verdad, publicada póstumamente en 1924) y una de la que solo se conservan fragmentos (El hijo del jeque, 1919); dos guiones cinematográficos (El testamento del zar, basado en su novela corta homónima, y La rebelión de las cosas, escrito pocas semanas antes de su muerte y redescubierto cuarenta años más tarde, en 1965); tres cuentos que, a través de recursos sumamente heterogéneos, hacen recreaciones modernas de historias y temas bíblicos (“Relato de un castrado”, de 1921; “En el desierto”, de 1922; y “La patria, de 1923); una serie de cuentos de veta satírica que presentan escenas de la vida soviética a través de diferentes ópticas, ya realistas, ya fantásticas, ya en diversas combinaciones de ambas (entre los cuales podemos destacar “Saliente n.º 37”, “Más allá de la frontera” y “La rebelión”, escrito en 1921 y redescubierto en 2009); la ya mencionada novela corta El testamento del zar (1922-1923); y, por último, pero de ninguna manera menos importante, una serie de artículos teóricos y críticos que demuestran la amplitud de los intereses de Lunts así como la profundidad de sus conocimientos y la “libertad de su pensamiento” (como lo describiría Maxim Gorki). De entre ellos, mencionaremos sus escritos sobre dramaturgia (“Sobre la puesta en escena de las novelas satíricas” y “La risa infantil”, de 1919, y “La tarea del director”, de 1920); su ensayo autobiográfico “Viaje en una cama de hospital” (escrito en Berlín en 1923-1924) y sus artículos polémicos “Por qué somos los Hermanos de Serapión” (1922, suerte de manifiesto del grupo literario de ese nombre), “Sobre la ideología y la propaganda” (del mismo año) y “¡A Occidente!” (conferencia pronunciada en una reunión de los Hermanos de Serapión, también en 1922).

Lunts mostró en sus breves pero intensos años de creación una sabiduría artística y una lucidez filosófica muy superiores sus años y que rivalizan con las de sus más célebres contemporáneos. Denostado por la crítica oficial, fue elogiado por Víktor Shklovski, Iuri Tiniánov, Evgueni Zamiatin y Maxim Gorki, quien en carta a Veniamín Kaverin llama al joven Lunts “un escritor serio y grande” (Горький, 1963: 177, citado por Ичин, 2011: 7)[1]. Esta recepción tan polarizada llegó a definir su silueta tanto en vida como después de su muerte. Para Gary Kern, dedicó “la mayor parte de su corta vida” a “prepararse para convertirse en un gran escritor”, y su temprana desaparición le otorgó los contornos de una figura trágica e incomprendida (Kern, 1965, citado por Ичин, ibid.)[2].

Su obra, aunque tuvo una influencia casi nula en los escritores rusos de generaciones subsiguientes, es de capital importancia para comprender el clima artístico-intelectual petersburgués y la eclosión creativa de los primeros años postrevolucionarios, así como para delinear el desarrollo de diversos géneros literarios en la URSS, en particular el distópico. La ciudad de la verdad (1924) constituye, de hecho, el primer drama distópico y, en general, uno de los primeros exponentes de este género en la literatura rusa del siglo XX —recordemos que Nosotros de Zamiatin había sido escrita apenas cuatro años antes.

Un hermano de Serapión: breve esbozo biográfico

Nacido en San Petersburgo en 1901 de una familia judía de clase media (su padre, inmigrante lituano, era farmacéutico y su madre, una destacada pianista), Lunts demostró desde pequeño grandes dotes pero también una salud sumamente frágil, ambos aspectos que lo acompañarían toda su vida. En su infancia se dedicó al estudio de las bases de la cultura y lengua hebreas. En 1918 se graduó del gimnasio y en 1922 de la Facultad de Filología de la Universidad de Petrogrado y empezó a especializarse en literatura española, que (junto con la italiana) lo había cautivado desde la adolescencia, en particular las novelas de aventuras, que a la postre serían una gran influencia tanto en su pensamiento como en su práctica artística. A partir de 1921, fue uno de los fundadores y principales teóricos de los “Hermanos de Serapión”[3], grupo literario formado al calor de los debates en la Casa de las Artes de Petrogrado, en los seminarios dictados por Nikolái Gumiliov, Iuri Tiniánov, Evgueni Zamiatin y Kornéi Chukovski, cuyas ideas tuvieron una influencia crucial en Lunts. Junto con él formaron parte del grupo Veniamín Kaverin, Mijaíl Zóschenko, Elizaveta Polónskaia, Mijaíl Slonimski y Víktor Shklovski. Dentro de este grupo heterogéneo, que se orientaba al cultivo de la forma artística y rechazaba una visión utilitarista del arte, Lunts representaba, como veremos luego, al ala occidentalista.

