¿Dónde estabas, Adán? De los diarios de 2022

Slava Serguéiev (Sobre el autor)

Traducción: Marina Berri

¿Dónde estabas, Adán? En el exilio, Señor, no en la guerra.
Del diario de 2022

20.06.22
Jerusalén

Un librito gordo, de setecientas páginas, en la suelta de libros de la biblioteca del barrio de Jerusalén. Un título corto en hebreo. Pensé que era un libro religioso, lo abrí por curiosidad. Y resultó ser “El libro negro” de todos los caídos en la guerra del año 1973. De los que vencieron en aquella guerra, pero murieron. Entonces los israelíes no solo rechazaron a los atacantes, sino que también tomaron la península del Sinaí y una parte de Siria. Murieron dos mil hombres, jóvenes niños que habían sido reclutados, hombres adultos, hijos y maridos de alguien… Una pequeña fotografía con formato 3×4 y, ocupando media página, una breve biografía en inglés y en hebreo. A, B, C y, según el alfabeto hebreo, alef, bet, guimel… Me puse a llorar. Me dio pena. Cualquier soldado da pena. Pero da más pena un soldado de este país pequeño, que quiere tan desesperadamente vivir en su propia tierra. La tierra judía… Eso suena raro. Sí, la tierra judía existió en los tiempos bíblicos, pero eso fue hace tanto tiempo que ya no parece real… No importa cuánto lo evite, a mí también me afecta. Debe haber un lugar donde exista la tierra de los judíos: un refugio, por si acaso.
Entonces pensé: ¿hay de este tipo de libros en Rusia? Sobre los caídos en Chechenia, en Afganistán, y sobre todos los demás… No, claro que no. Es un país grande, hay mucha gente, no alcanza el papel.

21.06
El festival de teatro anual de Tel Aviv. El vecino y director Kolia D., hijo del conocido actor S. D, presentó algunas obras de un acto, entre ellas una mía. La obra surgió sencillamente a partir de una conversación de sobremesa acerca de una nena que leyó el sitio web de Navalni y por eso terminó en la comisaría. Su pelea con la madre, con la vieja generación.
La vieja generación: año más, año menos, yo. La chica: año más, año menos, mi hija.
Una mini-obra tuvo una puesta tan fuerte que me hizo llorar… Mi obrita, por cierto, tuvo una interpretación promedio. Una buena actriz, pero muy entrada en años (una abuela, no una madre), a la chica le taparon mucho la cara con una capucha y, lo más importante, el perro-ángel estaba en algún lugar arriba y no se movía en absoluto. Y el perro tenía que acercarse a la madre, ponerle una pata en el hombro o, en el peor de los casos, estar en el centro del escenario. Después de todo era el desenlace. O pronunciar las últimas palabras. No lo hicieron… Pero esa no era mi obra, como alguna vez me dijo Elfriede Jelinek en una entrevista acerca de la película La pianista. Además, fue la primera vez que estrenaron una obra mía, así que gracias. Brusnikin falleció de repente y con Konstantín Arkadievich Raikin estuvimos sentados algunas veces durante algunas horas sin ningún resultado. Debería haber halagado al joven y muy mediocre director que él propuso; no lo hice y nuestra relación se fue enfriando gradualmente.

Después nos sentamos con mi mujer en una cafetería cerca del teatro, tomamos café. (Casi que viajamos para eso. Para la escena “el autor de la obra toma café cerca del teatro…”). Hacía calor. Andaban chicas vestidas con polleras cortas. Pasó una actriz del teatro con el marido. Un israelí que llamaba la atención, con una barba canosa, vendía falafel en la esquina.
El viento suave mecía las hojas de la palmera. Por entre las casas se veía el mar. Rusia estaba muy lejos, pero cuando pronunciábamos el apellido Putin igual bajábamos la voz.
Casablanca –me acordé de repente–, hay algo parecido…
Las cuatro de la mañana, en el balcón. Amanece. Una luna pálida, delgada, frágil y algo peligrosa cuelga horizontal en el cielo. Las blancas casas de Jerusalén, que se disponen como escalones, duermen. Otra vez canta el mulá.

22.06
Pegué el aviso de “busco departamento en alquiler” en el barrio tranquilo que se encuentra cerca nuestro. Una dama bronceada, ya entrada en años, que estaba en un jeep levantó la vista del celular.
-¿Qué tiene ahí, qué dice?
-Quiero alquilar un departamento por acá.
-¿Un departamento? Acá es más fácil alquilar una casa.
-Por ahora no tenemos dinero para alquilar una casa.
-¿De dónde es? Su inglés es un poco extraño. ¿De Ucrania?
-De Rusia.
-Ah, claro… -una sombra le cruza un segundo por el rostro. -Si necesita electrodomésticos para la cocina, o un televisor, ponga un anuncio, enseguida le traerán algunos gratis.
-No, gracias, por ahora no tengo dónde ponerlos.
-Bueno, les voy a preguntar a mis conocidos si saben de algún departamento -dejó de hablar un instante, sonrió, volvió a su teléfono. Nadie se lo pidió, pero gracias por involucrarse. Es imposible que en Rusia una dama en un jeep le dé consejos a alguien que pega anuncios en la calle.
Unas nubes matinales y diurnas, blancas, de algodón, flotan sobre la ciudad.
Nos preparábamos para ir a pasar el verano a Estonia, a lo de unos amigos. Unas fotos increíbles: el río, el prado, una vegetación de un verde vivo. Jabalíes con sus crías rayadas, grullas… Ya estábamos listos cuando de pronto dijeron de la ciudad de Narva: “es nuestra”. Después Lituania canceló los trenes a Königsberg -“vamos por ellos”, gritaron en la televisión rusa. Después un amigo me envío un enlace: “Rusia realiza pruebas nucleares en Estonia”. Por Dios, ¿qué es esto, para qué?! Decidimos aplazar el viaje.
Todas las mañanas una paloma blanca se posa en el patio. Completamente blanca.
Un 22 junio que se convirtió en 24 de febrero. La víctima se volvió agresor, como en los clásicos de la psicología: “El triángulo de Karpman”: la víctima es el agresor, pero todavía falta la tercera figura, la del salvador. Lo esperamos.
Una observación verdadera de Kolia D.: la clase rusa creativa es responsable de lo que sucede ahora. ¿Cómo? Durante muchos años cooperó con el poder para obtener ganancias. Me opuse, pero igual tiene razón. Me ofrecieron ser editor de noticias en la televisión, lo rechacé, gracias a mi papá dije: “no lo necesito”, además ofrecían poca plata, pero hubo quien no lo rechazó, y le ofrecieron más dinero –de esos hay muchos. Algunos ahora emigraron, huyeron del oso, que habían contribuido a alimentar y ayudaron a que creciera. Pero, yo no los juzgo, porque después de todo, ¿quién podría haberlo imaginado?
Todo el día estoy sin energía, incluso confundido. No nos instalamos en el departamento tranquilo de aquel barrio. Me dio miedo que se volvieran realidad mis versos preferidos de Pushkin –“cántame una canción acerca de cómo el pájaro carbonero vivía tranquilo del otro lado del mar”. La ventana, con vista sobre las colinas y sobre una aldea árabe – la aldea se encuentra a dos o tres kilómetros. Una rama verde que cuelga de un árbol cercano, la cafetería cercana, a treinta minutos a pie. A lo largo del camino florece la glicina. Todas las noches – el canto del muecín, a la mañana los alegres gritos de los niños judíos en el patio, la pila de libros en la mesa, la computadora por las noches. El clásico pájaro carbonero del otro lado del mar… Además, en el contrato había un requisito, el alquiler debía ser por al menos un año.
Decidimos mudarnos al centro – me asusté de la tranquilidad.

26.06
Una escena de la Jerusalén contemporánea vista desde la ventana del tranvía: un soldado que con su fusil empuja contra la pared a un chico árabe. Dos colegas suyos, unas chicas, empujaban a sus conocidos con las culatas. Por cierto, no los golpeaban, solo los empujaban. Pregunté a unas chicas de los últimos años de la escuela que estaban sentadas cerca y vestían polleras azules plisadas: ¿qué pasa, son terroristas?
-No,- dijo una, y con las manos hizo el gesto de los platillos de una balanza, o de alguien que hace malabares con pelotas en el aire – es esto.
Luego, un barman que conozco dijo que los árabes jóvenes a veces vienen adrede a la parte judía de la ciudad para provocar a los soldados y a los simples transeúntes.
Paseamos, nos acercamos al hotel al que nos trajeron del aeropuerto y donde pasamos las primeras dos semanas. Se apoderó de mí una sensación dulce – ay, fue acá… Qué frío hacía durante marzo en la ciudad, cuánto llovía. ¿Te acuerdas cómo poníamos el aire acondicionado en el modo calor? Y ahí el árbol de pomelos vecino, sobre él cuelgan igual que antes los frutos grandes y amarillos. Esperamos una semana para que cayera al menos uno, pero no cayó ninguno.
Está bien vivir en el barrio rico del centro, es tranquilo. El dinero da seguridad. Pero la mitad de las ventanas de las mansiones están oscuras. Nadie vive ahí. Y en las afueras están los barrios pobres superpoblados de judíos creyentes. Como Kropotkinskaia y Zhulebino en Moscú. Siempre y en todas partes, con diferentes banderas y diferentes carteles, es así.
La lectura que me traje de Moscú, La guerra y la paz, es literatura actual. Casi psicoterapia. Una claridad en la lengua y los pensamientos poco frecuente. Claridad de los valores morales. Solamente hay un error, en la figura de Napoleón. Si fue un simple payaso y un fanfarrón como lo describe Tolstói, ¿cómo logró conquistar media Europa y haber llegado hasta Moscú?

