Nina Vodopivec [1]
Este artículo fue publicado en Slovene Studies 40, 1-2 (2018): 3-29 y se reproduce aquí por gentileza de la autora.
Traducción del inglés: Florencia Ferre
En 2008, el presidente del Consejo de Programación de la Radio y Televisión eslovena (RTV Slovenija), un historiador, argumentaba en contra de la «información internacional en exceso»:
En lo personal, no estoy particularmente a favor de ella, me recuerda los días en que pasábamos horas resolviendo los problemas de los no alineados, mientras en casa todo se iba a pique. Cuando viajé por el mundo me di cuenta de que la gente seria no se ocupa demasiado de estas cuestiones. A mi entender, un compromiso excesivo con la política exterior es un retraso generalizado. (Granda 2007:33)
Opiniones como ésta, aunque criticadas por algunos intelectuales, ilustran el cambio político en Eslovenia. La marginación de una perspectiva internacionalista preanunciaba una nueva era. Después de la independencia en 1991, Eslovenia legitimaba su posición en otro espacio y tiempo: dentro de la UE y lejos de Yugoslavia y su colaboración no alineada con el «tercer mundo».
Hace casi 70 años, después de la ruptura con Moscú, la Yugoslavia socialista definía su posición a partir de sus diferencias con el bloque soviético y el capitalismo occidental. El socialismo yugoslavo se caracterizó no sólo por el auténtico movimiento partisano, el vuelco revolucionario espontáneo y el desarrollo de su propia versión de socialismo –la autogestión de los trabajadores– en el plano local, sino también por la construcción de una posición única en el mundo, como parte del Movimiento de los No Alineados (MNOAL) en el plano internacional. El MNOAL le permitió a Yugoslavia salir del aislamiento y entrar en la arena política internacional, lo cual era muy importante a fines de la década de 1940 y comienzos de 1950, puesto que entonces Yugoslavia perdió conexión con el Este y su apoyo, por haber sido expulsada del Cominform. Los comunistas yugoslavos formularon un rumbo alternativo al socialismo y una política de no alineación no sólo por sus propias necesidades ideológicas y políticas, sino también por la convicción de que estos modelos alternativos podían legitimar la posición yugoslava como un factor político independiente en la arena internacional.
En Eslovenia no se ha analizado el MNOAL en forma retrospectiva y no se lo ha considerado un tema de investigación pertinente entre los académicos contemporáneos. Las relaciones de Yugoslavia con el mundo durante el socialismo no han sido investigadas en forma holística. El socialismo se estudia como un fenómeno local y aislado, desarticulado del contexto de las corrientes transnacionales e incluso rara vez en comparación con otras repúblicas yugoslavas. Considero que el silencio académico en torno de estos temas está íntimamente ligado a las aspiraciones actuales de Eslovenia de posicionarse en el mapa de Europa, lejos de los Balcanes y (sus) relaciones con «el (resto del) mundo menos desarrollado.»
En la primera parte de este artículo analizo la geografía imaginada yugoslava en relación con la posición no alineada de Yugoslavia. Sostengo que la política de no alineación fue un tema importante para Yugoslavia (para su apertura al mundo) a fines de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, cuando ésta desempeñó un papel constitutivo en el MNOAL. Sin embargo, la reestructuración política y económica de los años sesenta dio como resultado una reorientación de Yugoslavia hacia los países euroatlánticos. La no alineación no era tan sólo un proyecto político. Se hizo realidad a través de encuentros concretos; además de la colaboración económica, también ocurrió en el campo de las artes, la cultura, la educación y la ciencia. Estos encuentros culturales, acompañados por una cobertura mediática minuciosa, aproximaron a países distantes entre sí. Sobre la base de la solidaridad cultural dentro del discurso de la no alineación, el movimiento logró construir la experiencia no alineada. La segunda parte del artículo da cuenta de las principales transformaciones después de la independencia eslovena en 1991 y de la nueva geografía simbólica definida en la UE multicultural, lejos de Yugoslavia y su cooperación internacional anterior. Sostengo que el viraje del MNOAL hacia la UE fue paralelo a la racialización doméstica.
El Movimiento de los Países No Alineados y Yugoslavia
«Que la reunión ayude a los superpoderes a entender que la suerte del mundo no está sólo en sus manos». Esas eran las aspiraciones del periódico esloveno Delo al informar sobre la primera conferencia en Belgrado en 1961.[2] El MNOAL fue formalmente fundado cuando los veinticinco países presentes en la conferencia firmaron una declaración de principios sobre la base de la coexistencia pacífica y la solidaridad en la lucha contra el colonialismo y la división de la Guerra Fría en el mundo.
Los comienzos del movimiento se vinculan a la Conferencia asiática y africana de Bandung, Indonesia, y a la reunión de Brioni, Yugoslavia, entre Josip Broz Tito, Jawaharlal Nehru y Gamal Abder Nasser[3] en 1956. Nehru fue el primero en referirse a los principios de la no alineación en un discurso de 1947. En 1954, Nehru y el premier chino aceptaron los cinco principios de coexistencia (en referencia a las ideas que luego fueron incluidas en el MNOAL). El término mismo fue discutido con frecuencia y se usaron otras variantes: Nasser propuso «no intervención»; en Ghana, Egipto y Guinea se usó «políticas de neutralidad positiva». Sin embargo, India insistía en la diferenciación entre políticas «no alineadas» y «neutrales».
El MNOAL se formó por oposición a la neutralidad; no como observador pasivo y aislado, sino como agente activo para la coexistencia pacífica y la construcción de un mundo diferenciado de los regímenes del Este y de Occidente. Los objetivos del movimiento eran apoyar la descolonización, luchar contra el imperialismo y el racismo, por el desarme nuclear y por una alianza con los países en desarrollo tanto en el ámbito económico como cultural. Fue fundado sobre la base del rechazo del imperialismo estadounidense, francés y británico y de las ocupaciones soviéticas.
La finalidad del MNOAL era impulsar un debate sobre el Tercer Mundo en las Naciones Unidas. Y en efecto, no fue sino hasta fines de los años cincuenta que la ONU vio la necesidad de modificar su estructura, a medida que un gran número de nuevos estados ocupaban sus bancas, y de repensar el poder de veto de las potencias coloniales y nucleares (Prashad 2007). Con la firma del documento en la cumbre de la ONU en 1960, Sukarno, Nehru, Nasser, Tito y Kwame Nkrumah señalaban que la Guerra Fría no era sólo un asunto de los grandes países. El «Tercer Mundo» daba pruebas de su capacidad de actuar en forma coordinada (Jakovina 2011: 40).
Tal como sus fundadores se lo habían propuesto, el MNOAL no era monolítico en su organización ni homogéneo en su orientación política o ideológica. Los países no alineados variaban mucho en sus posturas políticas, sus declaraciones ideológicas y sus formas de organización política. El compromiso afroasiático declarado hacia el socialismo no significaba necesariamente una orientación fuerte y sostenida. El líder yugoslavo, Tito, no estaba en contra de las relaciones de amistad con países que encarcelaban a los comunistas, y Gadaffi era un miembro activo del movimiento a pesar de la «trágica situación» de los musulmanes en Yugoslavia (Jakovina 2011: 26). El movimiento era muy dinámico, buscaba un equilibrio entre puntos de vista más y menos radicales, incluía miembros más activos y otros menos interesados. El criterio principal para su membrecía era la política no alineada: no pertenecer a ninguna alianza militar o bloque de la Guerra Fría.
Para una mejor comprensión de la iniciativa no alineada habría que observar con detenimiento el clima político internacional de la época. Los estados recientemente independizados, antes colonias, enfrentaban varias tensiones incluida la agudización de los conflictos de la Guerra Fría. (En 1961, sólo unas semanas antes de la primera cumbre no alineada en Belgrado, se alzó el muro de Berlín, lo cual radicalizó las relaciones ya tensas entre el Este y Occidente). Además de que la descolonización aseguraba la soberanía, este fue el período de la Guerra de Corea, de la invasión soviética en Hungría, y de los enfrentamientos militares de Estados Unidos en Cuba, Vietnam, Congo y Laos. Los conflictos de poder y las intervenciones militares eran amenazas directas, en particular para estados frágiles recientemente independizados.
