Diario de la guerra en Ucrania

Aleksandr Sneguiriov*

Traducción: Marina Berri

Снегирь_Эрдман (1)* Aleksandr Sneguiriov es un escritor moscovita contemporáneo. Nació en 1980, se formó como politólogo y ha publicado diversas novelas, relatos y crónicas que permanecen aún inéditos en español. En 2005 recibió el premio Debut por el conjunto de relatos Elecciones (Выборы) y en 2015 ganó el premio Russian Booker Prize por la novela Vera. Empezó a escribir las notas que aquí publicamos durante el comienzo de la guerra con Ucrania y hoy continúa escribiéndolas y publicándolas en las redes sociales.

Las ilustraciones son del autor.

DESPUÉS DEL 24 DE FEBRERO DE 2022

notas de diario

24.2.2022

Ayer a la tarde esquiaba con un amigo en el parque nacional Meshchiorski. Mi amigo insistía en que el estallido de la guerra era inminente, yo sostenía que no porque la guerra es algo demasiado descabellado, peligroso y no le hace falta a nadie. Nos sobrevolaban aviones de pasajeros, y mi amigo decía en chiste que eran bombarderos ucranianos.

Después de esquiar cenamos en el restaurante TsDL. Piroshki[1], peras al caramelo, bombones de chocolate artesanales, vodka, personajes bohemios y adinerados. Después decidimos pasear un poco, yo aposté cien dólares a que no habría ninguna invasión.

A la noche el dólar cotizaba ochenta rublos, a la mañana noventa.

25.2.2022

La gente enloquece: unos escriben posteos en los que se arrepienten (nos avergüenza ser rusos), otros se quejan del miedo y la apatía, algunos imploran en Instagram y en Facebook (paren, por favor, toda esta negatividad nos impide concentrarnos en el trabajo). Resulta particularmente pintoresco cuando los hombres piden parar.

Los partidarios de la guerra dan a entender que ya es hora de habilitar campos de concentración para los traidores, de desterrar a los pacifistas a las lejanas tierras del norte; comparten enlaces a un sitio con una lista de “enemigos del pueblo”. Los ciudadanos alertas monitorean quién le puso “me gusta” a los opositores o, Dios nos guarde, a Zelenski.

Una bloguera con muchos seguidores, la ex amante de un gran banquero, posteó que apoya al presidente porque durante su mandato ella empezó a vivir bien. Escribe: “No considero que Vladimir Vladímirovich esté loco”. Pide que recen por él.

La directora de una organización cultural del Estado, también mujer, escribe: “Todos nos tenemos que callar, nosotros somos personas del mundo del arte, no entendemos nada y no tenemos que olvidar los crímenes de Estados Unidos en Serbia, en Irak, en Libia”. Escribe que la destrucción de la infraestructura militar en Ucrania es algo difícil, pero imprescindible. Escribe que no siente vergüenza de nuestro ejército, que le reza al Señor por la paz. La palabra “Señor” aparece con mayúscula. En ambos textos figura la misma combinación de palabras “Ucrania es una moneda de cambio en el enfrentamiento entre Rusia y Estados Unidos”. Por lo visto, a la persona que les preparó estos textos no le importaba la variedad.

Miro constantemente las noticias, los canales de Telegram, hay rumores salvajes, imágenes de destrucción y cadáveres; por no levantar la vista de la pantalla a menudo estoy a punto de tener accidentes.

26.2.2022

Entre los ciudadanos rusos se observa un cisma etario —los mayores están a favor más frecuentemente que los más jóvenes. La guerra es de padres contra hijos. Entre los hombres que tienen más de cuarenta y cinco años aparecieron muchos analistas y estrategas militares.

Algunos emigrantes se regodean de haberse ido a tiempo, deliberan sobre lo sumiso que es el pueblo sobre la ausencia de esperanza para Rusia y sobre otras cosas parecidas que hace mucho nos tienen hartos. Los emigrantes benévolos nos dicen que nos vayamos y nos llevemos a los chicos.

Los ucranianos les hacen reproches a los rusos por su inacción, por no derrocar al poder. Los ucranianos no tienen idea de la severidad de las leyes represivas rusas. A los ucranianos nunca los condenaron a penas tan largas en la cárcel; durante los treinta años de independencia de Ucrania existió un sistema multipartidista pleno. Incluso el tamaño del país es importante: imagínese que a usted lo mandan a la prisión en la región de Chita en la que estuvo Jodorkovski. Separan a Moscú de esta región seis husos horarios, dos Europas. Sus seres queridos no irán a visitarlo: es demasiado caro.

Desde Estados Unidos mi mujer me aconsejó comprar antidepresivos para tener en reserva. Se los pedí a un conocido que maneja una farmacia. Los medicamentos aumentaron de precio.

27.2.2022

Una baterista de la que yo alguna vez estuve enamorado vive ahora en Israel y exige en Facebook que se le impongan a Rusia las sanciones más duras. Escribe sus proclamaciones en diferentes lenguas y a los rusos los llama esclavos.

Todos son muy versados en lo que sucede en la zona de guerra. Todos conocen cuáles son las pérdidas, qué tecnología se utiliza, qué hace falta hacer y de qué modo.

El amigo con el que fui a esquiar me comunicó que cuando iba a Londres aterrizó en Belgrado y por primera vez en esos días se sintió tranquilo. Yo, en cambio, estoy contento de no haberme ido a ningún lado: visto desde fuera todo parece mucho más horrible. Posiblemente me arrepienta.

A menudo se dice que los rusos son responsables de la guerra. No estoy de acuerdo. Nunca voté a Putin, en las elecciones para la Duma voté a los diputados de la oposición. En la Rusia de Putin ni una sola vez hubo elecciones con verdaderos candidatos, toda la política en Rusia es una única gran operación especial secreta. Además, cuando se habla de responsabilidad hay una cuota de hipocresía: dudo de que, si Ucrania atacara a Rusia, en Kiev, en Odesa, en Lvov, empezaran protestas masivas contra la guerra.

Un médico que conozco no sabe dónde conseguir una medicación importada para su hija. Después de que se anunciaran las sanciones europeas, esa medicación no se despachó más a Rusia.

28.2.2022

Una fotógrafa excéntrica y bohemia vio en todo lo que ocurre un plan secreto del gobierno mundial: primero debía venir la pandemia del coronavirus, después la guerra. Esto estaba así pensado para reorganizar el mundo y esclavizar a la humanidad. En esta teoría se entreteje la zombificación a través de las vacunas, la asignación de un código QR individual, el control total y la distribución de alimentos. Una prueba de esto es el pasaporte ruso: si se realiza un examen atento de los patrones se puede distinguir una hilera de números seis, y en el holograma se trasluce una calavera con cuernos.

