“Corazón de Europa”: pequeña nota sobre la metáfora de la identidad checa

Jorge Nicolás Lucero

El desenlace de la Batalla de la Montaña Blanca (1620) pretendía barrer con las grandes transformaciones socioculturales que tuvieron lugar en las tierras checas: con el ejército de Bohemia derrotado, el pluralismo religioso, así como el desarrollo y oficialización de un idioma propio en la administración de Bohemia y Moravia, terminan siendo diezmados en favor de una re-catolización y una germanización. En las décadas siguientes, el checo termina perdiendo el valor comunicativo y cultural que había logrado. Sin embargo, estos procesos provocaron a su vez la emergencia paulatina de un patriotismo barroco (apoyado tanto por intelectuales clérigos como por burgueses) que reivindicaba la lengua checa como símbolo de la soberanía nacional. Un caso notable de esta reivindicación aparece en la Alabanza al idioma checo del sacerdote Ondřej František de Waldt, escrita casi cien años después de la Batalla. De Waldt afirma que es un error derivar el término slavus (eslavo) del término sclavus (esclavo), pues “es más correcto decir, y debe decirse, Slavonia en lugar de Sclavonia, por su afinidad con el vocablo checo Sláva, que significa Gloria” (de Waldt, 1730, p. 349).[1]

Además de revertir la etimología del término “eslavo” en defensa de la supervivencia de la lengua y la dignidad de sus pueblos, De Waldt exclama en esta obra, como lo hará en el siglo anterior el Clamores Eliae de Comenio (1666), la que quizás es la expresión más frecuente con la que el pueblo checo se definió y continúa definiéndose: “¡El corazón de Europa es Germania, y Bohemia es el corazón de Germania” (Ibíd., p. 345). Este «Corazón de Europa» (Srdce Evropy) se convirtió en el topos clásico de su identidad y, sobre todo, en el eje típico de su exégesis histórica.

El arraigo de esta metáfora en el imaginario checo brota en el Renacimiento nacional, siendo una expresión popularizada por referentes como el historiador František Palacký y el escritor František Jaromír Rubeš. Tal como afirma el especialista Robert Pynsent (2013), tratamos con dos usos diferentes: mientras que el último identificaba este corazón con rasgos psicológicos (en el poema «Yo soy checo», por ejemplo, alude a la naturaleza pacífica de los checos), Palacký sostenía que la geografía dada providencialmente a Bohemia la hacía ocupar el lugar de tránsito en donde se comulgan y transforman las ideas políticas y religiosas de todo el continente. Este enfoque se repite constantemente a lo largo de la historia nacional del siglo pasado, tanto en boca de políticos como de escritores e intelectuales. Omitiendo cualquier mención a la Providencia, es algo que incluso aseguraba el filósofo Jan Patočka, cuando en la apertura a sus conferencias sobre la contribución bohemia al ideal de la ciencia moderna recurre a esta misma metáfora: “el país de donde provengo ha interpretado el rol de un puente que hizo posible síntesis creadoras en períodos que llamaré diastólicos, en los cuales este se abrió ampliamente a ideas provenientes de todas partes, ideas entre las que hubo algunas audaces que no habían encontrado sitio en otra parte” (Patočka, 2001, p. 47).

El significado de Bohemia, Moravia y Silesia no responde entonces solo a un centro geográfico de importancia estratégica gubernamental y militar. El imaginario de la nación checa como el Corazón de Europa repone un sentido ético-político, cristalizado con el nacimiento de la Primera República y que transustanció el motivo cristiano adscrito por Palacký: la responsabilidad histórica, política y moral subyacente a ser el centro del continente. Finalizando la Primera Guerra y anticipando la independencia, el eslovaquista Karel Kálal sostenía que esta condición implicaba una responsabilidad moral como demócratas: “Estamos en el corazón de Europa, y todo el mundo observará los primeros pasos de la nación de Jan Hus cuando esta sea libre” (Kálal, 1917; cit. en Pysent, 2013, p. 11). Luego, el propio Karel Čapek repetirá esta idea en el artículo inaugural del diario Srdce Evropy cuando le atribuye a la nación checoslovaca el carácter de una “isla de la democracia” (Čapek, 1936).

Por encima de una caracterización idiosincrática o una descripción de prácticas culturales, prevalece la resolución y el compromiso con una contingencia espacial como la concepción de la chequidad. Incluso en la Primavera de Praga, el socialismo con rostro humano que impulsó Aleksandr Dubček adquiere como leitmotiv la transformación del socialismo a causa de su posición céntrica. El Programa de Acción del Partido Comunista Checoslovaco de su gobierno sostenía que estar en el corazón de Europa era algo más que un punto estratégico:

“Llevaremos una política de coexistencia pacífica con el mundo capitalista desarrollado. Nuestra ubicación geográfica, al igual que nuestras necesidades y capacidades como país industrializado, nos exigen que sigamos una política más activa y que se dirige a desarrollar relaciones con beneficios mutuos para todos los estados y organismos internacionales, así como para garantizar la seguridad del continente europeo” (AA. VV., 1968, 30)

Con la invasión soviética conforme al pacto de Varsovia, producida por los peligros que esta responsabilidad geográfica habría conllevado para los intereses del Bloque, la cuestión de la identidad checa en su sentido político no se suspende, sino que florece con más intensidad. El caso más ilustre de esta cuestión se encuentra en el debate que protagonizaron Milan Kundera y Václav Havel a propósito del “destino” checo.