Sin pertenencia a ningún pacto militar o bloque político, Yugoslavia se sentía amenazada. Después del conflicto con Stalin y su expulsión del Cominform (1948), Yugoslavia trató de asegurar su posición en la ONU. Redefinió su política exterior y comenzó a establecer relaciones de cooperación con Asia, África y más tarde con América Latina. La ONU le dio a Yugoslavia la posibilidad de establecer contactos con esos países; fue una etapa internacional en la que se formaron coaliciones, primero como cooperaciones y votos y más tarde como un apoyo explícito.
«Los pueblos de Yugoslavia no pueden aceptar el supuesto de que hoy la humanidad debe elegir entre la dominación de una gran potencia o la otra,» afirmó Edvard Kardelj, ministro de Relaciones Exteriores yugoslavo y uno de los fundadores del proyecto no alineado en Yugoslavia, en la Asamblea General de la ONU en 1950 (1979: 15). En su exposición, rechazaba la dominación de los dos regímenes de las potencias que gobernaban el mundo y hacía un llamado por la igualdad de las naciones pequeñas y grandes. Argumentó a favor de la separación entre las antipatías ideológicas en general y la amenaza militar (en alusión a la intervención estadounidense en Corea y la amenaza soviética a Yugoslavia). La presión soviética, la Guerra de Corea, y no optar por ninguno de los dos bloques militares (no estaba ni en el pacto de Varsovia ni en la OTAN), llevó a Yugoslavia a apoyar y luego desarrollar la idea de la no alineación.[4]
Yugoslavia mencionó su propia experiencia: una nación pequeña e independiente (a pesar de la hostilidad de las dos grandes potencias y de los pasados regímenes fascista y nazi) con su propia versión del socialismo, la autogestión. El objetivo era vincular el desarrollo y las aspiraciones de Yugoslavia con los de África y Asia. La lucha por la independencia nacional durante la Segunda Guerra Mundial fue un importante y muy mentado punto en común con los países descolonizados y sus luchas por la independencia.
Por primera vez, Yugoslavia comenzaba a desarrollar su marca propia en política exterior global, y a la vez tomaba un papel de liderazgo en la formación del movimiento. El contacto entre los líderes y los políticos era importante, por sobre todo, el contacto personal entre Tito, Nehru y Nasser.
Tito estuvo (más o menos) a cargo de las actividades internacionales de Yugoslavia hasta su muerte en 1980. En 1954, Tito fue el primer líder europeo y comunista en viajar a Asia, a bordo de su buque, el Galeb (Gaviota); en 1961, fue el primer jefe de Estado comunista en África al sur del Sahara. Los viajes y visitas de Tito desempeñaron un importante papel para conectar países y líderes. Los «telegramas extremadamente urgentes» llegaban a destino dentro de las dos horas de haber sido enviados desde su barco en 1961 (Jakovina 2011: 42). La idea de la conferencia de Belgrado, la primera conferencia no alineada, se organizó a través de esta correspondencia.
Cuidadosamente armada, la imagen de Tito –su carácter carismático y la forma en que vestía, se comportaba, posaba–, desempeñó un importante papel en la imagen de Yugoslavia ante el mundo. Como observa el cientista político Konstantin Kilibarda, su «dandismo posrevolucionario» fue una estrategia para «universalizar»[5] a Yugoslavia en el MNOAL (2010: 31). Con sus viajes, Tito adoptó las modas y actitudes de sus anfitriones: fumaba habanos, inauguraba nuevos proyectos de infraestructura, visitaba fábricas, iba de cacería y jugaba al ajedrez. Imitar a sus anfitriones lo llevó a reproducir la doble violencia de la colonización, lapsus verbales, ambivalencia e inversión que Spivak aborda en su argumentación sobre la doble violencia implícita en la «universalización» histórica del Tercer Mundo por parte del imperialismo. Los fotorreportajes, la prensa, el cine y los creadores de imagen permitieron que Tito personificara el elemento aspiracional de la modernidad: él no sólo destrozó los parámetros «tradicionales» de autoridad sino que produjo una imagen de Identidad moderna, soberana, en el mundo (2010: 30).
Como observa Kilibarda, la no alineación fue «una estrategia performativa global» (2010: 27) que les permitió a los líderes políticos posicionar a Yugoslavia en el mundo. Su reconocimiento fue importante tanto para quienes vivían dentro como fuera de Yugoslavia. Estoy de acuerdo con su posición; sin embargo, debo subrayar que las experiencias de no alineación en Yugoslavia fueron más profundas, y el movimiento merece estudiarse de un modo más amplio.
En su libro sobre Yugoslavia y la no alineación, el analista político británico Alvin Rubinstein (1970) describe los intereses cambiantes de Yugoslavia en Asia, desde las alianzas socialistas asiáticas (para vincular a Asia con los socialistas europeos) hasta las colaboraciones no alineadas, que daban prioridad a los temas coloniales y luchaban por las naciones pequeñas y la paz mundial. Este cambio daba cuenta de una postura política distinta en la arena internacional, que dio lugar a un amplio espectro de colaboraciones con el Sur global. Debe considerarse la subjetividad política modificada como un intento por (superar) una división bipolar y repensar los ulteriores procesos de desarrollo global.
Los intereses económicos fueron una parte integrante de la agenda política no alineada; la igualdad de derechos de las naciones pequeñas estaba ligada a su independencia económica (Kardelj 1979). Desde el punto de vista político, eso significaba dirigir la atención a los temas de exclusión de los tratados económicos (las coaliciones euroatlánticas y el Comecon). El MNOAL viró gradualmente de la solidaridad política (que apoyaba luchas por la liberación y el rechazo de pactos militares) a la cooperación económica. Esto dio como resultado la creación del G-77 (en el que Yugoslavia era el único país europeo) y la UNCTAD (la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo)[6] en 1964. Más allá de la discutible eficacia de estas instituciones, subrayo la importancia de este viraje a nivel mundial en el período, y como consecuencia el establecimiento de la ideología del desarrollo.
Un paso importante fue convocar a numerosos países para revisar las reglas y prácticas políticas y económicas establecidas por regímenes poderosos. Abrió un espacio para confrontar los modelos teóricos y las metanarrativas construidas sobre el paradigma antes dominante de la modernización, el desarrollo y la teoría del sistema mundo. En busca de una identidad alternativa, la no alineación rechazó las premisas homogeneizadoras de la ONU y puso en evidencia la brecha entre el reconocimiento formal de la equidad y su práctica real (Gupta 1992: 67). El MNOAL bregó por un debate mundial e instó a la creación de un Nuevo Orden Económico Internacional (1973). Los países no alineados se unieron en la lucha común contra la explotación por los superpoderes en demanda de sus derechos. Es importante notar el cambio de foco hacia los temas del imperialismo económico y las relaciones comerciales desiguales. Se tomó conciencia de que la dependencia económica y el imperialismo cultural representaban un peligro tan grande como la intervención militar (Gupta 1992: 71).
En lugar de un desarrollo basado en la dependencia, se promovieron las economías autosuficientes (basadas sobre todo en la dinámica de las relaciones sociales internas, a la que se subordinaran los lazos externos). En realidad, estas políticas económicas fueron proyectos nacionalistas destinados a acelerar la modernización y a enriquecer a la sociedad a través de la industrialización (Amin: 2005). El MNOAL ilustra bien la forma en que naciones más débiles podían usar el sistema interestatal para consolidar el estado nación (Gupta 1992).
