Gerard Hofman
Borís Pilniak, nacido como Borís Andréyevich Wogáu (1884-1938) fue en los años 20-30 uno de los escritores más leídos del joven Estado soviético; bajo el patrocinio de los intelectuales marxistas Anatolii Lunacharsky y Aleksandr Voronsky, pudo dedicarse plenamente a la escritura. Incluso fue durante un tiempo presidente de la Unión de Escritores de la Unión Soviética, hasta que tuvo que dimitir en 1929. Su obra también fue leída y traducida en el extranjero. Se publicaron algunas ediciones en ruso y existen varias traducciones al español de sus obras más importantes, como El año desnudo, Su Majestad, El Volga Desemboca y el Mar Caspio.
Sin embargo, su popularidad estaba decayendo con bastante rapidez. Ya en los años 20, tuvo sus primeros conflictos con el régimen de Stalin, porque fue acusado de simpatizar con los trotskistas y no pudo adaptarse a los dogmas del realismo socialista. Él logró sobrevivir gran parte de la década de 1930 gracias a la protección de los círculos más altos del gobierno, entre ellos probablemente el jefe de la NKVD Nikolái Ezhov (1895-1940), uno de los responsables del Gran Terror. Como representante de la cultura soviética, el escritor pudo incluso realizar numerosos viajes a Europa, Estados Unidos, China y Japón, sobre los que escribió relatos de viaje. Sin embargo, cuando sus protectores fueron reprimidos, él cayó rápidamente en desgracia. Finalmente, fue acusado de espiar para Japón y ejecutado el 21 de abril de 1938. Su cuerpo fue enterrado en una fosa común en Kommunarka, cerca de Moscú.
Sus obras literarias no volvieron a publicarse hasta su rehabilitación en 1956, pero siguieron siendo controvertidas en la Unión Soviética por su pesimismo y su crítica al comunismo, al igual que las obras literarias de sus amigos Yevgueni Zamiatin y Andréi Platónov.
La lectura de la novela «El año desnudo» (1922) no es sencilla. Lo primero que llama la atención es la ausencia de una trama central y de protagonistas. Es más bien una descripción en forma de collage de la vida en la pequeña ciudad provincial de Ordinin en el año 1919, durante la guerra civil. Esta se ubica en la región de Volga entre Europa y Asia. A pesar de que la novela está dividida en un prefacio, siete capítulos y un epílogo, el único orden que puede reconocerse es el paso de las estaciones, de la primavera al invierno, mediante descripciones de la naturaleza. El capítulo siete (El último, sin Título) resume la novela en tan solo tres palabras:
Rusia
Revolución
Ventisca (p. 271)
La novela es un mosaico con breves esbozos, fragmentos de relatos, diálogos, descripciones de la naturaleza, tratados filosóficos e históricos, siendo algunos tomados de otras obras literarias. Probablemente, muchos de estos fragmentos se basan en impresiones del autor durante andanzas que realizó en el periodo 1917-1919 mientras buscaba refugio y comida.

Los personajes representan todo tipo de grupos sociales: la nobleza oprimida, los anarquistas, los chamanes, las figuras desnudas, los masones, los tártaros, los comerciantes, los campesinos, refugiados y los bolcheviques. Hay muchos personajes, pero ninguno tiene elementos personales profundos. A menudo la historia de un personaje termina abruptamente (muchas veces con su muerte), justo cuando el lector está a punto de simpatizar con él o ella. A veces ocurre que diferentes personajes tienen el mismo nombre (quizás una referencia irónica a las grandes novelas realistas de Dostoievski y Tolstói, donde el lector a veces tiene que guardar listas con los nombres de los personajes para poder identificarlos). Por ejemplo, el lector puede caer en la desesperación cuando observa que una tal Natalia ha sido ejecutada junto a un grupo de anarquistas. Sin embargo, no se trata de la médica revolucionaria Natalia Ordinin, perteneciente a una familia noble que está en agonía. El autor parece no mostrar ninguna misericordia con nadie; cada persona parece solo una minúscula partícula dentro de la novela.
Todo parece un caos y eso es exactamente lo que el escritor quiere mostrar con esta novela. La Rusia de 1919 era un desastre total como resultado de una sangrienta guerra civil.
También llama atención que el autor está prácticamente ausente; solo muestra su presencia en una expedición bolchevique a una fábrica («Yo, el autor era parte de esa expedición» (p. 258) sin dar ninguna aclaración extra. Y esto obedece precisamente a un especie de ideología de Pilniak que propaga una vida regida por las leyes de naturaleza, donde no hay lugar para la moral humana. Esto se demuestra bien en un relato de 1916, «La vida entera»[1]. Aquí se describe la vida de pájaros rapaces desde su nacimiento hasta su muerte tampoco sin ningún comentario, como si se tratase de una película donde solo las imágenes de la alternancia de las estaciones reflejan el cambio de tiempo.