7011_1423229329Durante esos últimos años de su vida, su intenso trabajo intelectual, las crudas condiciones de vida en Petrogrado en tiempos de la Guerra Civil, las húmedas y frías habitaciones de la Casa de las Artes en las que pasaba sus días con una vestimenta inadecuada para el clima, resultaron extenuantes para su ya frágil salud. A comienzos de 1923 se enfermó con gravedad del corazón, por lo que debió pasar los meses del invierno en cama; en junio de ese año surgió la posibilidad de realizar un viaje a España, donde debía realizar trabajos de investigación. Pasó primero por Alemania, adonde ya habían emigrado sus padres, a someterse a tratamientos en sanatorios en Frankfurt y luego en Hamburgo, donde siguió trabajando sin descanso, dando forma definitiva a La ciudad de la verdad (de la cual ya tenía borradores) y bosquejando artículos y ensayos. Murió en Hamburgo el 10 de mayo de 1924 de una embolia cerebral, dejando inconcluso un artículo teórico sobre las tradiciones literarias de Oriente y de Occidente que habían influido en las poéticas de los Hermanos de Serapión.

¡A Occidente!: sobre la poética de Lunts

En sus ya mentados artículos polémicos, “Sobre la ideología y la propaganda”, “¡A Occidente!” y, sobre todo, “Por qué somos los Hermanos de Serapión”, así como en el prólogo a Bertran de Born, Lunts se explaya sobre la necesidad de “creer en la realidad de la obra, sea del color que sea” (Лунц, 1922a). Pese a las críticas de sus detractores, Lunts no es un defensor del “arte por el arte”, pero sí considera que la ideología no es el único sino apenas “uno de los elementos de la obra de arte […] Y si en una novela se hallan orgánicamente desarrolladas convicciones políticas, filosóficas o religiosas acabadas y originales, yo aplaudo a esa novela. Pero no se debe olvidar que una novela sin una ‘cosmovisión’ precisa y clara puede ser excelente, mientras que una novela que se base solo en ideología desnuda puede ser intolerable” (Лунц, 1922b).

En estos artículos Lunts presenta una visión clara de su programa estético[4]: rechazo del realismo costumbrista y psicológico, y de la visión utilitarista y “propagandística” de la literatura preconizada por la crítica sociológica de la literatura (“¡El arte no es propaganda! El arte tiene sus propias leyes”, ibíd.), así como del misticismo de los simbolistas, y apuesta por una literatura caracterizada por la elaboración formal y la solidez de sus tramas, tomando como modelo las novelas de aventuras occidentales, rechazadas según él por el snobismo “provinciano” de la intelectualidad rusa, que desprecia la fábula y prefiere libros “aburridísimos, pero seriecísimos” (Лунц, 1922c)[5]. Según Lunts, la novela rusa ha olvidado, en su época, la importancia de una trama interesante y acabada: “¿En qué brilla la novella de los últimos tiempos? Un lenguaje refinado, un estilo sutil y magnífico. O bien: psicología aguda, tipos asombrosos, rica ideología. Pero es incapaz de despertar interés. ¡Aburrido! ¡Aburrido!” (ibíd.). En cambio, “la cultura de la fábula es en Occidente invencible. Y por eso la novela occidental no ha muerto” (ibíd.).

En “¡A Occidente!”, Lunts lamenta el predominio de la “crítica sociológica” de la literatura rusa, que según él ha conducido a una sobrevaloración de la novela realista y a la asfixia de otras formas artísticas: “Nuestra crítica pide una representación de la realidad, de las relaciones de vida […]. ¿Pero acaso no saben los naródniki rusos que en el arte la representación exacta de la época, de la realidad, es imposible? El arte transfigura el mundo, no lo copia” (ibíd.). En ese sentido, define la orientación propia y de los Hermanos de Serapión como “antirrealista”, como una orientación “a la fábula”. La exclamación del título se completa con un apóstrofe a los escritores rusos: “Sean revolucionarios o contrarrevolucionarios, místicos o blasfemos, pero no sean aburridos. Por eso: ¡a Occidente! Por eso: ¡al estudio, al diccionario! ¡A comenzar desde el principio!” (ibíd.).