«El paradigma de desarrollo estaba basado en la autosuficiencia», explica Anton Vratuša, académico esloveno, diplomático y embajador ante la ONU entre 1967 y 1969.[7] «Pero esa autosuficiencia no era un sistema aislado y cerrado en sí mismo. Se pensaba como dentro de los vínculos de solidaridad y asistencia recíproca, en un mundo en el que los menos poderosos se conectaban para luchar juntos por la igualdad en el mercado internacional contra los poderes imperiales.»[8]
Se buscaba hacer un llamado a la cooperación económica directa entre los países no alineados. Desde el comienzo, sus defensores propusieron explorar de manera sistemática formas de expandir la cooperación económica entre los países menos desarrollados. Yugoslavia puso en práctica varios planes de colaboración económica (en especial con Etiopía, Libia y el Oriente Medio). La compañía Energoprojekt, fundada en 1951 en actual territorio serbio, por ejemplo, construyó en Lusaka (donde se llevó a cabo la cumbre de 1970), numerosos tramos de las usinas hidroeléctricas, líneas telefónicas, infraestructura aeroportuaria, etc. La ayuda incluyó el envío de asistencia mecánica e instructores de vuelo. En Libia y más tarde en Iraq, se impulsó la construcción (por ejemplo, la compañía SCT). Tomos, Lesnina, Slovenijales, Gorenje, Iskra y Lek fueron otras importantes empresas eslovenas que cooperaron con estos países en los campos maderero, farmacéutico, automotor y electrónico.
A propósito, Vratuša comentaba:
Algunos eran escépticos. La preocupación era que los préstamos otorgados a los países no alineados y en desarrollo fueran riesgosos, que la actividad económica, sobre todo la inversión en infraestructura, jamás pudiera ser pagada. Sin embargo, los resultados de largo plazo de esas acciones tuvieron un alcance mayor. La cooperación económica no fue una mera inversión de dinero. La inversión económica fue devuelta también en otros campos: cultura, ciencia y artes.[9]
En la colaboración entre Yugoslavia y los mercados del Oriente Medio se observaron deficiencias por la inadecuación de la red de mercados económicos, la falta de organización, la competencia desleal entre exportadores y productores yugoslavos, el fracaso para llevar a cabo acuerdos dentro de los términos estipulados por contrato, un conocimiento deficiente de las condiciones locales (del clima y la infraestructura), operaciones lentas e incompatibilidad a la hora de cumplir promesas; por ejemplo, los japoneses prometieron enviar bienes en un mes, mientras que Yugoslavia lo hizo en seis a doce meses, y aún así sin confiar por completo en el cumplimiento de los plazos (Rubinstein 1970: 224). Las empresas yugoslavas obtenían negocios por su afiliación política e ideológica (su pertenencia), a pesar de ser más caras.
Los intereses económicos de Yugoslavia viraron paulatinamente hacia los mercados occidentales. Hacia fines de la década de 1960, Yugoslavia se integró firmemente en las corrientes euroatlánticas de acumulación de capital a través de acuerdos económicos regionales y de la creciente migración de trabajadores yugoslavos a Occidente (en particular a Alemania Occidental). La gran liberalización del comercio exterior que ocurrió a mediados de la década de 1960 permitió que Yugoslavia fuera el primer país comunista en acceder (en forma completa) al GATT en 1965.[10]
Crítica del MNOAL y del papel de Yugoslavia
Al principio, los temores de Estados Unidos[11] se centraban en la sede de la reunión no alineada. La proximidad de Belgrado con Moscú parecía crítica: los estadounidenses sospechaban que los soviéticos podrían usar la reunión en su propio beneficio. Moscú, por su parte, era también escéptica; sin embargo, al finalizar la primera conferencia estuvo conforme con los resultados.
De acuerdo con Cecil Crabb, en su libro The elephant and the grass: a Study of nonalignment (1965), los estadounidenses rápidamente se dieron cuenta de que la neutralidad no era «una parada de camino al comunismo» (Brown 1966: 519). Empezaron a sentir que la preservación de la independencia poscolonial y el empoderamiento social y económico propuestos por las políticas no alineadas podían ser en sí mismos «una ganancia diplomática sustancial para Occidente» (Brown 1966: 520).
Durante los primeros años del movimiento, en particular la postura antiimperialista yugoslava, su llamamiento abierto al socialismo y a la membrecía de Vietnam, etc., contribuyeron a la orientación de izquierda de los no alineados. Sin embargo, a fines de los años setenta, cuando el papel de Yugoslavia en el MNOAL fue considerado positivo por parte de Estados Unidos, los soviéticos acusaron a Yugoslavia de intentar ser líder del movimiento e imponer sus conceptos ideológicos, inaceptables para las fuerzas revolucionarias y progresistas. En ese momento se acusó a Yugoslavia de tener intereses contrarios al socialismo (Jakovina 2011: 248).
Las relaciones entre Yugoslavia y Estados Unidos mejoraron después de una reunión entre el presidente Jimmy Carter y Tito. El consejero de seguridad nacional de Carter, Zbigniew Brzezinski, consideraba a Yugoslavia como un factor importante para morigerar las tensiones dentro del movimiento. Las cooperaciones económicas de Yugoslavia, criticadas por no seguir el compromiso ideológico contra el neocolonialismo económico, parecían problemáticas: en particular se referían a la ayuda al Oriente Medio en préstamos, embarcaciones, equipamiento industrial, construcción, trabajadores e ingenieros. Como contraparte, Yugoslavia importaba petróleo de Libia, Iraq y Nigeria (más del 30 por ciento del total del petróleo importado). Sin embargo, para los estadounidenses era un problema aún mayor el rearme de Libia, los grupos de Sudáfrica, y Palestina (Jakovina 2011: 249).
En Yugoslavia, especialmente durante los primeros años, no era posible criticar abierta y públicamente al movimiento. En los círculos diplomáticos y políticos se criticaba las relaciones cercanas de Yugoslavia con los países de Asia y África, las reuniones regulares y las visitas de reyes, presidentes y otros miembros de élites –cuyas interpretaciones de las relaciones internacionales a menudo resultaban extremas y alejadas de la realidad– (Jakovina 2011: 78). Josip Djerdja, un experimentado diplomático en política exterior, fue el crítico más encarnizado del movimiento. Después de la conferencia de Lusaka en 1970, repudió la organización de la conferencia y tildó de anticuada la política no alineada en África y al movimiento de inadecuado e incapaz de ofrecer ningún lineamiento conceptual o estratégico para su desarrollo. Apuntó cuestiones y problemas europeos que, en su opinión, habían sido excluidos.[12]
La existencia del movimiento no fue siempre firme y varias veces estuvo en riesgo. Al menos por algún tiempo gozó de credibilidad (en el plano internacional) pero luego la perdió; según Worsley, el tercer mundo se había desintegrado en agrupaciones de poder internacional (1980: 326). De acuerdo con algunos estudiosos, la importancia del movimiento disminuyó al terminar la década de 1960. El espíritu de Bandung se diluyó; Nehru había muerto, Ben Bella y Nkrumah habían sido derrocados; Argel estaba en guerra, al igual que India y Pakistán. Parecía que el movimiento no era capaz de garantizar la paz, y su principio fundamental (la coexistencia pacífica) estaba en peligro. La ausencia de representatividad y los problemas económicos (por la inestabilidad política interna) obstaculizaron el desarrollo del MNOAL y la realización de sus principios fundamentales (Westad 2008: 145).
En las conclusiones del libro publicado en 1970, Rubinstein pedía un nuevo marco para el MNOAL y cuestionaba el papel de Yugoslavia en él. Desde su punto de vista, Yugoslavia estaba más ligada a Europa «por su bienestar económico».
«Después de algún tiempo, la agenda del movimiento perdió su interés,» apuntó un ex corresponsal esloveno que cubrió el movimiento no alineado y las descolonizaciones en los años setenta y ochenta,[13]
pero cuando además los líderes –los imanes del movimiento–, ya tampoco estaban, fue el fin. Con la muerte de Tito (1980), el último de los tres, el movimiento se derrumbó. El problema fue que, por un lado, la no alineación demandaba justicia mundial, equidad, transformación global y redistribución de los recursos en el mundo; y por el otro, los políticos no eran capaces de alcanzar estos objetivos ni siquiera dentro de sus propios países. Si se exige un cambio en el mundo, debería garantizarse dentro del propio país. Pero muchos países estaban gobernados por dictadores.
El regionalismo, y no el internacionalismo, prevalecía. Después de un tiempo, la cooperación entre países en desarrollo comenzó a disminuir incluso dentro de las Naciones Unidas, ya no había la coordinación y organización que supo haber.
