Luis Alberto Harriet
Konstantin Palov o la mula del atardecer
La obra casi completa de Konstantin Pavlov (1933-2008), uno de los mejores poetas búlgaros del siglo XX, ha sido por fin traducida, y directamente desde el idioma original al castellano. En este volumen, Asesinato de un hombre dormido, se reúnen los libros: Cosas viejas, Agresión, Dulce agonía, Asesinato de un hombre dormido y Hace mucho. El período abarca desde las primeras publicaciones antologizadas por el mismo autor en Cosas viejas en 1962, hasta 1998.

Pavlov perteneció a la llamada “generación de abril”, que reunía estéticas diferentes y que comenzó a publicar a fines de la década del ’50 durante el así llamado “deshielo”. Pronto Pavlov empezó a tener fricciones con el régimen y sufrió la censura del Partido Comunista búlgaro por casi 30 años. No obstante, esta situación no impidió que pudiese elaborar una obra singular y solitaria. Dicha soledad lo llevó a marcar distancia con unos y con otros: “No aúllo con los lobos / Pero con las palomas tampoco arrullo / Tengo voz propia”. Una voz consciente que afirma:
Nadie publicará mis poemas
Nadie los leerá.
Son peligrosos –
despiertan bajos instintos.
Desde su primer libro, surge una ironía característica: “en vez de palomas mensajeras / criaré víboras. / Todo se consigue con bondad”. Esa mirada también pulió su poética:
¡Callen ruiseñores!
¡Execrables ruiseñores!
Ojalá en el silencio entrante
un único cuervo me llame
para decirme la verdad.
Así, lejos de los ruiseñores y cerca del cuervo de la verdad, su poesía se forjó por los márgenes del canon: “maduré sin raíz ni rayo de sol”.
A finales de los ’80, ya en democracia, Pavlov logra su merecido reconocimiento. Sin embargo, al poco tiempo su figura y sus poemas vuelven a ser incómodos: “¿Democracia? Rana muerta / revivida por un shock galvánico”.
En este libro observaremos cómo la mordacidad campea en los poemas de Pavlov, pero también encontraremos otra visión complementaria, entre esos versos irónicos, persistentes a pesar del silencio:
El día es un caballo
la noche una yegua
pero montaré la mula al atardecer
y galoparé por el filo
hasta extenuarme.
Sobre ese filo relumbra su poética.
Por último, Asesinato de un hombre dormido está precedido por un prólogo de Eugenio López Arriazu, cuya primera parte brinda información necesaria (inhallable en español), para contextualizarnos con la época y realidad del poeta. La segunda parte nos ofrece un análisis de la poética de Konstantin Pavlov en la que, sobre un fondo deleuziano, se citan pensamientos y opiniones del poeta, también traducidos por primera vez a nuestro idioma.