Los escritores rusos deben volver a las bases para aprender a atar y desatar intrigas, que es, según Lunts, lo más difícil e importante del quehacer literario y lo único que los rusos no dominan: por eso, llama a imitar a los escritores occidentales, pues defiende (con Itamar Even-Zohar) que toda renovación literaria implica una imitación del extranjero. “Los epígonos de una literatura ajena son iniciadores de una nueva corriente en una propia. Así ha sido siempre. […] Quien desee crear la novela rusa de aventuras debe aprender en Occidente, pues en Rusia no hay de quién aprender. Pero quien desee renovar la novela realista rusa, ¡también a ese lo invito a mirar a Occidente!” (ibíd.). Los dardos de Lunts se dirigen a un realismo “ingenuo”, mimético y, en especial, al proselitista (posición representada en su argumentación por los naródniki), es decir, al que busca una transmisión directa del contenido político-ideológico al lector. A esta literatura de lo cotidiano y de lo psicológico, nuestro autor opondrá un arte romántico: “Para mí el romanticismo es ante todo tempestad y embate, no sentimental, no lacrimoso, sino desaforado y victorioso. Eso que no hay en la literatura rusa, eso que aprendí, aprendo y siempre aprenderé en Occidente” (Лунц, 1994). No es de extrañar, pues, que, queriendo alejarse de una representación directa de su realidad, la mayoría de las obras de Lunts transcurran en cronotopos alejados de su presente: la Edad Media, parajes exóticos, desiertos de resonancias bíblicas, ciudades aisladas y vagamente irreales, tiempos (pasados o futuros) de crisis y catástrofe…

Censura y derrotero de su obra

lunc_lev_39745_vne_zakona_pesy_rasskazy_statiSus declaraciones en defensa de la autonomía de la literatura, así como su propia praxis artística, que rehuía consignas y definiciones ideológicas fáciles, le ganaron a Lunts enemigos en vida y la censura de su obra después de su muerte. Sobre Fuera de la ley, obra que dramatiza la lógica de la transformación de la revolución en tiranía (Kalininová, 1999: 6) y que fue prohibida poco después de su estreno, dijo Anatoli Lunacharski en carta al director del Teatro Mali de Moscú, Alexandr Iuzhin: “A usted le gustó, Alexandr Ivánovich, que el tema sea algo así como revolucionario, que en la obra haya mucho movimiento, pero mi buen consejo para usted: no ponga en escena esta obra. Políticamente suscitará un escándalo. No hay, en mi opinión, papeles auténticos en la obra. No hay ni un solo carácter que se desarrolle de manera sistemática. La obra, a mi entender, es muy mala” (Луначарский, 1923). Declaraciones como esta tuvieron eco en la crítica marxista ortodoxa de la época, que denunció a Lunts —y a los Hermanos de Serapión en general— por negar la existencia o la importancia de la ideología. Objeto habitual de críticas fueron sus palabras en “Por qué somos los Hermanos de Serapión”, que citamos in extenso:

Cada uno de nosotros tiene una ideología, tiene convicciones políticas, cada uno pinta su casa con su propio color. Así es en la vida. Y así es en los cuentos, póvesti, dramas. Todos nosotros juntos, nosotros —toda la hermandad— exigimos una sola cosa: que la voz no sea falsa. Que creamos en la realidad de la obra, sea del color que sea. Demasiado tiempo y demasiado penosamente rigió la crítica sociológica sobre la literatura rusa. Es hora de decir que un cuento no comunista puede ser mediocre, pero también puede ser genial. Y a nosotros nos da igual con quién estaba Blok-poeta, el autor de “Los doce” o Bunin-escritor, el autor de El señor de San Francisco […] ¿Con quién estamos nosotros, los Hermanos de Serapión? Estamos con el ermitaño Serapión. Creemos que las quimeras de la literatura tienen una realidad especial, y no queremos utilitarismo. No escribimos para la propaganda. El arte es real, como la vida misma. Y como la vida misma, carece de propósito y de sentido: existe porque no puede no existir (Лунц, 1922a).