27.06
De día estuve en una plaza alejada, miré el atardecer sobre Jerusalén. Un sol grande, el contorno de las colinas, el aire frío, la calma. Ya me acostumbré a este paisaje.
A la nochecita fuimos hasta lo de Kandel . Él: escribí mucho, cerca de cuarenta libros. ¿Y qué saqué de ellos? Usted dijo que nada le interesaba más que hablar de literatura. A mí no. Me interesa más la vida, este paisaje, las mujeres, la tierra…

Entonces se lo solté: la literatura reúne todo eso, lo absorbe, lo reelabora, y como resultado arroja un extracto, un jugo de granada (le señalé una botella de vino tinto que estaba en la mesa), el vino de la vida. Por eso es más interesante.
Se rió: deje esa metáfora para sus clases.
Me contó de la guerra. De aquella guerra…
«Mi mamá y yo nos fuimos de Moscú como evacuados en el terrible octubre de 1941. Por la tarde. Para que no nos bombardearan había que irse durante la noche de Moscú, lo más lejos posible hacia el este. El aglomeramiento de gente. Me tiraron en la litera superior del tren. Mamá se sentó arriba. El grito largo de alguna mujer en el andén: ¡Petia!!!.. ¿Perdieron a alguien, se despedían de alguien? Me acuerdo de una imagen de Moscú de noche: un avión alemán atrapado por los reflectores y derribado, que cae hacia abajo. Me sonreí: es actual.
A mí y a mi hermano nos llevaron a Kurgan, en los Urales del sur. Mi mamá se llamaba Zina. En idish, Zaidl. Ella enseñaba, trabajaba en una escuela militar, se iba a la mañana, volvía tarde. Toda la casa quedaba bajo mi responsabilidad, y yo tenía diez años. Por eso, seguro, tengo este carácter, soy independiente y capaz de llevar adelante un hogar.
Israel es el sur. Una vez yo estaba sentado acá, a la mesa, y vi que desde el balcón se arrastraba hacia el cuarto una serpiente. La mujer que cocinaba para mí gritó. Maté a la serpiente justo acá, al lado de la chimenea, había un hacha pequeña para cortar la leña. ¿Usted dice que estuve bien? Sí, sí, pero después durante un mes, antes de sentarme en el sofá, miraba para ver si no había algo abajo.”
Conversamos sobre el periodo actual escuchando la música -nerviosa, ominosa, trágica- de Schubert. Y Schubert ejecutado por el emigrante Rachamninov.
Son simplemente bandidos, eso es todo. Este ataque al shopping, entiendo, no fue a propósito, pero esas justificaciones, que fue un misil antiaéreo –es una descarada explicación infantil. Les da igual que les crean.
-Pero, ¿qué esperan conseguir? – le digo.
– Están seguros de su propia impunidad – me contesta Félix.
Nos quedamos callados. Después dice:
“Me encantaba viajar por Rusia. Una vez, antes de partir, con Eduard Uspenski nos quedamos en una casa en la región de Vladímir. El dueño era un diácono. Tomamos, y mucho. De repente me dice: sabes, Stalin antes de morir se puso el uniforme de gala soviético y llamó a un sacerdote, se confesó…
-¿De verdad? – exclamé yo.
-No, claro -Félix se ríe-, yo también al principio lo creí. Es una mentira, probablemente de la KGB».
-Es una pena – le digo y hoy me da vergüenza haber dicho “es una pena”. Soy un romántico. Mi romanticismo a veces llega al idiotismo.
Tarde a la noche, ya en casa, entendí que Félix me servía té en una taza (vieja, de un rojo encendido) igual a la que tenía un pariente mío, en mi infancia temprana. Era un modelo difundido en la URSS. Se la trajo de allá, evidentemente…

28.06
Una conocida me mandó un video desde Moscú. En la Plaza Lubianka, en “su” edificio está estacionado un Zaporozhets soviético y dos motos alemanas, obtenidas como trofeos de guerra. Ahí está el “message” y el «collage»… Pero todos los días se mueven en un jeep Geländewagen – y eso es ser modestos. Por lo que me acuerdo, a dos pasos de la Plaza Lubianka había una concesionaria de Rolls Royce. ¿Existirá todavía? Después de todo, ¿el dinero no huele…? Al fin y al cabo, ¿el dinero no es dinero?

A la mañana hay una familia de loros detrás de nuestras ventanas. Son grandes, verdes. Por alguna razón son tres. Tel Aviv está lleno de loros. Son los únicos habitantes del parque que está cerca de la Academia Militar – África está cerca.

1.07
Hete aquí que nos fuimos del barrio Ramot de Jerusalén, se terminaron los tres meses de regalo en la cara casa nueva. En tres meses acumulamos una gran cantidad de todo tipo de cosas gratis y de libros. Dejamos una parte en lo de León, nuestro nuevo conocido, en su casa en el asentamiento judío cerca de Jerusalén. Mi mujer encontró a León en un chat de rusos de Israel, y él trasladé nuestras cosas del hotel al centro, a Ramot, completamente gratis. Ahora se las lleva a su casa. Mientras viajamos le pregunto: León, ¿por qué hace esto? ¿Para conocer personas nuevas? ¿Obtiene alguna ganancia? Él hizo un chiste, no me acuerdo cuál. Mi mujer me dijo después: cómo no lo podés entender, es por su obediencia. civil.

Decimos irnos aproximadamente un mes y medio a Carmiel, una pequeña ciudad “rusa” del norte. Otro hombre que no conocemos mucho, nuestro vecino religioso que vive en el mismo edificio, nos ayudó a cargar las cosas que nos quedaban y nos llevó a la terminal de colectivos. Era muy pintoresco: fornido, de barba larga, kipá, talit — todo como corresponde. Resultó que era de Arcángel.
-¿Sus padres fueron exiliados? – supuse yo.
-Sí, pero no mis padres, sino mis abuelos.
El sol, las palmeras, el cielo azul-azul, las personas con sombreros negros, un auto norteamericano rojo y -… exiliados políticos de Arcángel.
-Y antes del exilio, ¿dónde vivían?
-En Leningrado. Es decir, en San Petersburgo.
Me imagino la ruta del vecino, una línea parecida a aquellas que da Google Maps y que las chicas que viajan publican en Facebook. Una línea punteada: Arcángel – Petersburgo – Moscú (ahí estudió) – Sverdlovsk (donde trabajó porque ellí fue asignado) – Moscú (volvió) – Antalia – Rodas (lugares de vacaciones en los noventa) – y ahora está acá, en Jerusalén. Una enorme distancia.
-¿Se volvieron creyentes aquí?
-No, por qué, ya éramos creyentes en Moscú.

2.07
Carmiel

Carmiel es una pequeña ciudad en las montañas, cerca de la frontera con el Líbano, a treinta kilómetros, no más. Hay muchos rusos, en la calle se escucha el ruso, hay negocios y supermercados rusos, hay una librería rusa “Arbat” (buena elección) y cafés internacionales que abren los sábados* (¡Viva!). Desde la mañana el patio se llena de pájaros. Nos instalamos en un deprimente edificio de cinco pisos que, a todas luces, era del principio de los setenta. Nos alquiló el departamento el famoso poeta satírico ruso Igor I., que se mudó a Israel hace bastante. Más precisamente, nos lo subalquiló – él lo alquiló en marzo para su familia, y ahora se fue a Bulgaria para huir del calor de Israel en verano. Y es claro que se apuró a elegir vivienda y eligió mal – el departamento es muy mediocre, tiene una entrada pobre, sus vecinos son campesinos y obreros. En un negocio, una mujer de cincuenta años nos preguntó de dónde éramos. ¿De Moscú…? ¿Y acá qué estamos haciendo?
Los “suburbios” (diez o quince minutos a pie del centro de la ciudad) son lindos – filas de prolijas cabañas bajo tejados rojos.
El house-keeper del poeta Igor I, que nos recibió y nos mostró el departamento, es un anciano guionista de Lenigrado, Igor Sh., que antes fue físico, y que hace casi diez años vive en Carmiel. Se fue en 2013 desde la estación de metro Udelnaia, en San Petersburgo, se fue para siempre, después de vender su departamento y de enviar aquí un container con todas sus cosas. Le salió relativamente barato, especialmente si se consideran los precios actuales. Vive con la mujer en un departamento de dos habitaciones, en un edificio con pretensiones arquitectónicas, con un balcón que da a unas colinas verdes próximas. La vista es excepcional, aunque la arruina un poco un edificio sucio, blanco y verde, de once pisos que se encuentra cerca. ¿Por qué no pintan los edificios? – pienso mientras lo miro. Israel es un país rico, ¿por qué?.. Pero da igual, está bien. La habitación está llena de libros, en la pared cuelgan buenos cuadros, el retrato del dueño con una bata persa, la cocina con sus alacenas y el mantel blanco es completamente petersburguesa. La mujer de Igor, Ira, es una ex filóloga especialista en literatura norteamericana. Tomamos té con mermelada de dátiles, un know-how local, lo preparó la esposa. Me acerqué a las estanterías, todos libros de Moscú y Petersburgo, hojeé el libro El fascismo y la psicología de las masas… Muy actual. “El problema no es Hitler, es la multitud, aquellos que lo apoya…”
Igor tiene un auto, un viejo Honda. Fuimos a un supermercado ruso, les voy a mostrar el camino -dijo. Durante el camino por supuesto que empezamos a hablar de política. La mano derecha ahora es un empresario. Imagínese, yo lo conozco. Fue un alumno de postrado en instituto en el que yo trabajé alguna vez. Un chico muy inteligente. -¿Está seguro? -Claro. Si no, no se habría vuelto millonario. -Pero esto terminará mal… No es un hecho. -Pero ¿usted no se fue? Yo no soy millonario. Después él también se fue. Vive en Rusia y en Finlandia. -¿Todavía vive ahí? -Claro. Hace mucho que tiene la ciudadanía finlandesa.
Un supermercado “ruso”. Un lugar enorme, lleno de productos rusos. Lo único que es local son las frutas. A juzgar por todo, es un negocio próspero. No es de extrañar, las costumbres alimenticias son las más persistentes. Lo recorrí durante mucho tiempo, como si anduviera por un museo. Un museo de cosas que no fueron olvidadas. Llené un carrito entero. Cereal, bombones, pepinos en salmuera, fiambre (no se puede vivir sin fiambre) y pan negro. En algún momento se me llenaron los ojos de lágrimas – no me acuerdo dónde.

3.07
Cafés abiertos durante el Shabat. ¡Qué felicidad! En Jerusalén habría tenido que pedir un taxi para llegar hasta ellos. Una moza árabe, Mariam. Linda, incluso sin hiyab. Le dije: Hello, Mariam, the God with you! No entendió pero parece que sintió algo. Se sonrió: What?..
En las mesas, árabes morochos y corpulentos con el pelo corto, rusos israelíes delgados y musculosos y una compañía de mujeres con hiyabs negros. En la colina vecina – una pequeña ciudad árabe, pero ahí no hay cafés europeos, la clase media de esa ciudad viene acá. Las mujeres se ríen alegremente a carcajadas. Hay además una palmera cerca del camino y yo, que leo La guerra y la paz… Un cuadro de Repin, “En el extranjero”.