De acuerdo con el historiador Tvrtko Jakovina, la posición tardía de Yugoslavia en política exterior debe ser estudiada con más cuidado. El MNOAL reflejaba la visión del mundo yugoslava. La relación de otros países hacia el movimiento podía ser activa durante algunos años y menos activa años después, pero para Yugoslavia la no alineación era la expresión de su política interna e internacional. Para Yugoslavia, mantener los principios del movimiento significaba mantener la política que ella había inaugurado, su propia política mucho más que la de otros países (2011: 46). Desde un punto de vista político, el papel de Yugoslavia en el movimiento fue importante hasta fines de los años setenta (cuando Cuba se involucró más). Entonces la política no alineada se volvió una parte integrante de los asuntos externos yugoslavos.
Jakovina señaló también la importancia del movimiento para la afirmación yugoslava en Europa. Durante la crisis de los años setenta, el Ministerio de Relaciones Exteriores alemán incluía en su invitación a reuniones, junto a los diplomáticos soviéticos y estadounidenses, al embajador yugoslavo (de acuerdo con Budimir Lončar) «para escuchar lo que ocurría en el tercer mundo».[14] En ese sentido, las políticas no alineadas eran parte de la política exterior europea (2011: 638).
En un sentido tecnológico y económico, la economía y la modernización yugoslavas estaban totalmente dominadas por Occidente. El MNOAL era importante políticamente y como un mercado potencial (y en ocasiones real). Sin embargo, en los círculos diplomáticos, Yugoslavia se negaba a atarse al Este o al Oeste, y seguía compromentida con la política de no alineación (Jakovina 2011: 33).
Aspectos sociales y culturales del MNOAL
En general, se considera que la «permeabilidad» de las fronteras, junto a políticas liberales con respecto a ellas, es una de las mayores ventajas de la versión yugoslava del socialismo, que abrió a Yugoslavia, y en particular a Eslovenia, a Occidente –tanto al capital extranjero como a las influencias culturales e ideas occidentales– (Gabrič 1995, Rendla 2008). A mediados de los años sesenta era bastante fácil obtener un pasaporte, y se eliminaron las visas para los países vecinos. La gente tenía el pasaporte en sus casas y podía decidir libremente cuando ir y venir. La movilidad desempeñó un papel muy importante; se atribuía un significado emblemático al pasaporte rojo y a la posibilidad de cruzar las fronteras de la Guerra Fría (Greenberg 2011: 88, Jansen 2009). Las autoridades intentaron resolver el problema del desempleo abriendo las fronteras. Después de 1960, las migraciones aumentaron también dentro de Yugoslavia, lo que provocó un aumento de las tensiones entre los migrantes y la población mayoritaria de Eslovenia, en especial en las regiones (industriales) donde había una mayor concentración de migrantes.
Al mismo tiempo, los ideólogos y políticos usaron políticas liberales de fronteras para subrayar la originalidad de Yugoslavia como único país socialista con fronteras abiertas (Vodopivec 2008: 480). Las fronteras abiertas, que influyeron en las migraciones, el turismo, el consumo y la escena cultural, se percibían como experiencia inmediata y tenían más impacto en las personas que las conexiones políticas y culturales con países distantes en África, Asia o Latinoamérica.
Las fronteras abiertas contribuyeron a elevar los estándares de vida y desarrollaron la economía de consumo. Los consumidores yugoslavos comenzaron a participar en lo que se parecía mucho al estilo de consumo occidental (Patterson 2003).[15] La relajada atmósfera de apertura hacia Europa occidental en la esfera cultural comenzó en los años cincuenta (no sin oposición oficial). Las nuevas tendencias estéticas y artísticas aparecieron en la literatura antes que en las artes visuales, el teatro y la música (Vodopivec 2008: 470).
¿La no alineación fue entonces tan sólo la retórica del populismo? No es posible dar una respuesta única y unívoca. Durante algún tiempo el movimiento logró movilizar a la gente, no sólo políticamente (como ya se ha explicado), sino también desde el punto de vista social y cultural.
Se ha definido la no alineación como un movimiento que mantenía un perfil difuso y descentralizado con diferentes regímenes políticos y declaraciones ideológicas (Gupta 1992). No obstante, había algunas instituciones comunes que controlaban la comunicación, las noticias y los servicios de información. En 1975 se fundó un pool de agencias de prensa con flujo multicanal liderado por la agencia de noticias nacional de Yugoslavia, Tanjug.[16]
El papel principal del pool de prensa era el intercambio de noticias entre las agencias de prensa nacionales para una mejor comprensión y para reforzar la solidaridad. En el campo cultural, el Pool de Agencias de Prensa debe considerarse un logro real. Naciones más débiles desde el punto de vista político y económico podían reunir información y comunicarse con el mundo exterior sin la ayuda del sistema de comunicaciones occidental.[17] Sin embargo, el periodismo no estaba libre de censura política, dado que los corresponsales no podían hacer ningún tipo de críticas. En palabras de un corresponsal esloveno,
tratábamos de criticar algunos aspectos de la no alineación pero sólo entre líneas. Criticábamos las dictaduras militares, los altos costos, y representábamos una perspectiva pro europea. Era imposible escribir en contra de estos temas de manera directa: cualquier crítica a la política no alineada, incluso la evaluación crítica de las teorías de su desarrollo, estaba prohibida.[18]
No obstante, estas instituciones desempeñaban un importante papel. Vinculaban lugares, sociedades y personas. El efecto de estas interacciones sociales era el de conectar la proximidad y la distancia. Las imágenes de los medios, los artículos, las corrientes de información y las interacciones personales acortaban distancias y hasta cierto punto creaban una sensación de proximidad. «Había una experiencia de no alineación,» afirmaba un ex corresponsal. «Estábamos abiertos al mundo en muchos aspectos.»[19]
En ese sentido, el MNOAL logró crear una suerte de solidaridad, y promovió una autocomprensión, autopercepción (de sus participantes) como comunidad no alineada. No debería pasarse por alto el impacto general de cooperación en el Sur global, en particular en asuntos culturales. Una investigación reciente de observatorio de medios sobre estereotipos y discriminación con respecto a África en los medios de comunicación eslovenos reveló que el MNOAL promovía una mejor cobertura y presentación de África (Jeffs 2000). Se publicaban numerosas notas e informes desde el Sur global, no sólo de la agenda política, sino también eventos culturales y sociales. Aumentaron las traducciones de novelas, poesía y otras formas literarias de estos países (en particular de África); había también festivales de arte (la Bienal de Artes Gráficas desde 1955),[20] de música (Druga godba [Otra banda], desde 1984), y de cine, organizados en colaboración con artistas de distintos continentes (Jeffs 2007: 488). Estos eventos no deben leerse en clave política o ideológica, aun cuando se promoviera la cooperación en este contexto.
Con la democratización y el colapso de Yugoslavia no sólo la representación de África en los medios cambió significativamente. Los periódicos, la radio y los canales de televisión no tenían ni el personal ni el interés para cubrir historias en África o Asia. Después de la incorporación a la UE, los medios se han concentrado aún más en la política interna y en temas de la UE. Las noticias «no europeas» rara vez se publican, y cuando sí, en general se levantan de las agencias internacionales (como Reuters, BBC, CNN).[21]
Además de la cooperación cultural, en los años sesenta se promovía el intercambio científico y estudiantil. Los estudiantes extranjeros en las facultades de la República Socialista de Eslovenia (de las universidades de Ljubljana y Maribor)[22] venían principalmente de África y Asia. Las conexiones científicas y culturales con países extranjeros, que alentaban la cooperación interuniversitaria, se adaptaban a las necesidades económicas (y estaban a cargo del Comité para las Relaciones Económicas Exteriores). El objetivo era alcanzar un nivel de educación universitario en Yugoslavia y volver a casa para mejorar las condiciones económicas en sus países. Algunos, en especial los que llegaron a Yugoslavia a fines de los años setenta y en los ochenta, se casaron y se quedaron.
De acuerdo con el estudio histórico y antropológico de Maja Lamberger sobre estudiantes árabes en Eslovenia, la mayoría de los estudiantes llegaron de Iraq y Siria, sobre todo a estudiar arquitectura, construcción e ingeniería mecánica, y más adelante se ocuparon en la construcción de caminos o infraestructura. Países con más agricultura intensiva en el norte de África enviaban a sus jóvenes a estudiar agronomía, medicina veterinaria e ingeniería forestal. Los estudiantes internacionales estaban organizados en un club. Uno de sus objetivos era promover la cultura de los estudiantes internacionales, generar conciencia y construir una sociedad multicultural. Los estudiantes africanos publicaban un boletín, La voz de África, organizaban conciertos e incluso Afrodisco en las casas de los estudiantes. Los estudiantes africanos y la Unión de Estudiantes Palestinos daban charlas en escuelas primarias y trataban de visibilizar los problemas de África y Palestina en la opinión pública.