Tras los comentarios adversos de Lunacharski y, en especial, tras las feroces críticas contenidas en el informe de 1946 sobre las revistas Zvezdá y Leningrado, donde Andréi Zhdánov, tras leer fragmentos del artículo de Lunts, explica que es síntoma de un “apoliticismo corrompido, filisteísmo y vulgaridad” (Жданов, 1952: 7), la publicación de las obras de Lunts y la puesta en escena de sus obras se vuelve en la URSS imposible. El nombre de Lunts desaparece de los círculos literarios y críticos oficiales, excepto para ser vituperado. La Enciclopedia literaria de 1932 lo cataloga como “individualista burgués militante” y “típico exponente de las ideas de la intelligentsia liberal burguesa de formación prerrevolucionaria” (Литературная энциклопедия, 1932).

La primera publicación de obras de su autoría tras su muerte fue en Jerusalén en el año 1981, en una antología intitulada “La patria” y otras obras, que incluía las cuatro piezas teatrales, cinco relatos y tres ensayos. M. Wainstein, editor del volumen, escribió como epílogo un estudio que se convirtió en el primer trabajo serio sobre el olvidado escritor (Kalininová, 1999: 8). A esta edición siguió, en Alemania, la más copiosa El testamento del zar: un guion inédito, cuentos, artículos, reseñas, cartas y obituarios (1983).  Wolfgang Schriek, el compilador, anota en su introducción que, para ese año, “en la crítica literaria soviética […] no se encuentra mención alguna a sus obras literarias y teóricas. El Archivo de Lev Lunts, que se encuentra administrado desde 1967 por una comisión especial de la Unión de Escritores Soviéticos y en el que se conservan más de 800 páginas del autor[6], aún no es accesible a la sociedad. Hasta el día de hoy no existe en la Unión Soviética una edición de las obras completas de Lunts” (citado por Kalininová, 1999: 9).

En la Unión Soviética hubo intentos de publicar sus obras entre su muerte y los ‘60, pero ninguno tuvo éxito. En 1967, como señala Schriek, se formó una comisión a instancias de Kaverin para publicar las obras completas de Lunts junto con memorias acerca del autor en un volumen conmemorativo (plan ya ideado por los Hermanos de Serapión poco después de la muerte del autor), pero el proyecto fue duramente resistido por el establishment literario y terminó por ser rechazado. En contraste con estas obstinadas negativas, los hermanos de Serapión que lo sobrevivieron lo recordaron a menudo en sus escritos, y Nina Berbérova (1901-1993) contribuyó en gran medida al rescate del autor desde su exilio en EEUU, al intervenir en la creación del Archivo de Lunts en la Universidad de Yale, desde donde impulsó también, junto con Gary Kern[7], la publicación de las cartas intercambiadas con los Hermanos de Serapión durante la estadía de Lunts en Hamburgo.

Pero fue el ya mencionado Veniamín Kaverin (1902-1989) quien con más ahínco luchó contra el olvido oficial de Lunts, tanto en sus memorias acerca de los círculos literarios de Petrogrado en la década del ‘20 como en sus constantes llamados a la publicación de sus textos a lo largo de los ‘70 y ‘80. Él fue quien logró finalmente en 1989, poco antes de morir, que La ciudad de la verdad se volviera a editar en su país natal por primera vez en sesenta y cinco años (un año antes, Kaverin había también contribuido a la primera publicación soviética de Nosotros de Zamiatin, escrita en 1920). Unos años antes, Kaverin le había entregado las copias de los textos de Lunts que estaban en su poder a la investigadora polaca Janina Salajczykowa, quien gracias a ello pudo publicar en 1990 su estudio La obra literaria de Lev N. Lunts.