3.07
Dicen que Lev Tolstói era un asocial. Es gracioso. La guerra y la paz, el principio: miembros de la corte, después del devastador Austerlitz, en el salón aristocrático de Ana Sherer, discuten sobre los premios que recibieron del estado – a uno le otorgaron una tabaquera con un retrato, a otro una cinta que cruza el hombro, y esto fue escrito casi en el cincuenta aniversario de la Victoria en la guerra del año 1812 -es difícil imaginar una sátira más cruel.
Imagínense una descripción actual de una velada moscovita del año 1942, en la que los generales y los funcionarios soviéticos discuten algo parecido, ¿podrían hacerlo? Yo no. ¿Qué dirían acerca de un escritor que hubiera escrito algo así? Dirían: es un enemigo, un disidente y un liberal.
Hablo con Igor Sh. Él también extrañaba las conversaciones sobre libros. Le conté algo de los recuerdos de Bunin. En el año 1946, fueron a visitar a Bunin Simonov y su mujer, la actriz Serova – querían convencerlo de mudarse a la URSS. * Simonov halagaba la vida soviética, pero Serova, que estaba sentada atrás, ante cada palabra de Simonov movía la cabeza negando.
El ataque con misiles ucraniano sobre Bélgorod. Casas destruidas, horrible… ¿Cuánto pasó? Cuatro meses y algunos días.
Un sentimiento extraño en un negocio “ruso” (después entendí) – La isla de Crimea al revés.*

4.07
Cerca de nuestra casa para el autobús 263, un autobús grande, semivacío, confortable, media hora hacia abajo, desde las montañas – y estamos sobre el mar, en Akko -en hebreo, antes de Israel – la otomana Acre. Lugar de eternas batallas, desde tiempos antiguos. De arriba hacia abajo, mucho antes de nuestra ápoca: batallas entre los romanos y los partos (algo así como los persas), entre los romanos y Egipto, entre Egipto y Babilonia, entre los judíos y los griegos, entre los judíos y los cananeos, a quienes no pudieron desterrar de aquí en la conquista hecha por quién sabe qué rey. En la Biblia, en el libro de Josué, se menciona el lugar, no me acuerdo exactamente cómo.
Durante veinte años la ciudad fue inglesa, fue la época que los árabes locales por alguna razón consideran “la edad dorada”. Antes de eso, estuvo doscientos años bajo dominio turco. Una digresión sobre la historia aclara el presente, en la ciudad hay enfrentamientos constantes entre judíos y árabes.
La tensión se percibe enseguida, no bien uno baja del autobús. Las miradas. Todos los negocios son árabes, los dueños (hombres) están sentados en la puerta con clientes habituales (hombres) y fuman narguiles. Sin embargo, contestan a las preguntas en inglés, aunque sin ganas: los turistas europeos son dinero. Por otra parte, los europeos compadecen y ayudan a los árabes de la Autonomía Palestina. Hace falta refrenarse…
Si hablas en ruso (me llevó tiempo entenderlo), algunos se sonríen. ¿De dónde eres? ¿Moscú? Yo estudié en Leningrado, durante la época soviética – en buen ruso me dijo el dueño de un negocio pequeño.
La ciudad vieja, las puertas, y uno se sumerge en un Oriente absoluto. Cafés orientales, puestos de comerciantes, callejones curvos, ventanas angostas, todo detrás de las rejas, una enorme y antigua mezquita, con el minarete verde iluminado. Un Oriente casi sin signos de Occidente, excepto por los autos. Nadie les hace caras a los autos, y bueno, todos entienden todo, Aristóteles es nuestro amigo, pero los autos en Europa son mejores. Además, en el Oriente musulmán me parece que no fabrican automóviles. Por cierto, sobre los autos: una ciudad árabe y un brillante Mercedes negro, aquí hay uno, el primero que veo después de estar afuera de Moscú por algunos meses.
Me bañé cerca de los muertos de la ciudad vieja -es hermoso, una vista famosa– casi como la de una postal.
La ciudad vieja por la noche es un mundo exclusivamente masculino. Hombres, niños, jóvenes – andan por la calle, se sientan en los cafés, trabajan como vendedores y mozos. El uniforme: una musculosa ajustada (negra), y jeans (espero que no sean norteamericanos). Las mujeres, las chicas, casi todas llevan burkas, pero hay algunas que usan ropa europea (de jure estamos en Israel, en caso de que la mujer se queje de que la obligan a llevar ciertas prendas, la policía no será suavecita), remeras oscuras y apretadas y jeans, las jóvenes lanzan miradas muy explícitas. Muchos fuman narguile – es bueno relajarse después de un día trabajo.
En un café árabe en el que está permitido que haya mujeres, se sienta una familia – la mamá (toda vestida de negro), las dos hijas (una con un hiyab negro, la otra sin hiyab) y otra mujer más (¿la tía?) con un hiyab blanco y ropa roja bordada. Conversan, a veces se ríen.
Yo contemplo discretamente el rostro de la mamá. Un rostro ordinario de mujer, cansado por las preocupaciones, sus ojos miran amorosamente a las hijas. Pero hay algo extraño en ese rostro… Solamente después, en casa, lo entiendo: un doble estándar, la hipocresía (“¡todo está bien!”) y, lamentablemente, una disposición para la violencia enmascarada por la ideología y la religión.
En la zona moderna de Akko crecen árboles que florecen con flores rojas y aterciopeladas, una auténtica África, flores exóticamente hermosas – vas caminando y están por el suelo, entre los pies. Levantamos una de ellas y se la regalamos al conductor del autobús que nos trajo de vuelta a nuestras montañas. Me pareció que el conductor era judío. Por un instante se mostró sorprendido, pero después entendió y la agarró. Sonrió. En casa confirmamos que nos cobraron el pasaje a mitad de precio.

5.07
Las noticias que llegan desde Ucrania son horrorosas. Los nombres de algunas aldeas de la región del Donetsk, frente a las cuales alguna vez pasé con el tren que se dirigía a Crimea, revolviendo el té en el famoso portavaso metálico que tintineaba con la cucharita son ahora lugares de batallas encarnizadas con “grandes pérdidas” (es decir, con víctimas humanas). No, no, no son noticias históricas de la época de la Gran Guerra Patria, son los ejércitos ucraniano y ruso que ahora cruelmente luchan entre sí.

Encontré en un book-crossing local (alguien, como diría Jung, lo dejó porque ya no lo necesitaba – y yo justo estoy leyendo La guerra y la paz) el genial libro de Shklovski Lev Tolstói, casi nuevo, lo hojeo.
Resulta que L.T. llegó al Cáucaso de improviso, fue a acompañar a su hermano desde Iasnáia Poliana y al final terminó yendo con él hasta Tbilisi. Ahí no pudo probar su nobleza –claro, no había traído ningún certificado de casa. Pidió entrar a un regimiento. Su hermano, Nikolái Nikoláievich, estaba en el regimiento, era oficial, y L. N., el conde Tolstói, el futuro genial escritor – entró como soldado. Todos sabían que N.N. y L. N. eran hermanos, pero sin papeles no se podía hacer nada. ¡Es Rusia!
Lectura de La guerra y la paz. La absoluta indiferencia de los altos aristócratas frente al destino del país. Pensaban solamente en sí mismos y en sus carreras. Después de la derrota de Austerlitz, el príncipe Kurakin casa a Pierre con su hija (una puta de alta alcurnia) y trata de casar a su hijo (un putañero de alta alcurnia) con la princesa María. Todo a causa del dinero. Además se profieren palabras patrióticas correctas y vacías, se desperdician sonrisas falsas y amistades fingidas.
Resultaría interesante saber, ¿en Moscú ahora pasa lo mismo?

Algo más sobre los clásicos: si Dostoevksi es el escritor más ruso (frecuentemente se escucha esa afirmación), y Crimen y castigo es la novela más rusa, entonces se puede conservar un (cauteloso) optimismo. El hombre ruso tolera bien la violencia – la tolera bien sobre sí mismo y, consecuentemente, sobre otros. Pero -según Dostoievski- no puede vivir mucho tiempo con la violencia. El arrepentimiento necesariamente sobreviene, incluso ante la ausencia total de pruebas y de circunstancias exteriores – sobreviene solo por el tormento conciencia.

6.07
En un festival de danza de Israel hay una pista de baile especial para gente que ya no es joven. Ahí bailan aquellos que tienen desde cuarenta hasta ochenta años. Hay muchas más mujeres, pero también hay hombres. Del tipo envejecido, pero un man que se mantiene en forma. Sobre todo, los hombres están con amigas. Es decir, se ve que no son las esposas. En general hay mucha gente bailando al son de una música melódica, pero quizás un poco triste. Tomados de la mano, yendo en círculo (en algunos círculos), levantando los brazos y agachándose, cantando la canción que sonaba en los parlantes y sonriendo… Mi mujer encontró una colega aquí (vino a visitar a sus parientes), ellas se fueron a bailar, yo me quedé a mirar. Y de repente me puse muy triste. Todo eso era una especie de metáfora sombría. La pista era grande, con dos entradas, la más lejana, donde bailaban aquellos que tenían más de cuarenta, casi no se veía, la gente salía por ese lugar – pero no se podía distinguir adónde iban y por eso daba la impresión de que desaparecían.
De repente me acordé de Iván Efremov, de su novela El filo de la navaja, un relato de ciencia ficción social – más o menos allí se describía la destrucción de los ancianos como en la pista de baile. Se la llamaba “la tierna muerte”. Me acordé además de que mi abuelo lo conoció, se encontró con él en un sanatorio cerca de Riga a fines de 1970 y me contó sobre eso. Después Efremov murió en un accidente automovilístico y en “radio pasillo” decían que la KGB tenía sospechas de que fuera un espía.
De nuevo estuvimos en Akko. El mar es tibio. Comimos algo en la ciudad vieja, en un café árabe. Era rico, pero las mujeres que pasaban cubiertas por la burka y los hombres, que no hablan inglés, el comprender que la ciudad tiene una división rígida en dos mitades, judía y árabe, que tres años atrás aquí mismo había enfrentamientos sangrientos con disparos – todo eso quitaba un poco el apetito. Sin embargo, el mulá, que cantaba hermoso muy cerca, mejoraba esa impresión negativa.
También entramos en un negocio de narguiles. Había muchos diferentes, no eran caros, y había narguiles con forma de fusiles kaláshnikov, de pistolas y de granadas – una moda y un diseño local. Esto despierta en uno reflexiones interesantes sobre la naturaleza de la “resistencia” árabe. La policía israelí no lo ve.
El día de hoy transcurrió sin noticias de Rusia – ya me estaba preguntando a qué se debía mi buen humor.