Mi vecino espera una guerra nuclear a gran escala, acumula nafta y planea irse al interior profundo del país, lejos de las grandes ciudades. Aumentan los precios de la comida para perros. Pedí alimento para medio año y llené de nafta todos los bidones que tengo. Me fui a la estación de servicio de noche, esperaba que hubiera un revuelo, pero la estación de servicio estaba desierta.

Los padres de un compañero de escuela viven en Israel, y en enero vinieron a Moscú; querían cambiar de aire. Ahora él está preocupado por ellos, insiste en que se vuelvan lo más rápido posible, porque si empieza a haber problemas serios para conseguir comida y medicamentos, o hay problemas con la seguridad, él tendría que cuidarlos, y mi compañero ya tiene suficientes problemas sin eso. Pero los padres no se van, dicen que están cansados de Israel.

Un amigo dice que si a Putin le preocupa la cercanía de la capital con la OTAN y que si por eso empezó una operación bélica, entonces, ¿no sería más fácil mudar la capital a Siberia? Lugar hay.

Me alegro de no tener ahorros, de no tener nada de qué preocuparme, nada que se devalúe.

1.3.2022

Se murió nuestra chinchilla Kurt. En un par de meses hubiera cumplido diecinueve años. En el 2003 queríamos comprarle un hámster o un conejillo de indias a la hija de mi mujer, pero mi mujer se decidió por una chinchilla porque parecen más inteligentes. En ese entonces empezábamos a salir, Kurt tiene la misma edad que nuestra relación. Ahora mi mujer y su hija están en Estados Unidos, y yo estoy en Moscú. Cuando empezó la guerra,  le compré a Kurt su alimento alemán preferido para que le alcanzara por mucho tiempo, le compré unas piedras especiales con vitaminas. Ahora nada de eso hace falta. Desarmé su jaula, busco alguien que la compre. Voy a regalar el alimento.

Enterré a Kurt abajo del rosal. Cavé la tierra congelada con una barra de metal; es más difícil de lo que parece. Cuando terminé de hacer un agujero pequeño, se acercó un vecino, llevaba puesta una campera de un amarillo chillón. Averiguó qué estaba haciendo, suspiró, dijo que todo esto era muy triste, que Ucrania no debería ser una amenaza para Rusia, que hacía falta desmilitarizarla pero de alguna otra manera. No le contesté nada; deposité a Kurt en la tierra, pero el agujero resultó chico: Kurt tiene una cola larga. Agrandé el agujero, deposité otra vez a Kurt adentro y le eché tierra por todos los costados para que estuviera cómoda.

2.3.2022

Algunos conocidos comparten en Facebook un posteo prehecho: “Yo no le permito a la compañía Meta compartir mi información ni usar mis fotos, tanto en el pasado como en el futuro.” Con lo que pasa como telón de fondo estas declaraciones resultan raras. A mí personalmente no me queda del todo claro cómo se puede prohibirle a la compañía Meta que use cualquier fotografía en el pasado. Una tendencia de la época: entrometerse en el pasado.

Por estos días la actividad social de algunas personas solitarias revivió notablemente: aparecieron razones para comunicarse.

Algunas personas sensatas fueron a la primera protesta, fueron detenidas, les pusieron una multa o un arresto administrativo de unas jornadas, ellas pusieron un tic: ahora nadie podrá acusarlas de tener una posición civil pasiva.

Nunca vi camiones celulares cerca de casa. En los últimos días pasaron cinco.

Una conocida posteó un enorme bolso azul de Ikea lleno hasta el tope de cajas de Moët y Chandon. Habrá adentro veinte o treinta botellas. Se aprovisionó.

Mi papá preguntó qué significa la letra Z en el equipamiento militar ruso que está en Ucrania, ¿tiene relación con la generación Z?[2] La pregunta es divertida y al mismo tiempo funestamente profética. La generación Z rusa, las personas nacidas a fines de los noventa y a principios del dos mil, ahora sufren más que el resto. No pueden entender para qué sirve esta guerra y por qué ahora el mundo entero los odia.

3.3.2022

Por el riesgo de que los persigan, mis conocidos borran sus cuentas y se van de Rusia. Muchos dicen: yo no emigré, solo estoy de vacaciones. La frase “estoy de vacaciones” se convirtió en meme.

En las redes sociales hay lamentos y denuncias diversas. Muchas acusaciones cruzadas. Alguien es demasiado leal, alguien es demasiado brusco. Los ucranianos y los rusos se tildan unos a otros de fascistas. Una extraña herencia de la Unión Soviética, cuando los niños se tildaban de fascistas.

Tengo la impresión de que estoy en un barco que se hunde. Empecé a hacer ejercicio más a menudo. Practico esquí de fondo con una entrenadora, la famosa biatlonista Olga Podchufárova.[3] Me puse a conversar de política con ella, pero me dijo que ya había escuchado bastante durante la última semana y que yo no le decía nada nuevo. Le agradecí sus palabras, porque en efecto no dije nada nuevo, solo logré ponernos de malhumor.

Algunas veces he querido llorar, pero no he entrado en pánico. Es raro.

Un conocido periodista se fue y en el post en el que se despedía utilizó la frase “un intelectual ruso en un intento desesperado por salvar su honor”. En tiempos trágicos los pronunciamientos grandilocuentes se vuelven un género en sí mismos. Ya es hora de coleccionarlos: “brotes de libertad pisoteados en el barro”, “una soga atada al cuello del más brillante”, etc. El pensamiento se simplifica hasta caer en frases hechas.

4.3.2022

A la mañana, bajo mi ventana, hay una fila esperando a que abra el supermercado Carrefour; en el supermercado “Diksi” de la avenida costanera no hay nadie: solamente un obrero comprando “Doshirak”[4] y una mujer eligiendo detergente para lavar la ropa.

Compré café, bacalao congelado, vodka y azúcar.

Un conocido me dijo que compró un rifle Benelli y seiscientos cartuchos.

Estuve varios días invitando a casa a una amiga, pero ella siempre me contestaba que estaba ocupada. Le escribí que decidí emigrar y vino enseguida. Me preguntó adónde me voy. Le dije que a Berdsk[5], a un festival literario. Me dijo que yo era un mentiroso traidor; fue una velada apasionada. Es una pena que ese tipo de invitación no funcione dos veces.