A pesar de la cobertura mediática favorable, de la intensa producción cultural, de la cooperación científica e interuniversitaria, de la orientación política y de desarrollo, los prejuicios y estereotipos resultaron parte de la vida cotidiana y del imaginario social de la época. No me refiero aquí a las relaciones entre las repúblicas yugoslavas y las tensiones antes mencionadas entre la población mayoritaria de Eslovenia y los migrantes de otras repúblicas yugoslavas, que se incrementaron en los años ochenta. Me refiero al comportamiento que algunos estudiantes africanos experimentaron en sus relaciones cotidianas con la población mayoritaria.[23]
Incluso en el plano político, a pesar de su tendencia antirracista, se suponía que Yugoslavia, con su mayor nivel de desarrollo y avances tecnológicos debía ayudar a los países en desarrollo a actualizarse, como lo dijo en forma explícita Tito en una entrevista para la televisión argelina en 1973: «Yugoslavia se ha vuelto uno de los países más desarrollados dentro de los no alineados» (Kilibarda 2010: 39). Aún así, estas distinciones no necesariamente eran –al menos no en los años setenta–, parte de la «alterización» en el sentido orientalista o etnocéntrico por mucho que siguieran la retórica de la modernización y desarrollo y alabaran el crecimiento económico y el progreso tecnológico. El historicismo subyacente en las narrativas de la modernización era parte de la agenda política. El diplomático yugoslavo Leo Mates describía el África Negra como «dependiente para su emancipación de la fuerza de los movimientos de liberación en otras partes», puesto que la modernización apenas logra penetrar «su sistema social primitivo o su estructura social tradicional de un pasado distante» (1970: 141; cf. Kilibarda 2010: 39). A pesar de estas actitudes y por su compromiso ideológico y político, Mates subrayaba la identificación con «los países afroasiáticos».
Puede considerarse que el esfuerzo por crear una identidad no alineada y dotar al Sur global de una imagen positiva es una nueva metanarrativa homogeneizante para resistir la dominación de las super potencias (Gupta 1992: 67). Sin embargo, el movimiento debe ubicarse en relación con otra metanarrativa de la comunidad mundial: la que aporta la ONU. Más allá de las doctrinas políticas y económicas y de las agendas que impactaron en el desarrollo de un discurso de la modernización y el desarrollo.
Dos centros, ambos ubicados en Ljubljana, Eslovenia, llevaban a cabo y estudiaban políticas de desarrollo, proyectos y planes de modernización: el Centro Internacional para la Gestión de Empresas Públicas en Países en Desarrollo (Mednarodni center za upravljanje državnih podjetij v deželah v razvoju) y el Centro para el Análisis de la Cooperación entre la República Federal Socialista de Yugoslavia y los Países en Desarrollo (Center za proučevanje sodelovanja SFRJ z deželami v razvoju).[24] Acerca de por qué y cómo se fundó en 1974 el primero de estos centros, consulté a su fundador, Anton Vratuša, también embajador ante la ONU y un activo seguidor del MNOAL:
El secretario general de la ONU (U Thant) me preguntó si Yugoslavia podía formar un instituto para la cooperación con países en desarrollo. Yugoslavia era uno de los países líderes en el MNOAL y el G-77. Muchos me conocían ya en la ONU porque había organizado seminarios de verano sobre autogestión local en países en desarrollo. Birmania (actualmente Myanmar) era uno de los países más activos del movimiento, y U Thant era su ferviente defensor. Los países en desarrollo se enfrentaban a muchos dilemas cuando dejaban de ser colonias y declaraban su independencia. La pregunta principal era qué sucede ahora que tomamos nuestro destino entre manos. Ese era el espíritu cuando se fundó el centro. Todos buscábamos algo nuevo.[25]
Los académicos de estos dos centros de desarrollo exploraban formas de cooperación micro y macroeconómica en diferentes regiones, deficiencias y logros, y condiciones para mejorar. Analizaban el impacto de proyectos de desarrollo y cuestionaban la retórica y la terminología del desarrollo. Entre otras cosas, advertían sobre los problemas que causaban las empresas transnacionales en las comunidades locales y su impacto en la infraestructura local y en su potencial desarrollo. Criticaban las estrategias de desarrollo que seguían el modelo de los países desarrollados, vinculaban el problema del subdesarrollo con la estratificación social y rechazaban la denominación «Tercer Mundo» porque presuponía aceptar la división del mundo impuesta por la agenda de la Guerra Fría (Petković 1974). A pesar de la caracterización del MNOAL como tercer bloque, su agenda política se oponía al paradigma de bloques del pensamiento de la Guerra Fría, como a menudo lo subrayaban los discursos políticos, en particular los de Nehru y Tito, y proponían en cambio un mapa cognitivo en el que el desarrollo global diera origen a bloques externos.
A pesar de la censura política, una agenda de desarrollo no alineado (en política y en ciencia) debe considerarse un logro. A causa del cambio de paradigma después del colapso de Yugoslavia, la agenda eslovena actual de desarrollo (en política, en ciencia y en organizaciones no gubernamentales) rompió completamente con la tradición no alineada sin intentar siquiera evaluarla en forma crítica. Incluso las ONGs locales que trabajan temas globales adhirieron al nuevo paradigma de desarrollo desde la perspectiva de los países desarrollados. A menudo pasaron por alto las relaciones de poder dentro del paradigma o copiaron la crítica de Occidente. La experiencia no alineada y la crítica del desarrollo que produjeron los estudios científicos y de investigación durante ese período ha sido en gran medida olvidada.
Un giro hacia Europa, pero una Europa multicultural
Para Yugoslavia, la no alineación terminó donde había empezado: en Belgrado. Unos años después de la última conferencia de Belgrado, en 1989, el MNOAL propuso un grupo de trabajo ad hoc para resolver la crisis de Yugoslavia. El ministro de Asuntos Exteriores, Budimir Lončar, respondió que la asistencia del MNOAL no era necesaria ya que el país buscaba en cambio una solución europea. Al adoptar la posición de sujeto europeo contra la no alineada, las geografías simbólicas postsocialistas viraron finalmente del Sur global al Norte global. La reorientación hacia el paradigma euroatlántico deslegitimó además al socialismo y al internacionalismo (Jeffs 2003).
Como anunció el primer ministro esloveno Janez Janša (líder del partido Demócrata, de derecha radicalizada) en la ceremonia de apertura como presidente esloveno de la Unión Europea en 2008, por su historia y su geografía, su ubicación entre Europa Central, la monarquía habsbúrgica, los Balcanes, el mundo eslavo y el Mediterráneo, Eslovenia puede ser el puente de diferentes culturas. Al mismo tiempo, se proclamó que Eslovenia podía ser el mayor experto de la UE para los «Balcanes occidentales». Los académicos que analizaron varios discursos sobre los «Balcanes occidentales» subrayaron la actitud cuasi colonialista de Eslovenia hacia las repúblicas ex yugoslavas –una denominación que se había puesto recientemente de moda–.
La declaración que más a menudo se cita como ejemplo de estas aspiraciones es la del primer ministro esloveno (publicada por el Financial Times), en que subrayaba que los intereses de Eslovenia en los Balcanes occidentales eran similares a los intereses de Portugal en África.[26] Se refería a la declaración que un año antes hiciera el embajador de Portugal ante la UE, quien en alusión a las prioridades de la presidencia de su país dijo: aunque el proceso de ampliación en general seguirá en el centro de atención, por su pasado colonial, Portugal se concentrará en la cooperación con África, y los derechos humanos serán su principal preocupación.[27]
Como sostienen algunos, la representación de los Balcanes como una «zona de Tercer Mundo europeo» contribuyó a dar la impresión de que se necesitaba con urgencia una nueva identidad colectiva y su sentido de pertenencia a la UE (Erjavec y Volčič 2007, Mastnak 1998, cf. Petrović 2009). No se trataba de una perspectiva exclusiva de la centro derecha. La aspiración de vernos como parte de la UE era muy popular en Eslovenia (en 2003, el referéndum para la membrecía de la UE obtuvo la mayoría a favor con el 89,61%), así como lo fueron también los esfuerzos por construir una identidad europea colectiva en otros países de la UE. No obstante, la demanda de una identidad transnacional no estaba separada de los esfuerzos por construir una identidad nacional.