7.07

Uno de los mayores oponentes de Rusia en Europa es el ministro británico de relaciones exteriores, Boris Johnson. Un escándalo sexual vinculado a un colega que agarraba por el trasero a los hombres en un bar. Dos de ellos se quejaron, la prensa lo infló, etc., etc. Sería interesante saber si aquellos dos a los que agarraron por el trasero tienen amigos y colegas rusos.
Lo leí: entre los ancestros de Johnson hay turcos, no rusos, y le pusieron el nombre en honor a un emigrante ruso al que sus padres conocieron en México. No encontré quién fue ese emigrante. ¿No sería un seguidor de Trotski…? Resultaría interesante. No puede ser el propio Trotski porque los cálculos no cierran.
Detrás de la ventana crecen dos palmeras, son grandes, viejas, descoloridas, de un verde agrisado, sabias, indiferentes. Me quedé parado recordando las noticias y de repente entendí: estas palmeras seguramente saben mucho y se acuerdan de muchas cosas… Tienen ese aspecto. Miré en internet – viven 100 – 150 años. 2022 – 100 = 1922. Sí, vieron mucho: te vuelves indiferente…

8.07
Otra vez de visita en lo de Igor Sh. De nuevo el balcón, las lucecitas en las montañas. De visita en lo de Igor y su mujer está Lena S., una crítica de cine rusa conocida. Inteligente, mordaz, madura, sin pareja. Hace poco que llegó a Israel, como nosotros.
Es sábado, la ciudad está tranquila. Aunque no es lo mismo que Jerusalén, igual se nota.
Conversaciones sobre el cine ruso. Pregunté por Nikita M.
Lena: es un hombre al que le produce placer humillar a otros. Ayuda a algunos, pero esos son muchos menos… Todo su arte está fundado sobre un complejo psicológico en relación con su hermano y su círculo. Tarkovski, Savvina…
-Pero hizo muy buenas películas, ¿hasta el año 1991? – pregunto algo desconcertado. -¡Muy buenas!… Parientes, Pieza para piano…*
Lena es categórica:
– Parientes es buena. Pieza no.
Quedé sorprendido. ¿Cómo que no? Puedo decir que crecí con esa película. ¿Los suyos no reconocen a los suyos..?
Y además me puse triste. Una ciudad pequeña en el norte de Israel. La frontera con el Líbano está a 30 km. Hay montañas cubiertas de bosque. El calor de la noche. Un balcón, la vista, otra lengua alrededor… Y nosotros: Tarkovski, Nikita M., Savvina… ¿Dónde está todo eso? “En las montañas está mi corazón, y yo mismo estoy abajo”.*
En Parientes, por cierto, hay mucho de sátira y de tristeza, se muestran los últimos años de la Unión Soviética… Mucho miedo frente a una guerra posible. Entonces se tenía miedo; también M. tenía miedo.
Por cierto, ¿puede ser que yo me intranquilice en vano? En tiempos de Internet las fronteras son relativas – ¿por qué no hablar cerca de la frontera con el Líbano acerca de M. y de Iya Savvina..? En Moscú se habla de la película El vals con Barish, o del cine norteamericano de Sundance – y eso también está muy lejos… *
Sábado, noche… Se me presenta el deseo de rezar una oración. Y precisamente una oración judía – nos acostumbramos en Jerusalén. La costumbre nos viene de arriba. Pero Carmiel es una ciudad laica… Además, el metropolitano Antoni Surozhski escribió que la oración debería ser precisamente una costumbre. Y – “bendita la gloria de Dios en cualquier lugar en que se encuentre..!”*
Rezo en casa, vuelto hacia el lado que supongo que es el sur, el de Jerusalén. Después de las primeras cuatro bendiciones de la “Amidá” de repente dije: Señor, ¡detén la guerra, libera a Rusia de ella! ¡Deja que ella se vaya, Dios!.. No hacen falta cárceles – que se vaya a un yate, a un palacio, a las islas Bahamas, a Mónaco, pero que se vaya o se termine!..
Hay mucha gente, pienso, que reza por eso. ¿Escuchará nuestras plegarias? Es el quinto mes y “de Arriba” – no llega ningún signo.

13.07
Prosigamos con el “apolítico” Tolstói, La guerra y la paz, tomo 2. El aprovisionamiento pésimo de las tropas rusas en la campaña europea de los años 1805-1809. Los soldados comen algo que se parece a una maleza, con ella hacen una sopa, Vasili Denisov recupera carros con provisiones por la fuerza y le pega a un proveedor-ladrón (es un tal Telianin, que antes le había robado la billetera a Rostov. Un “sobrino” del Grushnitski de Lérmontov). Después hieren levemente a Denisov, que termina en el hospital. Nikolái Rostov viaja a visitarlo y ve cómo quedan abandonados los heridos a su suerte – es catastrófica la falta de médicos y medicamentos. Le lleva el pedido de Denisov al zar, en Tilzit (ahí firman un tratado de paz con Napoleón), pero el zar lo rechazo (la frase hipócrita “la ley está por sobre mí voluntad”). Después Rostov ve cómo Napoleón condecora a un soldado ruso con la orden “Legión de honor” y le otorga una pensión de por vida (el soldado no entiende por qué Napoleón lo condecora y mira, sin despegar los ojos, únicamente al zar). Rostov está confundido y se enoja, junto con los ayudantes rusos en el cuartel de los franceses – pero ¿estos son exenemigos?… Rostov se emborracha y tiene un ataque de ebria histeria: ¡no podemos juzgar las decisiones del soberano! – grita.
¿Eso es “ser apolítico”?..
Da curiosidad saber qué pasó con ese soldado. Es un personaje real. ¿Recibió durante mucho tiempo la pensión de Napoleón o qué?
Conversamos con la estudiante Katia Z. acerca de Ajmátova. (Katia estudió conmigo en Moscú y después de la mudanza continuamos por internet). Acerca de aquello en lo que radica la importancia de Ajmátova. Hablando entendí (dicen bien, no solamente los estudiantes aprenden de nosotros, nosotros también aprendemos de ellos): la importancia no está solo en los (geniales) poemas, sino en su biografía. Ella es una triunfadora. A diferencia de sus contemporáneos, no la mataron (Gumiliov, Mandelstam), no se convirtió en un mártir (Shalamov, Zabolotski), no se suicidó (Tsvetaieva), no fue perseguida (Pasternak), no se perdió en el exilio (Balmont, Georgui Ivanov, Adamovich), ella vivió una vida dura, pero triunfó, consiguió ver nuevos tiempos e incluso alcanzó viva el reconocimiento – de Occidente, de la nueva generación (Brodski, Naiman, Rein y otros), les entregó a los jóvenes la posta del honor y la lucha, y, después de diez o quince años, se volvió un clásico.

PEQUEÑA ODA A LOS CLÁSICOS
Si se considera que la literatura rusa clásica es un reservorio de algunos códigos nacionales, o de mitos, entonces cuando se reflexiona sobre ella hoy se puede recibir una porción (¿incluso una dosis?) de optimismo inesperado.
Lo repetiremos: la historia de Rodión Raskólnikov es un relato acerca de cómo el superhombre de Nietzche (“soy un ser tembloroso o tengo derecho” – es gracioso, pero no hace tanto yo di con esa cita en un programa de la televisión rusa de marzo), Raskólnikov llega a arrepentirse, y además llega a arrepentirse por una causa que no está determinada por el exterior -no hay ninguna evidencia contra él, solo suposiciones, otro carga con su culpa, un hombre absolutamente inocente- pero, no obstante, Raskólnikov no es capaz de vivir físicamente con el sentimiento de culpa que le causa el asesinato de una persona tal vez desagradable, tal vez perjudicial, incluso repugnante, pero de todas maneras una persona viva. Por supuesto, a tomar conciencia de este sentimiento lo ayudó la joven creyente Sonia, una especie de imagen si no de la iglesia, entonces del cristianismo, “la eterna Sóniechka”, como le decía Dostoievksi, pero el hecho de que se arrepienta es indiscutible y no admite duda – precisamente por ello el héroe de Dostoievski en el epílogo se dirige a la costa del gran río siberiano Lena.
Si en esta novela hay “cosido” algún mito nacional, algún algoritmo que ya algunas veces se mostró en el siglo anterior -por ejemplo, el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, mientras que la Perestroika comenzó con la película “Arrepentimiento”– no está descartado que aparezca una y otra vez y, además, tan inesperada, e imprevisiblemente en base a factores externos, como antes.*

14.07
Dos conversaciones sobre lo ruso
1. De nuevo vinimos a la playa en Akko. Cerca. Había olas grandes, pero nos bañamos. Noche, no hace calor, estamos sentados. Cerca de nosotros hay una pareja rusa -el hombre andará por los 45 años, la chica 27-28, tiene un pecho grande y hermoso. Seguramente en gran parte por eso, por el último factor, quise preguntar cómo estaban las cosas en Rusia. Esperé a que volviera el hombre (soy una persona decente), que había ido a algún lado.

-Disculpe, escuché que usted habla ruso, ¿es de Moscú, es ruso? ¿Cómo están las cosas allá?

– No soy de Moscú, – dijo el hombre con un acento tal vez de Ucrania, tal vez de Siberia.
– Ay -me asusté (siempre me meto sin pensar en las consecuencias), ¿ustedes son de Ucrania? Disculpe.
– ¿Qué rusos hay en Ucrania? ¿Acaso hay alguno allí?! -dijo el hombre, mirándome enojado.
Su hermosa amiga bajó la mirada.
2. Mi antiguo editor Leonid B. resultó tener un amigo en Carmiel, Víktor T., matemático, especialista en Samoilov y en el pasado miembro de “Memorial”. Lo llamé – me gusta mucho Samoilov, me resulta cercana la actividad de “Memorial” y aparte “afuera” tenemos que estar todos juntos. Lenia B. tiene amigos simpáticos. Hablamos un poco. Está hace dos meses en Carmiel, pero ni una sola vez fue al mar, y menos en Akko. ¿Por qué? En el chat de la ciudad escribieron que hay medusas. Tampoco recomiendan ir a Akko, ahí hay árabes. Entonces le digo: Víktor, lo llamo desde la playa de Akko. Recién me bañé. No hay nadie – ni árabes, ni medusas. Por las dudas traiga su pasaporte ruso y, si pasa algo, hable fuerte en ruso, todo estará ok. A los árabes les gustan los rusos… Aparte igual todavía no sabe hebreo… La verdad -agregué- mejor no pensar demasiado en la naturaleza de ese amor, – y por alguna razón le conté una vieja historia ocurrida en Belén – seis o siete años atrás estuvimos aquí de turismo, nos pusimos a hablar en ruso y en un negocio local nos dijeron “Rusia fuck Estados Unidos, isn’t it?”.
– Cla-a-ro, – dijo Víktor estirando la palabra, se ve que no percibió mi ironía. Y yo escucho (resulta que tenía prendido el altavoz), cómo su mujer le pide:
-Decile que estás ocupado los próximos días.
La prohibición lituana sobre el tránsito a Kaliningrado se levantó ayer, la intensidad de la disputa política disminuyó, tal vez iremos con los chicos de Estonia, que nos invitan, cerca de Tallin. Los políticos del Báltico se reprochan el levantamiento de la prohibición, y yo pensé: gracias a Dios.
Me acordé como hace cien años, en 1983-1984, en invierno, estuve allí. Por alguna razón fui desde Moscú, solo. El invierno moscovita es duro con las naturalezas sensibles. Dejé las clases, le puse una botella al ayudante para que no notara mi ausencia y me fui. En Tallin me compré el libro Fausto de la colección “Literatura universal”, en la traducción de Pasternak, en Moscú no se conseguía. Desde Tallin seguí viajando más lejos – a Piarnu, y un día gris me encontré en una librería, en la calle principal, al poeta David Samoilov, que vivía allí. Ya lo conocía por sus poemas y por sus fotos.