5.3.2022

Me escribo con mis amigos en Ucrania: las mujeres están siendo evacuadas. Personas que me son muy queridas, una familia entera que conozco de la infancia, se quedaron en la rodeada Mariúpol, no hay manera de comunicarse con ellos.

Una mujer de Kiev que conozco desde hace mucho se queda en la ciudad con su gato. Manda memes, videos de los incendios, vistas desde el balcón. Una vez mandó una foto de una enorme cacerola con borsch que preparó para los combatientes que pertenecen al destacamento de defensa territorial. En Rusia a esos destacamentos los denominan bandas nazis.

Oleg Mijáilov, famoso dramaturgo ruso que vive en Járkov, escribe que en su casa ya todos se acostumbraron a dormir con los bombardeos de los misiles, pero que una vez, cuando él se levantó de noche y se le cayó una cuchara en la cocina, se despertaron todos.

6.3.2022

Desde el extranjero se siguen imponiendo sanciones, en los centros comerciales se siguen apagando vidrieras. A veces los centros comerciales se apagan enteros. Esto se parece a una de las películas de “Los vengadores”, en la que al principio desaparece de repente toda la familia del Arquero.

Viajé a Berdsk. En Novosibirsk se construye un nuevo aeropuerto para el campeonato de hockey; ahora organizarán el campeonato en otro país. En toda la enorme obra en construcción se oyen golpes de martillo aislados.

En el festival hay invitados curiosos. Se dice que son miembros del FSB[6]: escuchan los discursos de los escritores.

Tomamos cerveza con el editor en jefe de un sitio de noticias local. Ellos fueron los primeros en Rusia que difundieron los funerales de los combatientes muertos en Ucrania que pertenecían al destacamento de fuerzas especiales. Durante la conversación el periodista de repente se puso a llorar.

Cerca de nosotros en el bar estaba sentado un chico de los que nacieron en los años 2000; no entendía por qué le damos tanta importancia a esta guerra. Por su edad podría haber sido mi hijo.

Putin firmó un decreto para considerar a los participantes de la operación especial veteranos. Teniendo en cuenta la ley que existe acerca de ofender a los veteranos y el hecho de que cada vez hay más veteranos en el país, pronto Rusia se convertirá en el país de los veteranos ofendidos.

En el vuelo a casa, después de escuchar que el comisario de a bordo decía que volábamos en un Airbus 320, pensé ¿qué pasaría si de repente, por la revocación de los derechos de uso, nuestro avión desapareciera y todos nosotros nos encontráramos en el cielo oscuro?

8.3.2022

Estuve en la casa de un empresario conocido que me contó que, durante los primeros días de la guerra, creyó ver indicios de una lucha por el reparto del mundo en el derrumbe deliberado del precio de las acciones, etc. Ahora está desconcertado, su lógica chocó contra una pared infranqueable.

Desde la habitación de su hijo se ve el Kremlin. El hijo está muy orgulloso de la vista de su cuarto, apaga la luz a propósito, para que el reflejo no le impida disfrutar de la vista al atardecer.

10.3.2022

La noticia de que la cadena Uniqlo cerraría en una semana y media me sorprendió en la aldea; subí enseguida al auto y fui hasta uno de sus negocios. Tenía miedo de no llegar. Compré doce pares de medias y diez calzoncillos.

El negocio está ubicado justo cerca de mi departamento, no tenía otra cosa que hacer en la ciudad, podría haber evitado viajar desde la aldea, pero no quise arriesgarme.

Cuando abrí el paquete en casa, me alteré, ¿no sería esta compra una mala señal: mientras no gastes estas medias y estos calzoncillos la guerra no va a terminar y el negocio no reabrirá?

Empecé a cambiarme los calzoncillos tres veces al día para gastarlos más rápido.

Un amigo me dijo que antes de que cerraran Netflix en Rusia llegó a ver el final de su serie preferida.

11.3.2022

Han cancelado casi todos los vuelos. Me acuerdo de los paseos que dábamos con mi mujer en ciudades lejanas. Al principio pensé que nuestros paseos tal vez no se repitan nunca.

Hace once años, por esta época, murió mi mamá. Yo estaba en Miami, vine al funeral e hice una escala en Zúrich. No hay manera de que me acuerde la fecha exacta de su muerte.

Los días están soleados, los pájaros herrerillos silban, hay menos gente en la ciudad, el azúcar desapareció de los negocios.

12.3.2022

Mi padre se alegra de la victoria del ejército ruso que anuncian en la televisión. No discuto con mi padre. Le tocó ser chico durante la Segunda Guerra, le gusta escuchar que “los nuestros atacan”. Me informa con placer de la toma de la pequeña ciudad de Volnovaja que, al parecer, fue casi totalmente destruida durante los combates.

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Una directora de televisión que conozco contó que su novio huyó a Ereván. Él no le avisó que se iba, la llamó directamente desde allá. Le dijo que no podía estar en una atmósfera tensa como la que había en Moscú, que tenía miedo de que lo movilizaran, por eso decidió irse. Le pregunté a quién le había dejado su perro tan hermoso, enorme y fiel. Mi conocida respondió que no sabía.

Decidí evitar las palabras “yo nunca”. Últimamente ocurrieron tantas cosas que nunca hubieran podido ocurrir, que uno quiere renunciar a cualquier promesa y solo tratar de ser una persona normal.

En las noticias vi un edificio de departamentos destruido en algún lugar de Ucrania. El edificio se parece mucho a mi edificio en Moscú. Un edificio de ladrillo con balcones amplios. Así se construía en la Unión Soviética cuarenta o cincuenta años atrás. Miro las ventanas arrancadas, los balcones destrozados, los agujeros en las paredes y busco mi propio décimo piso.

13.3.2022

Llegaron los ejemplares de una traducción al italiano de “El camino espectral”. Estuvieron varados en la aduana casi tres semanas. Por esta época yo debería haber volado a Roma para la presentación. Ahora los aviones no vuelan, y a los rusos todos los odian.

La editora italiana está horrorizada, dice que no es la primera vez que ve que se le declara la guerra a la cultura rusa, pero que nunca había sido tan encarnizada.

Veo cómo muchos culpan precisamente a la cultura rusa por haber permitido algo semejante. Como si la cultura fuera un maestro. Confunden la cultura con la propaganda.

Un amigo del mundo literario dice que llegará el momento en que hará falta reinventar toda la concepción de una idea nacional, toda la ética y la moral, para que nunca suceda algo parecido otra vez.