Los programas de la UE dirigidos a promover la identidad y la ciudadanía europeas se apoyan en una política multicultural. Sin embargo, fue justamente la política multicultural (Pitcher 2009)[28] lo que fortaleció las identidades nacionales. Al subrayar las fronteras y diferencias culturales nacionales en el contexto de fuertes estados nación, el multiculturalismo se edificó en realidad sobre la base de la exclusión. Pero los actos de exclusión fueron velados: no subrayaban la inferioridad de los otros sino las diferencias culturales en sí, las que además se percibían como definidas e inmodificables. Sobre estas premisas, la cultura se comportaba en forma racista; actuaba como la naturaleza, encerrando a los individuos y los grupos dentro de la genealogía (Balibar 1991). Como sostiene Étienne Balibar, el nuevo racismo no se apoyaba en diferencias biológicas sino culturales, no subrayaba la superioridad de ciertos grupos en relación con otros sino «tan sólo» lo perjudicial que sería abolir las fronteras, lo incompatibles que resultaban estilos de vida y tradiciones (1991: 21).
La política multicultural[29] definida y practicada por la UE marcó significativamente la forma en que se perciben, se experimentan y se tratan de manera sistemática las diferencias culturales y la alteridad, aun cuando varios estados nación de la UE la implementan de distintas maneras. Además de la reorientación de Eslovenia antes mencionada de Yugoslavia hacia la UE, me refiero a la política multicultural como marco más amplio a través del cual podemos entender los casos de exclusión social en Eslovenia.
Algunos de los actos de exclusión más controversiales en Eslovenia fueron los Borrados y la explotación de los trabajadores migrantes (este artículo no cubre la «crisis de refugiados» de Eslovenia después de 2015). Los Borrados fueron personas que perdieron ilegalmente su residencia permanente en 1992 (25.617 personas). La mayoría provenía de repúblicas de la ex Yugoslavia. En el proceso de formación del nuevo estado independiente, las personas que no presentaron su solicitud de ciudadanía eslovena antes de una fecha determinada o aquellas cuya solicitud había sido anteriormente rechazada, fueron borradas del registro de residentes permanentes en la República de Eslovenia. Con la pérdida de ese estatus perdieron también todos los derechos económicos y sociales asociados al estatus de residentes permanentes. Las autoridades locales llevaron a cabo la medida por instrucciones del Ministerio del Interior.[30] Las élites políticas sin importar su tendencia o la coalición gobernante en el parlamento promovían públicamente las actitudes negativas hacia los borrados. Los demócratas liberales no reaccionaron a su favor ni en los años noventa ni después del cambio de siglo, incluso después del fallo del Tribunal constitucional en 1999, que declaró que el borramiento era contrario a la ley. El discurso que prevaleció en aquel momento atribuyó la responsabilidad del borramiento a las personas borradas. Los estereotipos y prejuicios reforzaron la exclusión y evitaron la implementación de las medidas del Tribunal constitucional (Kogovšek, Zorn et al. 2010). Un trabajo publicado en 2003, Los borrados. Inocencia organizada y la política de la exclusión, sostenía que el borramiento no era un error legal sino una acción política deliberada y discriminatoria por la que eran responsables los más altos funcionarios de la nación (Kogovšek, Zorn et al. 2010). El primer reconocimiento político importante ocurrió en 2008, cuando la ministra del Interior Katarina Kresal hizo del estatus de los borrados una de sus prioridades durante su mandato; y un año después, como respuesta a la interpelación sobre las decisiones compensatorias hacia las personas borradas de acuerdo con el fallo del Tribunal constitucional.
En 2006, el caso de los Borrados (Kuric vs. Eslovenia), llegó al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En 2012, la Gran Sala del tribunal confirmó que la República de Eslovenia había violado los derechos de las personas borradas.[31] Sin embargo, aun después el problema no fue completamente resuelto; algunos de los Borrados recuperaron su estado pero un gran número de ellos perdió su empleo, su cobertura médica y social, incluido el periodo de empleo registrado en tiempos del socialismo (Dedić, Jalušič y Zorn 2003). Algunos de ellos aún están luchando por una compensación. Incluso después de su conocimiento público, se presentaba a los Borrados como «traidores a la nación» y a toda la cuestión como algo «para echar tierra al Estado».
El segundo caso, la explotación de los trabajadores de la construcción, se hizo público después de la crisis financiera de 2008. Los obreros de la construcción de la ex Yugoslavia eran sobre todo de Bosnia, Serbia y Macedonia. Vivían y trabajaban en Eslovenia en condiciones a menudo miserables. Trabajaban muchas horas y con frecuencia no recibían su pago en varios meses. Las contribuciones sociales se deducían de sus pagos pero no se pagaban al Estado. Padecían abuso, fraude y un trato explícitamente racista no sólo por parte de sus jefes sino también de las autoridades del Estado (Medica, Lukić y Kralj 2011).
Aparte de la crueldad inscripta en un contexto claramente racial, cabe señalar que sus problemas se presentaban sobre todo como «problemas de trabajadores migrantes». No se hacía mención al pasado común, a la historia o al lugar (Petrović 2009: 64). Los investigadores no problematizaron que tal maltrato afectó sobre todo a trabajadores de la ex Yugoslavia (además de a algunos rumanos y búlgaros) y no a otros trabajadores de la UE, y tampoco los activistas se involucraron en la defensa de los derechos de los migrantes, aunque muchos de ellos eran trabajadores «migrantes» de repúblicas de la ex Yugoslavia. El silencio discursivo sobre estos temas es característico de las facciones dominantes y de las alternativas.
La discusión sobre los Borrados y los trabajadores de la ex Yugoslavia abre un conjunto de problemas de investigación totalmente nuevos. En este artículo, me gustaría vincular el tema (tan sólo) al debate sobre la post Yugoslavia. Señalo los procesos de alterización que tuvieron lugar en distintos niveles. Puede ser sobre trabajadores industriales nostálgicos y atrasados ubicados en contextos postsocialistas (un tema que analizo en Vodopivec 2015) o incluso en el marco de actitudes raciales, colonialistas: con Eslovenia representada como una cultura de la UE y los Balcanes occidentales como el Otro. La alterización de los trabajadores de la construcción de las repúblicas de la ex Yugoslavia ocurre en ambos niveles.
Sostengo que incluso los activistas sociales y las ONGs que defendieron los derechos de los trabajadores migrantes y lucharon contra su discriminación y exclusión social en Eslovenia no abordaron los procesos de alterización cultural. Al interpelar a la economía política y luchar contra el capitalismo global, relacionaron la desigualdad global y los mecanismos del capitalismo global con los trabajadores migrantes, los Borrados y otros grupos invisibilizados de Eslovenia.[32] Estas iniciativas promovieron la solidaridad internacional, la acción global e incluso creó conciencia sobre los problemas locales. Crearon un espacio político especial para trabajadores migrantes. Les ofrecieron apoyo organizativo y establecieron contactos con ministerios responsables para viabilizar mejoras legislativas.[33] Sin embargo, por apelar a la solidaridad política internacional y a las relaciones de explotación mundiales, a menudo eclipsaron las particularidades locales y las especificidades históricas de estos actos de exclusión. No abordaron la dimensión cultural de estos procesos. Sostengo que la perspectiva internacional puede ser ella misma excluyente, si no se presta la debida atención a las dimensiones culturales, a las experiencias históricas, a los significados, refutaciones e interpretaciones locales y si se omiten las dimensiones simbólicas. Por tanto, la dimensión racista de la economía política debe ser reconocida.