Cuando volví no le conté a casi nadie, solamente a un amigo cercano, con el cual ahora, lamentablemente, no hablo… Mi amigo entonces escribía poemas. Ahora no escribe nada, trabaja como mensajero para un banco, después del trabajo se toma cien gramos de vodka todos los días, ironiza mucho, a la noche lee un par de páginas de Leskov y se enoja por algo con los amigos de la juventud poética…

15.07
Mi mujer habló con una conocida de Sarátov, una gran ciudad rusa – un millón de habitantes. Ella es empresaria y también estudia psicología. Tiene un negocio de ropa. Por eso para ella las sanciones occidentales significan ganancia. Las grandes marcas de ropa se fueron, y a su pequeño negocio de cosas chinas empezaron a entrar clientes. Sería genial, todo ok, pero desde fines de marzo… tiene depresión. Cuando habla no menciona la política, en enero de 2022 insultó a Navalni –para qué habla en público, para qué vino, solo será peor…
La amiga dijo que en las calles y en las palabras de la gente hay mucha ira. Que eso le hace mal y que casi no sale. Mi mujer después dijo que de repente experimenta la sensación de que esta Lena muere. Y que toda la sociedad también enferma y muere. Se envenena de agresión y de la ausencia de una salida… Pero, como psicóloga, mi mujer siguió desarrollando esta fantasía: Lena muere, ¿pero morirá? No -se respondió a sí misma, pensando- seguirá tirada más tiempo en ese estado, y después empezará lentamente a mejorar, como después de una enfermedad grave… Así que, nada, no está tan mal, probablemente…
PD del año 2025: Medio año más tarde esta Lena murió. Dios sea con ella.

16.07
Mi pariente lejano Iuri R. -ex moscovita, periodista, desde hace 15 años vive en Estados Unidos (se fue con los padres) y sale en Youtube con programas políticos a favor de la libertad, sin embargo no mucho antes de la guerra, por amigos, estuvo incluso en el Primer Canal, como comentarista independiente de política norteamericana. De todos modos, sus comentarios eran totalmente decentes… Ahora empieza sus programas con la frase “¡Gloria a Ucrania!”.
Iuri vive en una pequeña ciudad de Illinois, en una calle verde y tranquila, en su casa que es bastante cómoda, totalmente al resguardo de Rusia…
Está bien, él hace sus programas, pero, si se le pide enviar un par de zapatos o un abrigo -en Estados Unidos las cosas son muy baratas- te arruina los nervios.

Disparos con misiles sobre ciudades ucranianas. Muere gente, sencillamente civiles, a veces mientras duermen. Edificios de bloques con agujeros enormes en lugar de departamentos. Es posible que se encuentren hipotecados, alguna vez los decoraron con amor: muebles de Ikea, televisores pantalla plana, un tambor traído de Turquía o de Goa… Ahora es sencillamente un agujero. A eso se lo llama “ataques localizados”. Los habitantes de los “agujeros” que no bajaron al sótano y no se fueron están muertos.

De repente me acordé que vi imágenes parecidas, de Siria, del año 2013. Fue ahí cuando nos mostraron a todos aquello que es posible, pero nadie lo vio. Pensamos – son sirios, están lejos, ahí hay terroristas, ellos mismos son culpables… Por cierto, ahora Siria está a dos pasos, los Altos del Golán se encuentran aproximadamente a cincuenta kilómetros. Israel se aisló de Siria y ostensivamente no se mete – “la guerra civil de ustedes no es asunto nuestro”. Una elección bastante discutible, por cierto…
Por casualidad la salida de la luna detrás de la montaña cercana resulta visible. Al principio hay un borde amarillo, después (rápidamente) se hace más grande, todavía más grande, y flota un enorme disco amarillo, que empequeñece a medida que se eleva hacia el cielo.
Es difícil creer, “pero igualmente gira”. Y muy rápido. Sin importar (a ella le da todo igual) toda la porquería que hace la gente.

16.07
Llegó un mensaje de texto: ayer murió la niñera. La mujer que me crio. Una campesina de la región de Vólogda, una mujer que antes trabajaba en la casa para mi abuelo, hace mucho tiempo que era un miembro de nuestra familia. Me lo esperaba, pero igual me puse mal. Hice cálculos: le faltaban dos semanas para cumplir 97 años. Agradezco que haya vivido tanto con nosotros… Un antiguo, infantil miedo-pensamiento: ¿cómo vamos a hacer sin ella?
Hasta que no cantamos el acatisto, hasta que no hablamos con mi mujer – yo estaba mal. Tuve un pensamiento extraño, que no se dejaba entender: había un hombre – y ya no lo hay… Había un escarabajo, se arrastraba hermoso, complejo, lo pisaron – y ya no lo hay. Da miedo. No puede ser. ¿Cómo puede ser? ¿Para qué todo?
Mi mujer se acordó de su taza. Ella bebió durante muchos años de esa taza. Sencilla, con lunares verdes.
A la estudiante Katia le pusieron 35 puntos sobre cien por sus textos ¡Y son buenos textos! Katia se entristeció, pero yo me enojé. Después pensé: a alguien claramente algo no le gustó nada. Eso tampoco está mal. (Le pregunté qué se habían sacado los otros. Algunos obtuvieron 100… Seguro que son nuevos Chéjov).
Por cierto, ella tiene un ensayo divertido sobre el día a día de una embajada rusa. Aunque es de la embajada de Malasia, y en 1990, de toda formas puede seguir asustando en la actualidad… ¿Acaso no aprobaron el examen por eso?

Hacía falta escribirle de antemano a su profesor, el crítico B., nosotros nos conocemos un poco, él trabaja allá. Pero yo estaba tan seguro de ella… Le escribí un día después, B. pidió su número y su apellido, después contestó que no puede meterse en el trabajo de otra facultad.

17.07
A la mañana estuve otra vez mal. La niñera, me dolía… Después, cuando volví de pasear, más o menos me despejé, fui a la biblioteca local, pedí un ejemplar de Gógol, lo necesitaba para un artículo acerca de Gógol en Jerusalén. En la biblioteca había una amplia sección rusa. Lo buscaron, lo encontraron. El primer y el segundo tomo de Almas muertas. Un viejo ejemplar de las obras reunidas de los años 60. Muy leído. Es claro que alguien lo trajo en los años 70, y sus hijos lo donaron acá.
Fue interesante la conversación con la bibliotecaria:
-¿Usted es rusa?
-Ucraniana.
-Bueno, casi rusa.
-Cómo decirle.
-Me da pena lo que les pasa.
-Entiendo (baja los ojos).
-Me da mucha pena.
-Está bien.
-Me parece que usted no me cree.
-Pero por qué (se da vuelta).
Después Igor Sh. dijo: ella puede no creerle. Algunos rusos que llegaron en los años 90 apoyan a Rusia.
Por cierto, las personas de la ex Unión soviética se distinguen siempre. Su preparación para la violencia. Para soportarla y para causarla (por supuesto).
En la biblioteca hay una venta de libros religiosos por cinco shekels. Casi nuevos. En Jerusalén, en la librería, los vi por 99. En Carmiel hay muy pocos judíos religiosos. Los rusos locales son gnósticos y ateos.

Le pregunté a unas chicas en la parada del autobús cómo llegar al shopping. Me dijeron. Una me miró con ojos “de Lolita”, vivamente maquillados. Aparentaba dieciocho años… Un rostro ruso. Me interesé: sorry, are yo Russian? Resultó que la mamá era rusa, y ella misma vino de Canadá.
-¿Para qué?
Se sorprendió.
-¿Cómo para qué? Soy judía.

En el techo del balcón a la mañana temprano (no estaba durmiendo) se posó una paloma blanca. Hay muchas en Israel, no es la primera vez que pasa. Me senté cerca, no tenía miedo, pasaron alrededor de tres minutos, me miró con ojos de pájaro asustados. Después se fue. Por alguna razón pensé que podía ser el alma de mi niñera.

18.07
El mar. Tranquilo, tibio, suave. En la playa unas chicas-turistas y unas israelitas en bikini, y a unos cien metros unas mujeres árabes se bañan en trajes especiales. Es extraño -por la falta de costumbre.
Los minaretes de la vieja Akko. El campanario de la iglesia de San Andrés. En memoria de los escoceses que expulsaron a los turcos de Palestina – entonces hubo muchos muertos. Su comandante -el general Allenbi- es muy popular entre la población árabe de Israel. Vi su retrato en un hotel árabe en la Jerusalén Oriental.
Dónde está Escocia, dónde Acra … ¿Dónde está todo eso ahora? Todas las guerras coloniales carecen de sentido.

Por cierto, el nombre griego Andrés significa “valiente”. El análogo hebreo es Adir. El apóstol Adir, el primero en ser llamado – ese era su nombre en realidad.
Una entrevista a Iuri Shevchuk. Todo es correcto, pero ahora es inútil… Por otro lado, ¿tenía más importancia lo que decía Thomas Mann en la BBC en 1942?.. No, no la tenía. Aunque empezó a cobrar importancia en 1946 y después.
O tal vez les fue útil a aquellos que se quedaron. Para no sentirse completamente marginados o idiotas. Imagínense la voz de Thomas Mann en las afueras de Berlín o de Hamburgo, en el año 1942, ahí, en las afueras se podía escuchar algo entre los aparatos que bloqueaban las señales –para alguien eso fue sencillamente un salvavidas.