Los empresarios ucranianos de la cultura redactaron una carta pública en la que exigen echar a todos los rusos de cualquier institución cultural del mundo, de los festivales, de las ferias del libro, de las exposiciones. Yo conozco a dos de los firmantes.

14.3.2022

Me puse unas medias de las nuevas. Me quedaron chicas. Los doce pares de medias. Y no se pueden devolver. Fui de vuelta al negocio. Todavía está abierto. Esta vez pensé antes de elegir. Mientras hacía la cola miré las noticias en el teléfono, llevaba las medias bajo el brazo. Sin despegar la vista del teléfono, puse todo frente a la cajera. La cajera me dijo que uno de los productos no tenía etiqueta y que ella iba a encontrar la etiqueta enseguida. Sin despegar la vista del teléfono, asentí. La cajera me entregó el ticket y dijo que podía devolver todo menos las medias. Volví en mí y le pregunté, ¿qué hay además de las medias?

-Los guantes.

Resultó que al meter las medias abajo del brazo, donde ya tenía apretados los guantes, yo, distraído con las noticias, saqué todo junto.  Y los guantes también son de Uniqlo, los compré hace un mes, parecen nuevos. En resumen, primero compré mal las medias, y después, la segunda vez, pagué por mis propios guantes, que además ya habían aumentado de precio.

15.3.2022

La psicoterapeuta me invitó a “El lago de los cisnes”, pero a último momento se fue del país. Una de las butacas de al lado está vacía, en la otra se sentó una chica con minifalda. La chica discutía con una amiga los problemas de la entrega de sanitarios y el despliegue de hospitales de guerra en condiciones de campaña. Por lo visto, es médica, pero se dedica a vender sanitarios. Yo no soy experto en ballet (esperé los tres actos a que empezaran a cantar), pero no entendí el argumento de “El lago de los cisnes” y durante el aplauso final le pregunté a la chica cómo había terminado todo. Respondió que bien. Todo había terminado bien.

17.3.2022

Paseaba por el boulevar con una actriz que conozco, me dijo que tenía hambre. Le dije que podíamos ir al café “Brusnika”, que estaba ahí detrás de los árboles, pero la actriz eligió el café “Mamá Odesa”, que está en el edificio de al lado.

Pensé que la comida en “Mamá Odesa” iba a ser grasosa, pero resultó buena. La actriz dijo que ahora entiende dónde está todo el dinero de las multas que le hicieron por exceso de velocidad y por estacionarse mal: el dinero de todas sus multas se quema en Ucrania, y se quema en sentido literal.

Además la actriz dijo que ahora muchos se van y que seguro por eso es posible comprar barato un buen departamento.

18.3.2022

Una conocida que nació en Járkov me contó que, mientras tomaba café a la mañana, por casualidad quedó prendido el televisor (generalmente ella no mira televisión). Pero la sirvienta estaba mirando televisión en la cocina y mi conocida no lo apagó. En la televisión pasaban las noticias, aparecía un cementerio cerca de Járkov destruido por misiles. Mi conocida lo reconoció: ahí está enterrado su abuelo.

Mientras me contaba esto, extendió las manos sobre la cabeza, graficando así el lanzamisiles emplazado detrás de la cabina de un camión.

Dijo muy segura que eso lo habían hecho las fuerzas ucranianas. En sus ojos se marcaron unas venas rojas, los ojos le temblaban, ella se volvió y pidió champagne.

Una galerista conocida, curadora de una exposición de mis dibujos, escribió en Instagram que se iba con el marido a Tiflis y que regalaba sus flores. Le contesté que quería las flores y le pregunté si se iba por mucho tiempo. Me respondió que para siempre. Le dije que iba a regar las flores hasta que volviera.

20.3.2022

Una joven de Kiev, con quien yo flirteaba en Instagram, fue evacuada a Chipre y se queja de que a su grupo de refugiados casi lo han dejado de alimentar y de que no puede conseguir trabajo porque tiene una visa de turista. A veces, a la mañana, les dan huevos duros y los refugiados se pelean por ellos. Le dije que, por desgracia, eso es de lo más normal. Durante el sitio de Leningrado mi tío abuelo atrapaba pájaros, y después se comió a su perro.

21.3.2022

Hace una semana que los días son cálidos y soleados. Hay un tiempo espléndido, como siempre que comienza una guerra.

Encargué seis meses más de alimento para perros.

22.3.2022

Tuve un sueño: recibía una encomienda de Italia que mandaban los editores. En la gran bolsa transparente de polietileno me mandaban cosas relacionadas con mi libro. Por alguna razón ellos tenían esos objetos. Había toda clase de artículos de librería: lapiceras, sacapuntas, lápices, blocks de hojas. Todo estaba mezclado, como las cosas de un departamento que ha sufrido una explosión. Yo veía que de la bolsa se asomaba un pequeño animalito; parecía una comadreja. Tenía un cuerpo largo, un hocico afilado. Era gris oscuro. Yo pensaba cómo podía haber sobrevivido la pobre comadreja en esa bolsa. La acariciaba y después veía que en la bolsa estaba nuestra chinchilla Kurt. Hecha un bollo, con sangre seca en los ojos. Como si le hubieran disparado, pero viva e incluso sana. Estaba hecha un bollo, pero se estiraba. Estos dos animalitos, la chinchilla Kurt y la comadreja sin nombre, crecían hasta tener el tamaño de un perro. Yo las miraba, las abrazaba, y ahí me desperté.

23.3.2022

Me negué a participar en un seminario organizado por la Unión Estatal de Escritores.

Me siento millonario: yo, como Fridman,[7] no tengo plata para pagarle a una mujer que limpie.

24.3.2022

Hoy es veinticuatro, ya pasó un mes.

Digan lo que digan acerca de la responsabilidad colectiva, la responsabilidad es un asunto individual, y en una situación de crisis la responsabilidad se vuelve hiperpersonal.

Una artista que conozco dice que no puede irse porque tiene un perro. Después describe al perro: “Está acostumbrado a vivir en la calle cuando hace frío, no es sociable y es bastante desconfiado, además es un poco epiléptico”. Siento que soy ese perro.

Mis amigos de Mariúpol lograron comunicarse; están todos vivos, pero se les quemó la casa. Se quemó el edificio de nueve pisos. Mandaron una foto: está todo negro, no tiene ventanas, no están los objetos típicos de los balcones. Un edificio negro en el que no hay nada de más. Un objeto artístico.