Luego de la disolución de la URSS, se reeditó en San Petersburgo la antología de Wainstein con el título Fuera de la ley: obras, cuentos, artículos (1994), pero hubo que esperar a 2003 para la publicación de una edición más o menos completa y representativa de la obra de Lunts: una voluminosa edición que, bajo el nombre de ¡Vienen los monos!: Prosa, teatro, artículos de opinión, correspondencia, reúne cuentos, piezas teatrales, guiones cinematográficos, artículos, reseñas, escritos autobiográficos y correspondencia, así como artículos y obituarios dedicados a Lunts y escritos por sus contemporáneos y amigos: Tiniánov, Kaverin, Berbérova, K. Fedin, y M. Slonimski. La edición, la más canónica hasta el momento, incorpora además un artículo introductorio del poeta, traductor y crítico V. Shubinski y comentarios y epílogo de E. Lemming. Por fin, en 2007, se publicó en Moscú L. N. Lunts. Legado literario, que incluye todas las obras teatrales, relatos y artículos (incluyendo los inconclusos), así como El testamento del zar, lo que representa la edición más completa al día de hoy[8].

Estas publicaciones ponen en valor la obra de uno de los escritores más originales de la Rusia de los primeros años de la Revolución, y han logrado que la crítica especializada dirija cada vez más su atención hacia ella. Solo en años recientes se abrió el archivo Lunts que se encuentra en el Archivo Estatal Ruso de Literatura y Arte (RGALI, por sus siglas en ruso), por lo que es de esperar que las investigaciones serias sobre su obra no hagan sino multiplicarse de aquí en más. Asimismo, es previsible que, con las nuevas ediciones, el interés del público lector cobre nuevos bríos y que su obra dramática vea por fin los escenarios, después de casi un siglo.

En cuanto a ediciones en lenguas extranjeras, en inglés se publicó una edición de sus obras completas en tres tomos en 2014-2016; también hay traducciones al alemán, que datan de los años ‘20 (quizás aún en vida del autor), y al italiano: el reconocido crítico Ettore Lo Gatto tradujo La città della verità, que se publicó en 1930, y, unas décadas más tarde, en 1968, prologó La rivolta delle cose: Teatro, racconti, saggi, testimonianze, copioso volumen traducido por María Olsúfieva que incluía gran parte de su obra. En español Lunts permanece sin editar y, hasta donde sé, sin traducir.

A modo de conclusión

Espero que, con lo dicho, pueda vislumbrarse al menos la relevancia de la figura y la obra de Lev Lunts. Si bien, como dije al principio, la influencia de su literatura en la URSS fue prácticamente nula por la extensa prohibición de sus obras en su país, creo que es una pieza fundamental para comprender el panorama cultural de la Rusia de la primera mitad de la década de 1920. En su breve carrera, Lunts apostó con fuerza por el desarrollo de la literatura y, en especial, del teatro rusos[9], intentando modernizarlos y enriquecerlos con aportes de otras artes y de otras literaturas. Muchos de sus contemporáneos (algunos tan eminentes como Gorki, Zamiatin, Shklovski) fueron conscientes del enorme valor de su obra, sus ideas sobrevivieron en sus compañeros Serapiones y, de no haber sido por su temprana muerte, es posible que Lunts hubiera podido lograr su objetivo de cambiar el curso de la literatura rusa del siglo XX. Es ya hora, pues, de que sea traducido y estudiado con seriedad en el mundo hispanohablante, de rescatar su figura para que nuevos lectores conozcan una obra que, cien años después, no ha perdido un ápice de modernidad.

Bibliografía

Borges, Jorge Luis (2005). “Prólogo” a Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel. Buenos Aires: Emecé.

Kalininová, Olga (1999). Идея пути “В страну обетованную” в прозе и драматургии Л. Н. Лунца. Diplomová práce // Filozofická Fakulta, Univerzity Karlovy v Praze [Kalininová, Olga, La idea del camino ‘A la tierra prometida’ en la prosa y dramaturgia de L. N. Lunts. Tesis de doctorado. Praga: Facultad de Artes de la Universidad Carolina, 1999.] Disponible en internet aquí.

Жданов А. (1952). Доклад о журналах “Звезда” и “Ленинград” // М.: Госполитиздат. [Zhdánov A., “Informe sobre las revistas ‘Zvezdá’ y ‘Leningrad’. Moscú: Gospolitizdat, 1952.] Disponible en internet aquí.

Ичин К. (2011). Лев Лунц, брат-скоморох. Белград: Филологический факультет белградского университета. [Ichin K., Lev Lunts, hermano-skoromoj. Belgrado: Facultad de Filología de la Universidad de Belgrado.] Disponible parcialmente en internet aquí.

Литературная энциклопедия: В 11 т. (1932). М. [Enciclopedia literaria en 11 tomos. Moscú, 1932]  Disponible en internet aquí.