19.07
Encontré en internet el whatsapp de la iglesia a la que durante muchos tiempo fue mi niñera. Llamé de un parque de la ciudad de carmiel.
– ¿Iglesia de San Nicolás?*
Una voz típica de las iglesias de Moscú (la encargada de la iglesia):
– ¿Hola? Sí-sí.
Me expliqué:
– A su iglesia iba una abuela, antes de la pandemia. Muy anciana. Se sentaba en una sillita. El párraco la quería mucho… Cuando cumplía noventa años, fue el día de su cumpleaños… ¿Se acuerda?
No se acordaba. Pero dijo que se encargaría de todo: las velas, el acatisto. El dinero no es obligatorio, pero puede enviarse a la cuenta indicada en el sitio.
Después dijo:
-No se preocupe por ella. No se sabe qué ocurrirá ahora con nosotros, pero ella está en casa. Va a rezar por nosotros.
Una pequeña iglesia en la calle N-lás de Moscú. Una construcción del siglo XIX. Ladrillo rojo oscuro. Me acuerdo de que fui ahí cuando volví de India en el 2008 (entré a ver a mi niñera, seguro), y compré el ícono “Serafín Sarovski alimenta a un oso”. Un ícono pequeño, con un estilo naive. Durante mucho tiempo colgó en casa de la pared. La niñera era una creyente auténtica, creía de la manera en que cree el pueblo. Decía:

– Pentecostés. Hoy la tierrita es la cumpleañera.
– ¿Por qué es la cumpleañera? Si es el día del descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles, Pentecostés…
– Porque es una fiesta, cómo no puedes entenderlo – y me hizo un gesto de cansancio con la mano.

Hace poco entendí que la niñera tenía razón. Para los judíos, Pentecostés es la fiesta de la recolección de frutos. ¿Dónde lo había leído?…

Ayer estuve en un café de Carmiel y pensé en eso. La fe… Cristo, ¿resucitó? Sí, y uno se siente mejor. Porque todo el Antiguo Testamento está impregnado de esa esperanza: y Tú resucitarás de entre los muertos, fiel a Tus promesas… (la oración “Amid”, que tiene 2500 años). El profeta Isaías en el Antiguo Testamento (en la Torá) habló sobre la resurrección, así que podría haber sucedido… Si no hubiera sucedido sería horrible, aterrador, vacuo.

“Si no resucitó, somos las personas más desgraciadas del mundo”, – dijo el apóstol Pablo.*
(Es decir, ¿él también tuvo dudas?)
-Pero a nosotros – nos hace falta creer- dijo mi mujer. -Ese Pablo pudo haber dudado, pero él conocía a Su hermano, a los otros apóstoles, pero nosotros no podemos dudar. Si empiezas a dudar, enseguida el descreimiento te arrastra.
– ¿Adónde te arrastra?
-Al vacío.
¿A qué vacío? Después entendí lo que quería decir mi mujer: si Él no resucitó – se puede todo. Lo malo, lo bueno, y lo terrible – da lo mismo.
Unas colinas bajas, cubiertas de bosque. Palmeras cerca de un café y del shopping. Parece extraño solo a primera vista: pero Isaías, Pablo (de Tarso), Jesús, su Mamá, en quienes creía la niñera – vivieron aquí.

20.07
El crepúsculo en Akko, anduvimos a pie por la ciudad vieja a la búsqueda de una iglesia en la que poder encenderle una vela a la niñera. Estrechas calles empedradas, en algunos lugares era casi África del norte – paredes blancas, postigos celestes, patios verdes detrás de rejas de hierro, en lo profundo de los patios -mujeres con hidyabs y burkas negras, ropa de cama secándose, risas. No era una calle para pasear, no había ni un negocio, había ventanas solo en el primer piso, todas con gruesas rejas de hierro. Todas las iglesias que encontramos eran griegas, protestantes, baptistas, incluso una maronista, y todas estaban cerradas, aunque todavía no se hubiera puesto el sol. Portones de hierro, cinco trancas, ninguna señal exterior de vida. Resumiendo, rezamos por la niñera a las puertas de una iglesia griega… Cerca de la iglesia se preparaba un concierto árabe de música contemporánea. Solo después entendimos las miradas alarmadas de los músicos o de los que trabajaban preparando el escenario, montando los equipos, y el significado de aquello que presenciábamos, sin darnos cuenta entonces de que para un barrio musulmán de Akko un concierto de rock es un acto de disidencia absoluta.
En la ciudad vieja hacía mucho calor, y nos apuramos a ir al mar. Cuando empezamos a bajar hacia él, los rayos del sol que se ponía tiñeron de un color dorado los peldaños de la escalera por la que bajábamos. De verdad brillaban.
Cuando nos bañábamos, uno de los lugareños, que estaba sentado cerca con dos mujeres envueltas en pañuelos negros, miraba enojado a mi mujer.
-¿Me está juzgando?
-Eso parece. Nuestra psicóloga pensó y dijo:
-Esa ira lo hace más grande. Así no es nadie, pero cuando se enfurece con los europeos (somos malos, depravados, etc.), se vuelve alguien. Es el mecanismo de cualquier intolerancia.
Yo miré, pensé un segundo, y hablé en inglés con las mujeres del “globo inflado de furia”.
-¿Por qué no se bañan? – les pregunté.
Y, oh milagro, funcionó – primero las mujeres, y después los tres sonrieron.
Lectura y una mirada rápida de las noticias. Comercio entre P., Erdogan y Raisi en Teherán (alguien le da algo a alguien por algo) y un ataque misilístico a V. Un video: personas que caminan, jóvenes, vestidos con ropa normal, van por la senda peatonal, una explosión repentina, vuelan pedazos, todos se caen, después corren agachándose…
A continuación, fotos de Marte.
El absurdo de lo ocurrido. El siglo 21, la conquista de Marte y de repente un ataque misilístico sobre una ciudad. Un ataque del pasado, del siglo 20.
Trabajo sobre un artículo sobre Almas muertas, sobre el segundo tomo. Resutaría interesante saber si Chíchikov habría entendido este ataque. ¿Cómo habría reaccionado? Un breve momento de reflexión y -pienso, lo habría entendido, habría sonreído, habría arrastrado sumisamente el pie, y se habría ido a almorzar a lo del intendente, puede ser que también habría pedido unas almas muertas – después de todo, ahora hay muchas… Aunque él no es sanguinario, Chíchikov se interesa solo por el negocio, no tiene nada personal contra nadie.

21.07
A pesar de todo, un encuentro con Víktor T., matemático, admirador de la poesía de Samoilov, compilador de una buena selección de sus poemas publicada en una colección conocida, y, como después se aclaró, también poeta. Vino sin su mujer.
Esto va para largo, dice. Cuando nos fuimos de Moscú, primero nos fuimos a Inglaterra, a lo de nuestro hijo, por un par de semanas. Pensábamos que todo terminaría pronto. Después, cuando resultó claro que un par de semanas era poco, vinimos para acá. Pasamos un mes en un albergue. Cuando resultó claro que un mes era poco, alquilamos un departamento para quedarnos directamente dos años. Nos tramitaron una pensión y nos dieron un poco más de dinero por la pobreza – 6 mil shekles, 1,5 mil euros. Se puede vivir, después veremos. Si de pronto se va al otro mundo, la guerra no va a terminar, -dice Víktor, – todos esperan otro año 1953, pero en vano. El círculo va a continuar la guerra. Y, lo principal, el pueblo está entusiasmado. Mucha, mucha gente en Rusia comparte esto…
-¿Por qué piensa eso?
Dio el ejemplo de una vieja emigrante del lugar, que le dijo alguna tontería. ¿Para qué necesita él decir eso? ¿Para que todos sean tontos? Le dije que no creo en las encuestas rusas y todavía creo menos en los comentarios de los jubilados locales y de allá… Que el viento va a cambiar, que todos de golpe despertarán, como ya ocurrió más de una vez…
Pero aparte de eso conversamos muy bien. Conoce a Samoilov a la perfección, cita sus fragmentos y escribe parodias sobre él. Leyó en voz alta -textos de Samoilov y textos suyos. Estuvimos conversando mucho tiempo, hora y media, la charla no se agotaba.
Habló sobre el historiador del gulag Dimitriev, sobre las causas por las que se lo persigue.* Resulta que en el 2015 Dimitriev dijo algo “incorrecto” sobre Crimea y el poder. Y lo dijo más de una vez… Por eso lo castigaron.
Dimitriev es un hombre sorprendente, -dijo Víktor, -escribe desde la cárcel cartas con palabras de apoyo a quienes lo apoyan a él y están libres. El tribunal intentó liberarlo dos veces, pero los investigadores lo encarcelaron de nuevo.
Cerca del final de la conversación apareció una pareja muy extraña, no pidieron nada, se sentaron de espaldas a nosotros y claramente escuchaban de qué hablábamos.
Cuando nos paramos vi que el hombre tenía cara de ruso. Eran las 22.20-45, jueves, 21.07 en el café… Esto lo escribo por las dudas, para la policía israelí, ja-ja-ja.
Desde que llegué no había tenido esta clase de pensamientos, es decir, desde hace casi seis meses.
La próxima preguntaré alguna cosa en ruso.
Por ejemplo:
– ¿En qué regimiento sirvió?
Mi mujer a la noche está otra vez de malhumor, no importa que hayamos conversado muy bien con Víktor. Dice: ¿acaso tiene razón y nosotros estaremos aquí por mucho tiempo?.. La calmo como puedo.
A las cinco de la mañana me acerqué a la ventana. Amanecía.
En el patio crece un arbusto de hibisco que tiene grandes flores rojas. Hay pocas, pero son muy lindas. Nadie nota las flores, todos pasan de largo.
Pensé: ¿quiere decir eso que el hibisco florece en vano? Me contesté a mí mismo: pero yo sí lo veo. Y alguien más lo ve, al menos alguien más – quiere decir que no es en vano.

22.07
El café cerca del shopping, la noche. Me encontré con los habitués del sábado pasado (una pareja de mediana edad). -Aa, -dijeron ellos, -¿entonces a usted le gustó estar donde estamos nosotros? (Se ríen). – Sí, -digo- acá está tranquilo… (Las noticias israelíes: a la mañana en Jerusalén, en el barrio donde vivimos después de llegar, detuvieron en un autobús a un tipo con un cuchillo. El hombre lo desenfundó, pero por suerte cerca había un hombre que era luchador de sambo.).
Me preocupa no poder escribir prosa. Estuve pensando tramas. Gracias a Dios, salieron muchas. Resultó un ovillo multicolor, una tragicomedia, risas y lágrimas. Por cierto, en Shklovski leí hoy que la nouvelle, la novela es “el proceso judicial”. Y que el borrador son “los testimonios de un testigo”. Así que acá están mis testimonios, como en Marchenko. Toco madera.
¿Cuáles tramas? Cómo la hija de Tolia y Polina, de tres años, dijo “¿para qué mierda vinimos aquí?”, qué dolor e ira experimento cuando leo las noticias diarias, cómo durante el primer mes estuve sentado cerca del Muro de los Lamentos y sin razón me sonreía, cómo florecía la acacia en el barrio judío de Mea Shearim y todo el asfalto que había bajo la acacia estaba cubierto de pequeños pétalos amarillos, cómo una decena de hombres desnudos se bañaron en una mikvé durante Pesaj, y cómo se reían unas chicas-soldados que vestían un uniforme apretado, con los fusiles sobre las rodillas, en el vagón de un moderno tren de dos pisos que iba de Jerusalén a Tel Aviv, cómo estaban de rodillas niños rusos en un templo del Gólgota, cómo llamamos por teléfono a Moscú a una funcionaria por un asunto sencillo, y cómo me estremecí de golpe– por su cara, que se congeló cuando supo de dónde llamábamos, por la conversación en general y por la angustia que sopló como una brisa desde el monitor y desde las tierras en las que nací.