Fui al dentista. Estoy recostado, por la ventana se ve un parque y un edificio hecho con paneles prefabricados de nueve pisos igual que al que hay en Mariúpol. El típico proyecto soviético. Lo único es que uno es negro y el otro, blanco. Al menos todavía es blanco.

Almorcé con una chica que conozco, una exitosa curadora de proyectos artísticos. Nos sentamos en un café, tomamos sopa, en las ventanas brillaba el sol. Le pregunté acerca de sus planes y me dijo de repente que a menudo piensa en inmolarse. Solo la inquietan las cuestiones organizativas: dónde y cómo comprar los combustibles adecuados con los que rociarse, qué ropa usar, dónde quemarse para que resulte bien visible, pero no tanto como para que alcancen a apagarla: quemarse a medias es vergonzoso.

25.3.2022

Una conocida que tiene dos hijos dice que aumentaron mucho los cuadernos escolares y en general cualquier tipo de papel.

Anteayer compré una torta “Leche de pájaro”, me acomodé en un banco en la costanera Tarás Schevchenko[8] y me la comí casi entera.

Una coleccionista de arte que conozco dijo que ya no le permitían continuar usando la billetera virtual de NFT[9] con la cual pagaba. Dice que es un robo.

De nuevo me alegro de no tener ni una colección de NFT ni dinero en el banco.

Los coleccionistas berlineses de arte contemporáneo quemaron un trabajo de la artista Olga Soldátova porque en él había un bajorrelieve que representaba a un soldado en la estación de metro “Tagánskaia”. Hace unos años lo compraron, y ahora lo quemaron y le avisaron a ella. Así decidieron expresar su posición frente a la agresión rusa. Aunque más no sea hubieran filmado un video de cómo lo quemaron, así no tiene sentido.

Un colega de la revista contó que en cada uno de los bancos de un parque en Chertánovo hay atada una cinta verde: es el símbolo del movimiento antibelicista. Su mujer le dijo que hace poco fue la fiesta musulmana de Novruz; es posible que las cintas sean por eso.

Una chica que conozco, que trabaja con el Estado, me contó un sueño: ella y sus amigos huían de unos caníbales y veían dos caminos, los amigos le gritaban que corriera tras ellos, pero ella corría por el otro camino y después de un rato encontraba gente que estaba sentada alrededor de una hoguera. La invitaban y le convidaban comida. Ella aceptaba la comida y se daba cuenta de que era carne humana. Simulaba comerla y se despertó.

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26.3.2022

No puedo olvidar el video del soldado ruso sin rostro. El cuerpo tenía cabeza, pero no había rostro. No sé cómo puede pasar algo así: hay cabeza, pero en el lugar del rostro hay un agujero y el cráneo está casi vacío, y es amarillo rojizo, parecido a una sandía carcomida.

Ayer hablé con una amiga de Australia. A lo que ocurre ella lo llama el suicidio de Rusia. Recuerda fotogramas de la sala tomada por “Nord-Ost” en cuyas butacas aparecían sentados los terroristas envenenados con gas[10]. Dice que Rusia ahora se puso sola un cinturón con bombas y se voló a sí misma en pedazos.

Hace poco aparecieron noticias sobre un asteroide que vuela en dirección a la Tierra. Vi un meme: no hay esperanza, el asteroide pasará por el costado.

Fui a visitar a un conocido. Se acaba de separar y se fue de su casa; ahora vive con una joven manicura. Ella se quejó de que los clientes le quemaron la cabeza: todos hablan de la guerra, cada uno tiene su teoría. Le pregunté a qué se dedica y me dijo: soy manicura.

El lugar en donde nos reunimos no carece de interés: una joven le dejó ese departamento a mi conocido. Al enterarse sobre las primeras acciones bélicas, ella sacó pasajes y se fue a Tiflis con sus tres hijos. Incluso dejó los platos tirados sin lavar. Le encargó a mi conocido cuidar del departamento. El departamento es muy lindo, está en un edificio antiguo. En el aparador hay un marco de plata con los íconos de la Virgen María y el Niño Jesús; en el alféizar de la ventana hay un viejo cucharón de madera agujereado: un colador primitivo. Ahora esta chica está en Tiflis con sus tres hijos y no termina de entender para qué se fue. Al menos podría no haberse apurado tanto.

Hacíamos chistes en la mesa acerca de que el departamento es genial y uno quiere quedarse más. Se podría armar una broma: empezar a mandarle a la dueña mensajes acerca de toda clase de cosas pesadillescas que pasan en Moscú, dibujarle en la puerta la letra Z, simular un pogromo para asustarla y mantenerla más tiempo lejos de Moscú, y quedarse a vivir uno en este precioso departamento.

Ya Victor Frankl notó que el humor ayuda a mantener la claridad mental y la compostura en situaciones críticas.

Creo que entre los emigrantes van a ser populares las noticias exageradamente horribles sobre Rusia, los van a ayudar a justificar ante sí mismos su decisión de partir. Las noticias, por cierto, no son buenas.

A la noche me fui a casa por el puente Borodinski; en la vereda vi una bolsa de basura. Me acerqué: era un hombre. Un vagabundo con el pantalón bajo, la espalda gris, un charco en toda la vereda. Pensé que era un cadáver; miré mejor: se movía. Los muertos se parecen mucho a la basura. Miro a los vivos, a los conocidos y me los imagino muertos: a ella la mató una esquirla, a él la onda expansiva de una explosión. ¿Cómo nos veremos muertos? Miro a los vivos —veo muertos, miro las casas —veo ruinas. Llamo a la ambulancia.

28.3.2022

Me encontré con una conocida, es la redactora principal de una revista literaria. Dice que todos sus esfuerzos por fomentar la cultura se perdieron. La guerra resetea todo.

En el metro, cerca, una señora lee algo en la pantalla. No me pude contener, espié. Un mensaje de Volodia: “Es difícil seguir a los francotiradores en Mariúpol, cambian seguido de cama… después de tres días de dormir poco, tienen los ojos rojos y la cara… son cazadores de Buriatia… se untan la cara con grasa…”. Anunciaron por el parlante la estación “Beloruskaia” y la señora bajó.

No tiro los recibos del alquiler, del teléfono y de la luz, ni tampoco las facturas impresas en A4: las voy a llevar a la dacha, voy a prender la chimenea.

Miro fotos de Nikoláiev, que está siendo bombardeada por las fuerzas rusas. Entre los habitantes de la ciudad que salieron en las fotos de los periodistas miro para ver si no está Slávik, que construyó nuestro edificio hace unos años. Es de allá.