Conclusiones
El antropólogo Akhil Gupta ilustró a través del MNOAL y la UE la forma en que las entidades transnacionales fortalecen los estados nación (aunque de forma distinta) y estudió el nacionalismo con mayor profundidad a través del sistema interestatal (1992). Acuerdo con Gupta en que el MNOAL puede no haber logrado crear fuertes lazos de solidaridad, pero a través de la conexión de personas, ubicaciones y espacios consiguió construir una autocomprensión específica, una autopercepción como no alineados. Además de crear las condiciones políticas y económicas para la independencia y la soberanía de Yugoslavia, el estatus de no alineado promovió un imaginario nacional vinculado a una pertenencia internacional. La soberanía de Yugoslavia como país no alineado se basó en afiliaciones transnacionales concretizadas en la circulación de bienes, artefactos culturales, dinero, apoyo militar y la movilidad de sus ciudadanos más allá de las líneas de la Guerra Fría (Greenberg 2011). Una comunidad discursiva produjo una experiencia de no alineación a través de la conexión de partes del mundo que ya no están unidas. El reconocimiento y la credibilidad de Yugoslavia en el mundo contribuyó a esas percepciones. «Antes construíamos caminos. Ahora exportamos asientos para plantas automotrices de BMW,» dijo un periodista internacional retirado.[34]
El viraje de Eslovenia hacia la UE fue excluyente; excluyó las relaciones internacionales anteriores. Procesos etnorracializados acompañaron las nuevas coaliciones. Esto no significa que no haya habido prejuicios o prácticas discriminatorias en el pasado socialista. Sin embargo, mientras que en el pasado las actitudes y sentimientos negativos eran parte de las reacciones cotidianas, hoy en día son parte de las políticas de Estado (es decir, la burocracia, los medios, la policía), independientemente de cuál sea el partido gobernante (aunque los comentarios más explícitos los hacen los políticos de centro derecha). Como ha quedado demostrado en el caso de los Borrados y de la explotación de los trabajadores migrantes –y podríamos agregar algunos ataques racistas abiertos, verbales y físicos–, la discriminación y la alterización cultural se define y practica en forma diferente a como fue antes: es apoyada por las políticas de Estado.
Como conclusión, cito al ministro del Exterior Žbogar en su alocución de 2011, en el quincuagésimo aniversario del MNOAL en Belgrado. Resultó sorprendente que dijera: «Eslovenia sigue fiel a los principios del movimiento y la política exterior basada en ellos.»[35] La visita del ministro del Exterior esloveno a Belgrado en ocasión del aniversario del MNOAL no tuvo prácticamente ninguna repercusión en los medios, a pesar de haber molestado al Partido Democrático Esloveno (Slovenska Demokratska Stranka, SDS). Los medios cubrieron el evento en medio de la inestabilidad política interna y la crisis económica. La cobertura de la conferencia no alineada de Belgrado aparecía como un viejo documento de archivo, relatada en pretérito perfecto.
Eslovenia eligió ser miembro de la OTAN y la UE. Estas nuevas alianzas le impedían ser activa en el movimiento, pero también renunció a su estatus de observador. En este contexto, la declaración del ministro resulta vacía y en realidad no podía ofender o exaltar a nadie. Como el mismo ministro expresó en su respuesta a la acusación del partido (SDS), la razón principal para asistir a la conferencia de Belgrado era ejercer presión para la membrecía de Eslovenia en el Consejo de Seguridad de la ONU. En esa época, Eslovenia se había presentado para obtener la membrecía y los políticos de los países «en desarrollo» estaban presionando a su favor. Resulta interesante que Eslovenia estuviera usando ahora las coaliciones no alineadas del pasado para su favor político, aunque para distintos fines.
Anton Vratuša relata otro ejemplo del uso de la no alineación para presionar en el Consejo de Seguridad de la ONU. Se refiere a la cooperación científica en el Centro Internacional para la Gestión de Empresas Públicas:
Cuando Eslovenia se presentó para la membrecía en el Consejo de Seguridad de la ONU, varios ministros buscaron apoyo político entre los embajadores de países en desarrollo. Uno de ellos me contó que los embajadores africanos se sorprendieron. No sabían dónde estaba Eslovenia. Pero cuando se mencionó a Ljubljana, su capital, uno de ellos exclamó: «Ah, conozco el lugar, yo estudié ahí.» Mucha gente de África estudió en Eslovenia, también en el Centro. Cuando comenzó a funcionar, el Centro Internacional capacitó a más de 200 funcionarios de Estado de Namibia, cuando el nuevo Estado de Namibia acababa de fundarse.[36]
Esta afirmación no sólo da cuenta de las demandas de reconocimiento político y de la importancia del Centro para poner a Ljubljana en el mapa del mundo, sino también de los esfuerzos comunes, la cooperación científica y el sentido de pertenencia, de actuar y ser parte del mundo. En su crítica a los medios de Eslovenia, a la política editorial que refleja la menguada perspectiva en relaciones exteriores, el sociólogo Gorazd Kovačič (2008: 4-5) afirma:
Hace veinte años Eslovenia pertenecía al país que pensaba en forma global y llevaba adelante relaciones exteriores con todo el mundo. Luego supuestamente los eslovenos quisieron cambiar «los Balcanes por Europa» y hoy muchos dan por sentado que para Eslovenia es suficiente ser una provincia de la UE y un apéndice de una superpotencia.
La internacionalización de los discursos de alterización dentro de Yugoslavia fue de la mano con la deslegitimación de las conexiones del pasado con el Sur global. Al referirse meramente a lo nacional o transnacional (global), la corriente de pensamiento y acción dominante y la alternativa dieron la espalda al conocimiento del pasado, a las alianzas y significados específicos. El campo de la representación es importante para observar qué tan profunda es la racialización de la economía política (Fraser 2005, 2008). Por lo tanto, es fundamental repensar y no ignorar ni borrar las coaliciones pasadas, las especificidades históricas (incluido el nivel global), y las alternativas ya establecidas para lograr entender cuan institucionalizados están los errores de apreciación. La marginación de las conexiones locales del pasado con el mundo global y del conocimiento de sus culturas y política condujo a la privación del entorno intelectual social. Sin embargo, tales actitudes no son propias sólo del discurso nacional dominante (o del discurso académico institucional), sino también de los discursos alternativos. Sería importante reexaminar las cooperaciones pasadas entre Yugoslavia y el mundo (y dentro de Yugoslavia) desde diferentes ángulos, explorar las experiencias históricas y su significado simbólico –además de los procesos políticos y económicos globales– para abordar y superar más directamente los problemas contemporáneos.
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Notas
[1] Nina Vodopivec es etnóloga y antropóloga cultural por la Universidad de Ljubljana, doctora en antropología social, investigadora miembro del Instituto de Historia Reciente de Eslovenia (https://www.inz.si/sl/). Investiga los procesos de transformación postsocialista, en particular las formas en que las trabajadoras y los trabajadores industriales experimentan y conforman los cambios macroeconómicos. Su trabajo de investigación abarca los campos de estudios de memoria, género, movimiento obrero y del trabajo, antropología social, histórica y económica y metodología de la investigación antropológica.
[2] 2 de septiembre de 1961.
[3] En la interpretación yugoslava, la reunión de los tres jefes de Estado en Brioni, que dio como resultado una declaración firmada, un documento multilateral, constituyó el inicio del MNOAL. La diplomacia de la India, por otro lado, casi no menciona la reunión (Jakovina 2011:39).
[4] La política no alineada fue idea de Nehru (llegó a oídos de Tito por los embajadores yugoslavos en India), y luego en Yugoslavia fue desarrollada y fundamentada desde el punto de vista ideológico por Edvard Kardelj e implementada por Josip Broz Tito.
[5] «Worlding»: sigo la traducción de José Amícola del texto clásico de Gayatri Chakravorty Spivak, «¿Puede hablar el sujeto subalterno?» en Orbis Tertius, 1998, 3 (6), 175-235, disponible aquí. [N. de la T.]
[6] La UNCTAD fue creada como alternativa al GATT, el FMI y el Banco Mundial, como un espacio en el que los países en desarrollo pudieran discutir los problemas vinculados a su desarrollo económico y en el que pudieran maximizar sus inversiones económicas.
[7] Entrevista con Anton Vratuša, Ljubljana, 13 de enero de 2013.
[8] Idem.