Луначарский А. В. (1923). Письмо к А. И. Южину—Сумбатову, 26/VII 1923 г. [Lunacharski, A. V., Carta a A. I. Iuzhin—Sumbátov, 26 de julio de 1923.] Disponible en internet aquí.

Лунц Л. Н. (1922a). Почему мы Серапионовы Братья. [Lunts L. N., “Por qué somos los Hermanos de Serapión”, 1922.] Disponible en internet aquí.

Лунц Л. Н. (1922b). Об идеологии и публицистике. [Lunts L. N., “Sobre la ideología y la propaganda”, 1922.] Disponible en internet aquí.

Лунц Л. Н. (1922c).  На Запад! [Lunts L. N., “¡A Occidente!”, 1922.] Disponible en internet aquí.

Лунц Л. Н. (1994). Бертран де Борн // Вне закона. Спб.: Композитор. С. 98 — 140. [Lunts L. N., “Bertran de Born” en Fuera de la ley. San Petersburgo: Kompozítor, 1994, pp. 98—140.] Disponible en internet aquí.

Notas

[1]Mi traducción en todas las citas con referencias en cirílico.

[2]Es interesante notar que, como menciona Kornelia Ichin, su condición simultánea de escritor “romántico” (como él mismo se denomina en el epílogo a Bertran de Born) y judío (en una época en que ambas etiquetas eran percibidas como obstáculos para convertirse en un “escritor ruso”) suscitó que, ya en vida, solo la revista de Gorki y unas pocas más estuvieran dispuestas a publicarlo sin reparos, y lo confinó ya en vida al lugar de “‘autor de artículos polémicos’ y ‘hermano de Serapión’ más que al de escritor” (Ичин, 2011: 11).

[3]En opinión de Kornelia Ichin, Lunts era “el más culto de los ‘Serapiones’, con ideas fundamentales sobre el drama y el teatro rusos. Fue él quien ideó el nombre de la agrupación, sentó las bases teóricas para la actividad creativa de esta misma agrupación, y quien creyó que la ‘hermandad’ debía superar todo otro impulso, no solo en el plano creativo, sino también en el humano” (Ичин, 2011: 9).

[4] En próximos trabajos exploraré en qué medida este programa encuentra plasmación efectiva en su obra literaria.

[5] Por momentos, Lunts se acerca a las ideas que expresa Borges en su célebre prólogo a La invención de Morel, donde opone el “intrínseco rigor de la novela de aventuras” a la novela psicológica, que “propende a ser informe” (Borges, 2005). De modo curioso, los mayores cultivadores de este último tipo de novela son, para Borges, “los rusos y los discípulos de los rusos”.

[6]Este número, que Schreik toma de Kaverin, parece dudoso: según Ichin, la mitad de ese material consistía en las notas de la comisión sobre el legado de Lunts formada en los años ‘60 y en cartas del jefe de la comisión, Solomón Podolski, a ex-hermanos de Serapión, así como la correspondencia entre los miembros del grupo literario que contienen sus recuerdos sobre Lunts (Ичин, 2011: 12).

[7]Kern, un doctorando de la universidad de Manchester, recibió en 1964 de la hermana de Lunts, Evguenia Gornstein (1908-1971), con quien se había encontrado casualmente, los manuscritos de su hermano que había encontrado en el desván de su casa. Esto le permitió escribir su tesis doctoral sobre Lunts y los Hermanos de Serapión, lo que permitió el descubrimiento del autor para los rusistas occidentales. En 1965, finalmente, donó los manuscritos (además de pasaporte, fotografías, etc.) a la universidad de Yale. De no haber mediado estas circunstancias fortuitas, y el hecho de que Natán Lunts, padre del escritor, no cumplió la promesa que hizo a los hermanos de Serapión de quemar los manuscritos de su hijo, el destino de la obra de Lunts habría sido muy otro.

[8] Pese a estos valiosísimos aportes, parece que parte importante del legado de Lunts se ha perdido: de su obra El hijo del jeque se conservan solo algunos fragmentos, y de la correspondencia de Lunts con los hermanos de Serapión (incluso con Kaverin) y con Gorki solo quedan unas pocas cartas.

[9]A la dramaturgia de Lunts le dedicaré un próximo artículo.

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