29.3.22

Los rumores acerca de la posibilidad de una tregua provocaron un furioso descontento entre los que apoyan la “operación especial”. Exigen que la guerra continúe.

Estuve en la radio Svoboda[11], a la que le quitaron la licencia; el primero de abril se termina el alquiler de la oficina. Subí en el ascensor con los que sacaban los equipos. Nos encerramos en la pecera con Elena Fanailova[12], apoyamos la grabadora en una servilleta de papel para acallar las vibraciones y grabamos una conversación acerca de lo que ocurre, leímos fragmentos de nuestros diarios. Fui así el último invitado de Svoboda en Moscú.

30.3.22

Llegan novedades acerca del estado de ánimo en las comunidades rusas en Tiflis y Ereván, compuestas por quienes dejaron el país después del 24 de febrero. Corre el rumor de que dentro de poco en Rusia quedarán solo putinistas, fascistas y esclavos.

Cualquier papel social, cualquier decisión que se toma, exige de nosotros una justificación y nosotros la encontramos.

A la noche en un restaurante de la costanera había fuegos artificiales muy ruidosos. No es raro que acá haya fuegos artificiales, pero estos hacían mucho ruido. No me sorprendió que aquellas personas que son nerviosas pensaran que los primeros fuegos artificiales eran un bombardeo.

31.3.22

Entre mis conocidos se extiende la idea de que la intelliguentsia rusa fracasó y no pudo cumplir su misión. Los intelectuales o bien huyeron, o bien permanecen callados, o bien se retuercen las manos, o bien citan a los clásicos.

A una directora de teatro conocida le retiraron los derechos de una obra en contra de la guerra. La autora de la obra, que es de Georgia, exigió que se cancelaran las funciones de su obra porque se representaba en Moscú y Moscú es la capital del Estado agresor. No le importaba que el teatro fuera independiente y que la obra estuviera en contra de la guerra.

La directora decidió casarse para que, si la arrestan, haya a quien dejarle sus hijas adoptivas; si no, enviarían a sus hijas al orfanato.

1.4.22

Pienso que en parte tiene la culpa de la guerra la idea de que todo se puede comprar. Esa idea floreció en la nueva Rusia, todos creyeron en ella. Creyeron que el gobierno de Ucrania era débil y que pensaba solamente en la plata, que los europeos también piensan solo en la plata, que se puede comprar a todos. No se puede juzgar a los otros tomando como base a uno mismo.

En Moscú tiraron abajo la casa en la que según algunos indicios nació Pushkin. La energía de la autodestrucción rusa está por todos lados: en Ucrania destruyen con armas, en Moscú con máquinas de construcción. Un suicidio militante, como dijo mi conocida de Australia.

Se dice que el idioma ruso provoca agresividad en el mundo. Por analogía con el alemán después de la Segunda Guerra Mundial. La ironía trágica radica en que la mitad de Ucrania habla en ruso, lo que es evidente en las entrevistas.

Arrestan a las personas porque escriben “no a la guerra”, “no al fascismo”, “paz en el mundo”. Es decir, las arrestan por las consignas soviéticas que conocen desde la infancia. Las arrestan por las citas en contra de la guerra de Tolstói. Ya existen precedentes judiciales que consideran extremistas las citas de Lev Tolstói. Arrestan incluso a personas que tienen hojas de papel en blanco. Al parecer, ya hay una competencia secreta sobre qué llevar a una manifestación para que te arresten.  Ayer arrestaron a un hombre que tenía un paquete de jamón de la marca “Miratorg”[13]. El absurdo es tan grande que simplemente no puede dejar de destruirse a sí mismo.

Encontré en mi Messenger un mensaje que no había visto. El 25 de marzo una actriz conocida convocó una cadena de oración. Ese día todos el mundo católico oró por Rusia como si oraran para completar la plegaria por Rusia que no pudieron completar en 1917. En ese entonces a unos niños portugueses se les apareció la Virgen y les ordenó rezar por Rusia, pero los chicos portugueses hicieron algo mal. Ahora surge la oportunidad de corregir ese error de hace cien años.

Una escritora conocida vendió dos de sus carteras Louis Vuitton y pagó una deuda abultada de gas y de luz. Le quitaron el registro de conducir en otoño por manejar borracha; ahora maneja sin registro. Por eso te pueden dar quince días de cárcel. Por ir a una manifestación te meten diez días en la cárcel. En Dubái a los clientes rusos de LV les piden que firmen un descargo en el que conste que no van a usar las carteras en Rusia.

 3.4.22

El estado mental de los rusos se deteriora. Hay atropellos y reclamos de todas partes. A aquel que está acostumbrado a descargarse en las redes sociales le va mal. Si hoy escribes: “Tengo miedo, siento vergüenza, estoy mal”, la respuesta es: “Y en Mariúpol la gente hace un mes que está sin luz, sin agua y sin calefacción, y entierran a los muertos en las plazas mientras los bombardean”. Y el que sufre tiene que cerrar el pico. Un dolor tapa al otro. Los rusos se encuentran en un estado mental muy difícil: si vas a una manifestación, unos te arrestan, te multan y te despiden de tu trabajo, otros te reprochan gritando que hiciste poco, que derroques al poder, que pidas disculpas, que firmes una declaración en la que diga que no apoyas a Putin. Todos pinchan a los rusos: su propio gobierno, los ucranianos, los europeos, los norteamericanos.

Me es familiar la soberbia del dolor. La experimenté cuando a mi mujer y a mí se nos murió un hijo. Yo miraba largamente a todos con desprecio porque no conocían mi dolor. Mi sufrimiento me daba el derecho a considerarme más iniciado que el resto. Es una posición entendible, pero equivocada. En ella hay una jerarquía del sufrimiento y, consecuentemente, una jerarquía del derecho a la compasión. La segregación de la compasión: cuando unos merecen más misericordia que otros.

Algo parecido sucedió con los alemanes después de la Segunda Guerra. Cientos de miles de civiles murieron por los bombardeos en las ciudades, pero hasta hoy se habla poco de eso, porque los alemanes hicieron cosas mucho más terribles y es como si debieran soportar el castigo en silencio. Es una cuestión ética compleja.

Se dice que después de la Segunda Guerra en Alemania se propagaron la mudez y la parálisis. Una reacción psicosomática del cuerpo frente a la impotencia.