El autor tampoco expresa mucha simpatía por los bolcheviques, a quienes describe como un puñado de figuras con chaquetas de cuero, que se mantienen distantes. El joven revolucionario Arjip tampoco entiende mucho de comunismo, tiene que buscar en un diccionario numerosas palabras de la jerga marxista de origen extranjera. El comunismo no es sino el resultado de la negativa influencia de Europa occidental sobre Rusia al cabo de varios siglos, particularmente durante el reino de Pedro el Grande. Esto es en evidente contraste con una cultura rusa precristiana que es más cercana a la naturaleza. De todos modos, el autor sintió la necesidad de la revolución, pero nada más como un movimiento natural que cambia el viejo orden desechado por uno nuevo.
A pesar de su complejidad estructural, muchos fragmentos tienen una gran calidad literaria, como por ejemplo las descripciones de un tren detenido en una pequeña estación de la interminable estepa llena de refugiados hambrientos como símbolo del caos en Rusia; los quehaceres de los miembros sifilíticos de la familia noble Ordinin; el uso de ataúdes como dinero; los tres Kitai Gorod rusos (Ciudades China); la naturaleza alrededor del río; las casas; los pueblos y la estepa.
Otra calidad es el uso virtuoso del idioma ruso con toda su melodía, ritmo y expresión. El autor utiliza mucho la técnica del «skaz”, cuando los personajes hacen un amplio uso de coloquialismos, a menudo con errores ortográficos.
Da la hora el carillón:
-¡Don! ¡Don!, ¡Don!
-Aquí se venden tomotes. (p.97)
O como en el dialogo entre el camarada Laitis y la chica Olienka Kuntz:
-¿Ezta noche estará uzté en caza?
-Sí ¿Porqué?
-Bor favor, venka a visitarme. Hoy ez mi cumbleañoz.
-¿Y a quién más visitan? ¡Felicidades!
– Yo quería a uzté… (p. 206)
Como ya demuestra la primera cita de arriba, la novela está llena de musicalidad inspirada en los experimentos lingüísticos de los simbolistas y futuristas, especialmente la novela Petersburgo (1913) de Andréi Bely (1880-1934). La estructura es sumamente musical y reconocible por las numerosas repeticiones en las descripciones de la naturaleza y el uso frecuente de leitmotivs, como por ejemplo los ya mencionados bolcheviques con chaquetas de cuero o el popito con un cráneo desnudo que semeja una tapa de ataúd.
La novela también está llena de efectos sonoros en forma de canciones populares y palabras musicales sin aparente sentido[2] (llamadas zaum en ruso, término introducido por el poeta futurista Velimir Jlébnikov (1885-1922):
Y la canción de ahora en la ventisca:
-Ventisca. Pinos. Claro de Bosque. Miedos.
– Shooooiaiá, sho-oiaiá, shoooiá…
Y:
-¡¡Gla-vbumm!!
-¡Gla-vbumm!
-¡Gu-vuz! ¡Guu-vuuz!…
-Shoooiá, gviiuu, gaaauuu….
-¡¡Gla-vbummm!!!
-Gviiuu, gaauu, gviiiuuu, gviiiiiuuuuu, gaaauu. (p. 89)
Estos dos últimos elementos hacen que la novela El año desnudo y el cuento «A las Puertas», escritos más o menos en la misma época, parezcan casi intraducibles. Alejandro Ariel González ha mostrado con valentía todos sus registros de traductor y eso se combina con un extenso prólogo del historiador argentino Eduardo Sartelli que da un buen contexto a la novela y su escritor.
Es de esperarse que esta nueva traducción sea el comienzo de un renovado interés por la obra de este extraordinario autor que, en tiempos extremadamente difíciles, fue capaz de mantener una voz totalmente original y honesta o, como él mismo dice:
“No admito que un escritor deba vivir de la «voluntad de no ver», o simplemente mentir; la mentira se obtiene cuando no se observa cierta proporción estadística”[3]
Notas
[1] Pilniak, B. La vida entera (Celaia jizn) en Pilniak, B. Tiempo borroso (Raspliosnutoe vremia), Sovetski Pisatel, Moscú 1990.
[2] Algunos hacen alusión a la jerga burocrática comunista como en el caso de “glavbum” que puede ser el acrónimo del distribuidor central de papel.
[3] Pilniak, Boris: Comentarios Autobiográficos (Avtobiograficheskie zametki), en Pilniak, Boris: Romani, Sovremennik, Moscú 1990, p. 33. La traducción es propia.