Miré una entrevista larga a Serebrennikov. Resulta que el millonario Abramovich pagó una cuantiosa multa por él. Y resulta que Serebrennikov se comunicó con muchos que tenían contactos con algunos despachos – Moscú es una ciudad pequeña… Entiendo todo, pero me puse triste. Y a Abramovich también de algún modo lo entiendo. Incluso trató iniciar negociaciones con los ucranianos en marzo, después de eso sufrió un pequeño ataque (le dijeron: no te metas), pero él es normal, sencillamente quiere ganar mucho dinero, y es capaz de hacerlo… Pero la tristeza era grande. En relación a Serbrennikov. Tenía contactos con los “despachos”… ¿Para qué?… Gente como él está “a la cabeza”.

23.07
¿Qué es la tensión entre los judíos y los árabes? Es cuando estás sentado en el césped de un parque con un libro, y una familia árabe que pasa se acerca tanto, que su hijo (un niño encantador de 5-6 años) te pisa la mochila. No en el centro, en el borde, pero la pisa y te mira.
¿Qué es el pelo cubierto por un pañuelo en Oriente: es el misterio y la prohibición. Y lo prohibido siempre es dulce. Una joven que juega al vóley se arregla el hidyab y el pelo bajo él con un movimiento tal, y me arroja una mirada tal, como si fuera el hidyab fuera el bretel del traje de baño en la playa. Y es solo un pañuelo.
Un par de días atrás P. y Erdogan acordaron en Teherán permitir exportar el grano de Ucrania. Ucrania y Rusia son los principales proveedores de grano a Asia y África. La ONU teme que en África empiecen las hambrunas.

Me compré unos jeans israelíes. Me acordé de que en la Moscú soviética de 1980 eso era el punto más alto de la moda, como solía decirse. Creo que costaban 80 rublos soviéticos con Lenin -entonces, con ese dinero se podía vivir dos semanas… La marca de los jeans es –“Moses”, “Moisés”. El joven vendedor, al parecer un estudiante, me pregunto de dónde era. Le dije. Suspiró, me deseó una buena repatriación. Bromeó, mostrándome la etiqueta de cuero – Moisés también fue durante mucho tiempo un repatriado.
Traté de recordar: ¿bombardeó la Unión Soviética ciudades afganas, por ejemplo, Kabul? Parece que no.

24.07
Lectura de Tolstói. En La guera y la paz, Tolstói no describe detalladamente todo -solo aquello que es importante para el desarrollo de su relato. Esto no se percibe a simple vista, pero es así. El príncipe Andrés es gravemente herido cerca de Austerlitz, Napoleón dice que no sobrevivirá (final del tomo 1), pero el príncipe Andrés sobrevive y aparece en las montañas de Lisi en el momento crítico (necesario para la novela) de la muerte de su mujer. Exactamente entonces. Un movimiento completamente literario, de serie de televisión – y nada, funciona. O, en el momento de escribir el primer tomo, ¿Tolstói no sabía qué pasaría después – en el tomo 2?..
Los mismo ocurre cuando le pide matrimonio a Natasha. La escena de la propuesta se describe cuidadosamente, pero después el viejo príncipe “se rebeló”, no quería dar el consentimiento para el matrimonio, y – el príncipe Andrés huye de Natasha (esto se cuenta de forma esquemática, rápida, muy rápidamente) al extranjero. La razón por la que él de repente acepta irse tan fácil no es clara. Ella le pide que no se vaya – esto se describe detallada, vívidamente, pero él igual se va. No hay ni una palabra acerca de sus sentimientos, solamente no quiere entristecer al viejo testarudo… ¿Por qué al extranjero?.. Y así ya pasa medio año.
Es decir que la novela es como un conjunto de capítulos-boyas y una red de cosas no explícitas debajo. La boya se soltó, y el lector termina de conectar todo solo.

25.07
Creencias democráticas y cualidades personales
Una mujer nerviosa y pequeña, Iulia, de Petersburgo. Tiene cerca de 55. Viene de día porque en su casa, que está cerca, todavía no tiene heladera. Antes era matemática. De creencias democráticas. Rápidamente contó todo acerca de sí misma: hace mucho que planeaban venir a Israel, pero el marido, con el cual ella vivió durante mucho tiempo, se murió de repente, y ella no vino. El marido era judío, ella es rusa… Esta Navidad vino a visitar a unos conocidos. Ya se disponía a irse, pero irrumpió el 24 de febrero. Ella devolvió el pasaje. Está bien que ella esté acá – porque no hubiera tenido fuerza para soportar este horror en casa, ella hubiera terminado por ir a alguna manifestación solitaria y hubiera acabado en la comisaría. Y acá nada, uno se puede distraer… A fines de marzo su hijo aprovechó el viaje de alguien y le mandó documentos, y ella los entregó para hacer la ciudadanía como viuda de un judío. Enseguida se la dieron. Cuando le estrecharon la mano en la oficina del Ministerio de migraciones, ella casi se larga a llorar – qué generosidad, ¿por qué la trataban tan bien?
Pero la gente es gente en todos lados – alguien le alquiló un departamento sin heladera (para el verano, de verdad le advirtieron), la dueña del nuevo departamento sigue prometiendo un arreglo cosmético, aunque la fecha en que tiene que dejar el departamento se acerca.
Nosotros también intentamos contar (brevemente) algo acerca de nuestros problemas y cuestiones, pero no pudimos – nos escuchaba muy distraídamente y se apuró a tomar el autobús… Sin embargo a la noche mandó el video de una canción. Así suele ocurrir aquí, no es la primera vez. Y no solamente aquí. Las personas cuentan acerca de sí mismas, pero no quieren escuchar acerca de ti. Sin embargo Igor Sh, a quien le gusta bromear sobre el tema “las victorias de la democracia en Rusia”, siempre pregunta: ¿y ustedes cómo están? Y no solamente él. En Moscú una vez vino a mi casa un editor, Igor S., un gran conservador en lo que respecta a las opiniones políticas, pero un hombre muy simpático y delicado en la así llamada “cotidianeidad”.
A la noche fui de nuevo a Akko, me bañé. El mar estaba tibio. No tanto como para decir “se puede entrar sin temblar”, sino de verdad muy tibio, incluso daba un poco de miedo. Un humor extraño: lírico con lágrimas. Decidí pasear a lo largo del mar. Por alguna razón recitaba para mis adentros versos de un viejo disco de David Tujmanov. Es decir, en realidad eran versos de Verlaine, recién lo comprobé:

“El atardecer derramaba su último color rojo. Todavía resplandecía el relucir de los nenúfares… Caminaba, acompañado de mi tristeza. Sobre el lago, entre los sauces llorones derritiéndose, se levantaba la niebla – como un fantasma de la propia desesperación…” ¿Lo recuerdan? Año 1980. ¿Qué cuerno de nenúfares y lago?.. Israel, verano, el Mediterráneo, una ciudad bíblica, el año 2022… Y heme aquí cantando Tujamnov.
Todo pasó no bien me subí a la noche en el autobús de regreso y el autobús se puso en marcha. Aire acondicionado, movimiento… Todo fue por el calor.

26.07
En una librería rusa compré por 10 shekels (3$), en la sección de rebajas, un librito con las obras de teatro de Karel Chapek, una edición de 1998. En la casa de mi mamá había una antología soviética, naranja, pero después, en los últimos años de vida de su marido, la antología desapareció.
Un breve prólogo: resulta que Chapek luchó activamente contra el fascismo, escribió obras de teatro checo-patrióticas, apoyó la resistencia, murió en 1938, poco después de Múnich.* Miré en internet: se negó a emigrar, terminó aislado. De nuevo pensé que eso fue inútil entonces – su lucha, su desesperación, y, mucho más su muerte – si hubiera emigrado, un escritor famoso, de alguna manera se habría instalado, hubiera continuado su trabajo y, probablemente, hubiera sobrevivido. Miré fotos: un dandy, un elegante, un anglófilo con una pipa – y el nazismo… ¿Para qué quedarse?
Pero – después de la guerra, de la victoria, de la caída de la Unión Soviética, incluso hoy, se torna importante – como ejemplo, además el ejemplo de un vencedor. Me imagino cómo lo abuchearon después de Múnich -un instigador de la guerra, un idealista, un antipatriota, y así… Pero hoy es un ejemplo de resistencia – no todos se rindieron. Aquel que no se rindió – venció al final.
Resulta que Chapek recogió en dos libros las conversaciones con Masarik. Uno de ellos tiene el cómico título de “El silencio con Masarik”.*
La mujer de Chapek lo sobrevivió treinta años y murió en 1968, en el escenario, interpretando una obra patriótica de su marido, enseguida después de la invasión de la URSS a Checoslovaquia. Mejor no pensar en sus sentimientos cuando eso ocurrió.

Un café completamente árabe en la playa. Mesas libres. Nos acercamos a la barra, pido. Cerca de la caja hay una pecera con peces dorados. Un mozo de ojos grises, que no parece árabe, me tomó el pedido. Pedimos además la carta. El manager dijo: su mozo es la carta. Nos reímos. ¿Y él se acuerda de todo exactamente?… Me fijé en un libro en árabe que había abajo, cerca de la pecera, a unos 50-60 centímetros del piso. Una encuadernación hermosa, la tipografía. Pensé: ¿qué es esto? Por alguna razón dije: ¿puede ser que esto sea el menú? Empezaron a decir que no: nou, nou.
Cinco minutos después el mozo de ojos grises trajo la carta. Un poco nervioso dijo: eso era el Corán. ¡No se puede hacer bromas sobre eso! Se fue. Mi mujer y yo nos enojamos. Pero, ¿qué pasa si hice una broma? ¿Se va a desvanecer algo de su fe? ¡Yo no sabía? ¿Y por qué el libro estaba ahí, tan abajo?
Me quedé sentado, miré el mar. Pensé, ¿y si alguien bromeara así sobre nuestra Biblia o sobre la Torá? Es posible que me resultara desagradable, aunque me callaría. Cuando el chico trajo el café, yo escribí en el traductor de Google que no entendía qué libro era ese y que me apenaba haberle dicho algo desagradable.
Sonrió y asintió. Trajo algunas toallitas húmedas para las manos. El incidente quedó atrás… Sin embargo, perduró una sensación desagradable. Nosotros o nos enojamos, o nos asustamos – probablemente todo a la vez. Cuando salimos, mi mujer dijo: – ¿Pero qué cosa especial dijiste? Ni la policía de Israel puede con ellos… -Bueno, no sigamos – dije yo.
Pensé: es una hipercompensación. Viven peor que los europeos, los envidian, envidian y no quieren para nada a los israelís, a los ricos, fuertes, que los ignoran – pero no obstante tienen algo que los hace “mejores”. Mucho mejores de manera inmanente. Y esto, uf, no se puede tocar – ellos pueden amenazar con eso, asustar, hacer referencias – a eso… Por cierto, una persona normal no tiene nada para contestarle – esa persona respeta cualquier religión. O considera que tiene que aparentar que la respeta. No puede preguntar, levantando la voz: ¿qué hay de especial en mi broma, si yo no sabía que usted se ofendería?!..
Fuimos por la autopista junto al mar entre las palmeras, hasta la parada. Estaba tranquilo. Las ventanas de un gran hotel que daban a la costa y el cartel de la estación de servicio “Esso” estaban iluminados. Casi rumoreaba el mar. Pero era completamente claro que estábamos en Oriente.