Pienso que a Rusia le espera una ola de suicidios. Puede ser que ya haya empezado. Unos van a matarse por el miedo frente a la guerra y la represión, otros por la decepción ante un desenlace que no es lo suficientemente victorioso. Unos y otros se suicidarán por el sentimiento de completa impotencia y de pérdida de sentido.

4.4.22

Vi una entrevista acerca de una muestra de arte contemporáneo de una artista rusa que se inauguraba en París. Entre las piezas expuestas hay una escultura azul que representa una mano.

De inmediato aparecieron ante a mis ojos fotografías de Bucha, entre ellas las de manos de cadáveres tirados sobre el asfalto, enterrados en fosas comunes, con los brazos desparramados o fuertemente atados con trapos blancos.

Trabajo en la computadora, paseo al perro, entrecierro los ojos al sol, me baño: en todos lados veo esos brazos.

5.4.22

Sigo examinando atentamente las fotos de las manos de quienes murieron en Bucha. En muchas se observa una línea de la vida nítidamente larga.

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Durante todo el día un conocido me pide ayuda para escribir un mensaje a una chica a la quiere invitar a salir. Mi conocido me considera un genio para ese tipo de tareas. Le escribo muchas notas, como resultado de las cuales la chica acepta. Trabaja en un banco importante, su padre es un agente de inteligencia soviético retirado, ella es ucraniana y nació en Jersón.

Decidí dibujar las manos de los muertos y los rostros de los prisioneros. Los ojos de los prisioneros a menudo están envueltos con cinta scotch. Los muertos tienen las manos atadas con cinta scotch. Cuántas maneras hay de usar la cinta scotch. Los rostros de los prisioneros están en calma. En sus rasgos hay paz y resignación. Es como si se encontraran en el purgatorio en el momento en que ya todo está hecho y ahora solo esperaran con calma su destino.

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6.4.22

A la noche vi una cucaracha en mi habitación. Hace veinte años que vivo en este departamento y por primera vez veo una cucaracha.

Una amiga dijo que quiere tener una relación estable, con perspectiva, que quiere vivir con un hombre, que se quiere casar. Dijo que está acostumbrada a ver su vida como un monolito en el que todo está muy bien ligado. Dijo que encontró un hombre así (dijo: encontré una víctima) y que ahora ella y yo debíamos separarnos. Estábamos en un restaurante, le sirvieron lubina enrollada en forma de Z[14]. Pregunté si acaso el cocinero enrolló a propósito el pescado así. Mi amiga dijo que probablemente fuera solo un intento de disponer de una manera interesante un plato común y que no había que buscar ahí ninguna señal.

7.4.2022

Una escritora conocida estuvo bajo tratamiento por alcoholismo en una clínica durante todo un mes, y hace unos días vendió sus carteras LV. Fracasó: volvió a tomar.

Hace un año empezó a tomar por culpa de las peleas que tenía con el marido. Él le pegaba, le rompió el brazo, la tiró de la escalera. A la escritora le daba vergüenza que trataran tan mal a una mujer tan linda como ella, no le contó nada a nadie y empezó a tomar. Iba a un negocio a las nueve de la mañana, cuando abría, y compraba vino y cerveza, y así todos los días.

Después se curó, echó al marido de la casa que tenían fuera de la ciudad y no tomó nada, ni siquiera en Año Nuevo. Yo la visitaba en el hospital, la llevaba a un centro de lucha contra la violencia doméstica, llamaba a la policía cuando ella me lo pedía. Y ahora tiene mucho miedo. Todos los días mira las noticias, y las amigas le cuentan rumores horribles. Por ejemplo, que en Ucrania castraron a cincuenta prisioneros rusos. Esa información no está confirmada, pero hay suficientes fotografías que confirman otros horrores. Y ella no aguantó. Me llamó a las diez de la mañana, me dijo que hace una semana empezó a tomar, que toma siempre, salvo cuando duerme. Toma y fuma cigarrillos. Hablaba conmigo mientras toma cerveza. Me dijo que una no puede arreglarse con dos hijos, que ella no tiene plata para una niñera, que le transfirió lo último que le quedaba a una chica embarazada de Lvov a la que no le alcanzaba para la medicación del parto, en el hospital no la dan gratis. Me dijo que iba a llamar al marido para que volviera.

Me saqué la muela del juicio. En todo el año no me animé a hacerlo. Solamente me llevó una hora y media. Los médicos me dijeron que la muela es prominente, se alza como un monumento: un monolito.

8.4.2022

Se me hinchó la mejilla.

La escritora que toma me dijo que a la noche tuvo un ataque de pánico y sufrió taquicardia en su casa, por lo que llamó al marido. El marido vino y la ayudó.

Los objetos de hierro están cargados de electricidad: las tijeras, las manijas de los cajones de la cocina, la canilla.

Examino con atención las fotografías de los civiles muertos. Estudio los cuerpos, las manos, los rostros. Muchos cuerpos están quemados, pero, como sucede a menudo con la madera en la hoguera, los extremos se queman a lo último. Así sucede también con la gente, a menudo se conservan los pies, las manos, las cabezas.

Vuelvo constantemente a una fotografía en la que aparecen algunos cuerpos medio quemados en Bucha. En internet escriben que hay cinco cuerpos, aunque no se pueden distinguir todos enseguida. El fuego no afectó mucho a un hombre que yace boca arriba: sobre su pierna aparece acurrucada una mujer. Los tres cuerpos restantes se transformaron en un amasijo de extremidades, la ropa quemada cubrió los restos con costras negras. Los cuerpos arden de mala gana. No en vano hay rumores sobre crematorios móviles que usaría el ejército ruso. Si esto es así, entonces hay un lugar para emplear el gas que los europeos se niegan a adquirir.

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Los muertos se parecen a personas que duermen. Una mujer puso su cabeza negra sobre la pierna de un hombre, cerca de su miembro negro ovillado. Se dio vuelta como si se hubiera cansado de las caricias. La boca del hombre se abre; si estuviera durmiendo, estaría roncando. Los brazos del hombre están abiertos como en un gesto amanerado y exaltado.

Cerca hay una cabeza más: no se puede distinguir quién es, si es hombre o mujer; se ha congelado en el gesto de quien se arrastra.

El siguiente echa con fuerza la cabeza hacia atrás, la mano izquierda amarilla colocada como si la ofreciera para que alguien la besara, la derecha abandonada, los dedos negros aprietan algo. Es pequeño, se interrumpe en la caja torácica, que continúa o bien con la tibia, o bien con la espina dorsal.