Tras la invasión y las consecuentes protestas, entre las que sobresale la inmolación de Jan Palách, a principios de 1969 Kundera escribió el artículo “El destino checo”. Allí inicia su reflexión apelando directamente a la figura del corazón que, como muchos escritores de los siglos anteriores, identifica como espacio del dolor: “El corazón de los checos apenas encontraba algo de lo que enorgullecerse entre los años de 1939 y el pasado reciente” (Kundera, 1991, 40). Frente a este dolor, el escritor afirma que la Primavera de Praga es una reactivación de la pequeña grandeza checa, dado que puso en juego posibilidades democráticas inexploradas en el mismo socialismo. Aun si el “otoño checoslovaco”, es decir, la invasión y sus consecuencias, se propuso desfigurar el rostro humano de este nuevo socialismo, el escritor le otorga una dignidad igual o mayor que a la Primavera, pues, hasta donde él podía avizorar transcurrido medio año de la invasión, “la nueva política ha resistido este choque” y toda la nación se comprometió. Por eso, el espíritu crítico propiamente checo, según Kundera, debía estar cargado de optimismo respecto de lo que representa y vale.

La respuesta de Havel ante esta reflexión fue dura, pues considera que la mirada de Kundera es una forma de autocomplacencia que descarta el presente cruel y está seducida por un “pasado mejor, pero ya cerrado”. Más que una reivindicación de la propia historia, para Havel la Primavera de Praga puso otro modo de la identidad, la identidad como promesa: “se trataba de algo más que una protesta contra la intervención militar […] era una promesa mutua de no renunciar nunca a ciertos valores” (Havel, 1991a, 45). El rostro humano, lejos de abrir nuevas posibilidades al socialismo, se proponía reparar las anomalías que el propio comunismo causa en el organismo social. Kundera responde a las críticas en un texto breve titulado “Radicalismo y exhibicionismo” (1969). Si bien el texto constituye mayormente un ataque a la comprensión del propio Havel, Kundera trata de reconfigurar una imagen menos autocomplaciente del destino checo, pero apelando una vez más a la expresión del Corazón, esta vez bajo la idea de la nación checa como una encrucijada (křižovatka) de las tradiciones europeas. Luego de esta intervención, como sabemos, el debate queda en punto muerto, especialmente porque Havel consideraba en aquel entonces que la cuestión de la identidad checa no era un problema, sino un mero hecho “como el de ser hombre, tener el pelo rubio y vivir en el siglo XX”, porque “nuestro destino dependerá de nosotros en la medida en que cumplamos nuestras tareas simplemente humanas” (Havel, 1991b, pp. 53-54).

Sería desacertado pensar que el existencialismo moral de Havel menosprecie el sentido del Corazón de Europa. Por el contrario, así como Pynsent veía respectivamente en Palacký y en Rubeš un uso intelectual y otro sentimental de la metáfora, entre Kundera y Havel puede observarse la identidad como historia y orgullo, o bien como promesa y responsabilidad. Y esta responsabilidad no es ajena en Havel a la figura del Corazón de Europa. No solo porque como presidente colocaba en su firma un corazón representando el amor y la verdad. Sus discursos hacían eco del estatuto geográfico y el valor que este daba a su nación. En el discurso dado en el Vaticano a finales de 1999, Havel retoma la metáfora de una forma que, quizás, sintetiza todos los sentidos que esta ha ido ocupando en la historia de su nación:

“Este árbol [el árbol de Navidad] creció en un país que solía ser representado en los mapas antiguos como el corazón de Europa, y ahora se iluminará en la ciudad que solía ser considerada la cabeza de Europa. Sería maravilloso si también pudiera recordarnos que la reconciliación espiritual y el renacimiento espiritual, a los que nos aferramos tanto a este cambio de época, deben surgir de la armonía entre la cabeza y el corazón” (Havel, 1999).

Bibliografía

AA. VV. (1968). Akční program Komunistické strany Československa přijatý na plenárním zasedání ÚV KSČ dne 5. dubna 1968, versión digital, disponible aquí.

Čapek, K. (1936). “Hle, Československo”, Srdce Evropy.

De Waldt, O. F. (1730). “Boëmici praeconium idiomatis”, En: De Waldt, O. F. Conciones de S. Joanne Nepomuceno, glorioso Christi martyre, et thaumaturgo, inclysi regni Boëmiae patron, pp. 342-354.

Havel, V. (1991a). “¿El destino checo?”, El urogallo, 57, pp. 44-49.

Havel, V. (1991b). “Interrogatorio a la distancia”, El urogallo, 57, pp. 50-54.

Havel, V. (1999). “Projev prezidenta republiky Václava Havla u příležitosti slavnostního předání vánočního stromu Svatému otci Janu Pavlu II. pro náměstí sv. Petra ve Vatikánu”, versión digital disponible en: https://archive.vaclavhavel-library.org/Archive/HavelWork.

Kundera, M. (1969). “Radikalismus a exhibicionismus”, Host do domu, 15, pp. 24-29, versión digital disponible en: https://archive.vaclavhavel-library.org/Archive/Detail/38064.

Kundera, M. (1991). “El destino checo”, El urogallo, 57, pp. 40-43.

Patočka, J. (2001). Conférences de Louvain sur la contribution de la Bohême à l’idéal de la science moderne, Bruselas: Ousia.

Pynsent, R. (2013). “«The Heart of Europe»: The Origins and Fate of a Czech Nationalist Cliché”, Central Europe, 11:1, pp. 1-23.

Notas

[1] Salvo indicación contraria expresa en las referencias bibliográficas, todas las traducciones son de nuestra autoría.

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