28.07
Musculosas hermosas en un negocio, temporada de rebajas. 4 artículos por 100 shekels (cerca de 30$). En la etiqueta se leía: made in Israel. Las compré. Pensé: en Moscú serán una rareza. En Moscú todo dice “hecho en China”.
Es decir que planeo ir a Moscú…
PD del año 2025: Las usamos hasta gastarlas en Israel y en Europa.

Una mujer ucraniana le dice a alguien por teléfono en el autobús: nosotros somos de la región del Donetks. Nos sacan nuestras casas. No alcancé a preguntar quién, qué, había que bajar. Bajé, caminé treinta metros y me asusté.
En el sitio “Svoboda” hay una larga reflexión sobre el alcance del armamento de los bandos.*

29.07
Una tentación local completamente bíblica – las chicas israelíes son muy hermosas. Muy. El “Cantar de los cantares” es acerca de ellas.

Narguiles petersburgueses
Pasé adelante, un negocio de narguiles. Una linda chica-vendedora rusa. Entré. Todo estaba hermosamente hecho, los estantes, los narguiles, el tabaco, una luz baja… Todos los narguiles tenían una forma tradicional, no había ninguno en forma de granada. Pedí tabaco. Me condujeron hasta unos estantes – treinta variedades, todas en cajas. Según las leyes israelíes, todas las cajas son negras, sin imágenes, con una leyenda de advertencia en dos lenguas: hebreo y árabe. Olí uno, otro, recordé cómo era en India. En India el tabaco estaba hecho en forma de pasta, de ese tipo no había visto. Pregunté el precio, decidí compararlo con lo que vi en Akko, y ya yéndome, pregunté:
-¿Es de producción local? ¿O de algún lugar cercano?
-De San Petersburgo – contestó la hermosa vendedora.
Yo me detuve.
-¿Disculpe? –Todo nuestro tabaco y nuestros narguiles son de Petersburgo. Petersburgo se considera un buen productor de narguiles y de tabaco.
– ?..
-¿Y de qué se sorprende tanto?
– Pensé que en Rusia no se cultivaba tabaco…
– ¿Por qué no? Se cultiva en el sur y en el norte del Cáucaso…
– ¿Y este es tabaco de calidad?
– Sí, no es malo. Hay controles de calidad. Por cierto, la semana pasada recibimos tabaco ucraniano, así que no piense que… – Mostró una base de narguile de un amarillo vivo.
Quise preguntar: ¿quién hace el control en Petersburgo, la KGB?
Pero no lo pregunté. ¿Para qué? Además en Israel trato de no pelearme con Rusia. Al menos en voz alta. En Siria hay una base rusa muy grande. Y además esta chica, personalmente, ¿qué tiene que ver con esto?

30.07
Compré un libro de las memorias de Nina Voronel, al principio disidente, luego ciudadana israelí. Son unas memorias muy interesantes e inteligentes, sobre la Moscú de los años 70, sobre el caso Siniavski, los disidentes, Tarkovski.* Resulta que a Andrei no le permitían entrar a la casa de su padre – de ahí la neurosis y las constantes alusiones en sus películas al tema del padre y de la casa paterna. El actor Grinko de Solaris incluso es físicamente parecido a Arseni Tarkovski… Un recuerdo divertido de la presencia de un agente de la KGB en una habitación contigua a la de A. T., en Cannes en 1983, cuando se proyectaba Nostalgia – el agente decidía a quién le iba a dar una entrevista Tarkovski, y a quién no. Tal “custodia” hace que se vuelvan más comprensibles las razones por las que Tarkovski decidió quedarse en Europa.
En la BBC: siguen las guerras de trinchera en el arco del Donetsk, que en un extremo se apoya… En algún lugar se apoya. Mier.da. Todos los días leo, y todos los días no puedo creer lo que está escrito. “Guerras de trinchera”. “Arco”… ¿Por qué? ¿Quién con quién? ¿Para qué?… Y después continúan, sin detenerse. “Sin novedades en el frente occidental”.

Encontré en un café árabe una increíble mesa apartada. Resulta que bastaba solamente con doblar la esquina. Se ven las montañas y sopla el viento (no hace calor). Me senté ahí, estuve sentado un rato largo, mirando las montañas cubiertas de bosques. ¿Cómo puedo dejar de pensar sobre aquello que sucede en casa? Soy un escritor ruso. Es tarde para intentar volverme un escritor israelí, además entiendo poco de la vida de aquí y no domino la lengua. Estudiarla de manera tal como para escribir – no es realista, son demasiados años. Si fuera un director, como Kolia D., un artista plástico, un fotógrafo o un bailarín sería otra cosa, podría probar.

Búsqueda de pasajes aéreos a Tallin. Compré y me fui, a cualquier país, ninguna visa. Europa está más cerca de acá que de Moscú, – eso nos dijo ya hace mucho una chica inteligente de aquí, cuando una vez, hace mucho, trabajaba en las elecciones rusas. Para qué parido trabajaba – no pregunté, temía recibir la respuesta “incorrecta”, la chica era demasiado inteligente.

1.08
Miras esa fecha y te sobresaltas como de costumbre – uy, el verano ya pasó. Después recuerdas (y no te crees a ti mismo) – aquí el verano dura hasta fines de octubre, uno puede relajarse.
Hablé con amigos de Tallin, a los cuales planeamos visitar. Él dijo: mi padre fue comunista. Sobre ella: ella habla demasiado bien ruso, ja-ja-ja. Ella alguna vez trabajó en la intendencia de Tallin durante el régimen comunista, era muy joven, y se mantenía en silencio sobre temas de política, cuando un mes atrás hablamos con él acerca de “el tránsito de Kaliningrado” y las amenazas de Rusia. Yo pensé que los conquistadores llegan primero a la conciencia y después (a veces) también en carne y hueso. Miré en internet por qué el aeropuerto de Tallin se llama Lennart Meri – es simpático. Me acordé dónde vi la cara y el apellido del primer presidente – en la contratapa de un libro suyo, era un escritor soviético estonio. Completamente partidario y leal – hasta la Perestroika… Los chicos dijeron que hay tranvías que van del aeropuerto al centro de Tallin. Ya me imaginé a mí mismo en ese tranvía, su golpeteo suave sobre las vías. Estoy cansado, tengo ganas de ir a Europa – al paisaje al que estoy acostumbrado, a la comida, a la apariencia exterior de la gente.

Nos fuimos a Haifa, desde ahí tomamos un tren a Jerusalén. Estaremos tres días en Jersualén y luego nos iremos. El conductor del autobús era un árabe, no hablaba inglés y se enojó cuando le pedimos que apagara el feroz aire acondicionado. Tecleamos en el traductor de Google el pedido en árabe – no lo apagó, pero lo bajó mucho. Cuando nos bajamos le regalamos una golosina de un negocio ruso – el hombre adulto sonrió como un niño… A causa del aumento del tren de 0.5 shekels todas las máquinas que venden boletos para el autobús no funcionan desde hace unos días. No hay que pagar. La división del país en dos mitades tiene sus ventajas, una de ellas es que a los conductores árabes les da igual si pagas o no. Pero: es inútil explicarle algo a un guardia árabe, y uno judío te hará una multa del 100 por ciento. O bueno, del 95. Yo no sabía dónde comprar una tarjeta para usar en el transporte cuando recién llegué, lo expliqué – entonces me multaron con alegría.

Jerusalén, una ciudad vieja, un barrio cristiano, un hotel relativamente barato, un edificio de cerca de 400 años, mínimo. Los muros tienen un espesor de medio metro, están hechos de piedras, el techo es abovedado, la Basílica del Santo Sepulcro está más o menos a diez minutos a pie, su cruz amarilla de neón se ve desde las ventanas del piso superior y desde la zona de chill-out en la azotea. El Muro de los lamentos queda más lejos, pero la dueña dijo que en Rosh Hashaná (Año Nuevo) se escucha cómo hacen sonar el shofar -un cuerno grande especial.

Cocina moderna, té y galletas gratis en el hotel. En el hotel vive gente de tres continentes, la mayoría son jóvenes, en un estante en la cocina hay libros de todas las lenguas europeas, principalmente de temáticas religiosas – los dejaron los huéspedes En la mesa de luz de la habitación hay un Nuevo Testamento – en árabe, luce muy raro… El hotel pertenece a cristianos árabes, en Israel hay muchos.

Pasamos dos noches aquí, antes del vuelo. La dueña sabe que somos israelíes, nos trató muy bien; ella también vive en la parte judía de la ciudad, que es más tranquila.
Por alguna razón, en Jerusalén durante la noche constantemente gritan los gallos, no sabiamente, como aquel que cantó tres veces cuando San Simón-Pedro estaba en el patio de Caifás después del arresto de Jesús… Y está el canto de los muecines al amanecer, fuerte, amplificado por los reproductores, casi a la vez en muchas mezquitas. Este canto lo escuchan los cristianos y los judíos, se escucha bien en muchos barrios de Jerusalén – la capital oficial de Israel.
De día camino por la ciudad vieja, compro regalos: un pequeño ícono del Salvador (lo coloqué en la pared de la Cúpula de la iglesia de la Resurrección, yo mismo recé cerca de él) y un Escudo de David plateado con una cadena que encontré mientras iba al Muro de los Lamentos – me lo pidió el chico de Estonia que nos invitó. No diferencia mucho entre religiones, y tiene razón.
Pensé que la cruz, la estrella de David y la media luna son los souvenires principales de Jerusalén, la principal exportación de esta ciudad, y que ya hace mil quinientos años que no tiene competencia .
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