Desde otro ángulo se observa que esa mujer que se hundía en la pierna no tiene entrañas y que algunas costillas sobresalen: se quemó desde adentro. Un gracioso haría este chiste: ese sí que está de verdad quemado.[15]

El quinto cuerpo adquirió el color de la papaya. La grasa, la piel y las vísceras abiertas en flor.

Yacen como si hubieran participado en una orgía. Después de una noche desenfrenada. Cortaron con todo y la pasaron bomba. En ruso contamos con muchas palabras “explosivas” para hablar de la alegría.

9.4.2022

La mejilla se me hinchó como si ocultara detrás de ella, igual que un hámster, todos los tampones que ya no se consiguen en los negocios.

Estuve en un cumpleaños. No quería ir por mi mejilla, pero después tomé un calmante, me puse la capucha y me fui.

Nos invitaron a un espectáculo inmersivo. Nos taparon los ojos a todos, nos sentaron en una butaca y construyeron una aventura audio-olfativo-táctil. El presentador relataba con voz dramática lo que sucedía con nosotros, y dos artistas (decidí que eran dos) lo ayudaban: sacudían las butacas, nos soplaban aire helado en la cara, nos salpicaban perfumes, nos colocaban en las manos diferentes objetos, pasaban ruidos de vidrios que se golpean, zumbidos de moscas y disparos. La función estaba dedicada a un accidente, después del cual todos despertamos en una Moscú postapocalíptica, que sufre una epidemia enigmática y una guerra civil. Corrimos por edificios vacíos, hurgamos en el interior de cadáveres, nos escapamos de una persecución. Una chica que estaba sentada cerca mío se negó a participar y se fue.

Después del espectáculo me encontré en un restaurante con la amiga que hacía tres días había dicho que nos teníamos que separar. Nos sentamos uno frente a otro y nos reímos muy fuerte. Se fue antes que yo, y después de un rato me escribió: “¿Necesitas que te lleve?”

Anduvimos despacio por las calles en su auto enorme. Me dijo que le encanta manejar despacio, que se imagina que es la dueña del barrio.

La invité a casa, a tomar un trago de Vittel —su agua preferida.

Cuando acabó, su cuerpo se estremeció dos veces. Estuvimos tirados cerca, sin movernos.

10.4.2022

En la revista brasilera Piauí salió un fragmento de este diario, en Roma se hizo la presentación de uno de mis libros. No viajé, los pasajes aumentaron seis veces. Decidí que sería mejor transferir una parte de los honorarios que pagaron en Brasil a refugios ucranianos de animales. Quiero más a los perros que a las personas.

11.4.2022

Llegó un recordatorio de la renovación del seguro del auto. Al final hay una advertencia: conduzca con cuidado, puede que haya problemas para conseguir repuestos.

La expresentadora mandó una selfie desde las Maldivas. No quiere subirla al insta, dice que ahora no es época para “caretagramear”. Escribe que decidió no deprimirse con noticias negativas, no quiere que su mundo interior sea invadido por manipulaciones ajenas en forma de fotos aterradoras, ya así como está tiene suficientes problemas psicológicos: la mamá no la quería, lo que hizo que ella sea insegura y tenga un marido abusador. En una vida anterior fue una guerrera, mató a muchos, ya tuvo bastante. Después de la separación vive para ella misma y para sus hijas.

Tomé el té con una guionista que conozco hace mucho tiempo. Me contó que el 24 de febrero estaba en su casa de la aldea esperando al albañil que debía terminar de construirle la escalera. El albañil vino y pidió una pala —quería sacar la nieve para acercarse más a la casa. Juntos fueron al cobertizo a buscar la pala, la escritora se resbaló y se cayó, el albañil la agarró. Se empezaron a besar, volvieron a la casa e hicieron el amor. Después el albañil terminó la escalera y se fue.

Todo esto pasó en medio de las primeras noticias acerca de la guerra, el albañil es ucraniano, egresado del instituto militar de Kiev. La guionista que conozco se quedó muy contenta —por primera vez se sintió viva desde octubre, cuando murió su esposo. La única cosa que la perturba es que el albañil ucraniano ahora la llama seguido. Va a ir a Goa y le propone encontrarse de nuevo. Dice que le hizo de regalo, con madera de roble y haya, una tabla para picar.

Por cierto, la pala que buscaron juntos no estaba en el cobertizo, sino en la casa.

[Continuará]

Notas

[1] Panecitos rusos rellenos, similares a las empanadas. (N. de la T.)

[2] La letra З (Z) se utiliza en Rusia para expresar apoyo a la guerra contra Ucrania, dado que es la primera letra de за, ‘a favor’. (N. de la T.)

[3] Olga Padchufárova recibió la medalla de bronce en el campeonato mundial de biatlón. (N. de la T.)

[4] Marca coreana de sopa instantánea. (N. de la T.)

[5] Pequeña ciudad cercana a Novosibirsk.

[6] Siglas del Servicio Federal de Seguridad, órgano encargado de la seguridad interna y de las fronteras. (N. de la T.)

[7] Mijáil Fridman es un empresario ruso cuyo patrimonio asciende a quince mil millones de dólares. Vive en Londres; después del 28 de febrero, sus cuentas europeas fueron confiscadas y todas sus tarjetas de crédito fueron anuladas. (N. del A.)

[8] Todo el barrio de Moscú en el que vivo tiene nombres “ucranianos”: la costanera Tarás Schevchenko, el boulevard ucraniano, cerca está la estación de Kiev y la estación de metro Kiev. Hay monumentos a Tarás Shevchenko y a Lesia Ukrainka. (N. del A.)

[9] Se refiere a los non-fungible tokens (tokens no fungibles) que, a diferencia de las criptomonedas como el bitcoin, representan algo único. (N. de la T.).

[10] El autor se refiere a la toma de rehenes en el teatro Dubrovka, en Moscú, realizada por terroristas chechenos que pertenecían a la organización Nord Ost. Para terminar con la toma de rehenes, un comando especial ruso empleó un gas venenoso. Como consecuencia, murieron ciento setenta personas, de las cuales ciento treinta eran rehenes. (N. de la T.)

[11] En ruso “svoboda” significa ‘libertad’. (N. de la T.)

[12] Elena Fanailova es poeta y periodista de la sección moscovida de radio “Svoboda”. (N. del A.)

[13] ‘Mir’, primera parte de la palabra “Miratorg”, significa ‘paz’ en ruso. (N. de la T.)

[14] Cfr. nota 2.

[15] Внутреннее выгорание es un término que designa el agotamiento psicológico total. (N. del A.)

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