[9] Idem.
[10] Después del descongelamiento de las relaciones políticas entre Yugoslavia y la Unión Soviética, el comercio con los países del Este también se restableció y fue ganando importancia. De acuerdo con el historiador económico Žarko Lazarević, la posición «intermedia» de Yugoslavia, en un equilibrio tentativo entre el comercio con el GATT y los países del Comecon, contribuyó a que hubiera desequilibrios comerciales y tendencias negativas. Las exportaciones de Yugoslavia estaban orientadas principalmente a los mercados del Este, mientras que la mayoría de las exportaciones a los países de Occidente consistía en materias primas (2009).
[11] Durante los años cincuenta, el secretario de Estado John Foster Dulles criticó a los países no alineados por un «concepto cortoplacista e inmoral» (Brown 1966: 519).
[12] A fines de los años sesenta, el espacio público yugoslavo se abrió al debate sobre política exterior. El analista político esloveno Jurij Guštinčič exhortó a posicionar primero la política exterior eslovena en «una patria europea» (Jakovina 2011: 60).
[13] Entrevista con el corresponsal internacional de RTV Uroš Lipušček, que cubrió siete conferencias y reuniones de los no alineados. Ljubljana, 1 de febrero de 2011.
[14] El ministro alemán Hans-Dietrich Genscher (en 1979) pensaba que el movimiento era un instrumento importante para estabilizar el mundo, y abogaba por los acuerdos de y para el MNOAL en los círculos occidentales.
[15] La retórica apelaba a los valores socialistas, pero en la práctica la publicidad y el marketing yugoslavos se basaban en modelos occidentales. La publicidad yugoslava, al menos de acuerdo con la línea que bajaban sus defensores, seguía siendo una práctica netamente socialista, no obstante toda su flexibilidad, apertura a Occidente e innovación ideológica del sistema yugoslavo (Patterson 2003).
[16] Además del Pool de las Agencias de Prensa No Alineadas, las instituciones comunes incluían el Centro Internacional para la Gestión de Empresas Públicas en Países en Desarrollo, en Yugoslavia, con sede en Ljubljana, Eslovenia; un Centro de Ciencia y Tecnología en Perú; y un Centro Internacional de Corporaciones Transnacionales en Cuba.
[17] De acuerdo con Boyd Barrett, el Pool de Agencias de Prensa No Alineadas prácticamente ha desaparecido, por cuanto la promesa de proveer cobertura de noticias internacionales con mayor «equilibrio regional» o «alternativa» no se ha cumplido «debido a su falta de credibilidad en comparación con los periódicos dominantes del «primer mundo», y a la inseguridad financiera» (1998: 20).
[18] Entrevista con Lipušček, Ljubljana, 1 de febrero de 2011.
[19] Idem.
[20] En 1955, la Bienal de Artes Gráficas reunió por primera vez a artistas de Europa, Estados Unidos, la Unión Soviética y Asia. Desde entonces sigue llevándose a cabo y convoca a artistas de todo el mundo.
[21] La RTV nacional tiene corresponsales en China, Rusia, Oriente medio y Estados Unidos, y cubre principalmente los grandes estados-nación y la mayoría de las zonas de conflicto.
[22] Sólo me refiero a Eslovenia porque esos son los datos disponibles.
[23] Dos trabajos de seminario del Departamento de Etnología a fines de los años setenta y principios de los ochenta (los dos únicos sobre estudiantes de países no alineados), señalaron los prejuicios y la intolerancia que algunos estudiantes debieron soportar en los espacios comunes de las residencias estudiantiles. Había también una discriminación cotidiana entre los estudiantes eslovenos y los de otras repúblicas yugoslavas (Ambrožič 1979, Peršič 1982).
[24] Vlado Benko fundó el centro en la Facultad de Sociología, Ciencias Políticas y Periodismo de la Universidad de Ljubljana en 1966. Benko fue iniciador de los estudios de relaciones internacionales en Eslovenia y profesor y decano de la Facultad de Sociología, Ciencias Políticas y Periodismo hasta 1974, cuando renunció por presiones políticas y por la destitución de esa facultad de los profesores Veljko Rus, Tine Hribar, Janez Jerovšek y Vladimir Arzenšek.
[25] Entrevista con Vratuša, 13 de enero de 2013.
[26] Mladina, 4 de agosto de 2007, p. 11.
[27] 24ur.com, consultado el 11 de junio de 2007.
[28] En su investigación sobre política y medidas políticas concretas multiculturales, Ben Pitcher indagó en la forma en que las políticas de raza y racismo ocurren en realidad cuando todos los actores sociales están de acuerdo en que la diferencia existe (Pitcher 2009: 3).
[29] La base política, la práctica y la forma en que se entiende el multiculturalismo difiere entre la UE y Estados Unidos. Con las actitudes antiinmigratorias y antimusulmanas en ambos continentes, el concepto ha cambiado en los últimos años. Sin embargo, en una comparación general y en el plano político, en la UE la política multicultural ha estado dirigida sobre todo a conectar los estados nación europeos y no los no europeos. Los países europeos han implementado selectivamente el multiculturalismo político, un conjunto de políticas que buscaba redefinir sus identidades nacionales dentro de la UE. Aparte de la ya mencionada orientación europea de Eslovenia y su distanciamiento de los Balcanes, y de sus conexiones con el «mundo desarrollado», los programas de la UE de política multicultural desempeñaron un papel importante en la definición y comprensión de las diferencias culturales, en su tratamiento político y en el comportamiento hacia los otros.
[30] En ese entonces el Ministerio del Interior estaba encabezado por Igor Bavčar (y el secretario de Estado del Ministerio del Interior era Slavko Debelak), y Alojz Peterle lideraba la primera coalición de gobierno eslovena.
[31] En 2010, la Sala del Tribunal decidió que Eslovenia había violado el derecho a la vida privada y familiar (artículo 8) del Convenio Europeo de Derechos Humanos. El gobierno apeló la decisión y solicitó un referato de la Gran Sala. En 2012, la Gran Sala declaró a Eslovenia en violación no sólo del artículo 8 sino también del artículo 14 (prohibición de discriminación) y del artículo 13 (derecho a un recurso efectivo) (Kogovšek y Petković 2010).
[32] Sobre este tema, véase también Gregorčič (2006) y Zadnikar (2005).
[33] Cabe destacar el impacto de las luchas de los activistas (Socialni Center Rog) en la formación de un espacio político para la articulación, la autoorganización y la representación de los problemas del trabajador. En 2008, por iniciativa del Centro Social Rog se creó un programa de radio (en radio Študent), Viza za budućnost [Visa para el futuro, en serbocroata], como mecanismo para informar y defender los derechos del trabajador y asesorar sobre problemas particulares. Debido a la oposición a las representaciones de los medios y la censura, los trabajadores comenzaron a expresarse. A través de la transmisión de sus experiencias en público y porque podían darles un marco y articularlas, empezaron a organizarse y representarse con formas propias de autoorganización, sensibilizaron a la opinión pública y tuvieron llegada a un público más amplio (un documental sobre el programa Visa para el futuro, de trabajadores a activistas por una vida mejor puede verse en https://www.youtube.com/watch?v=tuaN_L2kc2I). Aunque este trabajo no aborda la problemática y el período de la que se ha denominado «crisis migratoria de Europa», cabe aclarar que el Centro Rog desempeñó un papel excepcionalmente importante en ese momento también, tanto desde el punto de vista del activismo político y la ayuda a los refugiados como por la apertura de un espacio para su vida y desempeño. El papel de la zona autónoma Rog creció con los años cada vez más hasta que el 21 de enero de 2021 el municipio de Ljubljana los desplazó por la fuerza, destruyó sus lugares y posesiones, y derrumbó el edificio.
[34] Entrevista con Lipušček, Ljubljana, 1 de febrero de 2011.
[35] «Žbogar: Slovenija ostaja zvesta načelom neuvrščenih, SDS: to je zgrešeno», Delo, 6 de septiembre de 2011. En: https://www.rtvslo.si/svet/zbogar-slovenija-ostaja-zvesta-nacelom-neuvrscenih-sds-to-je-zgreseno/265694.
[36] Entrevista con Vratuša, 13 de enero de 2013.